Nos recibe Josep Vicent en su maravilloso apartamento de Alicante, con vistas al ADDA y al mar. Feliz y relajado, con una sonrisa permanente, es un hombre que refleja una especie de madurez juvenil, un aire de haber pasado por mucho para llegar a donde está, de acumular grandes experiencias, pero sin perder la ilusión y la energía propias de la juventud. Después de dirigir con gran éxito muchas de las mejores orquestas del mundo, puede realizar el sueño de llevar el timón de una orquesta profesional de gran nivel desde sus orígenes. Una orquesta como ADDA·SIMFÒNICA, que conservará el sello del maestro por muchas décadas: la magia del sonido.
Por Alfonso Carraté
El maestro Josep Vicent ya ha sido entrevistado en Melómano anteriormente. Seguimos su carrera como director desde sus inicios y creo poder afirmar que esta entrevista se realiza en un momento de plenitud como artista… ¿Cuáles son las grandes dificultades que tuvo que afrontar a lo largo de su trayectoria?
Nunca me ha dolido el trabajo, ni trabajar duro ni tener que hacerlo durante mucho tiempo; tampoco me ha dolido esa sensación de tener que demostrar permanentemente algo, tan habitual en esta profesión. Sí me duele en general, no solo por mí, la injusticia que existe hacia artistas que se esfuerzan en hacer bien las cosas, y que son músicos preparadísimos, de un nivel indiscutible, comparables con cualquiera de los grandes nombres de la música clásica. Eso sé que duele. Tengo amigos cercanos, auténticos maestros, que ya han perdido la fe. Porque esta es una profesión que sigue teniendo un punto snob, y cuanto más snob suene tu nombre, resulta más fácil casi siempre. En el punto en que me encuentro ahora, en que tengo una relación satisfactoria con lo que hago, agradezco en el fondo que muchas cosas hayan tardado en llegar porque, en la mayoría de las que me equivoqué, la razón era que había empezado demasiado pronto. Intento, en la medida en la que puedo, hacer ver a la gente joven que me sigue y me resulta cercana que si se hacen las cosas bien y dándoles los plazos adecuados, lo normal es que todo acabe saliendo como uno quería.
Ahora es usted titular de ADDA·SIMFÒNICA, una orquesta de nueva generación, a la que no dudé en calificar como una de las mejores del mundo cuando la escuché por primera vez. Hay quien opina que algo así solo se consigue con un presupuesto elevado, que te permita pagar a los mejores profesores de orquesta. En mi opinión existen otros elementos tan importantes, o más, como el dinero. Usted ya lo puso de relevancia hace años con una orquesta como la World Orchestra.
La música es un fenómeno abstracto, absolutamente ligado a la capacidad emotiva. Esta capacidad emotiva se genera a través de la entrega, la empatía, el deseo, la ilusión, la energía… A priori no parecen términos musicales. A priori. Cuando un buen músico encuentra todos estos elementos, transforma una interpretación normal (no diré mediocre) en algo sublime porque de lo que se trata es del mensaje último. ADDA·SIMFÒNICA, en este momento, tras tres o cuatro años de pre-proyecto, con encuentros, y tras un proceso selectivo que fue importante y difícil, ahora, ya con una temporada completa a nuestras espaldas, tiene todos esos elementos. Sus integrantes son músicos realmente preparados, y todos ellos han encontrado en este proyecto razones para sumarse a él, lógicamente ligadas al trabajo con un director musical que les ilusione, a un espacio de trabajo que les estimule, una ciudad llena de luz, un proyecto de futuro que es bonito y que todos deseamos alcanzar… en fin, todo eso hace que realmente, y lo digo sin pretensión, la orquesta tenga un sonido muy especial, diferente. Me sucede últimamente que cuando voy fuera a dirigir, aunque se trate de proyectos que son sin duda importantes para mí, estoy deseando volver con mi orquesta pues estoy en un proceso de construcción con ellos, estamos buscando un lenguaje propio. Esto es la suma de ellos y su director titular, ellos y yo, un sonido que nos caracteriza. Todo esto va mucho más allá de las cuestiones técnicas y, por supuesto, económicas. ADDA·SIMFÒNICA tiene uno de los presupuestos más reducidos del Estado español, no nos confundamos.
