Jota Martínez es especialista en instrumentos musicales de la tradición medieval española. Lleva más de veinte años recuperando las sonoridades del pasado a través de investigaciones muy profundas que permiten reconstruir estos instrumentos para ponerlos al servicio de los intérpretes y que estas músicas puedan volver a cobrar vida ante el público. Ha prestado especial atención a la figura de Alfonso X el Sabio, del que en noviembre de 2021 se celebró el octavo centenario de su nacimiento. Toledo, lugar de nacimiento de este rey, festeja tan señalada efemérides con una gran exposición que se puede ver hasta el 19 de junio. En ella se incluye una selección de los instrumentos alfonsíes reconstruidos gracias al trabajo de Jota Martínez, que los usa en sus programas de concierto con el Ensemble Alfonsí.
Por Susana Castro
Es usted especialista en instrumentos musicales de la tradición medieval española, ¿de dónde nació su interés por este campo de estudio?
Desde niño tenía la inquietud de construir pequeños utensilios sonoros. Siempre me ha llamado la atención no solo la música, sino el poder reconstruir artilugios sonoros, como yo los llamo. En los años 90 empiezo a dedicarme a los instrumentos medievales al comenzar a tocar con algunos músicos de prestigio como Eduardo Paniagua o el grupo Axivil, bajo la dirección de Felipe Sánchez-Mascuñano. Detecto que sí hay instrumentos históricos con los que se hacen estos conciertos, pero cuando se trata de repertorios medievales, no tanto. Me enamoro enseguida de la música medieval y surge en mí la curiosidad de saber cómo sonará esa música con instrumentos medievales. Comienzo a investigar en manuscritos, buscando estas imágenes, o en las portadas románicas y góticas, buscando músicos de piedra, y empiezo a estudiar para reconstruir los instrumentos para poder tocarlos. Había algunos músicos que lo hacían, pero era muy pocos.
¿Qué tipo de proyectos desarrolla en este campo?
Me interesa principalmente el repertorio medieval peninsular, que considero que está un poco abandonado por nuestras instituciones. Por ejemplo, ahora se está celebrando el octavo centenario del nacimiento de Alfonso X el Sabio y no estoy viendo mucho movimiento, no solo desde el punto de vista musical, sino en general. Por gusto personal, pero también por principios, me interesa dar a conocer estos repertorios, que incluyen desde el canto litúrgico hasta el canto de trovadores. Estoy muy especializado en las Cantigas de Santa María, pero también en la música andalusí y sefardí, aunque en el caso de estas últimas es más difícil buscar su raíz medieval, pero siempre hay maneras de hacerlo. Lo más importante es tocar estos repertorios con los instrumentos coetáneos e intentar que la interpretación sea lo más fiel posible; es muy difícil porque hay mucha especulación abierta todavía. Creo que únicamente conocemos un diez por ciento de cómo se interpretaba este repertorio, pero aún así me interesa mostrarlo e ir abriendo caminos para que otros puedan sumarse y desarrollar aquellos que yo ya no puedo continuar.
¿Los instrumentos son perfectamente funcionales? ¿Cómo se trabaja con ellos desde el punto de vista interpretativo?
Hay que buscar pistas en varios sitios. Para comenzar, en los tratados de la época encontramos algunas, no muchas, pero algo cuentan sobre ciertos instrumentos. En el caso de aquellos sobre los que no tenemos información, simpatizamos, haciendo que la información sobre otros parecidos, o que realizan una función similar, pueda servir para esos de los que no tenemos nada. También es importante analizar los textos de las propias obras musicales, porque a veces te cuentan cómo es un instrumento o cómo es su sonido. Lo mismo sucede con las obras literarias. Son fundamentales la música y los instrumentos que han quedado en el folclore de todo el mundo; muchos de ellos los hemos reconstruido partiendo de uno similar que hoy en día se toca en algún punto en concreto del mundo. Se trata de ir uniendo todas estas pistas e ideas, también gracias a los tañedores. La información se pone al servicio de la reconstrucción del instrumento y después al servicio del intérprete.
