Amystis, grupo especializado en la interpretación históricamente informada, alcanza en 2020 su primera década de existencia. La celebración de su aniversario se ha visto truncada por la pandemia, como tantas otras cosas, pero no ha provocado el desánimo de sus miembros ni tampoco de su director artístico y fundador, José Duce Chenoll, que sigue trabajando para rescatar del olvido páginas de música española de los siglos XVI a XVIII. Deseando volver a los escenarios, los proyectos siguen en marcha siempre con una intención clara: acercar estos repertorios al público general a través de planteamientos diferentes e innovadores que les atraigan.
Por Susana Castro
Este año, Amystis, el grupo que usted fundó, cumple diez años. ¿Cómo surgió la formación? ¿Podríamos decir que los objetivos marcados se han cumplido y que es momento de embarcarse en otros nuevos?
La creación del grupo surgió de mi interés por la música valenciana de los siglos XVII y XVIII. En ese momento cantaba en grupos que se dedicaban a ello y después entré en el Coro de la Catedral de Valencia, primero como cantante y después como organista. Allí todo lo que se interpretaba era patrimonio del Archivo. A partir de ahí, y también gracias a un profesor que tuve durante mi adolescencia, me picó mucho el gusanillo de la música antigua. Empecé a formarme y estudiar y llegó un punto en el que me dije: quiero hacer este repertorio, pero lo quiero hacer con mi criterio. Comencé a hablar con gente que pensé que podía ser interesante para mi objetivo y a partir de ahí surgió Amystis.
Al principio éramos un coro de cámara, en torno a quince cantantes, y la idea era recuperar patrimonio valenciano y sacarlo a la luz llevándolo a conciertos. Todo esto se fue entremezclando con mis estudios de máster y la tesis doctoral y llegó el momento en el que grabamos la integral de Juan Bautista Cabanilles, que hasta ese momento nunca se había grabado completa. El grupo fue en esa dirección pero se fue ampliando, no solo hacíamos música valenciana, sino también música española, tanto la compuesta en la Península como en los virreinatos americanos o en Nápoles; todo esto fue creciendo a la par que lo hicimos los integrantes. El grupo se profesionalizó y se fue reduciendo. Ahora somos un grupo de cámara especializado en música antigua sobre la base de la práctica históricamente informada y, sobre todo, en intentar sacar a la luz joyas de nuestro patrimonio que todavía están escondidas en los archivos y llevarlas ante el público.
En estos diez años al grupo le ha ido muy bien. Hemos grabado tres discos, hemos rodado un documental y hemos hecho muchos conciertos; podríamos decir que los objetivos se han cumplido. En el futuro esperamos seguir en esta línea, intentar abarcar proyectos más grandes, incluso hacer algo escénico, pero esto va en base a los presupuestos, como siempre. Ya tenemos un bagaje, un material que ofrecer, y a partir de ahí queremos seguir creciendo.
Como culminación de esta primera década usted había organizado varios conciertos especiales, ¿qué tenían previsto para celebrarlo?
Quise darle protagonismo a todos los integrantes del grupo o a aquellos que generalmente colaboran con nosotros. Según el proyecto somos más o menos músicos, pero la base siempre son los cantantes, a los que se suman instrumentistas en función de las necesidades. Hay cinco cantantes que casi siempre han participando en todo, las sopranos Èlia Casanova y Quiteria Muñoz, la alto Isabel Marí, el tenor José Manuel Bustamante y el bajo Giorgio Celenza, así que quería hacer proyectos más camerísticos con ellos como solistas con un repertorio menos habitual para nosotros. Se trataba de dar cabida a cada uno de los integrantes, así que organicé cuatro conciertos y un concierto final, que debería hacerse este mes de diciembre, pero ahora mismo está en el aire por la situación actual.
Hicimos el primero en enero con las dos sopranos y música de mujeres compositoras del Barroco italiano; también hicimos el segundo concierto con otros de los colaboradores habituales, Jorge Juan Morata, un tenor que grabó con nosotros el último disco, y la violagambista Lixsania Fernández, con una historia de amor contada a través de cantatas italianas; y hasta ahí pudimos llegar debido al confinamiento. En abril teníamos pensado un concierto con otros tres de los solistas, con repertorio italiano escrito para voces graves, que tampoco es habitual; y en septiembre teníamos un taller con Martin Schmidt, un director alemán que venía a trabajar con nosotros música veneciana y con el que íbamos a hacer un concierto; además del concierto final comentado.
