El toledano Javier Ulises Illán tiene una pasión contagiosa por sacar adelante nuevos proyectos. Conversamos con él sobre las dos formaciones que dirige, Nereydas y Accademia Barocca Lucernensis, pero también sobre cómo la música tiene la capacidad de unir a la gente y transformarla. Les animo a que asistan a uno de sus conciertos para comprobarlo.
Por Susana Castro
Nuestros lectores le conocerán por ser el fundador de la formación Nereydas. ¿Qué tenía en mente cuando creó un conjunto de estas características en 2010?
Nereydas nace de la escisión de Sphera AntiQva, una orquesta que creamos en 2007 Pablo Gutiérrez y yo, cuando estudiábamos fuera y buscábamos tener trabajo en España. En aquel momento no había tantos grupos jóvenes como ahora. La orquesta tenía un toque muy americano, con repertorio barroco de músicas de América; de hecho, hicimos un disco que se llamó ‘Misión: Barroco Amazónico’. Así empecé a gestionar una orquesta y a dirigir músicos; surgió de la necesidad de pasar de intérprete a director.
El nombre de Nereydas aparece en un programa de Sphera AntiQva que homenajeaba al Greco, ‘Nereydas de Dominico Greco: Paisajes sonoros de una travesía’, un viaje musical a través de Creta, Venecia, Roma y Toledo con músicas de esas tierras y textos que hacían referencia al Greco. Las nereidas son ninfas del mar, animales mitológicos marinos que ayudaban a los náufragos del Mediterráneo a llegar a buen puerto. Al ser yo Ulises, que es un marinero, me pareció una analogía bonita, ya que las sirenas también son musicales. Me gustó mucho esta idea por cómo cuadraba con mi manera de ser y mi identidad.
Nereydas comenzó haciendo un disco-libro llamado ‘Angélico Greco. El cielo se llenó de música’, con piezas que van de 1570 a 1610 de Diego Ortiz, Guerrero o Victoria. El repertorio más tardío y de mayor formato que hemos hecho han sido músicas para las catedrales de Salzburgo y Viena en la Catedral de Toledo, en un concierto con orquesta, coro y María Hinojosa como solista.
¿Cuál diría que es el elemento que les diferencia de otras formaciones?
Cada vez es más complicado diferenciarse porque los presupuestos que se manejan no dan para pagar orquestas. Mi visión, que sí puedo desarrollar en Suiza, no es hacer cosas grandes por el hecho de que sean grandes, sino que, debido a la formación que tengo y a las capacidades técnicas que he desarrollado, puedo gestionar al mismo tiempo un grupo coral y un grupo instrumental; para mí unir estos dos mundos es un placer. Precisamente eso es lo que nos diferencia. El problema es que no siempre podemos desarrollar este tipo de proyectos porque no se nos da la oportunidad. Fuera de España puedo seguir soñando, mientras que aquí tengo que seguir amoldándome.
Nuestros proyectos siempre tienen una base científica y un destino: la divulgación. Al mismo tiempo, desde hace muchos años, busco la excelencia en todas las partes, en los intérpretes, pero también en las fotografías, en la edición de las notas al programa, etc., busco que todos los pasos sean profesionales, y eso a veces es costoso, pero los resultados finales son buenos y solemos volver a los lugares y festivales, lo cual es un buen síntoma.
Es la mejor medida del trabajo que se está realizando…
Es muy satisfactorio irnos con la cabeza alta, sabiendo que hemos conectado con el público y que hemos abierto ventanas al conocimiento y al disfrute. Me interesa que el público, al entender la música, la ame. Tras el confinamiento, hemos comprobado que pasear por un jardín es sanador y necesario. Transitar por la arquitectura de una obra musical también es sanador en el aspecto humano y de la imaginación, así como de la conexión con las emociones a través de una vivencia colectiva. Creo que el valor de la música en directo es increíble, tiene un poder enorme, y es insustituible. Lo digo después de haber visto muchos conciertos online. Internet es una herramienta importantísima, sobre todo para la divulgación y la transmisión del conocimiento, pero jamás sustituirá la experiencia física; esa magia no debe perderse.
Nereydas ha publicado dos discos junto a Filippo Mineccia, uno de los grandes contratenores actuales.
Filippo era alguien a quien yo admiraba muchísimo, y nos hemos convertido en un tándem artístico. Me abrió las puertas de un repertorio por el que yo suspiraba, el repertorio napolitano, me dio acceso a fuentes, musicólogos, etc., y así surgió el disco ‘The Jommelli Album‘, puro Mediterráneo. Para mí Nápoles es el Cádiz de Italia, fue increíble. Después abordamos el programa ‘Siface: L’amor castrato‘, que refleja la vida del castrado Francesco Grossi, y ahonda en esa segunda generación de la ópera que surge después de Monteverdi, con un mosaico de compositores muy diverso.
