¿Improvisar con un alumno de elemental? Sí, se puede. A continuación, se presenta la Metodología IEM, una metodología novedosa que focaliza en el desarrollo de la improvisación como elemento clave en la formación musical. Además, se presenta una propuesta práctica de trabajo en el aula con el objetivo de aportar herramientas e ideas al profesorado.
Por Ana Juanals Bermejo
Metodología IEM
El Instituto de Educación Musical (IEM) es una asociación de profesores cuyo objetivo principal es el desarrollo de un sistema de enseñanza y aprendizaje musical basado en la improvisación, el análisis y la audición. El IEM persigue el desarrollo de la creatividad en la educación instrumental manteniendo el equilibrio con la técnica, la herramienta que nos permite llevar a cabo la improvisación.
Esta metodología, denominada también ‘La Improvisación como Sistema Pedagógico’, tiene su razón en el desarrollo de la creatividad. En su tesis doctoral, al habla de la Metodología IEM, Ana López expone lo siguiente:
‘Consiste en un nuevo pensamiento, una nueva forma de entender el proceso de enseñanza-aprendizaje musical a través de la improvisación, en la que el alumno aprende en base a la investigación personal, el descubrimiento, la comprensión y la puesta en práctica por sí mismo de los elementos musicales necesarios para poder expresarse libremente, contando para ello con la guía del profesor’.
La Metodología IEM busca establecer una interconexión entre todas las áreas que conforman la educación musical, ofreciendo al alumno mayor globalidad y coherencia.
El objetivo principal, referenciado por Ana López, y en el que todo educador musical ha de poner su mira, es conseguir músicos que comprendan y disfruten de su música, intérpretes que compongan, compositores que interpreten, personas que disfruten al cantar, al bailar y al escuchar, que se emocionen con los clásicos y se impresionen con los contemporáneos, que perciban en su interior el gozo estético de su pertenencia a la cultura y se integren en un mundo más abierto e integrador.
Como hemos mencionado anteriormente, la Metodología IEM tiene su base y su fundamento principal en el desarrollo musical a través de la improvisación. Con este nuevo punto de vista, la partitura deja de ser el foco principal. Emilio Molina expone de manera muy clara la función de la partitura como unidad generadora de materiales, pero que no promueve en sí misma el proceso educativo, este proviene del propio afán creador del alumno junto a la ayuda del profesor.
Este sistema de trabajo de la Metodología IEM tiene dos enfoques en función de la utilización que se realice del material. Estos enfoques son opuestos pero complementarios y tienen que ser utilizados de manera paralela con un fin común.
- La partitura como punto de partida: en este primer enfoque, el alumno cuenta con la partitura desde el inicio y, con la ayuda y guía del docente, analizará y extraerá los elementos principales, que serán utilizados posteriormente en los procesos de improvisación. La partitura es la herramienta que nos aporta elementos rítmicos, melódicos, armónicos, formales y técnicos. Este enfoque del sistema de trabajo podemos asociarlo al pensamiento deductivo, aquel que partiendo de un elemento general nos permite descubrir los elementos particulares.
- La partitura como objetivo: este segundo enfoque es un cambio radical a la metodología tradicional y es una perspectiva de trabajo opuesta al anterior, la partitura no es el punto de partida sino el objetivo. El alumno no cuenta con la partitura, sino que, a través de la guía del docente, creará una composición propia con características similares a las de la obra que se trabajará posteriormente. Para ello, es necesario que el docente analice minuciosamente la partitura y organice una secuencia de trabajo óptima. En este caso, podemos asociar este sistema de trabajo al pensamiento inductivo, que supone alcanzar una generalidad partiendo de elementos concretos.
Herramientas de la Metodología IEM
Análisis
El análisis implica conocer cuáles son los elementos que conforman una obra musical. Organizar los componentes del lenguaje musical con el objetivo de comprenderlos e interiorizarlos a través de la improvisación y la interpretación.
Dentro del análisis diferenciamos cuatro tipos:
- El análisis formal es la organización jerárquica interna que presenta una obra musical, su forma (secciones), su estructura (frases, semifrases) y sus elementos de estructuración armónica (cadencias, pedales, etc.). Esta organización se refleja en un esquema formal, que permite visualizar de forma clara y sencilla los aspectos más relevantes de la composición. Conocer el esquema formal facilita la interpretación y la improvisación musical, estableciendo un discurso organizado y bien dirigido, a la vez que una visión vertical y horizontal de la música.
- El análisis melódico, como explica Daniel Roca, trata de describir la manera en la que están construidas las melodías tonales, a partir de los motivos que se repiten, se modifican, se dividen o se combinan para formar estructuras melódicas con sentido musical completo y autosuficiente en función de la forma musical. El análisis melódico ayuda a comprender y dirigir el discurso melódico de una composición. Favorece la creación e improvisación de líneas melódicas estructuradas y coherentes en relación con los aspectos armónicos y formales.
