Los Músicos de Su Alteza acaban de publicar su último álbum con el sello IBS Classical, ‘Qvid est veritas‘, con música del Seicento italiano conocida por el gran público, pero aportando su experiencia y profundo estudio a su propuesta musical. Su director y fundador, Luis Antonio González, nos desvela las claves de este nuevo trabajo, que tiene como hilo conductor la Verdad, en letras mayúsculas.
Por Susana Castro
Recientemente ha visto la luz el nuevo disco de Los Músicos de Su Alteza, ‘Qvid est veritas‘, ¿de dónde parte la idea de grabar este álbum?
Hacía algunos años que no grabábamos un disco, y nuestras últimas producciones discográficas (las tres publicadas por Alpha) consistían en obras de gran envergadura con orgánicos muy ambiciosos (villancicos policorales de Ruiz Samaniego, una ópera de Nebra, oratorios de Rossi y Carissimi…).
Desde tiempo atrás, tanto Olalla Alemán como algunos otros miembros del grupo, como Pedro Reula, y lógicamente también yo, queríamos hacer un disco íntimo, con un repertorio que conocíamos bien y que habíamos practicado durante toda nuestra carrera, tanto juntos como por separado.
Seguramente se nos relaciona más con nuestra labor de recuperación de música hispánica de los siglos XVII y XVIII, pero hemos dedicado muchos programas a otros repertorios (por ejemplo a Bach), y el Seicento italiano, tanto en grandes producciones (L’Orfeo u otras piezas escénicas con música de Monteverdi) como en pequeño formato, ha sido siempre uno de los pilares de nuestro trabajo.
Las piezas que encontramos en el disco son conocidas por el público y han sido grabadas anteriormente, ¿qué aporta Los Músicos de Su Alteza con este nuevo registro?
Es cierto que, salvo las piezas de Cazzati (un gran compositor no muy frecuentado; creo que La Verità sprezzata no había sido grabada antes), el disco está formado por ‘grandes éxitos’ del Seicento que pueden escucharse en versiones para todos los gustos. No hemos querido hacer nada pretendidamente innovador o diferente, sino solo proponer nuestra visión de esta música, desde el estudio y la experiencia, con convicción y total honestidad.
Quizá nuestro modo de entenderla no tenga mucho que ver con algunas modas y costumbres hoy en boga, que posiblemente deberían ponerse en cuestión. Hemos atendido al discurso retórico y dramático de textos y música, a los afectos —pero huyendo siempre de la afectación, de la sobreactuación y de artificios innecesarios—, recurriendo al conocimiento que nos aporta la investigación sobre práctica musical histórica, recordando lo que aprendimos de nuestros viejos maestros y haciendo caso a nuestra intuición. El resultado del disco son unas versiones algo austeras, a las que hemos dotado de cierta deliberada desnudez o despojamiento, que seguramente se alejan un tanto de algunas maneras hoy muy habituales.
¿Cuál es el hilo conductor de las piezas que han seleccionado para el disco?
Una vez que hicimos una selección de repertorio que nos apetecía grabar, reparamos en que el concepto de la Verdad atravesaba todas y cada una de las obras vocales. Con esa premisa, y con el modesto intento de trasladar ‘nuestra verdad’ sobre esta música, elaboramos el orden y discurso del disco. Junto a esa idea de la Verdad, o de diferentes verdades (no siempre agradables), el pensamiento de la vanitas está muy presente en el contenido del disco, como en cualquier obra artística del siglo XVII.
Estoy convencido de que todo intento actual de interpretación de la música histórica, sea con unos criterios o con otros, siempre tiene algo, o mucho, de ejercicio de vanitas. El título surgió de manera espontánea; inevitablemente nos vino a la cabeza la pregunta retórica de Poncio Pilatos: ¿Qué es la Verdad? Y el tema (la Verdad desnuda o desvelada) impuso esa cierta austeridad que impregna nuestra interpretación.
Nuestro colaborador Àngel Villagrasa Pérez realizó una reseña sobre el disco el pasado mes de febrero y en ella indicaba: ‘Cabe destacar el bello sonido del órgano histórico Bartolomé Sánchez, tañido por Luis Antonio González en el bello y desconocido Stabat Mater de Sances’. ¿Cómo surge la iniciativa de grabar en este órgano?
