Por Javier Ulises Illán
Director de orquesta y musicólogo
Farinelli fue un cantante italiano del siglo XVIII conocido por su voz excepcionalmente hermosa y una simpar exquisitez interpretativa, que le convirtieron en la gran sensación en las cortes europeas. Tras su éxito en los teatros más importantes de Europa, su carrera se desarrolló en España. Al abrigo de la corte de los Borbones, gestionó las más fastuosas fiestas reales, convirtiendo a nuestro país en uno de los epicentros operísticos de Europa.
Carlo Broschi ‘Farinelli’ (Andria, 1705-Bolonia, 1782) es el cantante castrato más famoso en el universo de la música. Algunos historiadores de la ópera afirman que no fue un castrado al uso antes de la adolescencia para mantener la pureza de su voz, sino que lo fue tras la caída de un caballo, que le produjo un desgarro en la ingle y hubo que extirparle los testículos. Su voz angelical y su talento como cantante han dejado una marca imborrable en la historia de la ópera. Su legado perdura como un ejemplo de virtuosismo y como figura eminente en la música barroca, no solo por su amplia extensión vocal o su capacidad para emitir notas agudísimas sin esfuerzo aparente, sino por su encomiable profesionalidad y capacidad de gestión al frente de la cultura cortesana española del siglo XVIII, a la que impregnó del gusto por lo italiano.
El enorme sacrificio de la operación
La castración era una operación de riesgo, realizada con medios rudimentarios y falta de higiene. El médico (en algunos casos el barbero, el capador o el albéitar), tras realizar una incisión en la ingle, extraía los testículos. En España se denomina a los castrados con el término ‘capón’ y la castración por razones musicales ya se registra en 1506 en un documento relativo a los mozos de coro de la Catedral de Burgos. En Italia se sometieron a la castración entre 3.000 y 4.000 niños cada año, para abastecer las capillas musicales y los teatros. De todos ellos, apenas 120 lograron tener una carrera musical destacada.
La formación del capón y su éxito en Europa
Farinelli inició su formación vocal con Niccolò Porpora, que también guio los pasos de otros afamados castrados como Caffarelli, Carestini o Salimbeni. El capón debutó a los 15 años en Nápoles. Convertido en una figura por su virtuosismo vocal y su elegancia interpretativa, desarrolló su carrera por los más importantes teatros de Europa. Canta en Roma, Viena, Venecia, Milán o Bolonia, hasta 1734, año en el que se establece en Londres. Allí, canta en el Teatro de la Nobleza, en la compañía dirigida por Porpora, e interviene en alguna de las óperas más renombradas de Haendel, como Ariodante. Esta colaboración contribuyó a aumentar la popularidad de ambas figuras en Londres, donde permanecerá hasta 1737. El castrato, tras una breve estancia en Francia, donde canta para Luis XV, se establece en España invitado por la reina Isabel de Farnesio, llegando a construirse una casa palacio en Aranjuez.
Farinelli, el musicoterapeuta del siglo XVIII
El rey Felipe V era una persona saludable, inteligente y de trato exquisito, hasta que llegaron a su vida diversos ‘padecimientos’, que hoy consideramos trastorno bipolar y depresión. Se cuenta que el rey en fases agudas de la enfermedad quiso montar los caballos de los tapices del palacio e, incluso, llegó a creerse una rana. Se le definía como melancólico y desarrolló un síndrome que le hacía pensar que estaba muerto. A este rey, postrado y presa de la pasividad y la melancolía, es al que Farinelli ayuda a mejorar gracias a una suerte de musicoterapia. Isabel de Farnesio estaba convencida de que la única forma de calmar los estados depresivos del rey pasaba por la música y el canto, artes a las que se había mostrado siempre receptivo. Por ello, la reina invitó a España al mejor: Farinelli. Fue el fichaje estrella de la monarquía española. Una suerte de Messi o Beyoncé. El castrato, acompañado de algún instrumentista, cantaba para el monarca desde una habitación contigua a la que este reposaba. Resultó que, al son de la música y el canto, el rey reaccionó y volvió a hablar. Con el tiempo la enfermedad pareció serenarse. Esta labor ‘musicoterapéutica’ quizá tenga más de leyenda que de historia, ‘ma se non è vero, è ben trovato‘. Tuvieran mucho o poco que ver estas actuaciones en la mejoría del monarca, este, agradecido, recompensó a Farinelli, que se convirtió en un personaje influyente de la corte, especialmente durante el reinado de los melómanos Fernando VI y Bárbara de Braganza. La relación con la reina fue tan estrecha que esta le legó en su testamento instrumentos musicales y parte de su biblioteca musical, colección que hoy se conserva parcialmente en la Biblioteca Marciana de Venecia.
