El 1 de noviembre de 2023 Isamay Benavente accedía a la dirección artística del Teatro de la Zarzuela tras casi veintiséis años al frente del Teatro Villamarta de Jerez. A punto de presentar su primera temporada, nos da las claves de su gestión, entre las que destacan su afán por internacionalizar el género, especialmente recuperando conexiones con Latinoamérica, y asegurar el futuro de la zarzuela de la mano de las nuevas generaciones
Por Susana Castro
Han pasado unos meses desde que accediste a la dirección artística del Teatro de la Zarzuela. ¿Cómo ha sido tu aterrizaje?
Ha sido un aterrizaje suave, creo que se han hecho las cosas bien. El Ministerio de Cultura, a través del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música, hizo la sustitución con suficiente antelación. Esto ha permitido que me incorpore con una temporada en marcha para ir conociendo al equipo, ver cómo funciona todo en acción. Me ha dado tiempo a conocer al público y aterrizar algunas de las ideas que tenía en mente. He descubierto los ritmos, lo que se puede hacer y lo que no, o lo que cuesta más trabajo, etc. Me ha resultado muy útil.
A veces hay mucha precipitación en este tipo de situaciones, me alegra que se hayan hecho las cosas bien.
Sí, es la normalidad en los teatros serios europeos. Se nombran las sustituciones con mucha antelación, creo que es una práctica que deberíamos asumir de forma general. Reivindico tres cuestiones en la gestión cultural en España: que las cosas hay que hacerlas con tiempo, que hay que poner recursos y la continuidad en las líneas estratégicas.
¿Ha habido buena conexión con el equipo?
Por mi parte, sí. Me he encontrado con un teatro que funciona muy bien. Nos hacen falta más personal y recursos, pero nos faltan a todos. Este es un equipo muy teatral, y lo digo con todo el sentido. Me he dado cuenta, por situaciones que nos han pasado, que lo importante es que la función salga, con todo lo que ello conlleva, y en eso el equipo se implica muchísimo.
A punto de culminar esta temporada, ¿cuál es tu balance en cuanto a la recepción por parte del público?
Positivísimo. El público está muy entregado al Teatro de la Zarzuela. Me incorporé con Las golondrinas, que es una producción maravillosa, al nivel de cualquier teatro europeo, con todas las funciones llenas y la gente muy emocionada. Pensé que era algo excepcional, pero después hemos hecho La rosa del azafrán, un título más de repertorio, y ha sido muy gratificante también a nivel de público. ¡Hemos tenido una reclamación por no hacer más funciones! Eso no lo he visto nunca [risas]. Incluso con los proyectos más difíciles de cara al público, como la recuperación de Gal·la Placídia, que nos ha supuesto un desafío al no haber referencias, ha habido hasta 7 u 8 minutos de aplausos. Mi balance es muy positivo, y eso supone una responsabilidad para mí, ya que tengo que mantener este diálogo con el público. Creo que ese es el gran reto de todos los teatros, lo cual no significa darle siempre al público lo que quiere, pero sí ir con ellos.
En la entrevista de portada contamos con Christoph König quien, precisamente, dirigió las funciones de Gal·la Placídia y habla de su sorpresa y agradecimiento por la propuesta.
Esto debería dejar de ser una sorpresa. Una de las asignaturas pendientes que tiene el género es internacionalizar más su interpretación y dirección. Cuando consigamos esto, creo que el género va a verse en más sitios, ya que más artistas conocerán el repertorio y lo incorporarán a sus propuestas a otros teatros. El maestro König dijo algo muy bonito en la presentación: mientras otros hablaban de parecidos musicales de la partitura, él dijo ‘esto es Pahissa, es todo un universo en sí mismo’. Es precioso que alguien de fuera de España reivindique a un compositor español, catalán, tan grande como Jaume Pahissa.
Has puesto algunos ejemplos en los que se evidencia que la sala se llena, pero en España existen problemas por la falta de público. ¿Es el Teatro de la Zarzuela una excepción?
Es un teatro especializado en un género, somos prácticamente los únicos que lo hacemos. Tenemos cuatro o cinco grandes producciones al año, como si hiciéramos en una misma temporada varios musicales. Tenemos una política de precios que permite que todo el mundo tenga acceso a la cultura, estamos muy sensibilizados con los derechos culturales. Todo esto nos hace muy especiales, no nos podemos comparar con quienes hacen ópera o conciertos sinfónicos, porque tienen más competencia. También hay un público que adora la zarzuela, es muy fiel y son nuestros prescriptores.
He rescatado unas declaraciones en las que decías: ‘el problema nunca son las canas, sino la caspa y los prejuicios respecto al casticismo y la tradición’. Propones resignificar las historias y traerlas al presente. ¿Esto cómo se hace?
