En esta edición que termina, 6000 espectadores han disfrutado del Festival de Música Antigua de los Pirineos 2018, 1000 más que el año pasado, cifras que son un reconocimiento al buen hacer de este ya veterano festival.
Nombres reconocidos junto a jóvenes artistas en unas propuestas que nunca se apartan del ámbito de la música antigua, más la constante intención de incorporar nuevos espacios como escenarios, sin olvidar el trabajo de inclusión del FeMAP social, junto al esfuerzo de quienes trabajan en el Festival para que se desarrolle sin incidencias. Esa es la fórmula del éxito de un Festival atípico.
El Festival de Música Antigua de los Pirineos, desde su creación hace ocho años, defiende la clara vocación de servicio público que distingue a este festival: precios asequibles, que no superan los 20-25 euros por concierto (con la posibilidad, además, de abonos a precio reducido para varios espectáculos) y proximidad con el público. Proximidad que se traduce tanto en programar los conciertos en los rincones más escondidos de la geografía pirenaica, como en estar atentos siempre a las necesidades del público y solventar las posibles incidencias de la manera más personalizada posible.
La amplitud del territorio abarcado por el FeMAP es enorme, tanto en kilómetros cuadrados y municipios implicados (37 en esta edición, de Cataluña, Andorra y Francia) como en kilómetros recorridos por quienes trabajan en su desarrollo, en un esfuerzo por mantener la personalidad del Festival en todas sus convocatorias con la misma calidad organizativa y artística, ya sea en conciertos en una iglesia diminuta, con 30 ó 40 asistentes, o en espacios como la catedral de la Seo de Urgel, que permite un aforo de cientos de personas.
Y como clave añadida, y avalada por el interés del público, el adecuado uso del patrimonio cultural como escenario de los conciertos del Festival.
El inmenso tesoro que el período Románico ha dejado en toda la región, y su magnífico estado de conservación, convierte a iglesias, ermitas y conventos en escenarios perfectos para las propuestas del FeMAP, centradas siempre en la difusión de la música antigua. Patrimonio cultural que también aprovecha otros espacios, programando conciertos en museos y edificios civiles. Y en el que se incluye el paisaje, fruto de la interacción de sociedad y naturaleza, un elemento más de este patrimonio, brindando alguno de los escenarios más singulares del FeMAP.
En el último fin de semana de conciertos, los días 22, 23, y 24 de agosto, el grupo Hirundo Maris, liderado por Arianna Savall y Petter Udland Johansen interpretaron el programa La Rosa de los Vientos, un viaje a través de la música antigua, interpretada junto a músicas tradicionales, composiciones propias e improvisaciones.
FeMAP 2018 concluyó con Eduardo Paniagua, quien, con dos formaciones diferentes, en dos programas distintos. El jueves 23 interpretó una selección del repertorio medieval de las Cantigas de Alfonso X el Sabio del siglo XIII. Y en los conciertos de clausura del festival, los días 25 y 26 de agosto, en Alp y Espot respectivamente, Paniagua actuó junto a Wafir Gibril (canto árabe, «ud»,laúd árabe, y darbuka) y Pedro Burruezo (canto, Mondol y cítola), con un programa titulado Trovadores de las Tres Culturas.
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