Los próximos días 16, 17 y 18 de abril la Orquesta Nacional de España abordará el estreno de la obra Y la mañana se llenó de luz, encargo realizado a la compositora madrileña Alicia Díaz de la Fuente. Hablamos con ella sobre la gestación de la pieza y la situación de la música actual en nuestro país.
Por Susana Castro
¿De dónde surge la idea conceptual de esta pieza?
Podríamos decir que hay dos impulsos que han servido de estímulo a la creación de la obra. Por un lado, un recuerdo (del cual se deriva el título de la pieza): la imagen luminosa de la casa donde viví mi infancia; por otra parte, una imagen puramente sonora: el espectro de un cuenco tibetano. De hecho, la obra se inicia con el sonido de dos cuencos tibetanos cuya resonancia crece progresivamente y de la cual nace el sonido orquestal. A partir de ese momento los diversos gestos se irán desarrollando en un juego sutil de texturas sonoras que terminará por replegarse para retornar al sonido puro de la resonancia inicial.
¿Cómo definiría la obra desde el punto de vista musical? ¿Cuáles son las características principales de esta partitura?
Es difícil responder a esta pregunta… Resulta paradójico, pero después de casi treinta años impartiendo clases de análisis musical me resulta cada vez más difícil poner etiquetas a la música. En todo caso, y sin llegar a definirla, sí puedo decir que en la base de la obra está el trabajo tímbrico. Siempre me ha fascinado el color instrumental, el timbre como modo de expresión poética.
Según digo esto me viene un recuerdo a la memoria. Hace dos meses tuve el honor de que el Ensemble Opus 22 me dedicase un concierto monográfico en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En el curso de la presentación del concierto, José Luis García del Busto, con esa generosidad que le caracteriza, destacaba de mi música dos rasgos: el trabajo tímbrico y el carácter poético. En efecto, me preocupa la sutileza del timbre, el trabajo de las texturas sonoras, pero, al mismo, tiempo, la poesía se sitúa también en el centro de mi trabajo creativo, sea como una referencia directa o como simple evocación. En la obra que nos ocupa ese aspecto poético podríamos encontrarlo en el propio título o, quizá, en la misma poesía que nos regala cualquier mañana luminosa.
Tras tantos años de profesión, ¿cómo describiría su momento compositivo actual?
La verdad es que me siento llena de energía creativa, si bien soy plenamente consciente de lo mucho que me queda por aprender. Cada nueva obra es un paso hacia delante dentro de un camino de búsqueda constante. Mi momento actual es un momento de gran intensidad creativa, pero siempre dentro de ese proceso de aprendizaje continuo que espero no abandonar nunca.
Esta es su cuarta obra para orquesta, después de haber recibido encargos del INAEM en 1995 y 2007 y tras el estreno por parte de la JONDE de su obra Llueven estrellas en el mar, ¿de qué manera ha evolucionado su lenguaje en estos años?
Como he comentado antes, cada obra es para mí un nuevo reto, un desafío apasionante y una oportunidad de aprender. Creo que el conjunto de mi obra dibuja un arco bastante homogéneo, no hay cambios significativos en mi trabajo creativo. Sin embargo, hay algunas obras que tienen para mí un significado especial dentro de mi carrera. Tal es el caso de El destino de Euterpe, Nadiyama, Llueven estrellas en el mar o Más allá del horizonte. Son obras que, quizá, me han permitido encontrar mundos sonoros particularmente próximos a mi sensibilidad. La evolución de mi lenguaje se ha ido desarrollando en aras de encontrar ese sonido sutil que sueño en cada obra; ese mundo profundo pero al mismo tiempo frágil que siento dentro de mí y que en cada nueva obra trato de liberar.
La obra es un encargo de la propia ONE; desgraciadamente no es habitual que las grandes orquestas programen obras compuestas por mujeres, y más excepcional todavía es que lo hagan de compositoras contemporáneas, ¿qué supone para usted el encargo?