Acaban de abordar la grabación de su último trabajo, ‘Estruendos sonorosos’, que es el resultado de una investigación del Instituto Complutense de Ciencias Musicales (ICCMU). ¿Qué nos puede adelantar sobre este álbum?
Uno de mis proyectos soñados siempre ha sido la música de la Catedral de Toledo, que algún día llegará, pero son repertorios muy caros y ahora mismo no son viables. También me suscitaba mucho interés qué estaba pasando en Madrid en el siglo XVIII. En ese afán de profesionalizar todos los estadios de la producción pensé pedirle al equipo del ICCMU que trabajásemos juntos en la elección de un repertorio para el Festival Internacional de Arte Sacro de Madrid. Este proyecto forma parte de uno mucho mayor con el que esperamos afrontar repertorios de la corte de Madrid.
‘Estruendos sonorosos’ está centrado en la figura de Corselli, pero también se abordan dos satélites de este: Porretti, un buen amigo suyo, que tenía acceso a los círculos más íntimos de la realeza; y Lidón, que fue su alumno. La idea es alumbrar la música posterior al incendio del Real Alcázar de Madrid (1734), con la renovación del repertorio sacro; pretende ser un abanico de diferentes sonoridades del calendario eclesiástico. Muchas de estas obras se estrenaron en Los Jerónimos, donde nosotros las volvimos a tocar en el FIAS 2019 junto a la soprano María Espada. El equipo científico lo lideró Judith Ortega.
Desde 2015 también ejerce como titular de la Accademia Barocca Lucernensis, coro y orquesta, ¿cómo es trabajar en España con respecto a Suiza?
En España es un quiero y no puedo, y allí es un quiero, puedo y lo hago. La diferencia es que los proyectos que se realizan con la Accademia están apoyados, en su mayoría, por instituciones privadas que creen en el proyecto. Esto nos permite llevar a cabo nuestra actividad. Entre otros, hemos llevado a cabo un proyecto de recuperación de la música del archivo de la Catedral de Dresde.
De hecho, sacaron un disco en 2019 con ese repertorio, que obtuvo dos nominaciones a los Premios Opus Klassik. Desde aquí invito a nuestro lectores a escucharlo, es brillante.
Fue nuestro primer disco y en los Opus Klassik de Berlín tuvo una repercusión importante, sobre todo si tenemos en cuenta que es un disco de debut y de una formación suiza. Les debió llamar la atención que fueran músicas de la Catedral de Dresde y cuando le dieron al play y escucharon la primera pista… el impacto tuvo que ser muy fuerte, porque arranca con el Miserere de Zelenka. Es una música oscura aunque con una gran fuerza. El concepto era hacer Zelenka y Hasse, lo oscuro y lo dorado, la culpabilidad del pecado frente a lo propagandístico, en el mismo disco, el mismo texto en dos visiones muy diferentes de la música.
En Suiza, que nos hayan reconocido un trabajo en el mundo alemán, nos ha dado una enorme credibilidad y ha sido un impulso muy importante. Como dices, obtuvimos dos nominaciones, una a mí como director sinfónico-coral, y otra al grupo como mejor grupo europeo. Estábamos en una lista con Berliner Philharmoniker, y yo estaba al lado de mis maestros, Howard Arman, que fue mi profesor en Suiza; Philippe Herreweghe, mi maestro en París; o Tom Koopman, que también fue mi profesor en Suiza… Para mí estar ahí ya supuso un premio.
Uno de los grandes proyectos con esta formación en 2020 ha sido la grabación de La Pasión según San Juan de Bach en el Konzertsaal de Lucerna, justo antes de que comenzara la crisis sanitaria, y que se emitió en Semana Santa para toda Europa. ¿Qué proyectos tienen en mente?
Se nos plantean nuevos retos de grabación. Hasta ahora hemos hecho muchísimo repertorio sacro, y quiero virar hacia la ópera porque, aunque hemos hecho algo en concierto, no hemos realizado ningún monográfico. Nos hemos ganado el cariño de los suizos y de los bachianos y ahora hay que seguir desarrollando el proyecto. Los músicos están muy motivados, queriendo hacer más cosas, preguntándose cómo pueden ayudar. El grupo surge cuando colaboré como profesor de músicas históricas en la Universidad de Lucerna. Era gente muy entusiasta y poco a poco el grupo se hizo gigante. Contamos con los músicos más punteros de Suiza, formados en las mejores escuelas.
Me encantaría poder establecer una temporada de conciertos en el KKL de Lucerna y tener acceso a las redes de teatro de ópera. Yo llevo la dirección musical y artística, y Martin Caduff, cantante y gestor cultural, se encarga de toda la gestión y la política de recaudación de fondos.