Para empezar, con mucho respeto a los compositores y autores. Te pongo un ejemplo: La rosa del azafrán que acabamos de hacer. Se ha respetado el material original, pero se han hecho cortes para que la obra tuviera una duración más breve, respetando que la historia se entienda. Se han incorporado creadores actuales, no solo la mirada del director de escena. Han intentado ver qué nos cuenta este título hoy en día sobre La Mancha y sus gentes, los trabajadores y sus empleos, las clases sociales, etc. Se han extrapolado todas estas cuestiones, trayéndolos a la actualidad, pero respetando la historia. La coreógrafa hacía folklore, pero contemporáneo. La producción ha quedado muy redonda, y la gente sigue viendo La rosa del azafrán, pero es de hoy día.
Este trabajo deben hacerlo los creadores y aquí ya se está haciendo. Hay que mirar la zarzuela con ojos de hoy, sin prejuicios y siempre respetando su esencia, al igual que sucede con las obras de teatro clásico.
Pensando en el futuro, y tras esta toma de contacto, ¿qué líneas estratégicas te marcas?
Los títulos y el repertorio son importantes, pero también lo son las estrategias, la visión del teatro en los próximos cinco años. Abogo por la continuidad, mantener el nivel de las producciones, seguir trabajando con el público, pero dando un paso más en la difusión de la zarzuela. Creo que el Teatro de la Zarzuela tiene que estar en más sitios por toda España y debemos internacionalizar el género. ¿Cómo se hace? Como ya hemos dicho, abriéndonos a directores e intérpretes extranjeros y buscando conexiones con otros teatros europeos y latinoamericanos, donde la zarzuela no ha ido o ha dejado de ir. Este teatro debe seguir siendo el baluarte de la zarzuela en el mundo, pero hay que intentar difundir el género. Me interesa mucho recuperar las relaciones con Latinoamérica. Antes había muchísimas compañías que hacían un trabajo de ida y vuelta. La zarzuela forma parte de la memoria sentimental de Latinoamérica y se ha perdido esa conexión. Quiero también ver qué están haciendo allí, invitarles a venir, e ir nosotros para allá.
En esto nos va a ayudar mucho el camino emprendido con el reconocimiento como Manifestación Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial. Aunque ese camino también nos obliga a apoyar el género con acciones populares y su difusión, para que el reconocimiento sea algo ineludible para la UNESCO.
Otra de mis líneas estratégicas tiene que ver con lo que significa este teatro como estandarte. Estoy trabajando con el maestro Pérez-Sierra en cómo esta casa tiene que marcar las líneas de interpretación del género en el futuro, incorporando a los creadores más jóvenes, que sirva para hacer cantera de los intérpretes futuros, etc., como ya se hace con el Proyecto Zarza. Debemos incorporar a los coreógrafos, incluir directores musicales jóvenes para que sepan cómo dirigir zarzuela, no se interpreta igual que la ópera, y acompañar a los artistas durante su carrera.
Una de las primeras decisiones que tomaste fue la de incorporar a José Miguel Pérez-Sierra como director musical. ¿Qué cualidades has visto en él?
Para empezar, es un director que conoce muy bien el género, es un gran músico. Ha estado ligado a esta casa y a la Orquesta de la Comunidad de Madrid. Todas esas cosas lo hacían idóneo, pero cuando he estado reunida con él contándole cuál es mi proyecto me he encontrado con un profesional muy generoso, que se implica con todos los colectivos del teatro. Es un cómplice, y ofrece todo lo que sabe a la casa, es un regalo.
El Proyecto Zarza es una de las joyas de este teatro, uno de los grandes proyectos musicales de este país. ¿Vais a mantenerlo?
Es una maravilla de proyecto, lo voy a mantener y quiero ver si podemos exportarlo a otros sitios donde haya escuelas de música, de teatro, etc., que podrían acogerlo. Es una idea genial que los jóvenes asuman la interpretación de la zarzuela, es otra de las maneras de quitar los prejuicios y que este género forme parte de la educación musical.
Hablabas antes de dejar espacio a los nuevos creadores, ¿vais a hacer encargos?
Para mí ha sido una sorpresa encontrarme con muchas visitas de compositores con obras ya realizadas. Venía dispuesta a hacer muchos encargos, pero he reflexionado en estos meses y creo que haré alguno, pero no muchos, porque hay una enorme cantidad de obras por hacer que ya existen. Tengo que darles cabida a todos esos proyectos porque hay un déficit de espacios para la nueva composición y los estrenos de producciones. Estoy buscando alianzas con otros espacios para asumir cada año una nueva creación, siempre con colaboraciones, para que no se queden solo en un estreno.
¿Y en lo relativo a la recuperación de obras del patrimonio musical?
Quiero seguir haciendo recuperaciones, pero es muy complicado, suponen un reto y un desafío para los cuerpos estables del teatro. Es una obligación para nosotros seguir recuperando, pero quiero ir viendo qué capacidad tenemos para asumir estos proyectos. En mi primera temporada las recuperaciones serán más abordables que en el caso de Gal·la Placídia, ha sido muy difícil, aunque no quiero renunciar a hacer alguna de estas en mi periodo.
¿Qué puedes adelantarnos sobre tu primera temporada?
Vamos a tener género chico, en las recuperaciones voy a mirar al principio de la zarzuela, y quiero continuar con el nivel que me he encontrado en este teatro, por lo que va a haber grandes intérpretes, grandes producciones y grandes mujeres creadoras.
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