El pianista acaba de presentar su nuevo álbum, New Worlds, de nuevo con el sello discográfico Eudora. Se trata de un recorrido por cuatro mundos musicales aparentemente dispares, cada uno creando un nuevo paisaje sonoro en un nuevo siglo.
Por Susana Castro
Acabas de presentar tu nuevo álbum, New Worlds, que incluye obras de cuatro compositores diferentes. ¿Cuál es el hilo conductor entre estas piezas?
Hay un hilo histórico-cultural que está muy bien descrito en las notas del disco y que da pie al título del mismo. Por otro lado, como pianista siento una conexión en el pianismo, pudiendo afirmar que cada una de las obras tiene un tipo de virtuosismo muy particular pero totalmente beethoveniano. Sé que suena un poco extravagante, pero sería muy interesante ir obra por obra analizando la conexión con el legado de este gran músico, a nivel técnico y expresivo. Por destacar otro hilo creo que, y esto las conecta de nuevo con el maestro de Bonn, las cuatro están relacionadas de una manera muy directa con la improvisación. Esto daría también para un extenso capítulo de análisis.
En el caso de Mompou, has elegido sus Variaciones sobre un tema de Chopin, que toman como punto de partida el conocidísimo Preludio en La mayor opus 28 núm. 7. En las notas del disco, firmadas por Ignacio González, habla de una ‘engañosa simplicidad’ en estas piezas de miniaturismo cercano al universo del haiku’. ¿Cómo describirías esta bellísima obra?
Si Mompou se jactaba de ‘descomponer’ más que de componer, esta debe de ser la obra más ‘compuesta’ de Mompou. Sin perder su faceta de improvisador, que es obvia en muchísimas de las variaciones, esta obra tiene una construcción muy elaborada tanto en el aspecto formal como en el técnico, no creo que sea un riesgo afirmar que es la obra más difícil, de nuevo en el sentido beethoveniano, de toda su producción.
La Sonata para piano opus 1 de Alban Berg se relaciona con el expresionismo post-romántico más intenso, ¿cómo te has planteado su interpretación?
Como alumno que fui del gran Luis Ángel de Benito, no puedo evitar entrar en el análisis intenso de cada obra que toco. En esta obra veo el contrapunto como el principal elemento a trabajar. Para mí es como una obra de Bach, donde busco la claridad y el canto en todas las voces. Por otra parte, no se puede olvidar la constante referencia al cromatismo wagneriano, al lirismo y fantasía de Scriabin y Schumann o incluso, y esto lo he intentado también plasmar de una manera muy consciente, al colorismo de los impresionistas franceses.
De Manuel de Falla has elegido la Fantasía Bética, que exprime al máximo las posibilidades técnicas y expresivas del piano y es la única pieza extensa para piano solo del compositor. ¿Cuál es tu relación con esta obra?
Es una relación amor-odio. Realmente creo que nos pasa a muchos pianistas con esta obra: por un lado tiene algo muy visceral que resulta casi hipnótico, pero por otro es de una dificultad indomable, como su propio espíritu.
El álbum se cierra con la Sonata para piano Sz. 80 de Béla Bartók, que comparte con la obra anterior su inspiración, el folklore, especialmente el húngaro en este caso. ¿Te interesa trabajar en obras que tienen este tipo de referencias?
Siempre recordaré que la primera semana de mis estudios en la Academia Franz Liszt de Budapest estábamos todos los alumnos españoles asombrados por la gran oferta de conciertos, ofrecidos de manera gratuita para nosotros. El primero de ellos fue la integral de los cuartetos de cuerda de Béla Bartók. Desde entonces, mi relación con ese autor fue imparable, creo que pude escuchar todas sus obras en directo y, además, como Hungría es un país que adora su folklore, pude disfrutar de muchos conciertos de música tradicional. Rita Wagner, Péter Nagy y Férenc Rados fueron mis padres musicales y Bartók su lengua nativa.
A los músicos clásicos a menudo les cuesta escuchar sus propias grabaciones discográficas porque están acostumbrados al directo, a trabajar sin artificios. ¿Cómo te sientes tú realizando estas grabaciones?
Por mi experiencia, eso depende de muchas cosas: para empezar, mis grabaciones suelo realizarlas como si fuera un directo o, mejor dicho, varios directos; y a partir a ahí interviene el magistral trabajo de Gonzalo Noqué, alguien que es capaz de seleccionar los mejores momentos y producir la grabación con una naturalidad ejemplar.
Yo creo que la unión de la espontaneidad que intento aportar y la naturalidad con la que Eudora lo produce, da un resultado que a mí personalmente me acerca a lo que podría ser un muy buen directo.
¿Ya has probado este repertorio en directo? ¿Qué sensaciones te ha trasladado el público?
Sí, antes del lanzamiento del disco ofrecí bastantes recitales con este repertorio y me preocupaba cuál sería el orden más adecuado. Estaba la opción de tomar como referencia un orden cronológico de los compositores o de las obras, o bien hacer un bloque de música española y otro de música centroeuropea.
Desde mi punto de vista, un concierto es como una película o una ópera o una exposición de arte: debe de haber un hilo conductor energético que mantenga la atención durante todo momento. Siguiendo este criterio, un tanto subjetivo, creo que quien escuche el disco de principio a fin va a tener una sensación muy parecida a un concierto que, como he dicho antes, es una premisa que tengo muy presente en todas mis grabaciones.
¿Tendremos ocasión de escucharte en directo con el repertorio de este álbum próximamente?
Desde el lanzamiento del disco mi labor ha sido esencialmente darlo a conocer en diversas presentaciones. Los proyectos siguen caminos un poco sinuosos y las actuaciones aparecen de manera repentina y no siempre coordinada. A pesar de ello, en julio he sido invitado por la Universidad de Guadalajara (México) para presentarlo en un recital en el Teatro Degollado.
Sabemos que estás preparando un nuevo proyecto discográfico, pero esta vez no será en solitario. ¿Qué nos puedes adelantar de esta próxima novedad?
Sí, esperamos que a principios de 2025 se publique un álbum con obras de Schubert y Mozart a cuatro manos que interpreto junto a Josep Colom. Es un proyecto muy especial para mí por varios motivos: en primer lugar, por poder compartir música —y piano— con un maestro como Josep, que es un referente para cualquier pianista; además, porque en este disco ambos compartimos una idea muy fresca plagada de sorpresas. Creo que va a ser un cedé muy especial.
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