Se trata de un programa de sonatas para violín y piano editado con el sello alemán Audite
Franziska Pietsch y Josu de Solaun han publicado ‘Fantasque’, un disco con sonatas para violín y piano de los compositores franceses Gabriel Fauré, Claude Debussy, Maurice Ravel y Francis Poulenc. En el trabajo discográfico, editado por el prestigioso sello alemán Audite, la intérprete alemana y el español abordan el repertorio galo para estos dos instrumentos.
El disco incluye cuatro obras, Sonata para violín núm. 1 (1876) de Fauré, Sonata para violín L. 140 (1917) de Debussy, Sonata para violín núm. 2 (1927) de Ravel y Sonata para violín FP. 119 (1943) de Poulenc y fue registrado por la violinista y el pianista en la Iglesia Jesus Christus de Berlín, un lugar legendario en el que grabaron directores de la talla de Herbert von Karajan y Wilhelm Furtwangler, entre otros.
El título del disco ‘Fantasque’ toma el nombre que Debussy da al segundo movimiento de su sonata: Intermède: fantasque et léger (Intermedio: caprichoso y ligero). Pietsch y De Solaun pasan de ‘la delicadeza nostálgica de Fauré hasta los sueños aforísticos de Debussy, desde la ecléctica urbanidad de Ravel hasta el humor sardónico y la sensualidad sincera de Poulenc’, que abarca por orden cronológico casi 70 años desde el año en el que se compuso la primera obra hasta la última.
En este trabajo, la música ‘te lleva a la magia fantasiosa: lo maravilloso y extraño, lo extravagante y agridulcemente nostálgico, lo polifacético y humorístico, e incluso lo cálidamente trágico’.
En este segundo disco de Pietsch y De Solaun para Audite, tras el grabado con sonatas de Strauss y Shostakóvich en 2019, el dúo explora paisajes emocionales que complementan los de su álbum anterior. Los músicos transitan de la exuberante juerga, la grave tragedia y la brutal realidad de las obras de los compositores austriaco y ruso a moverse entre los polos del sueño y la realidad de los franceses.
El tema común es lo fantástico, la magia de la imaginación, la distancia poética de la realidad y el compromiso intensivo con las emociones internas. De este modo, el mundo de los sueños se convierte en un refugio, tanto para los oyentes como para los artistas.
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