A cargo de la Orquesta Metropolitana de Madrid, dirigida por su titular, Silvia Sanz Torre, y la acordeonista Marta Cubas Hondal
El pasado 1 de junio tuvo lugar en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional de Música el estreno de la obra Concierto indálico para acordeón de Alejandro Vivas, quien compuso esta obra expresamente para Marta Cubas Hondal, ganadora del Intercentros Melómano 2016 en su categoría de Grado Profesional y la Orquesta Metropolitana de Madrid, bajo la batuta de Silvia Sanz Torre.
La comunicación previa y constante entre compositor y solista ha dado lugar a una obra con la que Marta Cubas Hondal se sintió cómoda e identificada y en la que Alejandro Vivas pudo exprimir al máximo todas las posibilidades de un instrumento que pocas veces vemos junto a una orquesta clásica.
Compositor, solista, orquesta y directora, ofrecieron al público un concierto inspirado en los paisajes de Almería, tierra natal del autor, que penetraba por los cinco sentidos a través de tres movimientos que llevaron al público del bullicio del puerto de mar a los parajes desérticos.
Virginia Gutiérrez Marañón, violista de la Orquesta Metropolitana y acordeonista, nos acerca a las características de la obra y a las técnicas y recursos del acordeón
Concierto indálico para acordeón
Por Virginia Gutiérrez Marañón, violista de la Orquesta Metropolitana de Madrid, acordeonista, profesora de música la RESAD y doctora en Estudios Artísticos, Literarios y de la Cultura por la UAM
La joven promesa Marta Cubas nos deleitó el pasado sábado 1 de junio con el estreno absoluto del Concierto indálico para acordeón, compuesto para ella por Alejandro Vivas. La obra, en tres movimientos, titulados «Pechina puerto de mar», «Sueño lunático» y «Fuga del alacrán», supone una demostración magnífica y poco habitual en el repertorio de este instrumento, donde hemos podido disfrutar de las maravillosas cualidades sonoras y técnicas del acordeón, además de la gran exigencia virtuosística de la misma.
La obra está compuesta respetando el constante equilibrio sonoro entre la orquesta y el instrumento solista y, durante su interpretación, se produjeron en diferentes momentos algunos efectos sonoros particularmente llamativos gracias a los cambios de registro que la intérprete realizaba durante su ejecución y que se mezclaban con la sonoridad de las diferentes familias de instrumentos de la orquesta.
Las constantes texturas, tanto de melodía acompañada como polifonías contrapuntísticas, se conseguían gracias al constante equilibrio sonoro entre ambos teclados. Para ello, la joven acordeonista hizo uso de los bajos libres o también conocido sistema Bassetti en la mano izquierda, evitando el bajo estándar durante su interpretación. De esta manera, no solo interpretó la obra con un gran equilibrio sonoro entre ambos teclados, sino que demostró gran destreza técnica, ya que estos bajos son de difícil ejecución.
Resultó especialmente llamativo cómo hacía fluir el sonido en los cambios de fuelle, sin cortes, con total sutileza, pero con determinación, respetando siempre las frases musicales, las innumerables dinámicas de la obra y la propia respiración de la música. Un claro ejemplo del magnífico uso del fuelle se pudo disfrutar durante el segundo movimiento, donde llevó al límite la extensión del fuelle para respetar el bellísimo tema inicial, en tempo lento y pianísimo. Pero no solo realizó un pulcro uso del fuelle en los habituales cambios de dinámica, sino demostrando su dominio con técnicas acordeonísticas que resultan muy espectaculares pero que son difíciles de realizar e incluso de gran exigencia física. Hablamos de técnicas como el vibrato, el bellow shake, el ricochet y el bending.
En el primero se trata de conseguir una sonoridad vibrada, mediante múltiples fórmulas, como el vaivén de los dedos, el movimiento de una pierna o con la mano contraria. El vibrato aparece constantemente a lo largo de la obra, aunque está más presente en el primero y en el segundo.
La gran exigencia física de dos técnicas de movimiento del fuelle, como son el bellow shake y el ricochet, queda demostrada en varios momentos de su interpretación, con la alternancia rápida y constante de apertura y cierre del fuelle, para realizar sonidos repetidos a gran velocidad. En el segundo movimiento hay momentos bellísimos de estas dos llamativas técnicas de fuelle.
La tercera técnica, conocida como bending, produce una bajada de medio tono de una nota con una técnica del fuelle unida al control de los botones. Este efecto se podía observar perfectamente al comienzo del último movimiento, en la «Fuga del alacrán», mientras en la mano izquierda se mantenía una nota pedal que potenciaba este efecto sonoro.
Todas estas técnicas las realizó Marta con limpieza y gran control del sonido, haciendo una gran demostración de conocimiento del fuelle, que, personalmente, es lo que más me impresionó de su interpretación.
Además de todo lo dicho, no podemos olvidarnos de la limpieza de ejecución de los innumerables pasajes virtuosísticos, que exigían velocidad y destreza, una obra repleta de ritmos complejos entre ambas manos, de arpegios imposibles, de pasajes polifónicos a varias voces, de una bellísima y compleja fuga, y todo interpretado de memoria y con exquisita sensibilidad.
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