Violinista y musicólogo, Javier Lupiáñez es especialista en ornamentación e improvisación instrumental del siglo XVIII. Asimismo, es fundador y líder artístico del conjunto Scaramuccia y cofundador del sello discográfico y editorial Snakewood Editions. Hablamos con él sobre su trabajo de investigación y el último álbum de Scaramuccia, ‘L’altra Venezia’.
Por Alicia Población
Como investigador, estás especializado en ornamentación e improvisación instrumental del siglo XVIII. Has impartido conferencias y clases magistrales sobre el tema en diversas universidades internacionales. ¿Le falta improvisación a la formación en música clásica? ¿Solo es aplicable a la música antigua?
Hay improvisación en la mayoría de músicas que conozco (jazz, folk o las batallas de raperos) y ha sido parte fundamental de la música culta europea desde siempre, así que rotundamente sí, falta improvisación en la formación en música clásica. Afortunadamente veo que esto irá cambiando. Tengo colegas que aplican métodos de aprendizaje de la música en los que la improvisación juega un papel fundamental desde el principio.
En el ámbito de la música clásica europea, no solo barroca, sino hasta principios del siglo XX, se esperaba del intérprete de alto nivel que supiera improvisar y ornamentar lo que tocaba. Esto cambia el concepto que tenemos sobre las obras y los compositores clásicos, como estatuas de marfil casi intocables. Me gusta la idea de tocar Bach, Beethoven o Mozart sabiendo que en su lenguaje musical está implícito que el intérprete tiene permiso para meterse realmente en sus obras, improvisar sobre ellas, añadir cadencias u ornamentos. Con la ornamentación haces la obra más tuya y la transformas en una creación conjunta entre el músico y compositor. Si esta creación tiene lugar en el escenario, es algo maravilloso porque compositor e intérprete se unen para crear algo en un momento irrepetible. Cuando sale bien es mágico y creo que el público lo siente también.
Tu labor investigadora ha permitido identificar nuevas obras de compositores. Con tu grupo Scaramuccia tenéis el firme compromiso de rescatar música inédita, huyendo del repertorio más convencional. ¿Crees que hay una necesidad de renovar el repertorio que se programa?
La verdad es que hay mucha música que se programa una y otra vez que es música fantástica. Por otro lado, también creo que hay una estandarización en la interpretación. Escuchar estas obras fantásticas interpretadas siempre de la misma manera me aburre muchísimo.
Escuchar buena música, bien interpretada y que no haya escuchado antes me parece que es una combinación ideal. Creo que es un aliciente para cualquier amante de la música descubrir nuevas piezas y compositores. Puedo asegurar que hay infinidad de compositores cuyos nombres no hemos escuchado jamás que tienen una música que merece ser descubierta. Desgraciadamente es muy difícil convencer a algunos organizadores de conciertos de que hay vida más allá de lo que ellos conocen.
Scaramuccia lo formáis Inés Salinas (violonchelo barroco), Patrícia Vintém (clave) y tú, que lleváis tocando juntos casi más de diez años. ¿Por qué fueron Inés y Patrícia quienes te acompañaron en este proyecto?
Nos conocimos en el Real Conservatorio de La Haya y enseguida comenzamos a tocar juntos y formar Scaramuccia en 2013. Pero, aunque fue un flechazo musical a primera vista, tengo que decir que lo importante vino después. Los tres músicos nos hemos volcado con Scaramuccia desde el principio y, lo más importante, ininterrumpidamente durante todos estos años con amor y constancia en lo que hacemos. Inés Salinas, además de tocar el violonchelo maravillosamente y ensayar muchísimo, se encarga de buscar y organizar los conciertos, ¡no os imagináis la cantidad de trabajo que supone!
¿De qué manera enfocáis la transmisión de la retórica y las emociones que se esconden detrás de la música?
Precisamente creo que este es el punto fundamental de la interpretación musical: lo importante es que la música mueva los sentimientos de los oyentes. Esto que acabo de decir lo encontramos escrito en multitud de tratados de música del siglo XVIII. Era lo que perseguían Vivaldi, Corelli, Geminiani, Mozart… y es lo que queremos nosotros.