Entiendo que compartir la gestión es lo que le permite compaginar este proyecto con Nereydas porque, a la vista del tamaño que está tomando la Accademia, sería imposible compatibilizarlo todo.
Sí, allí me dedico únicamente a la música, a pensar en repertorios y a estudiar, no tengo que hacer nada de producción. Existe un verdadero sistema, a través de las fundaciones (Stiftung), para ayudar a los profesionales a sacar los proyectos adelante. Accademia Barocca Lucernensis tiene detrás quince sponsors y patrocinadores; cuando entras en estos circuitos y conocen proyectos de tanta calidad siguen fidelizándose.
También estará detrás la motivación económica, existirán mecanismos que permiten que a las fundaciones les resulte interesante apoyar estos proyectos.
Claro, existen esas motivaciones porque existe una ley de mecenazgo. También hay una gran asociación del grupo con la propia Suiza porque todos los miembros somos hijos de la educación suiza y ellos quieren que sobreviva un grupo que ama lo que hace, que es responsable del patrimonio musical del país. Aquí, en España, producir un disco es de héroes, de valientes. Aún queda mucho que avanzar con la ley de mecenazgo en nuestro país.
Es usted un director muy poliédrico, ¿quiere seguir desarrollando todas estas facetas o piensa decantarse por alguna en concreto?
La pulsión artística explota y va en muchas direcciones. La música tiene la capacidad de conectarnos con otras personas, para mí el tapiz estético de la obra que nos está uniendo es solo un elemento más. Me gustaría poder desarrollar varios repertorios, siguiendo siempre con un pie puesto en las músicas históricas, y sin que me tiemble el pulso por dirigir música contemporánea. La preparación la tengo, la sensibilidad también, y lo que falta son los flujos de trabajo, necesito que me ofrezcan retos para poder asumirlos. Mi deseo es huir de la burocracia para poder hacer arte, para hacer música y poder trabajar con mis manos y mi mente obras musicales.
El año pasado estuvo dirigiendo a la Joven Orquesta Nacional de España (JONDE), ¿cómo describiría trabajar con una orquesta de jóvenes?
Posiblemente es la mejor orquesta que he dirigido, porque su magia está en el brío de sus intérpretes, que están descubriendo y experimentando su pasión en conjunto. Toda su energía individual, desarrollada en el estudio, les pilla en una forma (deportivamente hablando) de primer nivel y están descubriendo qué es tocar en conjunto, ensamblarse, demostrar. Viven sus emociones a flor de piel, es una orquesta reactiva, explosiva, virtuosa, comprensiva, que escucha y quiere aprender. Ese es el mejor instrumento.
La educación es importantísima para mí y me tomé el proyecto como una oportunidad para abrirles una ventana al historicismo sin prejuicios, con profesores de primer nivel; quise que no sufrieran lo que sufrimos los músicos de mi generación con respecto a este tipo de repertorio. Les invité a acudir a las fuentes; yo siempre llevo conmigo el manuscrito de la obra que estoy trabajando. Creo que esa pasión por acudir a la fuente primaria tiene reflejo en la interpretación. La música nos conecta con la vida de esa persona y nos ofrece vivir la vida de otros.
También ha colaborado con la Orquesta de Cámara de España.
Es una orquesta privada que dirige Vicente Cueva y que forma parte de un tejido vivo que aporta salud al entramado cultural. Son orquestas formadas por grupos de amigos de las mejores orquestas, así que se trabaja con una energía muy positiva. Tocan porque quieren tocar juntos, así que he vivido un nivel profesional muy alto en este tipo de orquestas, pero también una satisfacción personal porque los proyectos eran muy interesantes y he visto que hay un verdadero interés por hacer las cosas bien. Siempre estoy interesadísimo en colaborar con este tipo de formaciones, y me he brindado tanto a proyectos históricos como a proyectos punteros con estrenos de música del siglo XXI.
Otro de los proyectos que tiene en marcha es con La Fura dels Baus. En mayo de 2021 estarán en Moscú con La Creaciónde Haydn, ¿cómo surge esta colaboración?
La Fura tiene varias cabezas pensantes y yo soy el director musical de Carlus Padrissa; nos conocimos cuando yo estaba de asistente en el Teatro de Lucerna. Mi debut con ellos se hará en Rusia el próximo año. También estaré involucrado en el proyecto de Magallanes y Elcano, que se ha visto truncado varias veces, pero que pronto saldrá a la luz. Son proyectos muy importantes y muy universales. La creatividad de La Fura es innegable, son mentes preclaras, seres emocionales con los que conecto fácilmente. Aunque soy una persona profesional y seria en mi campo, me gusta dejarme llevar por las emociones que nos despierta el arte y lo que nos conecta como seres humanos; sin eso no entiendo la vida.
En noviembre también formará parte de la Academia Internacional de Dirección de Orquesta (AIDO) dirigida por Cristóbal Soler.
