Aunque nos parezca sorprendente a la (espero) mayoría, sigue habiendo quien, a día de hoy, respondería al título de este artículo de la siguiente forma: ‘No, ni han existido, ni existen mujeres compositoras. Incluso me atrevo a vaticinar que tampoco existirán en el futuro. Todo el mundo sabe que solo una mente masculina está preparada para una labor tan compleja como es la composición musical’. Me pongo manos a la obra, ya que mucho queda por hacer, y aporto en este texto mi visión de un tema de plena actualidad
Por Luis Orduña
—¡Déjame hacerte una pregunta!—exclama un sujeto—¿Existen las mujeres compositoras?
—No, no existen—afirma categóricamente su interlocutor.
—¿Cómo? ¿En serio lo dices?—responde con cara de incredulidad el primero.
—Bueno, a ver, alguna ha debido de existir, pero nada interesante—interpela el interlocutor número dos.
—¡Vaya! ¿No te resulta curioso que después de tantos siglos de existencia humana no haya habido mujeres con talento para la composición musical?—pregunta el primero.
—Ya sé por dónde vas. ¿Te refieres a Clara Schumann, Fanny Mendelssohn o Nannerl Mozart?
—Por ejemplo…
—Bueno… ya sabes.
—¿Qué es lo que sé?
—¡Qué ingenuo me resultas a veces! A esas compositoras se les conoce por ser hermana de o esposa de.
—¿Estás provocándome, verdad? Con todo lo que tú sabes sobre música, ¿piensas de verdad eso que dices?
—…
—¿Qué me dices de importantes compositoras actuales como Sofiya Gubaidúlina o Gloria Coates? ¿O de las españolas Elena Mendoza, Mercedes Zavala o Teresa Catalán?
—Francamente, no las conozco. Nadie me ha hablado de ellas y no veo que su música se programe. ¡Por algo será!
Desconocimiento globalizado
La conversación expuesta al comienzo de este artículo no es real. No ha sucedido como tal, en ningún momento ni lugar, aunque, obviamente, tampoco se trata de una invención. No es una ficción, por lo tanto. Si te has sentido reflejado en cualquiera de los dos participantes sabes de lo que estoy hablando.
Sabes de lo que estoy hablando.
Si te sientes reflejada o reflejado en el primer interlocutor, no te preocupes. Es posible que hayas vivido una conversación similar a la planteada en este artículo, y ya sabrás que poco, o nada, conseguirás intentando que tu interlocutor comprenda, en unos segundos, la relevancia de las mujeres en el pasado, ni siquiera en el presente, ni probablemente su importancia en un futuro. No te esfuerces, creo que el camino es otro.
Si por el contrario, te sientes reflejada o reflejado en el segundo de los interlocutores, tampoco debes preocuparte. Eres parte de este mundo en el que sistemáticamente se ha ocultado toda aportación femenina, en cualquiera de los campos de conocimiento. Y es que no hablo de la composición estrictamente, puesto que, creo que compartirás conmigo, el silenciamiento de las mujeres en la historia es un hecho evidente en las diferentes áreas, como las ciencias y la ingeniería o el deporte y la política. Sin embargo, creo que esta invisibilización resulta especialmente intensa en el campo artístico, y dentro de este, en el de la creación. Por tanto, sí, la creación artística, entre la que incluimos la creación compositiva, que es el tema que nos ocupa, sale muy mal parada en este sistema. Ciertamente, no te han hablado de estos referentes en la escuela, ni en la universidad, y mucho menos en el conservatorio. Tampoco los medios de comunicación, ni los medios especializados se han tomado este tema como una prioridad, salvo en honrosas excepciones.
Querida o querido interlocutor núm. 1
Te dedico a ti estas palabras. Antes de nada, déjame agradecerte que continúes conmigo en la lectura de este artículo. Llegados a este punto, estoy convencido de que todos los interlocutores tipo 2 habrán abandonado ya esta lectura tras poca, o ninguna, reflexión. Esto no va con él ni con ella. Si hubieran llegado a este renglón, al menos descubrirían que, ahora sí, ellos mismos tienen algo de culpa.
