Susana Castro llegó hace años a Orfeo Ediciones como becaria procedente de los estudios de Musicología en la UAM. Desde la primera entrevista comprendí que me encontraba en presencia de una persona con una capacidad de trabajo excepcional y con un espíritu de entrega poco habituales.
Además de su labor como coordinadora del Intercentros Melómano, cuando finalizó su periodo de prácticas creímos que era una buena idea incorporarla a la Redacción de Melómano. Desempeñó su trabajo con tal calidad y diligencia que en poco tiempo fue nombrada jefa de Redacción de la revista y el siguiente paso más lógico, al dejar yo la dirección de la misma, era sin ninguna duda que ella ocupara este puesto, pues no solo conoce a la perfección los entresijos de la revista, sino que aporta permanentemente ideas renovadoras y enriquecedoras que, sin duda alguna, harán posible que Melómano siga creciendo y actualizándose en los próximos años.
Por Alfonso Carraté
Te formaste como musicóloga, además de realizar estudios en el conservatorio. ¿Habías pensado alguna vez que terminarías dedicándote al periodismo musical?
La verdad es que no, aunque siempre pensé que acabaría dedicándome a alguna profesión que tuviese que ver con la música. Cuando terminé mis estudios de Bachillerato en Lugo, decidí venir a Madrid para estudiar grabación musical, porque sabía que mis virtudes como intérprete de piano eran limitadas, pero necesitaba estar ligada a la música, como lo había hecho toda mi vida. Al empezar a estudiar sonido ‘descubrí’ la profesión del sonidista de cine y me formé en ese campo, al que me dediqué varios años con gran éxito y satisfacción personal. Entre películas y series empecé a estudiar musicología por disfrute en la Universidad Autónoma de Madrid y, sin darme cuenta, acabé dejando el cine por la música, mi primer amor.
¿Cómo recuerdas tus primeros pasos en este mundillo?
Mi faceta periodística siempre ha estado ligada a mi pasión por la música y la ortografía. Comencé realizando labores de coordinadora de Redacción en Melómano para revisar textos de otros autores, ya que me había formado anteriormente como correctora de estilo, y poco a poco me picó el gusanillo y pasé a la acción. Las entrevistas son lo que más me gusta y me divierte de la profesión, dar a conocer a los artistas es un lujo.
En Melómano se entiende el periodismo casi como un servicio público, un enlace para conectar los proyectos artísticos con su posible público, ayudando a las entidades, agrupaciones y artistas en general a dar a conocer sus propuestas para que estas puedan tener éxito. Para mí esa es la clave del periodismo musical actual.
¿Qué opinión tienes sobre la prensa especializada en música clásica en nuestro país? ¿Cumple bien su función en el sector?
Creo que a todos nos queda mucho camino por recorrer, ya que sigo detectando cierta desconexión entre la prensa especializada y la forma en que el público consume ahora información. Queda mucho por hacer en cuanto a modernización y digitalización, y no podemos perder de vista las nuevas formas de divulgación que tanto éxito están teniendo. No se trata de copiar o perder la esencia, sino de adaptarse a los tiempos. Es algo en lo que quiero incidir en esta nueva etapa de Melómano para que el sector en general se sienta más respaldado y sus proyectos se comuniquen mejor al público.
Además de tu dedicación al periodismo, te has manifestado como una gestora cultural de altura, al hacerte cargo de la coordinación del Intercentros Melómano. ¿Son compatibles ambas facetas?
Evidentemente son dos tareas que requieren mucha dedicación, pero están tan entrelazadas que sí se pueden compatibilizar. El Intercentros Melómano es un concurso que pretende servir como puente entre los estudios musicales y el mundo profesional, ofreciendo a sus ganadores giras de conciertos que les conecten con su futuro y, gracias a los contactos que la revista Melómano tiene desde hace 25 años, es posible que esos acuerdos con entidades profesionales salgan adelante.
Para mí el Intercentros Melómano es mi proyecto más mimado, porque la ilusión con la que los estudiantes se preparan para participar en un concurso de estas características es muy motivadora y contagiosa. Me gusta estar en contacto con los jóvenes músicos, que son el futuro del sector, y apoyarles en el arranque de sus carreras, un momento realmente difícil y plagado de incertidumbre. También lo hacemos a través de Melómano, ya que somos la única revista especializada que dedica una sección específica a esas ‘Promesas cumplidas’.
Por si fuera poco, también tienes puesta tu mirada en el terreno académico y dedicas una parte importante de tu tiempo a la enseñanza universitaria. ¿Cómo puedes con todo?
Desde hace tres años imparto docencia como profesora asociada en el Departamento de Música de la Universidad Autónoma de Madrid, donde yo me formé como musicóloga. Son dos tardes a la semana dedicadas a la tecnología musical, que vienen derivadas de mi profesión anterior, lo que me permite estar al día tanto de las novedades como de cómo entienden las nuevas generaciones la musicología.
