I Puritani, es la última ópera de Vincenzo Bellini (Catania 1801-París 1835), estrenada en enero de 1835 en el Téâtre Italien de París, con gran éxito de crítica y público. Pocos meses después, en septiembre de ese mismo año, Bellini muere sin haber cumplido los 34 años. Su destino se unía a los de Pergolesi, Mozart y Schubert. A pesar de su juventud, dejaba una importante obra: diez óperas, seis sinfonías, un concierto para oboe y orquesta, un Te Deum y numerosas arias, romanzas, canciones y cantatas. Entre 1825 y 1835, Bellini compone diez óperas. Las tres primeras son Adelson e Salvini de 1825 (prácticamente perdida, se conservan solamente algunos fragmentos), Bianca e Fernando de 1826 y Il Pirata de 1827.
Por Diego Manuel García
Con esta ópera comienza una fructífera colaboración de Bellini y el libretista Felice Romani, que producirá títulos como: La Straniera de 1929, Zaira de 1929, I Capuletti ed I Montecchi de 1830, La Sonámbula de 1830, Norma»de 1831 y finalmente Beatrice di Tenda, estrenada en marzo de 1833 y que constituye un importante fracaso, de crítica y público; libretista y músico se culpan mutuamente de este fiasco, produciéndose la ruptura entre ambos.
Vincenzo Bellini decide darle un giro a su carrera y, un mes después del estreno de Beatrice di Tenda, decide emprender un viaje que le llevaría a Londres, donde se representaron, con gran éxito: Il Pirata, Norma, I Capuleti ed i Montecchi y La Sonnambula.
Durante su estancia londinense, Bellini conoce a María Malibran, quien le causa una gran impresión, pensando escribir para ella una ópera. En agosto de 1833 Bellini llega a París -verdadera capital cultural europea-, con la intención de adquirir una auténtica proyección internacional. Ayudado por Rossini, quien dominaba la vida musical parisina, consigue que se representen en el Téâtre Italien de París, Il Pirata y I Capuleti ed I Montecchi, con un importante éxito que le vale el encargo por parte de este teatro de una nueva ópera.
Bellini tenía que encontrar un libretista, que elaborase el texto de su nueva ópera. El encargado de realizar este trabajo será el conde Carlo Pepoli, famoso literato boloñés a quien Bellini había conocido en casa de la princesa milanesa Cristina Trivulzio di Belgioioso, exiliada política y mujer de gran belleza a cuyos salones acudían personajes como: Victor Hugo, Alfred Musset, Frederich Chopin, George Sand, Frank Liszt, Alejandro Dumas, Heinrich Heine y otras importantes figuras de la vida cultural y política.
El texto elegido resultó ser Têtes rondes et cavaliers, drama histórico de Jacques Arsene, Francois d’Ancelot y Boniface Xavier Saintine, quienes habían estrenado esta obra en 1828. Finalmente Bellini da a su nueva ópera el título de I Puritani, tomándolo de un libro de Walter Scott, I Puritani di Scozia.
Los trabajos de Bellini y Pepoli se prolongan desde abril de 1834 a diciembre del mismo año, con bastantes enfrentamientos entre ambos ya que el texto que estaba elaborando Carlo Pepoli no terminaba de gustarle al compositor. Aunque bien acabado formalmente y con una preciosa versificación, carecía del gancho dramático necesario.
La historia se desarrollaba hacia 1650, durante la guerra civil inglesa, cuando los Puritanos de Oliver Cromwell terminaron con la monarquía del rey Carlos I, quien había sido ejecutado. Transcurre en un castillo situado en Plymouth, en poder de los puritanos: Elvira, hija y sobrina respectivamente de los hermanos Gualtiero y Giorgio Valton, gobernantes del castillo, está a punto de casarse con Arturo Talbo, noble que aún apoya a los monárquicos. Cuando se están ultimando los preparativos de la boda, Arturo se ve envuelto en la defensa de la reina Enrichetta, viuda de Carlos I, que ha sido llevada al castillo de los Valton y desde allí será conducida al Parlamento, para ser juzgada.
Arturo ayuda a la reina, huyendo juntos, pero siendo condenado a muerte en rebeldía. Elvira, al enterarse, enloquece. Arturo regresa al castillo, tratando de explicar a Elvira las razones de su huida. Ella le perdona recobrando el juicio, aunque casi vuelve a perderlo, al enterarse de que su amado ha sido descubierto.
Finalmente llega la noticia de la derrota definitiva de los monárquicos y el perdón a los vencidos. Arturo y Elvira pueden al fin casarse.
