La trompista María Rubio acaba de publicar un disco con varias obras, entre ellas, Empremtes líquides para trompa a solo del compositor valenciano Voro Garcia. Estrechamente conectada con esta, analizamos su versión para trompa y orquesta titulada Huellas líquidas e inspirada en la filosofía de Zygmunt Bauman y la literatura de Jorge Luis Borges.
Por Joan Gómez Alemany
Introducción a un reciente disco
La creación contemporánea es siempre una noticia diferente, dado que el habitual contexto en donde nace repite, como norma, la música del pasado lejano. Por ello, la singularidad de la nueva creación le otorga su aura de excepcionalidad. Contrariamente a la música de un tiempo antiguo, fosilizado, caducado y con apenas posibilidad de renovarse, la música contemporánea nos invita, por su novedad, a seguir explorándola constantemente. Esto es lo que realizaremos en este artículo con motivo del reciente disco Se hace saber de María Rubio Navarro, publicado el pasado mes de junio por la discográfica Ibs Classical. En el texto haremos un doble comentario: partiendo de una obra incluida en este disco iremos posteriormente a otra de hace pocos años y en la cual se basa la anterior. De esta manera bifurcaremos nuestro camino para hacer memoria.
Tras años de preparación, acaba de ver la luz un original y poliédrico disco protagonizado por la reconocida trompista María Rubio, solista en la Orquesta de València, miembro del Quinteto Cuesta y colaboradora de la Orquesta Filarmónica de Berlín. En este álbum, María hace una cuidada selección de obras contemporáneas para trompa a solo y a veces acompañada por otros instrumentos. Nos centraremos en una pieza del compositor valenciano Voro Garcia que tiene dos versiones. La primera versión es la que se incluye en este disco, Empremtes líquides (2019), para trompa a solo. La segunda (y en la que se basa la primera) es Huellas líquidas (2018-19), para trompa solista y orquesta. La relación entre ambas ya se explicita en los títulos, dado que el primero es la traducción valenciana del segundo, además de que las dos composiciones están dedicadas y han sido estrenadas por María Rubio.
Antes de analizar la obra Huellas líquidas y bifurcar nuestro camino, detallemos muy brevemente que este disco incluye (en orden de aparición) otras obras escritas por Jörd Widmamn, Vicent Gómez Pons, Nina Šenk, Joan Gómez Alemany, Joan Magrané, Amparo Edo Biol y Elena Mendoza. Además, la trompa en algunas de ellas está acompañada por un violín (Carmen Antequera), acordeón (Maria Mogas), violonchelo (Mayte García), trombón (Vicent Boix) y percusión (Josep Furió Tendero).
El variado repertorio de trompa
El sonido de la trompa asociado a un carácter noble y brillante tiene un repertorio canónico de conciertos que va de la mano de Mozart a Richard Strauss, por citar dos nombres destacados. Pero este tipo de sonoridad, muy acorde a la música tonal con sus bellos acordes y claros ritmos (a veces emparentados con la marcha militar o las llamadas de la caza), no debería simplificar el potencial de la trompa. Grandes compositores de música contemporánea han creado también para este instrumento una música muy variada y distinta a la de los clásicos, como el Hamburg Concerto (1998-99) de György Ligeti, Horn Concerto (2006) de Elliott Carter, Moment of Blossoming (2010) de Toshio Hosokawa, o incluso el Konzert (2012) para ocho trompas de Helmut Lachenmann. Si esto se ha producido, es simplemente porque tanto la escritura para este instrumento, como sus intérpretes, son capaces de ir más allá de lo ordinario. María Rubio pertenece a este grupo y con su trompa domina tanto el repertorio clásico, como el contemporáneo. En referencia al estreno de Huellas líquidas,la trompista declaraba en el periódico El Mundo: ‘El espectador lo que va a apreciar directamente es que no solo está el sonido que suele escuchar habitualmente en la trompa, sino que yo con la mano derecha hago unos sonidos diferentes. Habrá momentos que sonará metálico, otras veces voy al fortísimo, en fin, es una especie de dualidad, de lo más agresivo a lo más dulce’. María Rubio lo tiene claro, para que la música avance, para que la historia transcurra en el tiempo y no se detenga, han de existir nuevas técnicas que se diferencien del pasado para escribir el presente (a su vez germinador del futuro).