Mencionaba usted un proceso de selección largo y difícil. ¿Cómo se llevó a cabo y cuál fue su repercusión nacional e internacional?
La verdad es que viví de lleno todo el proceso selectivo. No quise estar ausente en ninguna de sus etapas. Todo se produjo de una forma absolutamente natural y orgánica. Hicimos anuncios en los foros habituales y también mucho en social media (siempre he tenido una presencia importante en social media) y la voz se corrió de forma asombrosa. Antes ha mencionado usted mi relación de muchos años con la World Orchestra. Esto también ayudó a que músicos de todo el mundo, que ya habían trabajado conmigo, corrieran la voz y se interesaran por participar. Tras una preselección administrativa, todavía quedaban más de mil seiscientos candidatos. Todos ellos tuvieron que venir a tocar. Las audiciones fueron muy normales. Se llevaron a cabo, como es habitual en cualquier orquesta española, tras una cortina. El resultado fue muy satisfactorio pues, a pesar de la cortina, de forma totalmente natural, tenemos un orquesta modélica en cuanto a paridad se refiere, con un 51 % de mujeres (en realidad hay una mujer más que hombres, pero no somos cien), con presencia notable de músicos españoles, muchos de ellos valencianos y alicantinos, algunos de ellos regresando a su tierra después de trabajar en orquestas francesas o del Reino Unido (el clarinete venía de París, el trompa viene de Londres, el trompeta de Helksinki…), muchos de ellos en orquestas muy importantes, que decidieron venir y apostar por un proyecto de estas características. Además, tenemos profesores procedentes de dieciocho países. Entre todos ellos se ha creado un caldo de cultivo, de hermandad en el proceso creativo. Recientemente, en una reunión con responsables de la Diputación de Alicante, me preguntan por el ambiente entre los músicos. Mi respuesta fue que la entrega y la sensación de equipo es máxima. Y es cierto.
Precisamente quería destacar la presencia de la Diputación de Alicante en este proceso. Creo que no me equivocaría al afirmar que su apoyo decisivo establece todo un modelo de gestión de la administración pública, poniendo en marcha un auditorio tan importante como el ADDA y, al poco tiempo, creando una orquesta como ADDA·SIMFÒNICA.
Hemos tenido la suerte de recibir el apoyo en dos etapas políticas de signo diferente, haciendo posible esta realidad con personas muy sensibles a la cultura, tanto en el caso de ambos presidentes (César Sánchez y, ahora, Carlos Mazón) como el diputado de cultura anterior (César Augusto) y la actual diputada de cultura (Julia Parra). Todos ellos han sentido una gran empatía por los proyectos. Yo les expliqué, con toda la vehemencia que me caracteriza, la importancia de tener una orquesta sinfónica estable de peso para la provincia de Alicante, una provincia con uno de los territorios más grandes del Estado, con una gran presencia demográfica y poblaciones tan notables, además de la propia ciudad de Alicante, desde el punto de vista de la industria y el turismo, como Elche, Alcoi, Torrevieja, con gran presencia de ciudadanos procedentes de otros países. A esto se sumaba, como he mencionado antes, la presencia de grandes músicos locales en orquestas extranjeras, deseosos de regresar a su tierra para trabajar. En definitiva, la permeabilidad de nuestros políticos, con dos generaciones de patronatos en los que, uno tras otro, todo el arco político apoyó el proceso de forma unánime, nos ha situado donde estamos, dejando en manos de la calidad artística la posibilidad de que el proyecto fuera juzgado por sí mismo.
La orquesta ha realizado un gran esfuerzo por instalarse en la sociedad alicantina, vendiendo en pocos días todos los abonos de temporada. Pero no solo eso, sino también a través de conciertos pedagógicos, con presencia social, como las visitas a hospitales (ya se han llevado a cabo dieciocho, habitación por habitación), ofreciendo la mano a aquellos que no pueden venir por sí mismos al Auditorio. ADDA·SIMFÒNICA está realmente muy conectada con su entorno. La Diputación, como es lógico, ve en todo ello una herramienta no solo de índole cultural, sino también social, pedagógica y turística.
Además de esta notable presencia en la provincia de Alicante, creo que ADDA·SIMFÒNICA tiene ya algunos importantes proyectos fuera de las fronteras provinciales.
