El chelista granadino Guillermo Pastrana tiene un verano lleno de actividad camerística en Suiza, antes de regresar a España para cumplir con varios compromisos: con la Orquesta Clásica de Vigo en octubre, con el Stradivarius del Palacio Real en noviembre y con la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla en abril, entre otros. Hablamos con él sobre su faceta concertística pero también la pedagógica, ya que desde hace varios años imparte docencia en la Musik Akademie de Basel.
Por Susana Castro
¿Cómo ha vivido la situación de la pandemia y la vuelta a la normalidad? ¿Qué ha supuesto para usted?
La pandemia trajo consigo consecuencias inimaginables. Parecía que todo lo que un día se veía en películas de ciencia ficción cobrase vida. Creo que nadie se esperaba algo así. La vida se detuvo y la cultura se paralizó. No sabíamos hacia dónde tirar o dónde agarrarnos para sentir, de alguna manera, que teníamos el control de lo que estaba sucediendo.
En mi caso, al igual que la mayoría de mis compañeros, los compromisos artísticos se vieron afectados, auditorios y festivales cerrados, vuelos cancelados, test por doquier y una infinidad de obstáculos que hacían prácticamente imposible hacer lo que más amo.
Ante tal situación, opté por vivir todo como un viaje transformador personal donde aprendí a abrazar el silencio y usar a este como una fuente de inspiración. Pienso que el músico se debe entregar en cuerpo y alma a su público y su arte; dar sin esperar nada a cambio. Pero también pienso que para darlo todo es necesario alejarse de todo. Parar, respirar, analizar y tomar consciencia. Renacer y reinventarse tanto en el plano personal como en el plano artístico.
Consideré que era una buena oportunidad para llevar a cabo proyectos menos convencionales, tanto a nivel de repertorio como de formaciones; hacer cosas que verdaderamente me aportaran algo nuevo y fresco desde el punto de vista humano y artístico. A pesar de la situación, tuve la suerte de actuar con orquestas como la Sinfónica de la Región Murcia o la Camerata Gala de Córdoba y el Coro RTVE, bajo la dirección de los maestros Virginia Martínez, Alejandro Muñoz e Ignacio García-Vidal, respectivamente.
La vuelta a la normalidad está siendo muy emocionante y nostálgica. Siento que se está forjando un verdadero renacimiento musical y que las instituciones y salas tienen muchas ganas de hacer grandes cosas con y para el arte. Se reactivó todo y la agenda no para de crecer. Ahora es tiempo de volver a dar.
Acaba de participar en el Festival de Calanca en Suiza, de la mano de aclamado chelista Thomas Demenga. Con los hermanos Demenga se reencontrará de nuevo en Cellicatessen, el 30 de septiembre, ¿qué tipo de espectáculo ofrecerán en esa ocasión?
Es un verdadero placer actuar junto a chelistas de la talla de los hermanos Demenga. Además, en esta ocasión se sumará otro grandísimo chelista, Christian Poltéra. Poder compartir escenario con músicos a los que admiras es algo maravilloso. El programa está concebido para cuarteto de chelos, pero también tocaremos a dúo y a solo. Chaikovski, Bach, Paganini y obras del propio Thomas Demenga sonarán durante la velada. Será un programa donde el virtuosismo y lirismo del chelo serán los protagonistas. Un concierto para hacer disfrutar al público.
Asimismo, el próximo día 10 de agosto actuara en Zúrich, también en un formato de cámara, lo que le llevará a compartir escenario con otros músicos, ¿le gusta participar en estas veladas musicales camerísticas?
Este verano está siendo muy camerístico en mi agenda y lo estoy disfrutando muchísimo. Estoy teniendo la oportunidad de conocer y compartir escenario con grandísimos músicos.
Pienso que la música de cámara es una de las manifestaciones artísticas más sublimes de la música en general y siempre que puedo participo en proyectos de este tipo. El escenario es siempre el mejor maestro, si además le sumas grandes músicos con los que interactuar, la vivencia y experiencia es mucho más enriquecedora e intensa. Durante la pandemia fue casi imposible participar en este tipo de veladas, tenía muchas ganas de hacer música de cámara.
