El grupo Orpheus Musicus, fundado por el violinista madrileño Sergio Suárez, realizó su puesta de largo en 2021. Desde entonces han recorrido muchos escenarios encontrando gran conexión con el público gracias a programas que incluyen repertorios europeos de los siglos XVII y XVIII, interpretados con criterios históricos. Ahora presentan su primer álbum, ‘Musica Scotica’, que supone un recorrido por la música escocesa, irlandesa e inglesa de los siglos XVII y XVIII.
Por Susana Castro
Usted es el fundador del grupo de música antigua Orpheus Musicus, dedicado a la interpretación con criterios históricos de la música de los siglos XVII y XVIII. ¿Qué le impulsó a crear esta formación?
Supongo que la idea de crear tu propio grupo siempre está ahí. Después de unos años tocando en ensembles y orquestas de aquí y de allá, llega un momento en el que a uno le apetece probar y experimentar con las ideas propias. En mi caso llegó en los últimos años de estudios, y está ligada a la idea de crear un programa que explore el repertorio escocés e irlandés del Barroco. Aun así, mi voluntad con el grupo es hacer muchos otros repertorios.
Nuestro estreno fue en el Festival Internacional de Arte Sacro, en marzo de 2021, con un programa en torno a un compositor diletante inglés, del que consta muy poca información biográfica: Andrew Roner. De él interpretamos una selección de salmos traducidos al inglés por los poetas Joseph Addison y John Denham a los que posteriormente Roner les puso música como si fueran canciones populares inglesas. Acompañamos este programa con otras obras de William Boyce y George Friderick Haendel.
También hemos interpretado tríos de cuerda de Luis Boccherini y próximamente estrenaremos un programa con Barroco italiano del seicento y settecento. Asimismo, estamos trabajando en un proyecto con repertorio hispánico de recuperación con Ana Lombardía.
¿Quiénes forman parte del grupo de manera estable?
Como muchos grupos, tenemos una plantilla flexible en función del programa que se aborde, aunque no estemos todos en todos los conciertos, somos todos parte de Orpheus Musicus y definen nuestro sonido. Manuel de Moya, al violonchelo, nos conocemos desde hace bastantes años cuando participábamos en cursos de música antigua y rápidamente nos dimos cuenta de las afinidades comunes que teníamos. Irene Martínez Sevilla, al violín, nos conocimos hace mucho, estudiando en el Conservatorio Superior de Música de Salamanca y desde entonces nos encanta tocar juntos y creo que eso se transmite en nuestros conciertos. Manuel Minguillón, al archilaúd y guitarra barroca, lleva con nosotros desde la fundación del grupo y es un pilar fundamental, así como el percusionista David Mayoral, quien me animó mucho a crear el grupo y siempre es un gran apoyo. Contamos con Alberto Martínez Molina al clave para el disco, aunque nos estrenamos con Alfonso Sebastián, pero a veces las agendas son difíciles de compatibilizar. La verdad es que es un lujo contar con todos ellos. Por último y no menos importante, la soprano Laura Martínez Boj. Nos conocimos estudiando juntos en la ESMUC y desde el principio estuvo muy implicada en la fundación del grupo, además le encantó el reto de abordar este repertorio en inglés.
Acaba de salir al mercado su álbum ‘Musica Scotica’, bajo el sello Lindoro, que supone un recorrido por la música escocesa, irlandesa e inglesa de los siglos XVII y XVIII. ¿De dónde surge la idea de trazar este viaje musical?
La verdad es que es un viaje largo. Con 14 o 15 años descubrí el folk a través de mis orígenes y mi familia, que es asturiana. Eso hizo que, además del conservatorio, investigara y aprendiera repertorio tradicional, incluso aprendí a tocar la gaita asturiana. Cuando tenía 16 años comencé a tocar con un grupo de folk de Alcalá de Henares, Boys of the Hills. Con ellos aprendí muchísimo, hice mis primeros conciertos y guardo recuerdos con ellos con muchísimo cariño, llegamos a tocar incluso con The Chieftains.
Años después, buscando tema para mi trabajo final de máster en la ESMUC, se me ocurrió la idea de aunar esas dos pasiones: la interpretación históricamente informada y la música tradicional. Con ello empecé a recopilar mucho repertorio escocés e inglés con el que luego hice la selección para confeccionar el programa del disco. Así descubrí el Scots Drawing Room Style y el auge de la música escocesa en la Inglaterra del 1700. Y todo con la ayuda y los ánimos de David Mayoral, a quien de hecho conocí en el ámbito del folk, y fue quien me animó a ir un paso más allá con la idea de abordar este repertorio desde la perspectiva de la música antigua.
¿Qué compositores están presentes en este disco?
