El tenor Andrea Carè presenta su primer disco, ‘Ad una stella’, que incluye una selección de las canciones para voz y piano de Verdi. Para el álbum, grabado con el sello discográfico Illiria, el cantante ha colaborado con el pianista Vincenzo Scalera. Hablamos con Carè sobre el proceso de gestación del disco, su oportunidad de estudiar con Pavarotti o su debilidad por la música de Sinatra.
Por Manuel Pacheco
Para tu primer disco has grabado una selección de piezas poco conocidas de Verdi, sus canciones para voz y piano. ¿Qué te llevó a seleccionar este repertorio entre toda la música del compositor?
Este álbum, ‘Ad una stella’, nació de una manera muy particular. En febrero de 2021, todavía en plena pandemia, Elena Gajbach, del sello Illiria Productions, me escribió para felicitarme por el Don Carlo que acababa de escuchar en directo desde el Teatro Comunale Pavarotti-Freni de Módena y me ofreció grabar un disco. Después de varias reuniones y de estudiar posibilidades optamos por un disco de piano y voz. Nunca me han gustado (ni en disco ni en concierto) las arias de ópera interpretadas al piano, porque las reducciones no hacen justicia ni a los pianistas, ni a los compositores ni a los propios cantantes. Por ello pensé centrarme en un repertorio de arias de cámara, ya concebidas para canto y piano. Barajando distintos autores, no podíamos dejar de incluir a Verdi, que es uno de los compositores que más amo y canto en teatro. A fin de cuentas, fue gracias a su música que mi voz impresionó a la directora del sello Illiria.
¿Cuáles dirías que son las señas de identidad de estas canciones? ¿Qué es lo que las diferencia de otras obras más interpretadas del repertorio, como los lieder de Schubert o Schumann?
Creo que estas composiciones no tienen nada que envidiar al repertorio liederístico. El único ‘pero’ es que ya se proyectan hacia un Romanticismo más realista y tienen una impronta dramática muy cercana a las composiciones operísticas. Ni siquiera se puede decir de ellas que les falte intimidad o matices; simplemente son más directas, al estilo italiano.
Entre las canciones del disco está ‘Stornello’, que es una suerte de homenaje al libretista Francesco Maria Piave con el que Verdi colaboró en algunos de sus títulos más célebres como Rigoletto o La traviata. ¿Cuál es la historia tras esta canción?
La historia de esta canción es una de las muchas curiosidades que cuento en mi libro. No lo explicaré ahora, por si alguien está más interesado en leerlo en el libro, pero la historia de la canción es muy interesante.
En este álbum has trabajado con el pianista Vincenzo Scalera, que en su extensa carrera ha acompañado a renombrados cantantes como José Carreras, Montserrat Caballé, Juan Diego Flórez o Andrea Bocelli. ¿Cómo ha sido la experiencia de grabar con Scalera?
Conozco al maestro Scalera desde hace años, por su fama, porque sigo su extraordinaria carrera y porque, desde hace tiempo, nos habíamos dicho a través de redes sociales que nos gustaría colaborar en algún proyecto conjunto ¡Solo había que materializarlo! Conocerlo en persona fue maravilloso, porque además de su talento y su experiencia, es una persona encantadora. Me encantó trabajar juntos este repertorio: en los ensayos en mi casa o en la suya cincelábamos cada frase intercambiando ideas interpretativas y comentábamos los excelentes consejos que me daba para conseguir una mejor interpretación. La fase de grabación no estuvo exenta de dificultades, ya que al fin y al cabo es también el resultado de una actuación en directo; se diferencia del streaming porque se pueden realizar mejoras repitiendo algunos pasajes, pero seguirá siendo un directo porque voz y piano se graban al mismo tiempo y en la misma sala, por lo que no se puede intervenir en uno sin tocar el otro. Grabar dentro de los tiempos, días y horas establecidos es siempre una presión, pero nos volcamos en cuerpo y alma y estamos esperando tener una nueva ocasión para reunirnos en un recital o en el estudio.