La investigación sobre el campo que nos ocupa ha avanzado muchísimo durante los últimos tiempos. A quien le interese el tema no le costará esfuerzo encontrar en artículos o páginas web bibliografía que le hará ser plenamente consciente de que este es un tema serio, profundo e interesante. También podrá escuchar música de esas compositoras, que sí, obviamente han existido. Desde la Edad Media, con ejemplos como el de Hildegard von Bingen, hasta la actualidad, con miles de ejemplos.
Cierto es que toda persona que acceda a esta bibliografía es sensible al tema, consciente de ese ‘desconocimiento globalizado’ que citaba antes, y, además, tendrán en común un sentimiento de impotencia, de incapacidad de cambiar nada más que su propio conocimiento. Probablemente sea así.
Tenemos un problema: la falta de referentes
Creo que esta cuestión es clave. En la etapa infantil, en la adolescencia y en la juventud, cuando estamos creando nuestra personalidad, nacen nuestros gustos, nuestras sensibilidades e intereses. En estas primeras etapas de la vida es absolutamente necesario contar con ejemplos que nos posibiliten imaginar nuestro futuro y nos sirvan de guía durante nuestro camino. Pues bien, las niñas y las jóvenes adolecen de estos ejemplos, pues sus posibles referentes se encuentran invisibles a sus ojos.
Los referentes, además, para que sean funcionales, deben de ser lo más cercanos posibles a la realidad de cada uno, tangibles y fácilmente imaginables. Y es que, tan difícil parece que un neoyorkino quiera dedicarse a la ganadería como que una mujer quiera ser compositora. Sus potenciales referentes quedan demasiado lejanos, resultan algo del todo improbables, con lo que lo más sencillo es buscar otra actividad más realista y factible.
La educación en el aula
Sin duda, el aula es uno de los espacios más interesantes y con más margen de acción dentro de todo este proceso. Me refiero a cualquier tipo de aula de educación musical y en cualquier nivel, ya sea en las clases genéricas de música dentro de la educación primaria, secundaria o universitaria, o sea en espacios más específicos, como las escuelas de música o los conservatorios. En este ámbito resulta necesario que investiguemos, que tengamos información y materiales que nos permitan ‘normalizar’ y ‘visibilizar’ la presencia de las compositoras; en definitiva, dignificar su obra.
La realidad es que existen muchísimas compositoras que han escrito tanta música que verás cómo es posible que el alumnado, ya toque el violín o la tuba, toque en una banda, una orquesta o en un grupo de cámara, pueda interpretar música de estas. Y no digo que sea sencillo realizar este avance. Opino, solamente, que si perteneces al ámbito educativo es tu responsabilidad y que entre todos debemos hacer este trabajo para no ser ‘cómplices’ del desconocimiento y culpables de su invisibilización.
Normalización anormal
Existen muchas iniciativas, de pocos años a esta parte, cada vez más numerosas, que trabajan en la línea de dar visibilidad a las mujeres en la música, de igual manera que sucede en el resto de áreas que antes mencionaba. Uno de estos casos es el de los conciertos donde mujeres, y únicamente mujeres, interpretan música hecha exclusivamente por mujeres. Con este tipo de acciones se visibiliza una realidad sesgada, que, a mi juicio, alcanza de una manera parcial su reconocimiento ante el mundo. Con estas expresiones fuerzan la realidad, crean una especie de ‘equipo contrario’. De manera que, frente a una orquesta con escasa presencia femenina, con director varón y con un repertorio cien por cien masculino, presentan música de compositoras mediante interpretes femeninos por completo y con un público mixto, eso sí, muy consciente de la realidad y muy escaso en número. Y es que es esto a lo que llamo normalización anormal. Creo que estas apuestas son tremendamente necesarias e interesantes, pero tan convencido estoy de esto como de que no son el camino a la normalización.
Otro tipo de actividades dentro de la normalización anormal consisten en utilizar las fechas señaladas para la reivindicación y la conmemoración de la lucha de las mujeres por su participación en la sociedad, como el 8 de marzo, para programar conciertos monográficos de mujeres compositoras. Al igual que lo planteado en el párrafo anterior, creo que estas iniciativas no terminan de cumplir con los objetivos que se pretenden, puesto que su objetivo último es más la reivindicación y el activismo político-feminista que la propia dignificación y visibilización del trabajo de autoras silenciadas que haya que abrir al mundo. En mi humilde opinión, es más un modo de limpiar conciencias de programadores, o peor aún, una forma de cumplir con lo políticamente correcto sin creer demasiado en el fondo del asunto, que una apuesta real por la normalización.
