La idea de Giacomo Puccini (Lucca, 22 de diciembre de 1858-Bruselas, 29 de noviembre de 1924) con la creación de Il trittico consistía en componer tres óperas en un acto relacionadas con la Divina Comedia de Dante, en ese viaje por el Infierno en Il tabarro, el Purgatorio en Suor Angelica y el Paraíso en Gianni Schicchi, la única cuya temática estaba relacionada con la obra de Dante. La muerte está presente en las tres óperas: en Il tabarro con un asesinato, el suicidio de Suor Angelica y su posterior redención, y en Gianni Schicchi, de forma satírica, con grandes dosis de humor negro.
Por Diego Manuel García
Puccini asimila nuevas corrientes musicales
A comienzos del siglo XX, Giacomo Puccini se había convertido en el compositor operístico más importante a nivel mundial. Un octogenario Giuseppe Verdi le había entregado el testigo en 1893, año del estreno de su última ópera, Falstaff, y en el que Puccini también conseguía un gran éxito con su Manon Lescaut. Posteriormente se haría muy famoso con La bohème (1896) y Tosca (1900).
Nuevas corrientes musicales aparecen en la primera década del siglo XX: la música impresionista de Claude Debussy y su ópera paradigmática Pelléas et Mélisande (1902); el joven Igor Stravinski sorprende con las atrevidas sonoridades de sus ballets El pájaro de fuego, Petrushka y La consagración de la primavera; y, sobre todo, el compositor alemán Richard Strauss irrumpe con auténtica fuerza en el mundo de la ópera con sus muy innovadoras Salomé (1905) y Elektra (1909).
Puccini evoluciona, asimilando las nuevas corrientes musicales en sus óperas La fanciulla del West (1910), Il trittico (1918) y en su genial y póstuma Turandot (1926), pero sin perder su innata elegancia y la capacidad para fusionar recitativo dramático y arioso, siguiendo cada matiz del texto, y de crear momentos de un intenso melodismo. Esa habilidad también queda patente en su Trittico.
Il tabarro
En 1912, Puccini asiste en París a una representación de la obra La Houppelande de Didier Gold que le impresiona sobremanera y decide componer una ópera con la temática de esa obra teatral. Giuseppe Adami es el encargado de escribir el libreto con el título final de Il tabarro (La capa). Puccini compone la partitura de manera intermitente entre 1913 y 1916. La acción se desarrolla en París a orillas del Sena, hacia 1910, en una barcaza de comercio cuyo dueño es Michele, un cincuentón casado con la joven y atractiva Giorgetta, quien se ha convertido en amante del joven Luigi, empleado de Michelle. La ópera se centra en la problemática del triángulo amoroso formado por Giorgetta, Michele y Luigi, con una trágica conclusión: el asesinato de Luigi a manos de Michele, quien muestra a una horrorizada Giorgetta el cadáver escondido bajo su tabarro.
Musicalmente es una partitura fascinante, desde la misma obertura, con una música suave y melancólica de corte impresionista ejecutada por cuerda y maderas, que describe el lento fluir del Sena; en puro contraste se inserta un tema de fuertes acentos ejecutado por la orquesta en forte, asociado al personaje de Luigi. Ambos temas se convierten en recurrentes en el transcurso de la ópera.
Dentro de esta sórdida historia hay algún momento de alegría y comicidad cuando se juntan el cuarteto formado por Luigi, Giorgetta y otros dos empleados de Michele, Tinca y Talpa, quienes beben y bailan un vals con acompañamiento de una música que recuerda el ballet Petrushka de Igor Stravinski.
Vocalmente, Il tabarro requiere tres importantes voces que además sean excelentes actores. Una soprano lírica-spinta en el papel de Giorgetta que domine muy bien todos los registros, con una extensión entre el Do3 y una compleja ascensión vertical a un Do5, en su gran aria ‘È ben altro il mio sogno!‘, plena de un intenso lirismo. Luigi requiere un tenor lírico-spinto de gran capacidad expresiva, con esas inflexiones en la línea de canto tan típicamente puccinianas; en su magnífica aria ‘Hai ben ragione; meglio non pensare‘ debe elevar la voz a un Si3. Michele requiere un barítono dramático que se mueva muy bien en el registro grave, con una extensión entre el Si1 y el Sol3 en su gran aria ‘Nulla!… Silencio‘, con un acompañamiento que se asemeja a una marcha fúnebre.