Es algo alucinante: cada componente enriquece al grupo y esta suma de personalidades, gustos y percepciones crean algo superior, algo mágico. Es donde se manifiesta y se reafirma la música como lenguaje universal de los sentimientos.
Durante todo este tiempo ha continuado impartiendo docencia en la Musik Akademie Basel en Suiza, un campo, el pedagógico, al que lleva dedicado muchos años, y por el que siente un gran interés, ¿cómo se complementan ambas facetas? ¿Qué es lo que más le gusta de ser pedagogo?
Tengo la gran suerte de trabajar donde me formé como músico y chelista con el maestro Ivan Monighetti. La Musik Akademie de Basel siempre ha sido un referente internacional, especialmente en lo que concierne al chelo. Durante la pandemia el alumnado necesitaba más que nunca apoyo y respaldo. Ha sido un año muy intenso donde como profesorado había que estar más que nunca apoyando y motivando al alumnado.
Es un verdadero privilegio ser compañero y trabajar junto a chelistas de la talla de Thomas Demenga, Rafael Rosenfeld, Ishizaka Danjulo o Sol Gabetta, todos ellos son grandes solistas que compaginan sus carreras artísticas con sus facetas pedagógicas. En mi opinión, ambas facetas son perfectamente compatibles, están estrechamente relacionadas y se nutren la una de la otra. En su esencia radica la belleza, todo se resume en compartir y ser honesto con lo que haces. Considero que, en niveles de formación de alto nivel, la experiencia brindada en el escenario es imprescindible para el profesor a la hora de hacer crecer a sus alumnos. Pienso que así el profesor adquiere el estatus casi místico de ‘maestro’. Esa figura que se vio representada por grandes chelistas como Casals, Fournier, Rostropóvich, Shafran o Bylsma, entre otros, y que ha sido siempre una de mis prioridades a lo largo de mi carrera. Seguir la senda del maestro.
Comunicar y compartir el conocimiento a las nuevas generaciones es algo de lo más bello e importante que hay en este mundo; aportar y ayudar a los futuros músicos profesionales a ser mejores y encontrar su camino. Esto supone una gran responsabilidad y hay que estar siempre en continua formación y exigirse uno a sí mismo lo máximo como músico y persona para ser fuente y referente de inspiración de nuevas generaciones. Por mi parte, intento siempre dar lo mejor de mí, tanto fuera como dentro del escenario. Siento que estoy en mi lugar y que es profundamente vocacional lo que hago. Me siento afortunado y agradecido de dedicarme a algo que amo y me motiva cada día.
Este 2022 será el de su regreso a España, comenzando por el concierto del 17 de octubre junto a Daniel Blanch en Vigo. Ofrecerán las obras de su álbum Sonata di concerto (IBS Classical, 2019), ¿cómo ha sido la recepción del disco por parte de público? ¿Está trabajando en algún nuevo proyecto?
Sonata di concerto ha sido uno de los proyectos discográficos más importantes que he realizado. Dicho proyecto fue respaldado por la Asociación Joan Manén de Barcelona con la cual, desde entonces, guardo una estrecha relación. Por un lado pretendimos reivindicar la belleza y el nivel del patrimonio musical español y, por otro, dar a conocer la obra del compositor Joan Manén a través de la recuperación de una de sus obras inéditas que precisamente dio nombre al disco, Sonata di concerto. Además, incluimos dos sonatas preciosas y espectaculares: la Sonata de Robert Gerhard y la Sonata concertante de Xavier Montsalvatge. Fue un trabajo muy intenso y exigente realizado junto al fantástico pianista Daniel Blanch, que me hizo descubrir un repertorio de una calidad y belleza increíbles.
El disco se grabó en el Auditorio Manuel de Falla de Granada para el sello Ibs Classical, que realizó un trabajo impecable y exquisito. Tanto el público como la prensa especializada han acogido el disco y el repertorio muy bien; ha sido premiado con diferentes distinciones, entre ellas el Melómano de Oro.
Estoy barajando varias posibilidades de proyectos discográficos. No es fácil decantarse, puesto que hay tanta música bella por redescubrir. De momento no hay fecha definida, pero estamos trabajando en ello.
A los pocos días realizará un concierto solista junto a la Orquestra Clásica de Vigo, ¿qué repertorio ofrecerá al público vigués?