Por lo que cuenta, aunque existen fuentes, la información objetiva que ha llegado hasta nosotros es pequeña. En estos proyectos hay una parte importante del gusto personal del intérprete, musicólogo o investigador que esté haciendo el trabajo. ¿Cómo se equilibra todo esto?
Hay mucha especulación e incluso podríamos decir que cierto grado de fantasía. En mi caso, además de estudioso me considero artista, por lo que siempre hay una parte de mí y de mi manera de ver las cosas en los proyectos. Por ejemplo, muchas veces las formaciones que ponemos en práctica en directo son pequeñas orquestas, cuando sabemos que en la Edad Media no existían estos conjuntos, sino que la formación más grande que podemos ver en una miniatura son cinco músicos. En este caso, de algún modo estamos recreando la fantasía de una orquesta medieval, que no es algo del periodo, ni siquiera existía el concepto de concierto, sino que la música era algo totalmente funcional y práctico, se usaba para determinadas cosas. Unimos toda esta fantasía y la información que tenemos y hacemos que el público puedo quedarse prendado de ella, es la manera de popularizar esta música y conseguir que cada vez llegue más lejos y sea más conocida. Es nuestro patrimonio, nuestro ser.
En realidad también se trata de adaptarse al gusto de hoy, porque si no, podría no haber público en los conciertos… ¿cuál es el interés del público de hoy en estos repertorios?
El público queda siempre encantadísimo con nuestros conciertos, la música medieval tiene muchísima fuerza, mucha energía, es muy de raíz. De alguna forma todos la llevamos impresa en los genes; después se desarrolla muchísimo, pero es la base de nuestra música. Por ejemplo en esta época aparece el zéjel, que es una forma musical que seguimos utilizando a día de hoy: estrofa-estribillo-estrofa-estribillo.
Cuando el público escucha una música tan ancestral, tocada con instrumentos con unas sonoridades tan características, queda encantado. Muchas veces, después de los conciertos, el público se acerca a nosotros y nos dice que habían escuchado estos instrumentos pero que no sabían cómo eran físicamente; así también la música entra por los ojos.
La gente queda encantadísima, también porque nosotros hacemos todo lo posible para que así sea. Algunas veces nos tomamos pequeñas licencias, como hacer las obras un poco más rápidas de lo que debían de ser en la época, porque a la gente le gusta más ese tempo (hay que buscar siempre los tempi de nuestro cuerpo) o, si estamos haciendo repertorio en galaico-portugués o en lengua de oc, no tenemos especialistas en la sala, así que si tenemos una palabra que alterándola un poquito va a tener más significado para el oyente, lo hacemos así para que el público pueda agarrarse a ella.
En 2017 funda el Ensemble Alfonsí, dedicado específicamente a la música de Alfonso X el Sabio, ¿cómo surge su atracción por esta figura?
Cuando empiezo a buscar fuentes para la reconstrucción de instrumentos aparecen las miniaturas de las Cantigas de Santa María, que son muy conocidas, y me llaman mucho la atención, por su detalle y porque, aunque toco muchos instrumentos, mi especialidad son los de cuerda pulsada, y estas miniaturas son casi un catálogo de ellos. De esta forma empiezo a estudiar estos códices y manuscritos que se generan en su scriptorium. Fue un rey precursor, que cogió toda la sabiduría de la época, que se estaba perdiendo porque la mayoría estaba escrita en lenguas que no se entendían, y decide traducirla para ponerla a disposición de todo el mundo (que supiese leer, claro), publicándola en castellano, no en latín. Todo esto me hace admirarle a él y a su obra, especialmente a esa biblia estética en forma de miniaturas que nos cuenta cómo fue la vida en el siglo XIII.
¿Qué instrumentos utilizan con esta formación?
Son réplicas de todos estos instrumentos encontrados en las miniaturas, aunque no podemos hablar meramente de réplicas, porque en algunos casos les faltarían piezas que no permitirían su uso, sino que hablamos de reproducciones. Tenemos instrumentos de todas las familias: cuerda frotada y cuerda pulsada; aerófonos de bisel, de lengüeta simple, lengüeta doble, de embocadura; algunos instrumentos de percusión como membranófonos e idiófonos; y también algunos ‘artilugios’ sonoros, utensilios que en principio no se usaban para hacer música pero que a nosotros nos sirven, como los cascabeles de los caballos, campanas que se usaban en misa para dar toques o las trompetas que utilizaban para dar alertas. Todos estos elementos conforman el Instrumentarium Musical Alfonsí, que ponemos en práctica en los conciertos.