El estreno de I Puritani, tuvo lugar el 25 de enero de 1835 en el Téâtre Italien de París. El reparto estaba formado por los mejores cantantes de la época: Giulia Grisi como Elvira quien ya había sido Adalgisa en el estreno de Norma. Giovanni Battista Rubini era Arturo Talbo (Rodolfo Celletti en su libro Voce di tenore considera a Rubini el mejor tenor de la historia). Él ya había cantado el papel de Gualtiro, en el estreno de Il Pirata así como el Elvino de La Sonámbula. Bellini había compuesto la agudísima tesitura vocal de Arturo en función de su tenor Rubini. Completaban el reparto, el barítono Antonio Tamburini en el papel de Riccardo Forth y el famoso bajo Guy Lablache como Giorgio Valton. El éxito de esta primera representación fue extraordinario, la polonesa ‘son vergin vezzosa…‘ tuvo que ser repetida por la Grisi, así como el dúo patriótico de barítono y bajo del Final del Acto II ‘Suoni la tromba, e intrepido..‘. (adoptado como himno por la Academia militar francesa de Saint Cyr). Durante aquel año 1835, I Puritani fue representada en diecisiete ocasiones.
Paralelamente a la composición parisina, Bellini y Pepoli habían preparado otra versión, para el Teatro San Carlo de Nápoles, pensada para María Malibran. Bellini efectúa diferentes cortes, suprimiendo el famoso dúo de barítono y bajo y rebaja la tonalidad de la parte de Elvira, para adaptarla a las condiciones vocales de la Malibran. El personaje de Riccardo lo adapta para voz de tenor. Bellini incorpora en el Acto III un bellísimo vals de inspiración chopeniana, ‘Da quel di ch’io ti mirai…‘. Cantado primero por el tenor, lo retoma la soprano, ‘O parole d’amor! Lieta son io!…‘ y finalmente ambos en ‘Fin la morte in quest’amore…‘. El musicólogo y director de orquesta Richard Bonynge rescata este fragmento para incluirlo en su versión discográfica de 1973.
Al morir Bellini y al año siguiente María Malibran, esta versión no llegó a ver la luz hasta época muy reciente. En abril de 1986 se estrena en el Teatro Petruzzelli de Bari, con los coros de ese mismo teatro, la Orquesta Sinfónica Siciliana y como solistas el tenor norteamericano Chis Merritt (gran esperanza por aquellos años en este repertorio) como Arturo, la soprano Katia Ricciarelli era Elvira, el tenor español Juan Luque en el papel de Riccardo y el bajo Roberto Scandiuzzi como Giorgio, todos ellos dirigidos por Gabrielle Ferro.
La música compuesta por Bellini para I Puritani, sigue manteniendo la gran vena melódica, tan característica de este autor, con esas largas cantinelas. Sin embargo, se notan mejoras sustanciales en materia de orquestación y la instrumentación es mucho más rica. Los coros adquieren una mayor importancia y participación que en óperas anteriores. Señalemos como ejemplo el comienzo del Acto I ‘All’erta! All’erta! L’alba appari…‘ (muy parecido el arranque de Il Trovatore de Verdi), seguido de ‘Quando la tromba squilla…‘, también al principio del Acto II ‘Ah dolor! Ah terror! Ah terror! Ah pietà!…’ con bellísimos efectos que sin duda van a influir en el Verdi de Aida.
Bellini intenta en esta ópera terminar con los números cerrados, creando una continuidad musical, muy patente en los actos II y III. El Acto II está constituido por una secuencia única, con intervención de tres personajes: Elvira, Giorgio y Riccardo, con un preámbulo donde cantan barítono y bajo (el bonito racconto de Giorgio) y la larga escena de la locura, con el aria y cabaletta O rendetemi la speme,…Vien, diletto, è in ciel la luna!…‘ interrumpida y ligada a la vez por los dúos del barítono y el bajo. En el Acto III, también se da esta continuidad musical, con una serie encadenada de intervenciones del tenor y la soprano, en solitario o en duettos.
Incluso, en los números incluidos para lucimiento de los cantantes, Bellini introduce ciertas innovaciones: el aria de Riccardo del Acto I ‘Or dove fuggo mai?…‘ seguido de la cabaletta ‘Bel sogno beato…‘ (casi tan lenta como el aria) están ligadas por un breve dúo entre Riccardo y Bruno; en el aria de presentación de Arturo ‘A te, o cara…‘ tienen intervenciones otros personajes (hasta entonces solo los coros interrumpían las arias específicas de los cantantes). Ello es también patente cuando la soprano canta la polonesa ‘Son vergin vezzosa…‘, cuyo tema musical vuelve a retomar el tenor cuando huye con Enrichette después de su disputa con Riccardo, cantando en una elevada tesitura ‘Ah! partiam… alcun s’appressa…‘ (fragmento que se omite en algunas versiones).
Vocalmente, se trata de una ópera de dificultad extrema, donde el tenor tiene que elevar la voz hasta el do4 sostenido, cuando canta ‘A te o cara…‘ y ya en el Acto III, subir al re bemol en ‘Vieni, vieni fra queste braccia, amor, delizia e vita,…’ con un fa sobreagudo optativo ‘Ella è tremante, ella è spirante,…‘ que Bellini compuso para Rubini. En cuanto a la soprano, su voz tiene que elevarse en la cabaletta de la escena de la locura ‘Vien, diletto…‘ hasta un mi5 moviéndose casi siempre en una tesitura vocal muy alta. Cabría señalar finalmente, cómo Bellini utiliza en I Puritani motivos musicales recurrentes, que van a marcar pautas en todo el operismo posterior.