¡Tengo muchísimas ganas! Interpretaré uno de los conciertos sinfónicos más bellos escrito para chelo: el Concierto de Elgar, inmortalizado por la increíble e insuperable Jacqueline du Pré.
Elgar es un compositor al cual considero de una elegancia y exquisitez increíbles. Nos legó a los chelistas una verdadera delicia, un concierto contemplativo lleno de romanticismo y virtuosismo en su justa medida. Siempre quise tener la oportunidad de interpretarlo para el gran público e intentar hacer una versión lo más personal y fiel al lo que Elgar nos dejó plasmado en la partitura, que fue mucho.
Sin duda, uno de los momentos cumbre de esta temporada será su vuelta al Palacio Real de Madrid para tocar de nuevo el violonchelo Stradivarius 1700 de su colección, algo que ya hizo en 2017, ¿cómo describiría la sensación de tocar un instrumento con tanta historia?
El Stradivarius 1700 es una de esas experiencias mágicas y transformadoras que se viven pocas veces en la vida. Un instrumento increíblemente conservado que ha sido tocado por grandes chelistas de la historia como Rostropóvich o Monighetti. Volver a tener la oportunidad de compartir tiempo con él supone un honor y alegría increíbles, pero también una gran responsabilidad. Soy un verdadero amante de los instrumentos italianos del XVII y XVIII y muy consciente de lo que suponen. Estos instrumentos son como árboles centenarios sagrados, testigos vivientes de nuestra historia. Siguen vivos y su materia orgánica se modifica y comporta de manera diferente en cada momento. Son caprichosos y puros a la vez, sus cicatrices y vetas cuentan y desvelan historias increíbles.
El violonchelo Stradivarius 1700 es de los pocos conservados en su estado original. A lo largo de la historia la mayoría de los instrumentos del XVII y XVIII han sido modificados de alguna manera, en tanto a su barniz o dimensiones. Hasta 1700 las dimensiones del chelo no estaban estandarizadas. Al parecer se construían instrumentos más personalizados, hay incluso fuentes que sugieren que un chelista profesional de la época poseía más de un chelo de características y dimensiones diferentes; para acompañar, uno de gran tamaño; para tocar a solo, uno de pequeño tamaño. ¡Algo curiosísimo!
Es precisamente Stradivarius quien, a partir de 1700, estandarizó las dimensiones del chelo. Como consecuencia, muchos instrumentos que superaban las dimensiones estándar han sido recortados y/o modificados con el fin de ser más cómodos para tocar. Un buen ejemplo de ello es el Stradivarius del Cuarteto Palatino, que fue modificado en sus dimensiones por este mismo motivo.
Es siempre un honor para mí volver a Palacio para poder compartir con el público el increíble violonchelo Stradivarius 1700 y volver a actuar en el maravilloso Salón de Columnas, donde tanta historia se ha escrito. La majestuosidad de sus estancias, tapices, cuadros y mobiliario son inspiradores e impresionantes.
Otro momento destacable serán sus conciertos con la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla en el Teatro de la Maestranza, una de las pocas orquestas españolas que le quedaba por visitar, y en Andalucía, ¿cómo afronta esta experiencia?
Me da siempre mucha alegría volver a España, más aún a Andalucía. Es siempre emocionante reencontrarme con mi familia y mis raíces. El devenir de las cosas ha guiado mi camino hacia el extranjero y, aunque me siento muy feliz de estar en Basel, añoro mi tierra.
Actuar junto la ROSS y su director titular, Marc Soustrot, en el Maestranza supone muchísimo tanto a nivel personal como artístico. Es una de las orquestas más importantes que tenemos y hacía mucho tiempo que deseaba tocar con ellos.
En esta ocasión interpretaré una obra muy especial de Ernst Bloch: Schelomo, rapsodia Hebrea para violonchelo y orquesta. Una obra llena de misticismo y simbolismo donde el chelo encarna la voz del rey Salomón y la orquesta el mundo que gira en torno a él y sus pensamientos más profundos. El compositor explota al máximo el lirismo y dramatismo que el chelo posee por su naturaleza privilegiada usando un material temático con una clara influencia hebrea en escalas y modos. Una verdadera delicia musical.
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