Lo primero que debo decir es que este encargo ha supuesto un momento de enorme ilusión en mi carrera. La Orquesta Nacional de España es una orquesta magnífica, así que dejar mi música en sus manos me parece un auténtico privilegio. Por otra parte, recibir este encargo en un momento como el actual, en el que la cultura tiene tantas dificultades para sobrevivir, es un doble regalo. En este sentido, quiero expresar mi admiración por la OCNE y por todo su equipo. Todos ellos, con Félix Palomero a la cabeza, están consiguiendo un milagro que no se está dando apenas en ningún otro país europeo: continuar con una temporada de conciertos en todo su esplendor. Están realizando un trabajo titánico que merece el máximo reconocimiento.
A pocos días del estreno, ¿ha podido asistir a los ensayos de la ONE con Álvaro Albiach al frente? ¿Qué cree que puede aportar dicha formación a su obra?
Ciertamente me siento feliz de que el maestro Álvaro Albiach dirija el estreno de Y la mañana se llenó de luz. Es un grandísimo director, de enorme solidez pero, al mismo tiempo, cercano y abierto a sugerencias y matices. Los ensayos con la orquesta tienen lugar esta semana, pero ya hemos estado estudiando la partitura juntos y puedo afirmar que es un auténtico placer trabajar con él.
Todo esto es parte del aprendizaje al que antes me refería y, naturalmente, la aportación será sustancial. Después de cada estreno, y pasado un tiempo de necesaria reflexión, me gusta volver sobre la obra. Con la perspectiva del tiempo todo se ve con mayor claridad y es entonces cuando se obtienen las mejores lecciones.
¿Cree que las orquestas sinfónicas españolas tienen cada vez más en cuenta a los compositores contemporáneos en sus programaciones?
Cada orquesta y cada momento es único y cambiante. Si me detengo en la OCNE debo decir que hay un particular esfuerzo por acoger a la música actual. Deteniéndonos tan solo en la música española de las últimas décadas podemos descubrir que los distintos ciclos de la OCNE han programado en esta temporada a Xavier Montsalvatge, Cristóbal Halffter, Luis de Pablo, Antón García Abril, José Luis Turina, Jesús Torres o Laura Vega, entre otros. Me parece que es una buena muestra del interés que la OCNE concede a la música española de reciente creación.
¿Cuál cree que puede ser la fórmula para ampliar y afianzar estas relaciones?
Desde mi punto de vista normalizar la programación de música actual implica exactamente lo que ya hace la OCNE, es decir, programarla junto con obras de repertorio. Me parece fantástico y necesario que convivan en el mismo programa compositores de hace uno, dos, tres siglos… con creadores actuales. Por eso encuentro encomiable la labor de las orquestas que trabajan por estrechar lazos entre la música del pasado y la actual.
¿Cómo valora la situación actual de la mujer en la música española? ¿Cree que esta ha mejorado en relación a cuando usted comenzó a dar sus primeros pasos en este mundo?
Sin duda ninguna. Se está desarrollando una labor fecunda de recuperación de obras de mujeres compositoras que hasta ahora carecían de reconocimiento. Y es cada vez más frecuente la inclusión de compositoras en los programas de conciertos. Queda mucho por hacer, pero se está en el camino y esto es lo verdaderamente importante.
España está viviendo un momento fecundo en la creación musical y hay tanto compositoras como compositores de enorme talento. Como ejemplo, diré que acaba de celebrarse la decimoséptima edición del Festival Ellas Crean, dirigido por Concha Hernández, presentando una muestra riquísima de creadoras en el campo de la música, la danza, la literatura, el cine y el teatro. Dentro de este ciclo, y con el apoyo de la Asociación Mujeres en la Música que dirige Pilar Rius, se han estrenado cinco obras de cinco compositoras: Carme Fernández Vidal, Laura Vega, Carmen Verdú, Raquel Quiaro y yo misma, con una impresionante puesta en escena en el Museo Arqueológico Nacional que contó con la intervención poética de Nuria Ruiz de Viñaspre en un concierto realizado bajo la dirección artística de Teresa Catalán. Conciertos como este dan muestra de la riqueza de la creación femenina actual.
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