Estas páginas solistas se insertan en una estructura musical continua, donde la acción dramática va progresando con una serie de dúos: ‘O eterni innamorate, buona sera‘ de Giorgetta y el personaje de La Frugola —una trapera que va buscando objetos en los basureros de París—, asignado a una mezzosoprano que se mueve entre el Si3 y el La4 en su arioso ‘Se tu sapessi gli oggetti strani‘ que se inserta en ese dúo, con imponentes y vanguardistas sonoridades de la cuerda grave. De magnífica factura es el arrebatado dúo amoroso de Giorgetta y Luigi que enlaza con la conclusión del aria de Giorgetta, cuando juntan sus voces (‘Ma chi lascia il sobborgo vuol tornare‘) y que se va desarrollando de manera intermitente (‘O Luigi! Luigi!‘) con un canto de carácter más intimista y una extensa sección final de fuertes acentos e intenso melodismo (‘Dimmi: perche gli ha chiesto di sbarcare a Rouen‘). Destacar también el extenso dúo ‘Perché non vai a letto‘ de Giorgetta y Michele. La ópera concluye con dos duetos consecutivos de gran impacto dramático: el primero cuando Michele asesina a Luigi y el segundo cuando Michele muestra a una horrorizada Giorgetta el cadáver.
Una gran coda orquestal cierra esta operita que dura menos de una hora y que constituye una verdadera joya en la producción pucciniana.
Suor Angelica
¿Qué habría sido de Il trittico si Puccini no hubiera contado con la colaboración de Giovacchino Forzano en el momento oportuno? A finales de 1916 y principios de 1917, Forzano tuvo dos encuentros con Puccini, sugiriéndole que Suor Angelica debía ser la ópera intermedia de Il trittico. Comienza a trabajar en el libreto centrado en un acontecimiento místico-religioso que se desarrolla hacia 1700 en un convento de monjas situado en la Toscana, donde Suor Angelica (perteneciente una familia de la alta aristocracia) ha sido recluida por tener un hijo natural y está obligada a permanecer en el convento durante siete años. No ha vuelto a saber nada de su hijo. Si la ópera dura aproximadamente una hora, la acción durante los primeros veinticinco minutos es casi nula, limitándose a una mera descripción de las actividades de las monjas. Solo adquiere verdadero pulso dramático con la visita que recibe Angelica de su tía Principessa, mujer de gran dureza y tremendamente orgullosa, que se dirige a Angelica de modo despiadado, comunicándole la muerte de su hijo. Desesperada y sumida en el delirio, Angelica se envenena, pero antes de morir se da cuenta de que ha caído en pecado mortal y pide a la Virgen María que la salve. Llega así la escena final, extremadamente emotiva, donde, de manera sobrenatural, aparece su hijo.
Puccini concluyó la partitura en septiembre de 1917. Musicalmente la ópera se inicia con el sonido de campanas precediendo a un dulce ‘Ave María’ cantado por todo el conjunto de monjas. Un solemne y lúgubre preludio de las trompas y la cuerda en pizzicato abre la fundamental escena donde se produce el gran dúo de Angelica y su tía Principessa.
El personaje de Angelica requiere una soprano lírico-spinta que se mueva bien en el registro grave emitiendo notas como el La2, y con una poderosísima franja aguda con ascensiones al Do5; también debe tener un gran dominio del canto legato y ser una excelente actriz. La tía Principessa requiere una contralto o una mezzo dramática de poderoso registro grave llegando a emitir un Sol2. Dentro de su largo dúo con Angelica, cuando de manera solemne interpreta el aria ‘Nel silenzio di quei raccoglimenti‘, debe elevar la voz hasta un La4. Después de comunicarle a su sobrina de manera atroz la muerte de su hijo, se produce un durísimo enfrentamiento de Angelica con su tía (‘Tutto offerto alla Vergine‘), quien desaparece de escena; y, a continuación, se escucha un interludio orquestal que precede a la bellísima aria de Angelica ‘Senza mamma o bimbo, tu sei morto‘, donde lamenta con infinito dolor la muerte de su hijo. Si el aria es de gran dificultad vocal, aún lo es más el pasaje que sigue, cuando se inicia su éxtasis místico y donde la voz debe elevarse al Do5. Sigue un intermezzo orquestal (Andante sotenuto) con la intervención solista del violonchelo y una amplia melodía en los violines.
