
La compositora mexicana hace historia al ganar tres Premios Grammy por su Revolución diamantina, una obra feminista que crea un espacio de reflexión y acción, y que la ha terminado de catapultar como una de las voces más influyentes del panorama internacional.
Por Fabiana Sans Arcílagos & Lucía Martín-Maestro Verbo
El pasado 2 de febrero se celebró la ceremonia de los Premio Grammy en el Crypto.com Arena de Los Ángeles y la compositora mexicana Gabriela Ortiz hizo historia al alzarse con tres galardones. Su obra Revolución diamantina fue premiada como la Mejor Composición Clásica Contemporánea. La pieza fue estrenada por la Filarmónica de Los Ángeles en 2023 bajo la dirección de Gustavo Dudamel, y grabada en directo en el Walt Disney Concert Hall en 2022. Se trata de un ballet inspirado en la ‘revolución de la purpurina’, que expone las manifestaciones feministas que se desarrollaron en México en el año 2019, en las que las manifestantes lanzaban purpurina rosa a la policía para denunciar la epidemia de violencia contra las mujeres y el aumento de los feminicidios.
El álbum, que lleva por título el nombre de la obra premiada, es el primero que recoge una integral de piezas orquestales de Ortiz y recibió también los galardones de Mejor Compendio Clásico y Mejor Interpretación Orquestal, convirtiéndose en la primera mujer mexicana en obtener este triple reconocimiento. El disco está compuesto por otras dos obras: Altar de cuerda, un concierto para violín escrito para la violinista andaluza María Dueñas e interpretado por ella misma, que forma parte de la serie ‘Altares’ de la compositora y que mezcla la tradición del mundo maya con la modernidad del art decó; y Kauyumari, una pieza que reflexiona sobre la vuelta a los escenarios tras la pandemia de la COVID-19, en palabras de la compositora ‘explorando las interrupciones de la vida, al tiempo que constituye una comprensión y celebración del hecho de que cada una de estas grietas es también un nuevo comienzo’. Con este triple premio, la mexicana se consolida como una de las voces más potentes de la actualidad; recorramos su trayectoria.
Nacida el 20 de diciembre de 1964 en Ciudad de México en el seno de una familia profundamente conectada con la música, los padres de Gabriela Ortiz fueron miembros fundadores del grupo Los Folkloristas, un ensemble muy reconocido en la interpretación de la música tradicional latinoamericana, algo que, sin duda, influiría su estilo musical.
Tuvo la oportunidad de formarse en centros de enorme prestigio tanto en México como en el extranjero. Estudió composición y piano en el Conservatorio Nacional de Música, en la Escuela Nacional de Música y en la Escuela Ollin Yoliztli de su ciudad natal, para después trasladarse a Londres y estudiar en la prestigiosa Guildhall School of Music and Drama, becada por el British Council, y en la City, University of London, donde obtendría un doctorado en composición y música electroacústica. Esta formación de alto nivel, junto con su inmersión en una amplia gama de influencias musicales que abarcan desde la música tradicional mexicana hasta las vanguardias europeas, han sido esenciales para el desarrollo de su estilo personal y distintivo, que integra lenguajes de mundos musicales antagónicos, mezclando elementos de la música folclórica mexicana con técnicas contemporáneas, vanguardistas y elementos multimedia, creando así un lenguaje musical que es al mismo tiempo innovador y profundamente enraizado en su herencia cultural. Su capacidad para crear texturas sofisticadas, junto con complejos entramados rítmicos, son la marca personal de sus creaciones y la clave de su éxito internacional.
Su obra abarca música orquestal, de cámara y solista, aunque también ha escrito para danza, teatro y cine, colaborando activamente con poetas y dramaturgos, y explorando temas complejos, como el racismo, el sexismo, los problemas derivados de la globalización, las migraciones, el desarrollo tecnológico o el cambio climático. La obra de Ortiz ha sido interpretada, y en muchos casos encargada, por algunas de las orquestas más importantes del mundo, como la Filarmónica de Berlín, la Filarmónica de Nueva York, la Filarmónica de Los Ángeles, la Royal Philharmonic de Liverpool o la Sinfónica de la BBC, entre otras. Gustavo Dudamel, que es un firme defensor de la música de Ortiz, ha estrenado siete de sus obras, ha dicho de ella que ‘es una de las compositoras con más talento del mundo, no solo de nuestro continente. Su capacidad para aportar colores, para aportar ritmo y armonías que conectan contigo es algo hermoso, algo único’. Entre las obras que el director venezolano ha trabajado se encuentran (además de las ya mencionadas) Téenek,que presentó al público alemán con la Filarmónica de Berlín en el año 2023, y el concierto para violonchelo Dzonot, de la mano de la solista Alisa Weilerstein y la Filarmónica de Los Ángeles.
Una de las piezas más emblemáticas de su producción es Altar de muertos, estrenada en 1997. Se trata de una obra orquestal en tres movimientos, homenaje a la tradición mexicana del Día de los Muertos, en la que la autora evoca el sonido de las campanas y los cantos tradicionales, y los utiliza como punto de partida para desarrollar su obra. No podemos dejar de mencionar su ópera Únicamente la verdad, que aborda temas de género, identidad y justicia social, tratando la cuestión del narcotráfico y la migración en el norte de México. Este interés por la temática política se refleja también en el álbum Exilios, compuesto en 2014. Esta obra, escrita para flauta y cuarteto de cuerdas, está dedicada a los republicanos españoles que llegaron a México al final de la Guerra civil española, y está dedicada al flautista mexicano Alejandro Escuer.
Los recientemente obtenidos Premios Grammy no son sino la punta del iceberg de su carrera, pues la creadora tiene en su haber toda una vida de premios y reconocimientos, entre los que se encuentran el Premio Nacional de Ciencias y Artes, otorgado por el gobierno mexicano en el año 2016, la Medalla de Oro de Bellas Artes a la Creación Artística, obtenida en 2022, que es la máxima distinción otorgada por el Instituto Nacional de Bellas Artes de México, uno de los mayores reconocimientos que entrega el gobierno del país. En el mismo año formó parte del proyecto Iniciativa Musical Panamericana como comisaria, puesto en marcha por Dudamel junto con la Filarmónica de Los Ángeles. Además, anteriormente había disfrutado de becas Guggenheim Memorial Foundation y Fulbright-García Robles, además de dos nominaciones a los Grammy previas a las que ganó en la reciente edición.
Aparte de su labor como compositora, Gabriela ha jugado un papel fundamental en la promoción de la educación musical y es profesora titular en la Facultad de Música de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Asimismo, ha sido seleccionada como miembro de la Cátedra de Composición Richard y Barbara Debs del Carnegie Hall en la presente temporada 2024-25.
Estos reconocimientos de Ortiz no son solo un triunfo personal, sino un logro histórico para la música contemporánea y el feminismo. El hecho de que en un entorno tan globalizado como los Grammy se haya premiado una obra inspirada en las manifestaciones feministas es un hito que lanza un mensaje poderoso y valida la importancia de abordar desde el arte temas sociales urgentes, como la violencia de género y las desigualdades sociales.
Es emocionante mirar hacia adelante y pensar en lo que esta autora tiene aún por ofrecernos, pues Gabriela Ortiz no solo ha hecho historia, sino que está escribiendo el futuro de la música.
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