Para mí ha sido muy grato conocer a Cristóbal, me parece una persona muy generosa, sin miedos. Que haya pensado en mí para el módulo de oratorio es un honor. Va a ser una experiencia muy bonita, ya que ha sabido buscar formadores de perfiles muy diferentes. Creo que se valora mi preparación técnica, algo que no es muy común en las músicas históricas desde el punto de vista de la dirección. La labor del director no es solo motivar, sino también organizar el trabajo, crear una unidad estilística, hacer la concertación, unir el mundo vocal con el sinfónico, etc., muchas funciones que exigen una preparación integral. Requiere autocontrol, conocimiento filológico, conocimientos prácticos de los instrumentos, mucha cultura musical, conocer idiomas, conocer muchas obras y haber escuchado mucho. Hay que tener la paleta perceptiva más grande que puedas para ir encajando lo que te va llegando y dar instrucciones claras y precisas conociendo la psicología del grupo que tengas delante y los objetivos marcados.
Hablando de adaptarse al grupo, también acaba de dirigir usted al Burgos Baroque Ensemble en la Catedral de esa ciudad. ¿Cómo se enfrentó a este proyecto, tan diferente de lo que hemos comentado?
Las motivaciones que tiene este grupo no profesional son enormes, para ellos ese concierto era muy importante y para mí fue precioso ver el feedback que recibía de ellos a lo largo de todo el proceso. Sus objetivos artísticamente no son tan exigentes, pero fue un gran honor poder haber estado allí con ellos haciendo sociedad, fue la Fundación VIII Centenario de la Catedral de Burgos la que lo organizó. El amor que demostraron al prepararlo todo trasciende, y estoy seguro de que en el concierto se pudo apreciar. Las energías que hay entre las personas son las que nutren los proyectos.
Usted entiende que la música debe vertebrar a la sociedad y ha colaborado en varios proyectos importantes, ¿qué es lo que hay detrás de este concepto?
Nada más volver de Suiza comencé con el Aula Social del Teatro Real, un proyecto integral que había que crear de cero. Se hizo con mucho interés y con un equipo fuerte de grandes profesionales. Aquella experiencia me enseñó muchísimas cosas, también a nivel de reorganización de los valores vitales. Había niños con síndrome de Down, autismo, en riesgo de exclusión social, con cáncer y víctimas del terrorismo, todos juntos haciendo actividades. Además también colaboraba con Acción Social por la Música, donde trabajaba con coros y orquestas; se trataba de vertebrar comunidades a través de la música y de la actividad orquestal. He comprobado que la música tiene un poder transformador absoluto. Sube la autoestima del niño, establece conexiones entre las personas, desarrolla también la conciencia de que tiene algo que hay que cuidar (el instrumento), y también de cómo lo individual afecta a la colectividad. Mi implicación fue total, estuve dos años dedicándome a ello por entero, y desde entonces siempre estoy vinculado a algún proyecto social.
En estos últimos años he formado parte de la cooperativa ArteLibre, que organizaban el Festival Cocreadores. Con Nereydas también hemos hecho algún concierto benéfico y hemos estado vinculados al Museo del Greco para la realización de actividades culturales. Lo que siempre me acompaña es ofrecer los conciertos para divulgar, que las personas puedan llegar a compartir nuestro amor por la música.
Detrás de todos sus proyectos hay un profundo proceso de investigación. Ahora también forma parte de DIDONE, un proyecto europeo de investigación del ICCMU, ¿qué tarea desempeña en él?
Desde el ICCMU buscaban un perfil performativo (aunque también soy musicólogo) para corregir las ediciones de arias, lo que me permite tener contacto directo con las fuentes. El corpus del proyecto DIDONE son 900 óperas basadas en textos de Metastasio. El proyecto se llama ‘Mapping Emotions in Eighteenth-Century Italian Opera‘; volvemos a lo que soy yo, a las emociones. Voy viendo cómo resuelven musicalmente el mismo texto diferentes compositores, lo que me está haciendo fuerte en el mundo de la ópera, en su filología y en la teoría de las emociones. Es un proyecto liderado por Álvaro Torrente y con un altísimo nivel científico y proyección internacional. Conecta el siglo XVIII con el futuro porque se están recabando metadatos para que las máquinas aprendan cómo expresamos los humanos las emociones.
¿Qué otros proyectos suyos descubriremos en el futuro?
Desde el año pasado estoy trabajando en un documental sobre el patrimonio musical en España. Se centra en los protagonistas de cada uno de los pasos que se dan desde el archivo hasta que la obra se presenta en concierto. Está basado en el proyecto de ‘Estruendos sonorosos’ de Nereydas y pretende visibilizar a cada una de esas personas: investigadores, copistas, musicólogos, producción, programadores, etc., así como las sensaciones del público al salir del concierto.
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