También tenían prevista un gira de conciertos por Europa el pasado verano.
Íbamos a visitar Eslovenia y Croacia para realizar tres conciertos. En principio el que iba a tener lugar en el Seviqc Brezice Festival de Eslovenia se ha aplazado para el próximo año. En abril estaba previsto que estuviésemos en Sagunt in Excelsis, con la Missa pro defunctis de Francisco Guerrero, y también se ha aplazado para 2021.
No todo fueron malas noticias en la pasada temporada porque, por ejemplo, su tercer disco, ‘Ecos del parnaso’, fue finalista en los premios ICMA como mejor disco de música antigua.
La verdad es que fue una sorpresa, aunque siempre vas con la ilusión de que puedas entrar en el juego. Fue una alegría que de entre unos 390 discos entregados en todas las categorías, nos eligiesen como finalistas. Éramos solo 11 artistas españoles, con nombres como Pablo Heras-Casado, Josu de Solaun, Jordi Savall… Esto te da una idea de que estás trabajando en la línea correcta y que lo que haces tiene un interés.
Ese era su tercer disco, ¿qué otros programas han lanzado al mercado?
La historia de Amystis se puede ver a través de sus discos, gracias a los cuales se aprecian los cambios producidos en estos años. El primer disco fue una locura, no sé ni cómo salió… Era música muy compleja, con obras que iban desde dúos a piezas con quince voces, así que juntar a la gente, ensayar y montarlo fue muy difícil; hubo que dedicarle muchas horas con un presupuesto ridículo. La implicación del grupo fue total. El disco, ‘Mortales que amáis’, salió muy bien y tuvo muy buenas críticas, sobre todo en el extranjero, en países como Francia, Inglaterra o Alemania, aunque solo llevábamos dos años como grupo.
A los dos o tres años quise hacer un disco con música con otro de los maestros de capilla más importantes de Valencia, Juan Bautista Comes. Tuvimos muchas más complicaciones para grabarlo, pero conseguimos sacarlo. A partir de aquí decidí reducir plantilla, profesionalizarlo más y llevar otra dinámica de trabajo. Que sea más profesional implica tener unos presupuestos, unas exigencias y un ritmo de trabajo constante.
Después llegó el disco de los madrigales que, junto con el primero, es del que más orgullo estoy, sobre todo porque ha dado con la plantilla vocal que voy a intentar mantener. En cuanto al repertorio, estamos haciendo obras inéditas, que tienen interés más allá de lo local, con muchas primeras grabaciones mundiales que han tenido gran repercusión para musicólogos de muchas partes de Europa. La música española interesa, y mucho, en el extranjero; incluso más que aquí, donde a veces es difícil lograr financiación para hacer discos de música española o que se programe. Hay infinidad de música por descubrir, y si acudes a los archivos americanos las posibilidades se multiplican por mil. En este sentido estoy muy contento, ya que trabajo con un musicólogo de Guatemala, Omar Morales Abril, con el que estamos intentando montar un proyecto en torno a la música virreinal, pero ateniendo a las fuentes de allí y sus archivos, sin hacer música antigua new age, centrándonos de verdad en cómo se hacían las cosas y mostrando cómo era la práctica hispánica en aquellos tiempos.
Uno de sus interés pasa por la renovación del público, tratan de divulgar la música antigua utilizando medios audiovisuales, como por ejemplo a través del documental que nos comentaba.
Sí, lo realizamos con la productora Famazing Entertainment. Surgió por un encuentro que organizaron los Ministriles de la Reyna, bajo la dirección de Javier Martos Carretero, con la Escuela Hispanoamericana de Música Antigua y Amystis aportando las voces. También colaboró La Danserye y otros muchos instrumentistas. Al principio contactamos con la productora para realizar el making of del evento, pero como ellos no tenían nada que ver con la música antigua, empezaron a preguntarnos sobre por qué nos dedicábamos a esto y vieron que había material para contar una historia. Empezamos a rodar y hablamos de todo: qué es la recuperación musical, cómo eran las capillas musicales, cómo era la música en aquella época, el oficio, etc., tratando todo el proceso, desde el archivo hasta el concierto, culminando con el concierto que hicimos todos juntos en Valencia. Ha resultado un producto muy didáctico, ameno y divertido que espero que en breve se programe en la televisión valenciana À punt. Se titula Ministrils, viatgers en el temps a través de la música.
