Obras de Rachmaninov, Scriabin, Falla, Granados, Ginastera, Chopin, Liszt y Gabriela Montero
Gabriela Montero, piano
EMI 7243 5 58039 2 4
2 CD
Nacida en Venezuela en 1970, la joven pianista Gabriela Montero tocó por primera vez en público a los cinco años. A los ocho obtuvo una beca del Gobierno venezolano y a los doce ganó el premio de la Asociación de Enseñanza Musical Americana tocando el Concierto para piano Nº 1 de Tchaikovski. En estos últimos años ha tocado a las órdenes de directores como Claudio Abbado, Tamas Vasary, Michel Beroff y Rudolf Barshai. En 2006 está previsto que debute con la Filarmónica de Nueva York, dirigida por Lorin Maazel. Martha Argerich, en cuyo Proyecto participa, ha dicho de ella que es una artista única, de las que en contadas ocasiones se ha encontrado en su vida. Pero más que este notable currículum el oyente debe escuchar la magnífica tarjeta de presentación que le ha brindado EMI, con un doble álbum. En el primer disco Gabriela interpreta a Rachmaninov, Scriabin, Falla, Granados, Ginastera, Chopin y Liszt, una mezcla explosiva casi imposible de concebir en una intérprete tan joven, que demuestra no sólo conocer a la perfección la personalidad de cada uno de ellos, sino que aporta matices novedosos que denotan una capacidad de instropección poco común. Si en sus manos páginas como el Preludio op.32 Nº 5 de Rachmaninov suenan a sueño infantil, su Chopin destila un romanticismo idealista y muy vital, sin los tormentos con los que otros intérpretes suelen emborronarlo. No pueden dejar de citarse sus dos incursiones en autores españoles, con la Danza Nº 1 de La vida breve fallesca y La maja y el ruiseñor de las Goyescas de Granados, en las que despliega una gracia y un colorido tan sensual que revelan un profundo conocimiento de nuestra música. En piezas como el Vals de Mefisto de Liszt se nos muestra la virtuosa impoluta, capaz de escalar las cimas más escarpadas de la literatura pianística sin ni siquiera despeinarse. En el segundo CD Gabriela da rienda suelta a su capacidad para la improvisación y el jazz, creando verdaderas maravillas a partir de obras de los autores antes citados, y algunas de inspiración absolutamente propia. Se hará querer.