Christof Loy y Josep Pons se unen para dar vida a los personajes de la ópera de Chaikovski
El Gran Teatre del Liceu abre las puertas de la temporada 203-24 con Eugene Onegin de Chaikovski, título imprescindible del Romanticismo ruso. Un año más, el maestro Josep Pons se encarga de dirigir la primera ópera de la temporada, que estará en el escenario del coliseo barcelonés del 27 de septiembre hasta el 8 de octubre.
En esta ocasión se presenta una coproducción del Liceu con Den Norske Opera (Oslo) y Teatro Real (Madrid) con el sello de Christof Loy. La propuesta se estrenó en 2020 en Oslo. Muy ligada al texto original, esta producción, huye de los tradicionalismos para apostar por una escenografía minimalista que ayuda a subrayar el interior de los personajes.
Sobre Eugene Onegin
Basada en una de las historias más conocidas de la literatura rusa del siglo XIX, Eugene Onegin fue la primera ópera que Chaikovski abordó después de varios éxitos en el ballet y la sinfonía. Planteada inicialmente como una pieza de cámara fue articulada a partir de escenas líricas.
La estrenó en 1879, en el Teatro Malí del Conservatorio de Moscú, con un elenco amateur formado por jóvenes estudiantes. Sin embargo, la potencia emocional de la partitura se plasmó en aquel primer recital y acabó pasando a los grandes teatros. Dos años más tarde Eugene Onegin se estrenaba en el Bolshoi de Moscú, y su fama perduraría hasta la fecha como una de las grandes óperas románticas.
La producción
El director de escena alemán Christof Loy divide el desarrollo de la historia en dos segmentos caracterizados por una escenografía distintiva. ‘Solitude’ recoge el primer acto y parte del segundo, y ‘Loneliness’ comienza con el duelo entre Onegin y su amigo Lenski , y llega hasta la conclusión.
El primer concepto hace referencia a la soledad buscada y temporal, mientras que el segundo responde a una soledad no deseada y sin solución. Por eso, la primera parte de la función se centra en Tatiana, que se aísla en los libros, pero que ansía abrirse al mundo por medio de un amor puro. La segunda mitad pone el foco en Onegin que, creyendo que podría conquistar a Tatiana en cualquier momento descubre que ha llegado tarde.
Loy suele plantear producciones con este marcado toque minimalista, situando muy pocos elementos a la vista del público. La escenografía elegida firmada por Raimund Orfeo Voigt, es la misma para toda la ópera: una sala enorme con dos ventanas y una entrada, apenas decorada en la primera parte, y el mismo marco, pero con una sola puerta, para la segunda. Andreas Heise firma la coreografía y el movimiento escénico de la producción, que toma un protagonismo esencial en el dinamismo de la obra.
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