Orquesta Sinfónica de Boston
Director: Charles Munch
RCA Victor 09026 68979 2
Nacido en Estrasburgo en 1891, en un momento dado parte del ejército alemán como súbdito alsaciano, Charles Munch fue en todo un director de orquesta francés. Lo fue porque fue en París donde se cumplió su verdadero debut en 1932, porque en 1935 fundó la Orquesta Filarmónica de París, porque de 1938 a 1946 fue director de la Sociedad de Conciertos del Conservatorio parisiense, del que en 1939 fue nombrado profesor de dirección de orquesta, porque fue director invitado habitual de la Orquesta Nacional de Francia y porque en un gira por Estados Unidos al frente de la misma en 1948 se dispararon los límites de su prestigio al extremo de que al año siguiente pasó a sustituir a Serge Koussevitzky en el podio de la Sinfónica de Boston, puesto que ocupó hasta 1962. Mientras tanto había sido director de los Conciertos Colonne y unos años después, en 1967, fundó y fue primer director de la Orquesta de París. Al frente de esta última y en otra gira por Estados Unidos, murió en Richmond, Virginia, en 1968.
Un repaso a estos datos permite actualizar el perfil de una de las grandes figuras de la dirección de orquesta a ambos lados del Atlántico cuyos testimonios sonoros no sólo se conservan sino que pueden llegarnos y nos llegan tras “actualizaciones” técnicas con las que percibimos casi todo su esplendor original. Es lo que sucede con este CD que recoge dos muestras importantes del catálogo de Héctor Berlioz, con la Sinfonía fantástica y un fragmento instrumental de su sinfonía dramática con coros Romeo y Julieta, la llamada Escena de amor. Aunque se han lanzado ya otras de sus recuperaciones, ésta tiene la importancia especial que le concede el hecho de que entre los numerosos compositores que formaron su repertorio el nombre de Héctor Berlioz bien pudiera encabezar un orden de prelación. Es efectivamente un número uno en sus preferencias al igual que en los resultados obtenidos. Se ha hablado siempre, tras sus conciertos y tras la aparición de los diferentes registros, de su penetración expresiva en la música francesa, de forma generalizada con la música francesa y más concretamente con la de Berlioz.
La Sinfonía fantástica de 1830, aporta, como plataforma excepcional, el que sea considerada por muchos historiadores de la música punto de partida del Romanticismo, una de las primeras grandes manifestaciones sinfónicas de la música francesa, que no tuvo esta forma entre sus favoritas y que, al mismo tiempo, marcara un hito en el proceso de la música programática. Y todas estas circunstancias que la convierten en algo sin duda excepcional, recibe en esta grabación la apoyatura definitiva de una interpretación a la vez rigurosa y apasionada, una interpretación que se atiene a la letra, sin personalismos que la falseen, mientras que el calor de la versión la convierte en algo más próximo, más arrebatador.
Todo ello forma parte del hacer de Charles Munch en un registro realizado en el Symphony Hall de Boston en 1954, es decir, cuando su entendimiento con la Sinfónica de la ciudad era completo tras cinco años de trabajo en común. Fue el mismo año de su libro Je suis chef d’orchestre que da muestras de su serenidad, de su seguridad en lo que quiere, que no está presente en la favorable acogida durante años por parte del público, sino en su sentir personal e íntimo de la música.
Algo menos de un cuarto de hora es lo que dura la Escena de amor, de Romeo y Julieta, que completa el CD y la nueva mirada de Charles Munch a la música de Berlioz. Pero tal vez sea momento de recordar que su labor como director no se limitó a la música francesa y que para compositores de su tiempo, es decir, hasta más allá de la primera mitad del siglo XX, franceses y no franceses encontraron en él la batuta de diversos estrenos de sus obras.