También acaban de grabar un videoclip con música de Pere Rabassa.
Sí, lo rodamos en octubre con el director de escena Emilio López y en los próximos días estará disponible en nuestro canal de YouTube. Se planteó a raíz de un congreso que tuvo lugar en Valencia entre los días 18 y 20 de noviembre en torno al tratado del compositor catalán Pere Rabassa. Nos pidieron actuar o hacer un vídeo, así que por fechas decidimos quedarnos con la segunda opción. Grabamos un Dixit Dominus a 6 voces con toda la complejidad de la situación actual: distancia de seguridad, ensayos en espacios grandes, etc.
Este mes de diciembre está previsto el concierto de cierre de la celebración del 10.º aniversario de Amystis, ¿cree que se podrá llevar a cabo?
Viendo cómo está la situación lo veo complicado por dos razones. Por una parte, debía ser un concierto grande, con elementos visuales, ya que estábamos trabajando con una empresa de diseño de iluminación que nos iba a permitir iniciar un nuevo proyecto en el que vamos a mezclar rayos láser, luz y música antigua. Tiene que ver con atraer a un público más joven, abordar formatos más innovadores siempre y cuando partamos de la práctica históricamente informada. Buscamos la esencia de este repertorio yendo a las fuentes, pero mezclándola con tecnología punta. Y, por otra, al ser un proyecto más grande dependemos de subvenciones, y estamos pendientes de contestación. Si no pudiésemos abordar esto, haríamos un concierto con una plantilla más pequeña con algunas de las obras que hemos hecho en estos diez años, pero también con piezas que queremos llevar en programa el año próximo.
¿Qué historia hay detrás de este proyecto tan novedoso?
La idea es hacer un concierto en torno a Felipe II, y aprovechando el tema de la luz desarrollar una historia bajo el título ‘Cuando el Sol no se ponía’. Se trata de hacer un recorrido por la música escrita para cada parte de los territorios de la Corona Española en tiempos de Felipe II. Mezclamos música compuesta en la Península, en América o en Italia, con la de autores flamencos que vinieron a España, pero con el hilo conductor de la vida de Felipe II y la luz. El proyecto se está desarrollando con la empresa Radiante Lab y se va a ofrecer no solo a festivales de música, sino a festivales de iluminación a los que ellos a normalmente acuden con música electrónica; van a innovar eliminando todo el componente electrónico y llevando a cuatro o cinco cantantes con ministriles cantando en directo motetes y otras piezas del Renacimiento.
Aparte de este programa tan diferente, ¿qué otros programas están llevando a concierto?
Ahora mismo tenemos en marcha un programa que se llama ‘La Serenìsima’ en torno a la música de la escuela veneciana, con autores como Adrian Willaert, Cipriano de Rore, etc., incluyendo autores no italianos que fueron a estudiar a Venecia y que imprimieron su música allí, como Heinrich Schütz, o como los españoles Pedro Valenzuela, Mateo Flecha o Diego Ortiz. Esto enlaza con parte del material de nuestro último disco, los madrigales españoles, que también sigue en marcha, ya que casi todo el material es inédito, transcrito por mí rebuscando en archivos de media Europa.
Además, seguimos con el programa dedicado a las mujeres compositoras, ya que solo pudimos hacer un concierto con ese repertorio por culpa de la pandemia, con músicas de Claudia Sessa, Barbara Strozzi, Lucia Quinciani, etc., un montón de música buenísima que casi no se hace. También tenemos otro programa en torno a la música cantada en romance con villancicos, madrigales, villanescas, música española de los siglos XVII y XVIII.
Por otra parte, hace dos años iniciamos un proyecto que se llama ‘Los otros’, refiriéndonos a los otros compositores del Siglo de Oro que quedaron eclipsados por Victoria, Guerrero y Morales, con la premisa de preguntar al público: ‘¿qué otros compositores españoles de esa época, aparte de estos tres, conoces?’. Con esto iniciábamos todos los conciertos y la gente no sabía qué contestar. Se trataba de buscar a todos los maestros de capilla que fueron el hilo de musical de una época y de un sentimiento y darles voz después de cuatrocientos años. Ampliaremos el programa para 2021, ya que mi idea es poder hacer una grabación discográfica con todo este material inédito y hacer como un inventario de todos los maestros olvidados o que han quedado a la sombra de los grandes.