Durante el próximo año la orquesta va a actuar en diferentes foros, en diferentes festivales, tanto en Castilla como en el Festival de Montserrat; vamos a ir al Palau de les Arts. Estamos invitados a una gira en Asia en el último cuatrimestre de 2020. También vamos a cerrar el Festival de Stresa (Italia) el próximo septiembre. La orquesta nace en este territorio pero tiene una vocación absolutamente global, que es como debe entenderse la música. Tampoco pretendemos estar permanentemente de viaje, claro. Nuestro auditorio, con su acústica, es un lugar maravilloso para trabajar pero, obviamente, nuestra ambición es estar en contacto con la realidad musical del mundo.
Pasando a lo estrictamente musical, tuve la suerte de escuchar esta orquesta interpretando bajo su batuta la Leningrado de Shostakóvich. Me impresionó muy especialmente por la calidad de su sonido, desde el pianísimo más sutil hasta el fortísimo más pleno, y siempre sin perder un ápice de su calidad sonora. Ya le he escuchado en alguna ocasión hablar de su preocupación por el sonido.
El trabajo en el pódium es sobre todo un aprendizaje, una reflexión permanente sobre lo que recibes de la orquesta en cada momento y a posteriori, para futuros momentos. Sí, siempre hablo del sonido como el material esencial, mucho más allá de su ordenamiento, ni rítmico ni melódico; el sonido como esencia de la capacidad de comunicación de la música. Creo en una orquesta que sea capaz de tener un sonido versátil, una articulación amplia (porque la articulación es el medio para que el sonido llegue a su fin). Para mí, articulación, capacidad dinámica, flexibilidad, son los puntos clave de un trabajo cuyos resultados se van viendo con el medio y largo plazo. Se empieza conceptualmente con esas ideas. Nosotros ya lo hemos hecho desde el primer día. Tengo la suerte de estar trabajando con una generación de músicos que lo ven exactamente como yo. Coincidimos en llevar la realidad de las partituras a una sociedad como la de hoy. El sonido es nuestra herramienta, nuestro medio, y la articulación es el camino para llevarlo al fin de la comunicación.
Ha hablado de versatilidad. ¿Qué tipo de repertorio quiere abordar con su orquesta?, ¿será una orquesta especializada en algo concreto?
Tenemos una orquesta de plantilla media, adaptable a proyectos mayores y menores. Queríamos una agrupación que nos permitiera esa flexibilidad. Una orquesta es un instrumento y generar unos conceptos básicos te permite afrontar un espectro de repertorio muy amplio. Eso no quita que a algunos maestros les guste especializarse en una u otra época y, puesto que ADDA·SIMFÒNICA va a colaborar con grandes maestros, ampliará la capacidad de respuesta de la orquesta ante diferentes repertorios.
¿Qué grandes maestros están invitados próximamente a dirigirla?
Esta temporada viene Guérguiev a hacer repertorio ruso, Carles Magraner hará barroco, Jurjen Hempel va a hacer repertorio contemporáneo, por mencionar a algunos. Creo en la amplitud estética y creo que hay medios para que el instrumento sea dúctil, adaptándose a todo esto. La orquesta tiene un canal en YouTube donde ya hay colgadas interpretaciones de Prokófiev, Shostakóvich, Beethoven, Barber, Gershwin… bueno, hemos hecho mucho Beethoven por razones obvias, con el aniversario inminente, aunque también porque amo su música, creo que es una escuela diaria, una escuela de la comprensión de la estructura y del ritmo a un nivel extremo. Pero, a priori, no veo límites.
Sale ahora un segundo cedé de la orquesta, con sello propio, insistiendo en la versatilidad de la orquesta, con Beethoven, Prokófiev y Barber.