Apuntes generales de Huellas líquidas
Encargo de la Fundación SGAE en colaboración con la Asociación Española de Orquestas Sinfónicas (AEOS), Huellas líquidas fue estrenada el 12 de abril de 2019, en la Sala Iturbi del Palau de la Música, por la Orquesta de València dirigida por James Judd y, como ya se comentó, en la trompa solista estuvo María Rubio. El compositor de la obra, Voro Garcia, estudió como instrumento principal el trombón, y por ello conoce de primera mano la familia de los metales. Este compositor originario de Sueca, se formó en el Conservatorio Superior de Música ‘Joaquín Rodrigo’ de Valencia con Ramón Ramos, Eduardo Cifre y Manuel Galduf, entre otros. Paralelamente, amplía estudios de composición con Mauricio Sotelo.
Son varias las influencias musicales que se pueden detectar en el numeroso catálogo que posee el compositor valenciano. Algunas de ellas se irán señalando conforme se analice la pieza, y otras las podemos señalar ya, para preparar al lector. La música vocal es un destacado elemento dentro de la producción del compositor, teniendo un buen número de piezas dedicadas a la voz, dado que también ha sido director de coro, así como de diversas agrupaciones instrumentales. La influencia de la voz se puede intuir en algunas partes de su escritura trompística, como también el recurso de la escritura polifónica de coro, que tiene un ejemplo clásico en un compositor de referencia para Voro Garcia: Tomás Luis de Victoria. Otra influencia mucho más actual sería Lachnemann, por explorar en su música la investigación sonora, que busca la potencialidad de los instrumentos tradicionales más allá de sus ordinarias técnicas.
Sobre los conceptos de huella y liquidez
La música de Voro Garcia suele inspirarse generalmente en las artes visuales, la filosofía y la literatura. No es casualidad que alrededor de estas temáticas base su composición de Huellas líquidas. A raíz del estreno de la obra, declaraba en el Diari La Veu: ‘Me interesan los conceptos de huellas, las máscaras, las dualidades del yo, la poética de los laberintos y los contrastes’, que el compositor toma del escritor Jorge Luis Borges y el filósofo Zygmunt Bauman. Como revela Voro Garcia: ‘Ambos tienen un vínculo en mi proceso’. Aunque el término de ‘huellas líquidas’ es tomado de Bauman, para remarcar esta doble influencia podemos dividirlo. Simplificando, mientras que líquido apuntaría al filósofo, se podría señalar que la palabra ‘huellas’ recorre la poética del escritor Borges, quien nos dice: ‘Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos. El tiempo se bifurca perpetuamente hacia innumerables futuros’. Esta idea es el punto de partida para crear Huellas líquidas, como se puede leer en las notas de su partitura.
La memoria siempre es una huella de la experiencia. En la música, el llamado arte del tiempo por excelencia, la memoria juega un papel primordial, aunque muchas veces no seamos plenamente conscientes de ello. La repetición de secciones, el análisis y la enseñanza de la tradición, la circularidad de los mismos sonidos que marcan la tonalidad, y un larguísimo etcétera, son características que fundamentan habitualmente el trabajo de los compositores. Voro Garcia no es ajeno a estas ideas y al trabajo de la temporalidad, como bien se puede explicitar en Huellas líquidas, pero también en otras composiciones suyas como son Territoris de la memòria (2006) o Kairós, el surco del tiempo (2015).
Retomando el término líquido que se asocia al pensamiento de Bauman, este caracteriza la actualidad por sus relaciones fluidas, nómadas, evanescentes y ambiguas, propias de nuestra sociedad informatizada, global y de ritmo frenético. La influencia del filósofo está presente en varias obras del compositor, como son Realidades líquidas (2017) y Al·legories de la liquidesa (2018).
Técnicas y texturas de la composición
El trabajo plástico y lumínico es habitual en la música de Voro Garcia y, en este caso, elaborado en la orquesta se potencia mucho más. Así, el compositor esculpe las masas sonoras que rápidamente pasan de texturas muy densas a muy evanescentes, de pasajes agresivos y fortísimos para inmediatamente convertirlos en delicadas nubes de sonido pianismo, etc.
Huellas líquidas se inicia con un fuerte y rápido impulso de la trompa solista, que parece ser la marca que crea la huella. Sonoramente fluye de manera desorientada y errática, al igual que una persona perdida en un laberinto. Esta confusión que, como una imagen multiplicada en mil espejos, se detecta también en ciertos momentos del paisaje orquestal. Incluso a veces se crea una atmósfera muy misteriosa y nocturna, que se ejemplifica en los constantes armónicos agudos de las cuerdas. Estos denotan la influencia de un importante referente para Voro Garcia, como es el compositor Salvatore Sciarrino.