Abarcamos un periodo histórico bastante amplio, desde la música de danza y diferencias, o divisions, del siglo XVII, hasta la elaboración galante de melodías tradicionales como hicieron los adscritos al Scots Drawing Room Style a mediados del siglo XVIII.
El disco cuenta con obras de Nicola Matteis, Henry Purcell, Francesco Geminiani o Francesco Maria Veracini como compositores de art music (según la clasificación de Gelbart entre la música de autor y la popular). Representando la folk music tenemos a James Oswald, Burke Thumoth o William Thomson.
En las notas al disco Ana Lombardía comenta que esta llamada ‘música celta’ no es más que una etiqueta comercial del siglo XX aplicada a un género inspirado en la tradición musical de ciertas regiones del llamado Arco Atlántico. ¿Ustedes encuentran características musicales comunes en las obras propuestas en este álbum?
Sin duda. Aunque a priori hay música muy diferente, con orígenes creativos muy diversos, hay algo común a todo el programa, a nuestro parecer, y es que todo el repertorio emana de la estética y cultura tradicional de las islas británicas. Pongamos el ejemplo de Matteis quien, aunque de origen napolitano, asimila las melodías y caracteres de la música inglesa existente para elaborar sus Ayres for the violin. O Veracini, que incluye en sus Sonate Accademiche esta sonata con un movimiento central que consiste en un tweed con variaciones, al estilo de lo que hacían Oswald, Thomson y otros compositores escoceses. En estos últimos, es más evidente la influencia ya que directamente se comprometen con la labor de recogida y transcripción de melodías tradicionales a las que le añaden un bajo continuo al estilo galante de la época. Tarea a la que también se une Geminiani, como se puede escuchar en el disco.
Antes de llevar este programa al disco lo han interpretado en numerosos escenarios anteriormente. ¿Cómo ha sido la recepción por parte del público?
Hemos tenido ocasión de presentar el programa en público antes de grabarlo, y es precisamente esta experiencia la que nos ha animado a embarcarnos en la aventura del disco. Creo que el público no se imagina qué es lo que van a escuchar, de manera que cuando comienza el concierto solo podemos sorprenderlos.
Hemos experimentado una conexión muy rápida con el público, es un repertorio que probablemente nunca hayan escuchado en el contexto de un grupo de música antigua. Nos han abordado viejos aficionados al folk acústico de los 90 y 2000 a los que le recuerda a aquello y otros que valoran el enfoque histórico que aportamos como intérpretes de música antigua.
En Orpheus Musicus consideran que la interpretación historicista les permite expresarse en el presente con los recursos del pasado, que hacemos música antigua hoy, o música moderna mirando al pasado. ¿Qué relación encuentran entre la música de hace tres y cuatro siglos y el mundo en el que vivimos hoy?
Muchos músicos hemos encontrado la manera de expresarnos hoy con música del pasado, especialmente de los siglos XVI a XVIII. Creo que lo que queremos decir con esa frase es que la interpretación que hacemos, nosotros y otros músicos, es contemporánea, es una visión de hoy de la música del Barroco. Nos apoyamos, por supuesto, en el método científico, en la investigación y estudio de las fuentes primarias, de los tratados de la época, utilizando instrumentos originales o réplicas… pero una vez que construyes todo ese marco que justifica tu interpretación, el último paso es una interpretación que realizas hoy, con los filtros e influencias que tenemos en el presente, por mucho que queramos aproximarnos a lo que sonó en la época que fue concebida.
Es evidente que la música antigua se encuentra en un momento de gran apogeo desde hace algunos años. ¿A qué cree que se debe esta explosión musical?
La música antigua tiene muchas ventajas que la hacen realmente atractiva y enlazo con la pregunta anterior. Tenemos una inmensa variedad de estilos, géneros, formas… desde la música francesa, la italiana o lo que se está recuperando y estudiando de música hispánica.
En una sociedad cada vez más diversa como en la que vivimos, esta música tan variada y contrastante permite al oyente encontrar algo acorde al estado de ánimo o afecto en el que esté. Además, el movimiento historicista ha abierto un campo enorme para la interpretación, nos da mucha libertad para crear nuestra propia versión y al oyente y aficionado a disfrutar, por un lado, de propuestas muy diversas sobre la misma obra y por otro a repertorios de recuperación fuera del canon que te descubren nuevos universos sonoros.
¿Tendremos ocasión próximamente escuchar en directo este programa de ‘Musica Scotica’?
Estaremos este mes de julio en el Festival Escenas de Verano de la Comunidad de Madrid con otro programa dedicado a la música de variaciones (chaconas, pasacalles y folías) con obras de Pandolfi Mealli, Marini, Haendel o Falconieri y pronto podremos anunciar nuevas fechas con ‘Musica Scotica’.
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