Conozco este instrumento desde que, siendo un crío, acudí por vez primera a los cursos de música antigua de Daroca, y siempre he sentido predilección por su carácter, por la dulzura tan humana de su sonido, por su temple… Aunque se trate de un órgano de escuela española y algo más tardío (es de la primera mitad del siglo XVIII), creo que resulta sumamente adecuado para esta música. Fue complicado usarlo para grabar con otros músicos por diversas circunstancias, como la estrechez de la tribuna o su altura, pero sin duda valió la pena. En el disco solo suena este espléndido órgano en la pieza de Sances, pero es protagonista casi absoluto de otra grabación, dedicada a música española, que se publicará este mismo año.
¿Cómo llega a usted al Stabat Mater de Giovanni Felice Sances?
Trabajo como musicólogo en la Institución Milá y Fontanals del CSIC (en el antiguo Instituto Español de Musicología). Desde hace décadas tenía a mi disposición, en mi despacho, un ejemplar facsímil de los Motetti a voce sola de Sances, de 1638, donde entre otras joyas figura el Pianto della Madona. Cuando leí la obra, hace muchos años, me impresionó. La transcribí y desde entonces la he tocado infinidad de veces, con diferentes cantantes y de diversas maneras. Con el tiempo y la práctica mi visión de la pieza se ha ido depurando notablemente.
En esta ocasión les acompaña la soprano Olalla Alemán, quien realiza un magnífico trabajo en este difícil programa, ¿cómo ha sido el trabajo de empaste entre los instrumentos y la parte vocal?
Trabajar con Olalla me resulta sencillo, placentero y artísticamente muy provechoso. Empezó a cantar en proyectos míos hace más de quince años, así que puede decirse que la he visto crecer. Posee una personalidad vocal y musical muy acusada, muy especial, y nuestros criterios suelen coincidir totalmente. Aunque solo sea por la diferencia de edad y por el trabajo continuado, me gusta pensar que alguna pequeña influencia habré podido ejercer sobre su manera de hacer música. Y sin duda también ocurre a la inversa: un instrumentista o un director puede y debe aprender mucho de los buenos cantantes.
En cuanto a la parte instrumental, nos reunimos unos cuantos miembros habituales de Los Músicos, algunos de los cuales están en el grupo desde casi su fundación. Igualmente compartimos criterios y maneras, y es extremadamente fácil ponerse de acuerdo en lo esencial. Como decía, se trataba de producir un disco hasta cierto punto íntimo, de modo que preferí servirme de unos medios reducidos, con pocos instrumentos pero los suficientes para dotar a la ejecución de una variedad tímbrica destinada no solo a acompañar o sostener la voz, sino a contribuir a la interpretación de los textos.
Esta música del Seicento se debe por entero a los textos y se componía según las leyes de la retórica, como un discurso. La misión de cantantes e instrumentistas consiste en transmitir ese discurso de manera elocuente y, por tanto, emocionante. Por otro lado, en grupos ‘veteranos’ como el nuestro, además de generarse criterios comunes (cierto estilo peculiar, aunque no se pretenda), se crean fuertes lazos de amistad, y es una maravilla hacer música con amigos.
El álbum se ha publicado con el sello IBS Classical, con el que han grabado por primera vez, ¿cómo ha sido la experiencia?
Ha sido muy satisfactoria, tanto en lo relativo a la grabación y masterización de Christian P. de Villiers como a la edición y distribución de IBS Classical. Tenemos otros proyectos comunes. Uno de ellos, que antes anticipaba, se publicará este mismo 2022.
¿Tendrán oportunidad de presentar este programa en directo próximamente?
Recientemente hemos ofrecido versiones parciales de este programa (en 2021 en conciertos del CNDM, en el FeMÀS, etc.). Aunque este año, en el que celebramos el treinta aniversario del grupo, tenemos otros proyectos en marcha (acabamos de hacer nuestra primera Pasión según San Mateo, presentaremos varios programas nuevos dedicados a Nebra, que es uno de nuestros puntales, o a villancicos del siglo XVII…), el contenido del disco estará presente en algunos conciertos, por ejemplo en el festival MUVER del Gobierno de Aragón, y seguirá formando parte de nuestro repertorio en la próxima temporada.
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