La trompa de María Rubio, aun destacando por su calidez y diferenciación tímbrica, queda muy unida en el tejido de la orquesta, porque no se pretende una escritura que jerarquice los instrumentos en dos mitades independientes, solista versus orquesta. Por contra, se busca crear la cohesión entre estos dos, como la unión indisociable entre el productor de la huella y su resultado. Ello también se debe al uso de técnicas que modifican el sonido habitual (recordemos las palabras de María Rubio en referencia al uso de la mano derecha en la trompa) por uno más sutil y apagado, que como transparente agua se infiltra en el bosque orquestal. En relación con lo anterior, y para potenciar esta cualidad, el compositor usa ciertas texturas, como el predominio del contrapunto horizontal, frente a una textura de acordes o masas verticales. La orquesta también parece asemejarse a un hoquetus y utiliza cierta micropolifonía, que bien la podemos conectar con otro compositor referente de Voro Garcia, como es György Ligeti.
Un exitoso estreno que apuesta por la música de nueva creación
Haciendo memoria, cuando acudimos al estreno de Huellas líquidas recordamos que fue una brillante interpretación, de gran éxito y muy aplaudida por el público. El crítico musical Justo Romero escribió en el Diario Levante: ‘¡Ojalá todos los estrenos disfrutaran de interpretaciones tan rodadas y bien trabajadas!’. Pero también señalaba: ‘Entre las funciones cardinales de cualquier orquesta de carácter público está la de promover y dar a conocer a sus abonados la música de su entorno y de su tiempo. Algo que en los últimos años han descuidado muy irresponsablemente la mayoría de las formaciones sinfónicas españolas’.
¿Qué impide a los programadores no apostar por la música de hoy, cuando sabemos que gusta y es disfrutada por el público general? Si existen buenos modelos, ¡imitémoslos! El éxito de Huellas líquidas podría explicarse por el esfuerzo colaborativo de Voro Garcia con María Rubio. Como escribe el compositor en las notas de su partitura, es ‘fruto del trabajo y la inestimable ayuda de la destinataria de la obra’. Certificando una vez más la estrecha unión que debe haber entre intérprete y compositor. Además de que así todos los miembros de las orquesta conocen y fomentan la nueva creación, que sin duda es capital para disfrutar plenamente la historia de la música.
Verdaderos intérpretes y compositores
Los auténticos instrumentistas, aquellos que son más innovadores y que arriesgan por la música de creación actual, para no repetir en exclusiva y de manera monótona el repertorio de la tradición, serán los recordados en la posteridad. La misma historia ya transcurrida, y de la que aprendemos, así nos lo enseña. Estos músicos son los más interesantes, originales y, por ello, referentes, que tanto contrastan con el rutinero del montón, como de las stars o celebrities que por mucho que destaquen, todas son iguales, aunque la moda del momento les aporte un ‘toque’ de distinción.
Al igual que los intérpretes de verdad, los compositores contemporáneos que se dedican a la creación más viva, comprometida con los sonidos más originales y rupturistas, se alejan de la comodidad establecida, a riesgo de la incomprensión por parte del sector conservador. Pero con todo ello se consigue que la música siga progresando en su historia, para no devenir un reciclaje superficial del repertorio consolidado.
Por otro lado, tradición e innovación, música clásica y música contemporánea, pasado y vanguardia, no tienen por qué ser antagónicos. Ambos podrían coexistir respetuosamente si se les diera sus respectivos espacios, algo que actualmente pocas veces ocurre en los conservadores auditorios y teatros de ópera, que niegan y excluyen la contemporaneidad. Lo viejo y lo nuevo deberían caminar en igualdad, de la misma manera que intérprete y compositor, han de retroalimentarse para responder al curso del tiempo.
Una historia que nunca se detiene
Como Huellas líquidas, la memoria es una cualidad humana que conjuga pasado y presente a veces hasta la confusión, al estilo de un déjà vu. Y el futuro no es menos importante, porque las personas más vitales quieren seguir avanzando hacia el más allá, y no se contentan con repetir lo ya hecho. Como otro compositor del que Voro Garcia se influencia, Luigi Nono titula una de sus obras No hay caminos, hay que caminar (1987). Y en clara conexión con este título y para que la música evolucione, citemos a Antonio Machado, quien escribe esta célebre frase: ‘Caminante, no hay camino, se hace el camino al andar’. No parece casual que el poeta andaluz sea referido en una composición de Voro Garcia (que también tiene un título muy relacionado con Huellas líquidas), como es Huellas borradas (2014).
En conclusión, la música de Voro Garcia en su consciente unidad estilística e inspirada en multitud de grandes referentes, con su presencia en movimiento, impacta en el oído del melómano para el disfrute de la nueva creación.
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