Farinelli, en primera persona: Carlo Broschi y su círculo íntimo
Existen documentos que ilustran sobre el talante, la elegancia y el carisma del capón, así como su visión estratégica en asuntos que van más allá de lo musical. Entre ellos, está la correspondencia con el empresario, y protector, el conde Pepoli, y con Pietro Metastasio, el gran poeta y libretista, con quien compartió, además de camaradería profesional, una sólida amistad. Un documento muy importante para entender el papel de Farinelli en la corte y su influencia en la escena es Fiestas Reales en el Reinado de Fernando VI, manuscrito de Carlos Broschi Farinelli, donde detalla ‘las diversiones que anualmente tienen los reyes’, y que incluyen las serenatas de música, los paseos musicalizados en falúa por el Tajo o las funciones de ópera en el Real Coliseo del Buen Retiro. También sabemos que Broschi cantaba en las sesiones privadas que se realizaban en las cámaras de los reyes, donde los monarcas solían acompañar tocando instrumentos.
Respecto al aspecto íntimo y afectivo de Farinelli, hay pistas que nos llevan a conclusiones aún no demostradas. El castrato, obviamente estéril, estaba incapacitado para la procreación, pero podía mantener relaciones sexuales. En las memorias de Giacomo Casanova aparece como un amante de cierta reputación, ‘aunque se prodigara poco’, y frecuentaba sábanas de muy diversos lechos. Existen indicios de una estrecha relación con la soprano Teresa Castellini, más allá de su presencia en el famoso retrato grupal de Amigoni. Domenico Scarlatti tenía conocimiento de esta relación amorosa y compuso doce cantatas de cámara para que Farinelli y Castellini las interpretaran en las veladas del Palacio de Aranjuez. Estas obras establecían un diálogo entre dos amantes, que compartían una conexión artística y una relación personal. Farinelli reunió las cantatas en un álbum que envió a Viena a su amigo Metastasio, donde se conserva en la Biblioteca Nacional de Austria.
La voz del ángel
Farinelli era conocido, prestigiado y admirado en toda Europa por la excepcionalidad de su voz, capaz de cubrir más de tres octavas y media y cantar más de 250 notas en una sola respiración. Quantz, contemporáneo del cantante, escribió que ‘tenía una voz de soprano penetrante, completa, rica, luminosa y bien modulada’ y que ‘su entonación era pura, su vibración maravillosa, su control de la respiración extraordinario y su garganta muy ágil’. Era un excelente instrumentista que tocaba la viola y la viola d’amore. Su saber y altura artística quedan reflejados en un libro existente en la Biblioteca de Viena del propio Farinelli, en el que escribe en tinta negra las arias como las concibieron los compositores y en tinta roja anota las variaciones y ornamentos que él cantaba. Es un documento importantísimo para entender su virtuosa vocalidad y apreciar su creatividad y excelente nivel musical.
Mucho más que una voz bella: un buen asesor y gran gestor cultural
La actividad de Farinelli en España fue mucho más allá de las tareas del músico. Fue el encargado de reformar y refinar los gustos culturales a partir de la apertura a las corrientes y artistas europeos, especialmente italianos. El gran prestigio europeo de la personalidad de Farinelli y su servicio a los reyes españoles es utilizado como símbolo de la amplitud de miras y del poder de los monarcas. Todo el poder de gestión lo acumula Farinelli con el apoyo de Bárbara de Braganza y del primer ministro el marqués de la Ensenada, como ha documentado el musicólogo José María Domínguez. En esta época, además de seguir haciendo música en la cercanía de los reyes, se encargó de la gestión y preparación de los actos musicales en la corte y en algunos teatros; se crearon nuevas compañías y pequeños teatros de ópera en los Reales Sitios; se programaron en España óperas que habían triunfado en Europa y se compusieron otras para ser estrenadas en Madrid; se contrató a músicos sobresalientes europeos para la corte española y se imitaron las fastuosas fiestas, conciertos y representaciones haendelianas en el Támesis, para lo que se creó una flota de falúas que navegaban en el Tajo en Aranjuez.
Farinelli organizó la cultura y el ocio. No solo programó un verdadero ciclo metastasiano, compuesto por doce óperas serias y algunas obras más breves, sino que organizó las fiestas con un sentido de hombre de estado que vinculaba festejo y política.
Muerta la reina Bárbara de Braganza en 1758, enfermo depresivo el rey y destituido el marqués de la Ensenada, Farinelli seguía teniendo poder, pero, habiéndose dispuesto el internamiento del rey en el palacio de Villaviciosa de Odón, el médico real, Andrés Piquer, le pidió que fuera con el monarca y le cantara, con el fin de aliviar sus males. A la muerte de Fernando VI en 1759 y la llegada al trono de Carlos III, poco interesado por la música y con otros objetivos políticos, Farinelli renuncia a sus cargos y, bien recompensado, marcha a Bolonia en los primeros meses de 1760.