No es fácil, he de reconocerlo, pero las ganas de aprender del alumnado y su implicación con mis asignaturas son mi aliciente. Aprendo mucho en cada sesión de clase y me gusta aportar conocimiento de valor a estas generaciones tan tecnológicas.
Como jefa de Redacción de Melómano, llevas años formando como tutora de la revista a nuevos becarios que realizan las prácticas contigo, del mismo modo que tú comenzaste hace años. ¿Qué opinión te merece la formación que reciben los jóvenes en este sector?
En mi opinión, el margen de mejora es grande. Hay mucho interés por estudiar musicología en la universidad, no hay más que ver la cantidad de oferta formativa que hay ahora mismo en España, tanto de universidades públicas como privadas, pero sigue habiendo cierta carencia en las cuestiones puramente musicales y que tienen que ver con el propio lenguaje de la música, que es abstracto y complicado.
Me sorprende encontrar grandes desniveles entre el alumnado, ya que algunos tienen una formación musical muy sólida —ya sea porque la han recibido en un conservatorio, una escuela de música o de forma autodidacta— pero otra parte no está del todo ubicada en lo que supone formarse en este campo. No se trata de contraponer la llamada música ‘culta’ (no me gusta nada esta denominación) a la música ‘popular’, cada uno se puede dedicar a lo que quiera, sino de tener unos cimientos musicales muy sólidos, que pasan por adquirir conocimientos de lenguaje musical, armonía, análisis musical, etc.
Por otra parte, en lo relativo al periodismo musical, en mi opinión hay una carencia muy grande de formación en este sentido. Se está perdiendo la buena escritura y me sorprende mucho las pocas horas que se le dedica en los distintos planes de estudio, ya que creo que es una salida laboral bastante recurrente.
¿Qué opinas sobre el futuro de la edición en papel de revistas especializadas como Melómano? ¿Tiene los días contados?
Decir que el papel puede durar muchos años más quizá es no vivir en la realidad, pero creo que nunca será lo mismo para un artista, una entidad o un autor ver su material publicado en papel a verlo únicamente en digital. La visibilidad que aporta al sector que nuestra revista esté encima de la mesa de programadores, grandes instituciones y suscriptores es mayor que asomarnos a ella solo a través de la pantalla. Pero a la larga está claro que el papel desaparecerá porque los costes de producción de una revista física cada vez son mayores y no sé cuánto tiempo va a seguir siendo sostenible hacerlo. Así que la respuesta es sí, la edición en papel de revistas especializadas tiene los días contados, pero espero que sean muchos días a contar.
¿La web de Melómano y las redes sociales son, entonces, el futuro o el presente?
Es el presente y en Melómano habernos adelantado a ello ha supuesto que una crisis como la derivada de la pandemia por la COVID-19 no nos haya golpeado tan fuerte. Llegar a alcanzar un millón de visitas al año con una web especializada en música clásica en español es todo un hito, y no es algo que se consiga de un día para otro.
Cuando llegó el confinamiento estricto, gracias al trabajo que veníamos haciendo desde hacía varios años, nosotros ya estábamos en medias de más de 60.000 visitas al mes, y que la gente estuviera más en casa y tuviese más tiempo para dedicar a bucear en redes hizo que tuviésemos esos meses una media de 200.000 visitas al mes, que ahora se ha estabilizado en torno a las 100.000. Es una carrera de fondo que conlleva muchos años de trabajo antes de ver los frutos, pero es imprescindible a día de hoy.
¿Qué nuevas ideas tienes para la revista ahora que has asumido la dirección?
Tengo muchas ideas en la recámara que he ido anotando a lo largo de estos años de dedicación, pero entiendo que un producto que lleva 25 años funcionando no se puede cambiar de un día para otro.
Me interesa hacer una renovación estética manteniendo nuestra esencia para adaptarnos al momento actual, pero también quiero que pongamos más el foco en qué demandan el sector y el público para poder ofrecérselo de manera más eficiente.
Por supuesto, al igual que creo que es algo que deben hacer las propias instituciones musicales, tenemos que encontrar la forma de atraer hacia nosotros nuevos públicos que acaben llenando las salas de conciertos y disfrutando de la música clásica como ya lo hacemos los que formamos parte de él. La divulgación es la clave, encontrar voces que sepan cómo contar la música de manera distendida al público es fundamental.
Tengo claro que cuanto mejores resultados de audiencia obtengan los artistas de la clásica, mejor funcionarán los medios especializados en ella. Esto es una rueda, el sector de la música clásica es un engranaje formado por muchas partes que deben funcionar en sintonía y de forma cooperativa. Esa idea es mi guía y espero que los músicos y las entidades que representan se sigan viendo respaldados por Melómano en los próximos años.
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