Normalización normal
Todo este camino de visibilización tiene que tener como objetivo alcanzar una situación normalizada, justa con las creadoras y que el hecho en sí no sea, en ningún modo, noticia al carecer de interés mediático.
¿Qué considero normal? Mujeres compositoras presentes en las programaciones de historia de la música, composiciones femeninas presentes en todos los materiales didácticos y en los repertorios de bandas y orquestas. Todo esto sin ocupar titulares, sin distinguir más allá de la valía personal y sin entrar en el género para ‘adornar’ la noticia. Y es que compositoras hay muchas y muy válidas, como las hay directoras de orquesta o intérpretes y como las hay en la ciencia o el deporte. Solo que en los pasos de normalización relativa al género, las creadoras comienzan un poquito más atrás en el punto de partida, tienen una dificultad extra que con el esfuerzo, la dedicación, la responsabilidad y la implicación de todas y todos lograremos conseguir.
La dificultad de programar a las mujeres compositoras
A la inexistencia de referentes femeninos, que párrafos antes mencionaba, se le suma la dificultad que supone programar la música de las compositoras. En muchos casos se trata de música de muy difícil accesibilidad, de manera que nos descubrimos ante un terrible círculo vicioso: las instituciones, los directores y los programadores no incluimos música de mujeres, de manera que las editoriales no confían en este producto de tan escasa salida, consecuentemente esta música no se graba en discos ni se distribuye y el público no la conoce ni la demanda. El círculo se cierra de manera que la labor de los primeros para incluirlas en los conciertos es realmente complicada.
No obstante, como indicaba antes, tenemos que involucrarnos en este proceso, no dejarnos llevar por las inercias y auto exigirnos este trabajo extra que conlleva, puesto que el resultado será positivo para alcanzar esa sociedad igualitaria que perseguimos. Yo personalmente realizo este esfuerzo y, si soy sincero, debo reconocer que me supone muchísimo tiempo y energía. En muchos de los casos, antes de programar esta música creo un vínculo personal con la compositora, ya que es probable que su música no esté editada, no esté disponible para la venta o quizá toda esta promoción la lleva adelante la propia compositora, con, generalmente, escasos medios materiales. Desde 2020 soy el director de la Banda Municipal de Música de Vitoria-Gasteiz y desde entonces asumimos el reto de incluir a las mujeres compositoras en todos los conciertos de la temporada de abono. Resulta complejo, sí, y tiene algo de forzado, sí, lo tiene. Pero creo que es mucho más lo positivo que lo negativo, y desde luego merece la pena. Durante estos dos años hemos estrenado música de compositoras como Sofía Martínez, María José Belenguer, Raquel Sánchez, Dani Howard o Silvia San Miguel. Además hemos interpretado obras originales de autoras como Tania León, Alba Misó, Kimberly Archer, Julie Giroux, Sara Galiana, Magdalena Argibay, Amparo Edo Biol, Nancy Galbraith o Cheen Yi, entre otras. Un pequeño paso que confirma que sí, que se puede avanzar.
Post data. Querida o querido interlocutor núm. 2
No, aunque lo parezca, no me he olvidado de ti. Como bien comentaba al principio del artículo, no debes sentirte culpable, o al menos, no demasiado culpable. El desconocimiento de un tema o asunto nos puede llevar a realizar afirmaciones taxativas carentes de todo fundamento. Por lo que solo puedo darte dos consejos: el primero, que seas prudente, nadie espera que lo sepas todo. El segundo, que no es necesario que seas un experto o experta en este tema, pero sí sería interesante que te propongas adquirir unas nociones básicas acerca de la existencia y la importancia de las mujeres compositoras, tanto en el pasado como en el presente. Valorar lo complicado que ha sido y es para ellas dedicarse a un mundo tan masculinizado como es la composición musical, tan falto de referentes femeninos, tan invisibilizado. Además, debes valorar la importancia del trabajo compositivo de estas abandonando todos los prejuicios, o intentándolo. Creo, firmemente, que este ejercicio te resultará satisfactorio.
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