Queda claro que el componente musicológico de Amystis es crucial, ¿cómo suele abordar estas investigaciones?
Normalmente trabajo de dos formas. La primera puede ser buscar un personaje que me parece curioso en algún momento en concreto o que tenga a su alrededor unas circunstancias musicales que puedan ser interesantes, y a partir de ahí busco compositores que estuvieron cerca, músicos que tocaron con él, etc., y genero historias para acercarlas al público. Por ejemplo, el año pasado llevamos a concierto un programa que se llamaba ‘De nuevos y viejos mundos’. Había una actriz que se encargaba de narrar un texto armado por mí —en el que se mezclaban textos de Lope, Góngora o Quevedo, y citas populares que vienen del mundo musical— a través del cual se hablaba de los músicos que vivían en la Península en no muy buenas circunstancias y se iban a América a buscar mayor fortuna. Así, mezclábamos música de autores del Nuevo Mundo con música de la Península.
Por otra parte está el trabajo dirigido hacia la grabación discográfica. Me planteo qué géneros de la música española no se han trabajado demasiado, qué cosas están por descubrir y no hace nadie, y a partir de ahí monto un programa. Este caso fue, por ejemplo, el caso del disco de ‘Ecos del Parnaso’. Hasta ese momento, quitando algún caso puntual, la mayoría de los madrigales que solían hacerse en concierto eran italianos o flamencos, así que me centré en buscar madrigales españoles a través de archivos, artículos o diccionarios transcribiendo material inédito solicitado a bibliotecas privadas y archivos nacionales y europeos.
Por como lo cuenta, se nota que el proceso de investigación le apasiona.
Sí, es como ser un Indiana Jones de la música: tocar un papel que lleva cuatrocientos años en una caja, con música que nadie ha escuchado en todo ese tiempo y ponerla en pie, es mágico.
Además de Amystis, ¿qué otros trabajos está combinando al mismo tiempo, a pesar de que las circunstancias actuales no sean las idóneas?
Soy pianista acompañante y también continuista —toco el cémbalo o el órgano en función de las necesidades—, pero sigo con mi tarea de investigación aparte del grupo. Ahora mismo estoy desarrollando un libro de divulgación sobre Juan Bautista Cabanilles, a raíz de mi tesis doctoral.
Por otra parte, durante el tiempo de confinamiento decidí contactar con compañeros músicos para realizar entrevistas a través de Instagram, cerveza en mano, para contar a la gente cómo es el trabajo de las personas que nos dedicamos a la música antigua, pero de una forma distendida, como si hablásemos entre amigos. En #drinkandmusicalatardecer distintos personajes nos hablaron sobre sus instrumentos, su carrera, de cómo investigan, etc.
No pierde de vista ese afán divulgador…
Sí, igual que con Amystis. Tenemos la idea de ampliar nuestra página web, incluir en ella vídeos en los que hablemos de los instrumentos, de la investigación, tocar música que no es habitual, pero en un formato más distendido que se pueda utilizar tanto para colegios como para cualquier melómano que quiera acercarse a nosotros.
Además, en la web quiero compartir todo el trabajo que estoy haciendo, ya que uno de los problemas a los que nos enfrentamos los que hacemos música antigua es que escuchas mucha música genial pero cuando piensas en poder incluir alguna de esas piezas en tus programas, no está editada, cada grupo trabaja sus materiales, los graba, los toca en sus conciertos, pero se los guarda. No es fácil publicar música, así que la idea es que ese material que he ido utilizando en estos años, y que no es de fácil acceso, pueda estar libre en la web, a la vez que puedo ir subiendo artículos, una compilación de tratados, etc., dejando un escaparate para que quien esté investigando pueda tener una plataforma para mostrar su trabajo, previa revisión, claro. Lo que nosotros hacemos no es elitista, es algo que a la gente le gusta, cuando vienen a los conciertos se quedan alucinados y repiten.
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