- El análisis armónico es el estudio y relación de las estructuras armónicas, entendidas como el conjunto de acordes con un significado propio dentro de un contexto armónico, que forman una obra musical y que se vinculan con su esquema formal. Los elementos básicos que configuran el análisis armónico son las estructuras armónicas y el sistema de cifrado. El análisis armónico nos facilita la interpretación y la improvisación, estableciendo una estructura armónica clara, coherente y global, que junto con el análisis formal permite un correcto discurso musical.
- El análisis rítmico y de la textura explica la organización y combinación de los distintos patrones rítmicos, caracterizados por mantener una uniformidad, establecer procesos de tensión y articulación, y aportar una visión general del estilo compositivo. El análisis de la textura facilita el análisis técnico instrumental y consigo, la interpretación.
Audición
La audición es una de las herramientas principales del músico. Por ello, su desarrollo es fundamental a lo largo de toda la educación musical. La Metodología IEM tiene como una de sus bases la educación del oído, la Educación Auditiva, que se lleva a cabo desde distintos enfoques: el análisis auditivo, la comprensión, el oído interno, la entonación, la memorización y la improvisación. La audición en la Metodología IEM presenta los siguientes puntos: oír, imitar, reconocer, transcribir, improvisar.
Improvisación
Improvisar música es hablar con música. Improvisar implica expresar libremente los elementos que conforman el lenguaje musical a través del instrumento, desarrollando un discurso musical coherente. Emilio Molina establece en varios de sus artículos los siguientes fundamentos en torno a la improvisación:
- Improvisar es hablar. Hablar con el instrumento propio de cada uno, medio a través del cual expresar nuestras ideas musicales.
- Improvisar es crear. Utilizar el vocabulario conocido, organizando las palabras con corrección y coherencia para articular un mensaje.
- Improvisar es utilizar los elementos conocidos para obtener un resultado nuevo. La organización de cada uno de estos elementos —melódicos, rítmicos, armónicos y formales—, así como su interconexión generan un mensaje nuevo.
- Improvisar es saber expresarse correctamente con el lenguaje musical a través del instrumento. El músico no debe poder solo interpretar obras escritas, sino también exponer sus ideas propias.
En la revista Música y Educación, Emilio Molina hace referencia a las distintas aproximaciones que presenta la improvisación:
- Como proceso creativo, desarrollando la imaginación.
- Como proceso de estudio del propio instrumento.
- Como proceso de análisis de los elementos que generan la partitura.
Por tanto, la improvisación permite trabajar todos los bloques de contenidos: rítmicos, melódicos, armónicos, formales y técnico-instrumentales. Se permite así al alumno que la adquisición del conocimiento se realice a partir de la experiencia propia, con la ayuda y guía del docente.
El objetivo de la formación musical no ha de ser el desarrollo de un buen instrumentista, sino de un buen músico, ya que además de poder interpretar una obra, ha de poder improvisar con el instrumento en base a su conocimiento.
Aplicación didáctica para la mandolina
A continuación, se realiza una propuesta con ejercicios prácticos para realizar en el aula. La aplicación se fundamenta en la Metodología IEM, pero toma ideas de otras propuestas pedagógicas como la Teoría del Aprendizaje de Gordon. Estos ejercicios están planteados para la mandolina,pero su metodología es adaptable a cualquier especialidad instrumental. La intención es aportar al docente unas herramientas extrapolables a diferentes contextos. Previo al desarrollo en el aula, es fundamental que el docente analice detalladamente cuáles son los objetivos y contenidos que pretende alcanzar, teniendo en cuenta la obra final que interpretará el alumno, en esta ocasión Composición núm. 1 de Ana Juanals Bermejo.
La propuesta aquí planteada está dirigida a alumnado de mandolina de 1º o 2º de Enseñanzas Elementales. El trabajo expuesto no representa una única clase, sino aproximadamente tres sesiones. Esta aplicación pretende desarrollar los siguientes contenidos:
- Compás compuesto: 6/8, subdivisión ternaria
- Fórmulas rítmicas del compás compuesto: tres corcheas, negra con puntillo y blanca con puntillo.
- Armonía: estructura armónica I-V-I en tonalidad de Sol M.
- Forma: forma ternaria (ABA) y estructura antecedente-consecuente (aabbaa).
- Técnica de la mano derecha: técnica de arpegios núm. 3.
Desarrollaremos un trabajo rítmico tomando como esencia la subdivisión ternaria, propia del compás compuesto, asociada a la técnica de arpegios de la mandolina, un trabajo armónico fundamentado en la relación I-V-I, y un trabajo con la forma ternaria ABA.