A nivel logístico sus conciertos son complejos, ya que tienen que desplazar todos estos instrumentos. ¿Cuántos puede llegar a haber en escena en un mismo proyecto?
Si va el ensemble completo, formado por diez personas, utilizamos cuarenta y cinco instrumentos de todas las familias.
A nivel visual es toda una experiencia para el público…
Sí, siempre definimos estos conciertos como una experiencia alfonsí total, ya que tocamos repertorio alfonsí con instrumentos alfonsíes y algún texto alfonsí. Se trata de un museo sonoro, el público siempre se acerca al escenario a ver todos los instrumentos, es difícil ver tantos juntos y muchos de ellos son únicos en el mundo.
¿Qué características tienen las obras que interpretan con el Ensemble Alfonsí?
Toda la música que interpretamos son Cantigas de Santa María, es decir, es la misma música que encontramos en los códices de donde hemos extraído los instrumentos.
Como nos recordaba antes, estamos inmersos en plena conmemoración del 800 aniversario de Alfonso X el Sabio. Con motivo de esta efemérides en Toledo se puede visitar la exposición ‘Alfonso X el Sabio: El legado de un rey precursor’, ¿de dónde parte esta iniciativa?
El año alfonsí comenzó a celebrarse en noviembre de 2021, que fue cuando se cumplían los 800 años de su nacimiento. Nos enteramos de que el Ayuntamiento de Toledo estaba preparando una serie de celebraciones y contactamos con ellos a través del CIMM, Centre Internacional de la Música Medieval de la Valldigna. Les encantó la propuesta ya que, aunque repartidos por el mundo hay muchos instrumentos alfonsíes (por ponerles un nombre que me he inventado yo), juntar varios de ellos es muy complejo, y nosotros tenemos setenta y cinco. Se ha realizado una selección y finalmente en el Museo de Santa Cruz de Toledo se pueden visitar veinte instrumentos. Para nosotros es muy importante tener allí una muestra del trabajo que llevo realizando desde hace dos décadas. La exposición se puede visitar hasta el 19 de junio y es enorme, con una cantidad de documentos impresionante. Se me saltaban las lágrimas viendo algunos de esos materiales; hay algunos originales impresionantes.
¿Qué instrumentos musicales es posible visitar en esta exposición?
Encontramos ejemplares de campanil, organetto, salterio, rota, arpa, gaita, albogue, flauta de una mano y tambor, flauta travesera, viola de arco, laúd, cítola, algo similar a una guitarra morisca, viola de rueda y añafil.
¿En qué otros proyectos está embarcado ahora mismo?
El más importante es el CIMM, Centro Internacional de Música Medieval, bajo la dirección de Mara Aranda, con el que estamos llevando a cabo actividades pedagógicas y concertísticas. Queremos conectar a todos los sectores, músicos y especialistas que conocemos y creemos que tienen algo que decir, con una mentalidad muy abierta. Nuestra intención es mostrar todos los proyectos que se están haciendo en torno a la música medieval y que haya un diálogo, de forma que los alumnos (ahora mismo hay 400) puedan ver todas las opciones y decidan qué quieren hacer.
Junto a Mara Aranda también tenemos en marcha un proyecto de recuperación de música sefardí. Tras el decreto de expulsión de los Reyes Católicos los sefardíes se instalaron en muchos lugares distintos y se llevaron consigo mucha música de la Península, como romances, algunos de los cuales se habían perdido y ahora los estamos recuperando. Hemos hecho varios discos con versiones de grabaciones de campo realizadas en Marruecos, Turquía y Grecia, y ahora estamos con uno dedicado a la zona donde se situaba la antigua Yugoslavia. Aunque se están publicando los discos de forma independiente, el resultado final será una pentalogía que incluye toda esta música recuperada y desconocida hasta la fecha. Todos los discos se acompañan de un libreto realizado por distintos musicólogos especialistas en el repertorio sefardí. Es un trabajo de investigación muy serio.