La música de Verdi atraviesa tu trayectoria. Por poner solo un ejemplo, tu debut en 2013 en el Covent Garden de Londres, dando vida al Ismaele de Nabuco, impulsó tu carrera a nivel internacional. ¿Qué supone, como cantante italiano, interpretar en el extranjero a un autor tan celebrado como Verdi?
Es un compositor que amo profundamente por la forma elegante en la que habla —fusionando libreto y música— sobre el amor, la religión, la política y la psique humana. Verdi es admirado y respetado mundialmente por la manera en que explota al máximo cualquier recurso a su disposición: desde las secciones de la orquesta hasta el coro, desde la grandeza de una escena hasta la intimidad de una escena solista. Explora cualquier tipo de emoción y entra en tu corazón pasando primero por tu cerebro. Es un genio del teatro musical. Por ello interpretar sus obras es para mí un honor y una responsabilidad. Muchos hoy se autoproclaman como poseedores de ‘voces verdianas’, como especialistas y grandes conocedores de Verdi. Se necesita mucho amor propio para decir eso, ni cien vidas son suficientes para descubrir y alcanzar el nivel adecuado de interpretación que requieren este tipo de genios. Sólo podemos sentirnos honrados de intentar ser su instrumento.
La crítica ha alabado tu rol de Don José en Carmen, y tu debut en la Scala de Milán en 2008 fue con Puccini. ¿Cuáles son los papeles o los títulos en los que te sientes más cómodo como intérprete?
He cantado muchas obras de diferentes compositores. Quizás los papeles que he interpretado hasta el momento en los que me he sentido más a gusto han sido Don José en Carmen de Bizet, Pollione en Norma de Bellini, Sansón en Samson et Dalila de Saint-Saëns, Loris Ipanov en Fedora de Giordano y Gustavo en Un ballo con la maschera de Verdi.
Tuviste la gran oportunidad de estudiar con Pavarotti durante su último año de vida. ¿Qué recuerdos conservas de aquella etapa?
Tengo preciosos recuerdos que permanecen vivos en mi mente a medida que pasa el tiempo. Hoy me parece una suerte increíble haber tenido esta oportunidad y me doy cuenta de lo poco que la aproveché tanto a nivel humano como artístico y vocal. Fue un hombre extraordinario que dio una inyección de confianza a mi vida y a mi carrera. No cogía a estudiantes en su casa por una cuestión de dinero: los pocos afortunados que tuvimos lecciones con él fuimos elegidos porque él apreciaba el color de nuestra voz o nuestra personalidad como intérpretes. Haber sido elegido y querido por el gran Luciano fue una de las etapas más grandes e importantes de mi vida.
En contraste con el mundo de la lírica, eres aficionado a otros géneros de música e incluso has participado en un homenaje a Frank Sinatra. ¿Cómo abordas este tipo de proyectos?
Recientemente he hablado con colegas que han asistido a alguna de mis actuaciones dedicadas a Sinatra. Me han dicho que les había gustado mucho, y que no se intuía que yo era cantante de ópera porque nunca dejaba salir mi voz lírica. Para mí esto resultó ser el mejor halago. El jazz no es ópera y cuando canto Sinatra quiero ocultar mi impostación lírica. Lo ideal es que haya un vibrato diferente al operístico. Hay que recordar que el micrófono en la mano debe usarse para encontrar nuevos sonidos, y que lo importante es poner el acento en la palabra y ese kick en el ritmo que tenía el crooner más grande de todos los tiempos.
¿Cuáles son los compromisos que te esperan en los próximos meses?
Hay muchos proyectos que se están cociendo, desde una gira que se está definiendo para promocionar el nuevo álbum ‘Ad una stella’ hasta mi regreso a grandes teatros para retomar un rol que adoro y que fue uno de mis primeros debuts, el Alfredo Germont en La traviata de Verdi, que cantaré en la Opernhaus de Dortmund. Era una llamada que esperaba desde hacía tiempo dada la belleza del papel y de la ópera, y que hacía tiempo que no me lo ofrecían debido al peso de mi voz. Habrá pronto muchas novedades con actuaciones junto a grandes artistas y en fantásticos escenarios.
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