Este disco nace porque nosotros tenemos desde el principio un proyecto audiovisual de gran envergadura, como se refleja en el canal de YouTube de ADDA·SIMFÒNICA. Hemos llevado a cabo diferentes iniciativas con Cortadellas, el magnífico realizador barcelonés, con quien hemos trabajado una manera un tanto personal de acercarnos a la intimidad de la interpretación de la música. Empezamos con tres proyectos audiovisuales, en torno a Prokófiev, Beethoven y Barber porque, aparte de abordar músicas muy diferentes entre sí, queríamos músicas que estuvieran muy ligadas a la memoria emotiva de nuestro público. Hemos grabado dos sinfonías y el conocido Adagio, cuyas melodías y ritmos son reconocidos de forma universal. Nos dimos cuenta, al trabajar el audio, de que nuestra visión de estas obras tenía un mensaje diferente y personal. Por eso decidimos unirlas en un disco, como hiciéramos anteriormente con Falla, compositor al que quiero volver discográficamente pronto. Pensamos que un disco que incluyera a estos tres genios de la música permitiría apreciar precisamente esa diversidad estética de la que hablábamos antes y reflejar un concepto a futuro y, al mismo tiempo, una visión propia. Lo hicimos con una plantilla de tamaño medio, con lo que se obtiene una gran transparencia, donde de verdad se puede escuchar casi la digitación, el paso de arco y hasta la respiración. Es un disco, de algún modo, muy antiguo porque está hecho manteniendo esa transparencia del sonido, sin ninguna manipulación posterior en estudio. Del mismo modo, las tres obras están también disponibles en vídeo en nuestro canal de YouTube, también sin cortes ni trampas, de arriba abajo.
Eso sí que es poco frecuente, desde luego… Bien, por volver al comienzo, hablaba yo al principio de esta entrevista del momento de madurez por el que usted atraviesa como artista. Esto se refleja no solo en su titularidad al frente de ADDA·SIMFÒNICA, sino en las muchas invitaciones que está recibiendo dentro y fuera de España.
Estoy en una etapa de consolidar relaciones y de abrir algunas nuevas, un proceso en el que estoy muy bien apoyado por mi agencia, Ibermúsica, con personas que me asesoran y me dan su opinión. Tengo la suerte de haber recibido invitaciones que son muy ilusionantes, como las dos orquestas más importantes de Reino Unido, London Symphony o Royal Philharmonic, la Orquesta de Milán… también voy a ir al Concertgebouw con una de las orquestas de la WDR (la Radio Televisión alemana). Estoy feliz de ver que son proyectos muy especiales. También mantengo una buena relación con varias orquestas españolas, como la de Valencia (con un gran proyecto en torno a Prokófiev). En este momento no considero que nada de esto sean peldaños o pasos de mi carrera, sino oportunidades de aprendizaje, un fin en sí mismas, a las que me dedico con gran responsabilidad para vivir intensamente mi profesión.
Tras su paso por teatros de ópera de gran altura, como el Real y el Liceu y también fuera de nuestro país, ¿cuál es su relación actual con el foso?
He de confesar que es una parcela de mi carrera que está algo parada en este momento, si bien tengo varios proyectos escénicos en ciernes, con La Fura dels Baus. Tuve la suerte de dirigir hace poco con ellos una maravillosa recreación escénica sobre La Creación de Haydn. Espero en el futuro volver más a la ópera aunque ahora mismo no esté trabajando de forma continuada con ningún teatro. La ópera, cuando me dediqué más a ella, supuso un gran aprendizaje ya que el director, en el foso tiene que apreciar una serie de necesidades técnicas imprescindibles en esta profesión. Es una gran escuela y confío en poder volver a ella en algún momento, si bien es cierto que ahora estoy metido de lleno en el mundo sinfónico y muy feliz del proceso de construcción que está siendo ADDA·SIMFÒNICA, que espero quede consolidada cuando, algún día, yo deje mis responsabilidades aquí. El ADDA funciona muy bien gracias a una conjunción de factores: un público entendido y muy melómano (procedente del caldo de cultivo de la Sociedad de Conciertos que fundó Rafael Beltrán), y la posibilidad de contar con la presencia de grandes orquestas internacionales, que ha sido clave para terminar de construir el proyecto de ADDA·SIMFÒNICA, que es ahora la que recibe en su temporada propia a todas esas grandes orquestas con las que se establece una corriente de intercambio de energías. Es la suma de todo eso la que ha edificado la realidad del Auditorio.
Warren Ganser dice
Es un placer ver mis fotografías en su revista. Especialmente la foto de portada. ¡Me siento muy privilegiado de haber publicado mis fotografías por Melomano!
Gracias!
Melómano Digital dice
Muchas gracias por tu trabajo. Los agradecidos somos nosotros.