En la conclusión de la ópera, un coro interno de ángeles entona ‘O gloriosa Virginum‘, donde se inserta la voz de Angelica moviéndose continuamente en la zona aguda (‘O madonna, salvami!‘), que enlaza con una coda orquestal donde interviene un conjunto interno formado por dos pianos, órgano, trompetas y campanilla, que se agrega a la orquesta del foso.
Gianni Schicchi
Gianni Schicchi es la única comedia de Puccini. Giovacchino Forzano escribe un magnífico libreto bufo inspirado en cuatro versos del Canto XXX del Infierno de Dante en su Divina Comedia: ‘El loco aquel es Gianni Schicchi / Por ganarse a la reina de las yeguas / Falsificar en si a Buoso Donati / Testando y dando norma al testamento’. Obviamente, estos cuatro versos no son materia suficiente para un argumento, y el libretista pudo haberse basado en el denominado Anonimo fiorentino, colección de anécdotas publicadas entre 1866 y 1874, que incluye una historia más completa de Gianni Schicchi, un personaje que existió realmente.
La acción se desarrolla en la ciudad de Florencia hacía 1299. Con grandes dosis de comicidad, plantea la lucha por la herencia del rico Buoso Donati cuando aún está de cuerpo presente por parte de sus codiciosos familiares, quienes al comprobar que el testamento no les favorece, recurren a un montaje-farsa donde el pícaro Schicchi se aprovechará de la situación para quedarse con las propiedades más sustanciosas del difunto. Dentro de esta trama principal se insertan las relaciones amorosas de Rinuccio (pariente de Buoso) y Lauretta, hija de Schicchi.
Forzano concluyó el libreto en junio de 1917 y Puccini la partitura en abril de 1918, con una música de carácter bastante vanguardista, perfectamente concatenada con la palabra cantada y la dramaturgia. Gianni Schicchi es fundamentalmente una conversación musical, donde intervienen gran cantidad de personajes, con unos extraordinarios números de conjunto, insertos en un entramado musical con complicadas elaboraciones armónicas y orquestales, donde también se inscriben páginas solistas plenas de melodioso, como la expansiva aria de Rinuccio ‘Firenze è come un albero Fiorito‘, que evoca a la maravillosa ciudad de Florencia.
El personaje de Rinuccio requiere la voz de un tenor lírico o lírico-ligero, cuya nota extrema es el Si3. Lauretta es interpretada por una soprano lírica, que sepa actuar con gracia y picardía, moviéndose en una tesitura entre el Do3 y el Si4, siendo su momento culminante la interpretación de la deliciosa y famosísima aria ‘O mio babbino caro‘, con un texto en el que chantajea emocionalmente a su padre Gianni Schicchi, quien finalmente entra en el juego que le proponen los familiares de Buoso Donati. De gran belleza son los duettinos de Lauretta y Rinuccio. El personaje de Gianni Schicchi requiere una voz de barítono con agilidad vocal, que sea un magnífico actor capaz de distorsionar la voz cuando dicta el falso testamento en una divertidísima escena coral. Destacar todas sus intervenciones llenas de sorna y comicidad, y en especial su importante página solista, ‘Ah, che zucconi! Si corre dal notario…‘, en la que expone su plan para suplantar a Buoso Donati, mostrando dominio del canto spianato y donde debe elevar la voz a un Sol3.
Entre el numeroso grupo de intérpretes destacan las puntuales intervenciones de la malévola Zita, prima de Buoso y tía de Rinuccio, que requiere una mezzo de gran capacidad teatral y considerable extensión, ya que debe moverse entre el La2 y el La4. La ópera concluye con las palabras Schicchi dirigiéndose al público: ‘Decidme señores, si el dinero de Buoso podía tener mejor destino. Por esta mascarada me han arrojado al infierno, pero, con licencia del padre Dante, si esta noche os habéis divertido, concededme la atenuante’.
Sin duda, Gianni Schicchi es una verdadera obra maestra dentro de este Trittico, cuyo estreno se produjo en Teatro Metropolitan de Nueva York, el 14 de diciembre de 1918, con grandes voces de la época: Claudia Muzio (Giorgetta), Giulio Crimi (Luigi y Rinuccio), Luigi Montesanto (Michele), Geraldine Farrar (Suor Angelica), Giuseppe de Luca (Gianni Schicchi) y Florence Easton (Lauretta). El estreno europeo tuvo lugar el 11 de enero de 1919, en la Ópera de Roma. En España se representó por primera vez en el Gran Teatre del Liceu en diciembre de 1948.
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