Estrenada en el Palacio Eszterháza el 3 de agosto de 1777, el dramma giocoso en tres actos Il mondo della luna es la tercera y última ópera de Haydn en base a un texto de Goldoni. Este libreto también fue utilizado en 1750 por el compositor italiano Baldassare Galuppi para la representación de la historia en el Teatro San Moisè de Venecia y por Gennaro Astaritta en 1775 para la misma ciudad.
Por Fabiana Sans Arcílagos
Las óperas de Haydn
En 1781 Haydn sorprende al mundo artístico con la incorporación de un nuevo elemento musical en su Cuarteto para cuerdas opus 33: el desarrollo temático o thematische Arbeit. Con esto, el cuarteto pasaba de ser un mero formato de entretenimiento a un género serio. La obra se crea en cuatro partes, sin bajo continuo, y para cuatro instrumentos solistas de cuerda, donde cada elemento se trabaja con un estilo camerístico, de manera equilibrada y con un trabajo temático individual. En un gran esbozo, son estas las principales características que determinan a Haydn como el padre del cuarteto clásico. Bajo el mismo rango se le concede al compositor la creación de la sinfonía —en cuatro movimientos—, tal como la conocemos hoy día.
Haydn, nacido el 31 de marzo de 1732 en Rohrau, un pueblo cercano a la frontera húngara, siempre recordó la descendencia humilde de su familia, rasgo que lo ayudó a fortalecer sus lazos con la música popular. Su música se caracteriza por el desarrollo de grandes estructuras, la utilización de distintos motivos unidos a través del fraseo; el acompañamiento es convertido en material melódico. Introduce en sus obras algunos rasgos humorísticos, además de la integración de algunos giros musicales que, en algunos casos, tiene una reminiscencia popular y que, en ocasiones, determina el carácter cantable de alguna de sus composiciones.
En 1761 es contratado por la casa Esterházy de Hungría (la más importante de aquel país), acuerdo que determinó su vida para siempre. Al principio, al joven músico le correspondía componer la música para el entretenimiento en la corte, entorno en el que podrá desarrollar un nuevo lenguaje que posteriormente determinará el nacimiento de la sinfonía; pero, desde 1766, y a lo largo de veinticinco años, Haydn ocupó el puesto de maestro de capilla.
Pero si bien Haydn es hoy día uno de los compositores más representativos de la historia por sus aportes a la música instrumental, no así sus óperas, género explotado en un círculo muy cerrado y poco representativo si queremos ubicar al músico cerca de sus homólogos en este género. A pesar de ello, sus óperas tienen un refugio en la instrumentación, con ricos colores y contrastes melódicos, con efectos rítmicos y matices que nos guían por la narración; podríamos decir que Haydn no trabajó la ópera desde el texto, sino a través de una narración musical, en la que el libreto es un mero invitado.
La primera de sus óperas fue compuesta con tan solo 21 años; el músico narra a sus biógrafos que el actor y comediante Johann Joseph Felix Kurz (conocido como Bernardon), tras una invitación a su casa, colmado de alegría por las habilidades musicales del joven, comisionó al artista para que escribiera el singspielDer krumme Teufel (El diablo cojuelo), estrenado en Viena en 1751. Con un libreto en alemán y tras dos representaciones, la ópera fue retirada por contener elementos ofensivos en el libreto. Esta composición no se conserva hoy día.
Posterior a esta obra, Haydn retoma la ópera en la corte del príncipe Nicolás Eszterházy, también conocido como ‘el Magnífico’, quien decidió construir una residencia para su creación, el Palacio Eszterháza. En este recinto, Haydn contaba con un teatro de marionetas y uno de ópera con 400 butacas, finalizado en 1768 y destruido por el fuego en 1779, catástrofe que acabó con gran parte del legado escénico del compositor.
La primera ópera estrenada bajo la mirada del príncipe fue Lo speziale en 1768, escrita a partir de una obra de Carlo Goldoni. Haydn, conserva únicamente los personajes bufos, y la denomina dramma giocoso. Lamentablemente, de esta ópera no se mantiene el tercer acto, pero según Downs, ‘lo que se conserva demuestra que Haydn estaba desarrollando un completo dominio de su propio estilo Final (de acto)’. Otra de las óperas conservadas es Le pescatrici, estrenada en 1770 con motivo de las bodas de una sobrina del príncipe. De esta se preserva un fragmento y lo que perciben algunos musicólogos es que posiblemente en este período el compositor austriaco ‘estaba parodiando el estilo de la ópera seria napolitana’, gracias al uso de ‘efectos extravagantes de coloratura’. De las óperas de esta etapa destacan también L’infedeltà delusa, elegida para ser representada durante la visita de la emperatriz María Teresa en 1773; L’incontro improvviso (1775), Il mondo della luna, La vera costanza y L’isola disabitata.