En primer lugar, se realizará una aculturación del alumno a los nuevos contenidos. Escucharemos obras de diferentes estilos y tempos compuestas en subdivisión ternaria, con una estructura armónica que subraye la relación dominante-tónica, y de forma ternaria. La audición de estas obras puede acompañarse de actividades de movimiento, marcar pulso y/o subdivisión, trabajo de sílabas rítmicas, ostinatos rítmicos y armónicos, etc. Podemos incluir alguna obra de compás simple que permita al alumno realizar un proceso de comparación y contraste, discriminado auditivamente las subdivisiones binaria y ternaria. Para finalizar esta primera parte, escuchamos la obra que el alumno interpretará, Composición núm. 1, y reconocemos su forma (ABA) y su estructura (aabbaa).
En segundo lugar, iniciaremos el trabajo de imitación e improvisación. La imitación es esencial ya que el alumno lo necesita de ejemplo y guía antes de realizar la improvisación. Inicialmente realizaremos ejercicios de imitación de patrones rítmicos aplicando la técnica de arpegios: el profesor propone un patrón y el alumno lo repite. A continuación, ‘damos la vuelta a la tortilla’, el alumno improvisa el patrón y el profesor lo copia. Para focalizar la atención en el ritmo, eliminaremos la altura del sonido, es decir, realizaremos los patrones con las cuerdas en mute. Es importante establecer un número de pulsos para el patrón, podemos comenzar por patrones de cuatro pulsos y progresivamente ir aumentando. También es esencial mantener un pulso estable y constante. Durante todo este proceso podemos ayudarnos de sílabas rítmicas.
Continuaremos con un trabajo de patrones melódicos asociados a la estructura armónica (I-I-V-I). Para ello, el alumno debe reconocer la nota de reposo y la nota de tensión. Una propuesta para reconocerlas será escuchar la canción y, al finalizar, entonar el sonido de la nota de reposo y el acorde tónica. Partiendo de ella, será relativamente fácil discriminar el sonido de la nota de tensión y el acorde de dominante. Cuando los sonidos están clarificados, asociamos el nombre de las notas y la posición de dichos acordes en la mandolina. Tomamos el mismo procedimiento que lo expuesto anteriormente. Primero, proponemos ejercicios de imitación e improvisación de patrones melódicos utilizando exclusivamente notas reales de la estructura armónica establecida. Si el alumno progresa correctamente, podemos incluir el trabajo con notas de paso o floreos. A nivel rítmico, estos patrones seguirán profundizando en los contenidos trabajados.
En este punto el alumno será capaz de interpretar patrones rítmico-melódicos siguiendo una estructura armónica de I-V-I. Habrá interiorizado el compás compuesto con la subdivisión ternaria y sus fórmulas rítmicas esenciales.
El último trabajo de improvisación consiste en crear ostinatos con patrones de acompañamiento asociados a la estructura armónica y formal. Recordaremos con el alumno la forma y estructura de la obra que va interpretar, para ello, podemos rellenar una tabla con el esquema formal –forma, estructura, armonía– y, a posteriori, indicarlo sobre la partitura. Podemos ayudarnos de la audición de la obra y su acompañamiento con los diferentes acordes para reconocer cuál encaja mejor.
Una vez reconocida la armonía en relación con la forma y estructura, improvisamos posibles patrones de acompañamiento para cada sección. El profesor puede interpretar o improvisar melodías, mientras el alumno improvisa el acompañamiento.
Finalmente, presentamos la partitura al alumno. La práctica improvisatoria previa ayudará al alumnado a leer más rápido y memorizar casi en el acto la obra. De esta manera, alcanzamos uno de los objetivos fundamentales de la Metodología IEM, convertir la partitura en el punto de partida del estudio y no de llegada. Como puede comprobarse, al alumno no se le presenta la partitura hasta el final. De esta manera, habrá trabajado e interiorizado todos los contenidos, consiguiendo un aprendizaje mucho más significativo y activo, simplificando la ardua tarea de lectura musical.
Referencias bibliográficas
López García, A. (2018). Aplicación de la metodología IEM para el desarrollo de la creatividad musical a través de la improvisación y composición. Tesis doctoral. Universidad Rey Juan Carlos.
Molina, E. (2008). ‘Improvisación y educación musical. Breve historia, definición y aplicación pedagógica’. En R. Gómez Muns y R. López Cano (Ed.). Música, ciudades, redes: creación musical e interacción social. X Congreso de la Sociedad de Etnomusicología. Obra Social Caja Duero.
Molina, E. (2005). ‘La improvisación en la educación musical (Metodología IEM)’. En Revista Alzapúa (11), pp. 5-8.
Molina, E. (1988). ‘Improvisación y educación musical profesional’. En Música y Educación, 1 (1), pp. 33-56.
Roca, D. (2013). El análisis auditivo y el análisis orientado a la interpretación según la metodología IEM. Diagnóstico inicial y desarrollo de propuestas metodológicas para el análisis musical. Tesis doctoral. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
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