La cifra de 400 alumnos del CIMM es impresionante, ¿usted cree que en los últimos años, y cada vez más, ha aumentado el interés por la música medieval?
Sin lugar a dudas. Además de que cada vez hay más oferta, también hay más interés. Si a la gente le das acceso a esta información de forma sencilla, tiene cada vez más interés. Hemos tenido alumnos que con el paso del tiempo nos han contado que están estudiando con grandes especialistas que conocieron a través de nosotros. En nuestro caso, el modelo online, consecuencia de la pandemia, ha hecho que alumnos de América Latina, que tenían bastante ‘hambre’ de este tipo de conocimiento, puedan acceder a profesores europeos que de otra forma no podrían conocer. No exagero si digo que un tercio del alumnado procede de América Latina. Nos han pedido ya conferencias de distintos conservatorios, como en México, porque el interés es cada vez mayor.
Asimismo, acaba de presentar su libro Instrumentarium Musical Alfonsí, en el que plasma todos estos años de investigación. ¿Qué podemos encontrar en esta publicación?
El propio título del libro es muy ilustrativo, y en la nota del autor tengo que dar explicaciones de por qué hay una palabra inventada en él. Con ‘alfonsí’ intento aunar todo el conocimiento de una época, y con ‘instrumentarium’ hago alusión a una idea de ‘colección’, gracias a ese ‘catálogo’ que parece que quedó plasmado en las miniaturas de las Cantigas de Santa María. El subtítulo acaba de acotar el campo de estudio: Documentación, estudio reconstrucción y praxis de los instrumentos musicales representados en la obra de Alfonso X. Primero ha habido que buscar la información, después estudiar qué tipo de instrumentos tenemos disponibles, cómo reconstruirlos y quién debe hacerlo y, finalmente, quién puede ponerlos en práctica. En el libro explico cuál ha sido mi proceso de trabajo y también hago un estado de la cuestión, que ha sido la parte más fácil porque no se había hecho nada semejante hasta ahora. Es una obra totalmente inédita. Hay muchas publicaciones de grandísimos musicólogos y organólogos en las que se habla un poco de toda esta temática, pero nadie ha hablado de todos los instrumentos representados en la obra alfonsí. Es la primera vez que se hace una publicación de estas características.
El libro va acompañado de tres discos, que para mí es una de las cosas más importantes, ya que en 45 de sus 48 cortes he puesto sonido a las miniaturas del códice que acompañan a cada cantiga. Esto no quiere decir que las miniaturas nos digan con qué instrumento hay que tocar cada cantiga, pero sí nos da una idea de sonoridad, y ha sido este mi leitmotiv.
A través del CIMM estamos tratando de crear un museo virtual con el Instrumentarium Musical Alfonsí, ya que un museo físico es imposible, entre otras cosas porque los instrumentos se usan constantemente. De esta forma, a través de la fotogrametría, puedes ver el instrumento en tres dimensiones desde cualquier parte del mundo y hacerlo sonar. Es nuestro proyecto estrella, pero es difícil llevarlo a cabo.
¿Cuáles son sus próximos compromisos de concierto?
Con el Ensemble Alfonsí tenemos varias citas hasta el verano: Catedral de Astorga (21 de mayo); Centro de Cultura Antiguo Instituto Jovellanos de Gijón (5 de julio), con conferencia previa; Potries, en la provincia de Valencia (14 de agosto); dentro de la programación del Festival de Música Antigua dels Pirineus (FeMAP) visitaremos dos poblaciones leridanas, La Seu d’Urgell (17 de agosto) y La Pobla de Segur (18 de agosto); y el 1 de septiembre estaremos en Terrassa.
Además, en nuestra faceta pedagógica presentaremos los instrumentos el 11 de mayo en el Conservatori Ciutat de Moncada (Valencia) y del 28 de julio al 7 de agosto en el Festival Internacional de Música Antiga i Barroca de Peníscola, donde también ofreceremos conciertos con el Ensemble Alfonsí, y el 9 de agosto en la Gargantilla del Lozoya (Madrid).
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