Farinelli: una bocanada de aire fresco para la cultura española
Farinelli llega a España en un momento de eclosión de la cultura italiana que se va imponiendo en todas las artes y marcando el gusto estético del siglo XVIII. Respecto a la música, alcanza su mayor altura en los años en que se convierte en el todopoderoso promotor de los espectáculos operísticos, o las fiestas musicales organizadas entre 1747 y 1748 en el palacio del Buen Retiro de Madrid, en los teatros de los Reales Sitios y en las aguas del río Tajo en Aranjuez.
Todo este costoso conjunto de producciones musicales, destinadas a las élites españolas y extranjeras que visitaban la corte, conformaba un complejo sistema de propaganda, cuyo destino era fundamentar el prestigio de la monarquía en Europa. Lo cultural era una herramienta más en la mano del favorecido ministro Farinelli, que fue un asesor político exquisito con un poder de relaciones sobresaliente y siempre al servicio de la corona. Sin la red de contactos diplomáticos no le hubiera sido posible producir los complejos espectáculos musicales en los que se embarcó. Estas relaciones incluían al poeta Metastasio, al que le encargó libretos, como La Nitteti, título recientemente recuperado por Nereydas, que es capital en la historia de la ópera, por ser la única que el dramaturgo escribió ex profeso para la corte de Fernando VI, cuyos papeles principales los interpretaron Maddalena Parigi y Teresa Castellini. También le dio consejo para traer a España a compositores como Niccolò Jommelli y Giuseppe Bonno, e intérpretes y cantantes como Colomba Mattei o Caterina Gabrielli, los más reputados para el brillo de los espectáculos. También importó las innovaciones en la tramoya italiana, a pesar de su enorme coste.
La estela de Farinelli
A la marcha de Farinelli quedó el poso estético que había impregnado la corte de Madrid. Su influencia se hace patente en compositores e intérpretes de elevado nivel artístico que trajo y que se quedaron en España. La estela de Farinelli pervivió durante muchos años, y, por consiguiente, el gusto por la cultura italiana en las composiciones musicales, en la ópera y, por extensión, en Madrid, que seguirá siendo durante los siglos XIX y XX un foco importante de obras italianas, donde incluso Verdi llega a estrenar sus óperas, algo que trasciende hasta la actualidad, siendo el Teatro Real de querencia italiana.
Farinelli en la cultura popular actual
Farinelli es reconocido en la cultura popular, no solo por ser un cantante castrado, sino por constituir una figura con valores artísticos sobresalientes. En los siglos XIX y XX lo encontramos como personaje de ópera y zarzuela con diversos protagonismos. Un ejemplo entre muchos es la ópera de Farinelli, de Tomás Bretón, estrenada en 1902 y recuperada por el Teatro de la Zarzuela en 2020.
La película Farinelli (Il castrato) (1994), dirigida por Corbiau, no solo despertó el interés de la sociedad por el personaje, sino que convirtió a los contratenores en un auténtico fenómeno popular. Se vendieron 800.000 copias del disco con la banda sonora de la película.
De 2016 es la obra que llevó a los Teatros del Canal Gustavo Tambascio, Farinelli, el castrato del rey Felipe, en la que explora su etapa española, obra protagonizada por tres intérpretes para poder dibujar con tres voces diferentes la voz única de Farinelli. En Londres se representó en el Globe Theatre Farinelli and the King (2015) con enorme éxito de público y en Broadway (2017).
La literatura sobre el personaje es abundante. Ahí está, por ejemplo, Il Farinello ritrovato, de Luigi Verdi, un compendio de estudios que ponen al día su última etapa, además del análisis de sus restos tras haberlos exhumado. Hay novelas y artículos divulgativos de mayor y menor profundidad. Existe una amplia bibliografía de estudios e investigaciones rigurosos de carácter académico y musicológico.
Epílogo
Farinelli vive. Su fama le trascendió. Hoy es un singular icono, apoyado tanto en el talento musical como en la ambigüedad sexual y atracción que rodea a los castrados, a veces elevados a la categoría de ‘ángeles en la tierra’ o bellos artificios de la medicina, y otras denostados como híbridos, ‘medio hombres’ o seres de naturaleza monstruosa. La realidad, el mito y la fuerza icónica de Farinelli llegan hasta el presente, cada vez con datos históricos más contrastados.
Bibliografía
Ascenso y Caída del Astro Farinelli contado por él mismo. Vega de Martini. Paladares de Cordelia. 2022.
Los atributos del capón. Ángel Medina. ICCMU, 2011.
Deja una respuesta