Posterior al incendio, y tras la reconstrucción del teatro para la escena, se retomaron las temporadas de óperas creadas por el príncipe para sus huéspedes. A diferencia de la primera etapa (en la que Haydn prácticamente debía escribir una ópera nueva para cada visita real) las óperas se vieron reducidas a seis nuevas por temporada y más o menos la misma cantidad de obras ya representadas. Este número se fue modificando a medida que pasaban los años con la balanza a favor de las reposiciones, ya que el cuidado con el que ahora se estrenaba una ópera era aún más minucioso que en los primeros tiempos y demoraban más en dar el visto bueno final. En cuanto a las representaciones antiguas: ‘debían añadirse o suprimirse instrumentos en la orquestación […] Algunas arias se suprimían y se escribían otras nuevas para adecuarse a las voces de los cantantes disponibles. Debían escribirse nuevas cadencias y nuevas ornamentaciones’.
A pesar de esta reducción en óperas de nueva creación y la fama que se había creado Haydn en Viena y fuera de ella, el compositor nunca descuidó su labor operística. En esta etapa escribió La fedeltá premiata, dramma giocoso que supone un avance del compositor en relación a sus óperas anteriores; esta representación se llevó a cabo en 1781 para celebrar la inauguración del nuevo teatro de ópera. Para este entonces se estrenan también los títulos Orlando Paladino, que puede decirse es la obra más moderna con mejor construcción argumental y musical, Armida y finalmente L’anima del filosofo, ossia ed Orfeo ed Euridice, ópera compuesta en Londres, nunca estrenada en vida del compositor y con la que cierra su etapa de compositor para la escena.
Il mondo della luna
Estrenada en el Palacio Eszterháza, el 3 de agosto de 1777, el dramma giocoso en tres actos Il mondo della luna es la tercera y última ópera de Haydn en base a un texto de Goldoni. Este libreto también fue utilizado en 1750 por el compositor italiano Baldassare Galuppi para la representación de la historia en el Teatro San Moisè de Venecia y por Gennaro Astaritta en 1775 para la misma ciudad.
Ligera e ingeniosa y con un gran ‘toque’ instrumental propio de Haydn, Il mondo della luna fue dedicada en su estreno al conde Nicolás, segundo hijo del príncipe, y la novia del conde (sobrina de la esposa, la princesa Elisabeth), la condesa Weissenwolf. Es curioso que luego de dos páginas de presentación figure Haydn como compositor, pero se excluya totalmente al libretista, del que se sabe, mantuvo el texto de Goldoni hasta la escena XIV del segundo acto. Desde este punto hasta antes del final del Acto III, el texto se asemeja al realizado para la representación de Astaritta. Únicamente el final del tercer acto es creación propia del libretista de Haydn.
A diferencia de lo que Haydn había hecho en Lo speziale, en prescindir de los personajes serios, Il mondo della luna mantiene tanto los personajes como el carácter de cada uno de ellos, como por ejemplo las partes bufas están determinadas en los personajes de Buonafede (quien tiene el rol más exigente), Lisetta y Cecco; los personajes serios pueden verse en Flamina y Ernesto; mientras que los de carácter le corresponden a Clarice y Ecclitico. También se puede ver reminiscencia del drama Metastasiano en el dúo del primer acto entre Flamina y Clarisa cuando una de las jóvenes canta Cio so che non conviene a onesta figlia, donde se percibe el conflicto entre el amor y el deber.
Existen dos versiones de esta ópera que datan más o menos de la misma época, y se diferencian en principio por la asignación vocal en los roles de Ernesto, Ecclitico y Lisetta, por la modificación que sufrió el aria ‘Ragion nell’alma siede’ a la que le incluyó un acompañamiento de violines en la melodía y por ser la segunda versión algo más elaborada que la primera.
En cuanto a la estructura de las arias, ‘se muestra gran flexibilidad cuando las arias son convencionales y de gran virtuosismo, los ritornelos iniciales son extensos; otras veces, no tiene inconveniente en abandonar el ritornelo inicial’.
Orquestalmente, Haydn adaptó el conjunto a la orquesta que tenía en Estarhàza: dos flautas, dos oboes, dos fagotes, dos trompas, dos trompetas, timpani, cuerda y clavicémbalo. El lenguaje refinado le permitió al compositor utilizar ricas soluciones armónicas, pero no desarrolló un amplio plan tonal. La obertura inicia en Do mayor, mientras que el primer acto termina en Mi bemol mayor y los dos siguientes en la tonalidad de la obertura. Según algunos investigadores, cada tono correspondía a un plano: Mi bemol al lunar y Do al terrenal, aunque esto no se cumple en todas las arias de la ópera.
Para el musicólogo Landon, Il mondo della luna es una demostración de la gran producción musical para la escena que Haydn estaba desarrollando, superior en ciertos casos a las sinfonías compuestas en la misma época. Muestra de esto es la reutilización de su material en algunas de sus obras posteriores, como por ejemplo la obertura, que fue convertida en el primer movimiento de la Sinfonía núm. 63 ‘La Roxelane’en 1781; el aria ‘Qualche volta non fa male’ de Ernesto fue tomado para el‘Benedictus’ de la Misa Cellensis o los interludios de las danzas, ballet y el estribillo ‘Uomo felici’ del segundo acto, así como las arias ‘Quanto gente che sospira’ y ‘Se la mia stella’ fueron reutilizados en los tríos de 1782.
Todas las citas han sido extraídas de:
Downs, P. G. (1998). La música clásica. La era de Haydn, Mozart y Beethoven. Madrid: AKAL, 2015.
Deja una respuesta