Al final, tienes que intentar entender qué nos quiere decir el compositor y traducir este mensaje retórico a sonidos. Como dije antes, es un trabajo conjunto entre el compositor y el intérprete. Cuando el compositor lleva muerto cientos de años y su concepción de la música es posiblemente diferente a la tuya, es cuando el estudio de la interpretación histórica tiene realmente sentido. No es cuestión de reproducir lo que se hacía en el barroco, es cuestión de intentar —es el acto de intentar lo importante— entender el lenguaje musical barroco y trasladarlo a sonidos que muevan las pasiones del público.
Háblanos del último disco con Scaramuccia, ‘L’altra Venezia’ (2023), que obtuvo el Melómano de Oro, y de la relación con Michael Talbot.
La idea del disco surgió gracias a Michael Talbot. Hace tiempo que Michael y yo tenemos muy buena relación, sobre todo por mis investigaciones sobre Vivaldi. Es, no solo una de las mayores autoridades en música italiana, sino también una persona extremadamente generosa. Así pues, en 2021 andábamos en una conversación y en uno de los mensajes me dice que acababa de identificar dos nuevas sonatas de Albinoni. A las pocas horas me había enviado las partituras y el artículo que estaba escribiendo y que aún no había publicado. Al día siguiente estábamos Inés, Patrícia y yo tocando las sonatas y nos dimos cuenta de que era una música maravillosa. Lo primero que hicimos fue grabar un pequeño vídeo que enviamos a Michael tocando una de las sonatas y agradeciéndole su generosidad. Lo segundo fue empezar a investigar qué otro repertorio podía formar parte de un disco en el que incluiríamos estas sonatas.
El álbum se compone de primeras grabaciones mundiales. ¿Cómo fue el proceso de elección del repertorio?
Nos llevó bastante tiempo poder decidir. Comencé a investigar sobre repertorio veneciano que hubiera sido escrito en la época de las sonatas de Albinoni y descubrí a muchísimos compositores desconocidos, pero muy buenos. Mi primera lista de obras contenía unas setenta sonatas, fue muy difícil elegir. En el proceso descubrí que Gentili tenía dos sonatas para violonchelo y continuo que estaban en la Biblioteca del Conservatorio Benedetto Marcello y escribí a Paolo Da Col, un músico y musicólogo extraordinario que se encarga del archivo. Fue extremadamente amable y nos envió las partituras. Unas sonatas magníficas que incluimos en el disco.
El próximo mes de marzo verá la luz la primera grabación mundial de una nueva sonata de Vivaldi que descubriste hace poco catalogada bajo el nombre de otro compositor en la Biblioteca Nacional de Viena. ¿Qué historia hay detrás de este hallazgo?
Estaba estudiando un volumen manuscrito que contenía música de autores boloñeses y me di cuenta de que la última composición de la colección no tenía nada que ver con el resto. Como estoy bastante familiarizado con el lenguaje compositivo de Vivaldi, me percaté de que la sonata tenía aspectos formales y compositivos que difícilmente podían ser de otro compositor que no fuese Vivaldi. Rápidamente me puse en contacto con mi colega Fabrizio Ammetto, también especialista en Vivaldi, y en menos de un mes elaboramos un artículo que enviamos al Istituto Vivaldiano. El veredicto: una nueva sonata de Vivaldi.
¿Qué otro repertorio incluye el álbum que también recoge esta sonata?
¡Una pregunta muy oportuna! Ahora hemos grabado la sonata de Vivaldi. Pero solamente la sonata a modo de single y más adelante la incluiremos en un disco. El disco contendrá otras piezas del archivo vienés en el que encontré el Vivaldi. Es un archivo de música italiana magnífico, con verdaderas joyas, pero que aún tiene que ser investigado en profundidad. Aún me faltan unos cuantos viajes a Viena para ver de primera mano qué hay. Tengo ya una lista con sonatas maravillosas de las que no conozco grabación alguna, así que volverá a ser un disco de estrenos en tiempos modernos.
Deja una respuesta