Concerto 1700, capitaneado por Daniel Pinteño, lleva trabajando desde 2015 por la recuperación y difusión del patrimonio musical hispano de los siglos XVII y XVIII. Después de seis discos, lanza ahora su proyecto más arriesgado, Back to Follia!, con el que pretende atraer nuevos públicos y adaptarse al oyente del siglo XXI.
Por Susana Castro
Son muchas las agrupaciones que se han creado en España en los últimos diez años en torno a la música antigua. ¿Cuál dirías que es el elemento diferenciador de Concerto 1700?
Creo que nos caracterizamos porque abordamos el trabajo con una pasión tremenda, rigor y porque, obviamente, nos encanta lo que hacemos.
¿Cómo se puede conseguir hacer atractivo hoy un repertorio tan alejado en el tiempo?
Hay varias respuestas dentro de esta pregunta. A veces hay que hacer un repertorio más ortodoxo porque dependes del público al que te orientes; en esos casos, tienes que mantener la seriedad de la obra. Pero es cierto que cada vez hay que replantearse más el modelo de concierto y pensar en cómo se adapta este al público del siglo XXI. Por poner un ejemplo, en la ópera que vamos a interpretar este mes dentro de la programación del Centro Nacional de Difusión Musical, hemos introducido un elemento para ayudar al espectador: un personaje que hará las veces de cicerón para acompañarnos en el entendimiento de la trama. La idea es ayudar al público a comprender qué está pasando y que pueda engancharse al argumento.
Acompañar al espectador, pero sin tutelajes…
Se trata de aportar una ayuda, porque el espectador de 2024 no es el mismo que el de 1720 ni tiene por qué serlo. Somos diferentes, por lo que tenemos que explicar cómo entender la música de ese momento. No desvirtuamos la obra, la complementamos.
Acabáis de lanzar al mercado Back to Follia!, un álbum que busca explorar a través de la improvisación, la ornamentación y la variación las danzas barrocas más famosas. La estética del disco es una declaración de intenciones. ¿Cómo surge esta idea?
Es un álbum que rompe con la línea que seguíamos hasta ahora, pero no quiere decir que no vayamos a continuarla. Es un paréntesis, nos apetecía ‘sacar la pata del tiesto’ para hacer algo diferente, pero que al mismo tiempo tiene un sustento musicológico. Nos basamos en el concepto de íncipit musical, es decir, tener una base que solo nos da los ocho primeros compases de una danza y a partir de ahí las ideas van y vienen. Se convierte en una locura, de ahí el título, Back to Follia!, que enlaza con la folie en francés. La estética también nos acompaña, hemos querido usar una técnica parecida al collage, similar a los pósteres de los años 80. Aparecen elementos modernos y antiguos que son una alegoría de lo que vamos a encontrar dentro: muchas cosas pequeñitas mezcladas en un mismo proyecto.
¿Cómo se ha sentido el grupo al salirse de las ‘normas’?
Soy el primero que acusa la falta de improvisación, aunque sí he cultivado la variación y la ornamentación. En este proyecto cada uno ha aportado la parte que mejor le iba, eso es lo que también hace que seamos un grupo. En este caso Ismael Campanero (contrabajo y violone) ha aportado muchísimo a la improvisación. El grupo se sintió muy bien, en el fondo es lo que se hacía en la época, y no descarto que haya nuevas ediciones.
¿Cómo es llevar este repertorio al directo?
Maravilloso. Pocas veces se tiene una acogida tan buena como con este formato. Lo hemos hecho cuatro veces con el repertorio exacto que contiene el disco y la gente alucina.
El disco está editado por vuestro propio sello, 1700 Classics, fundado en 2018. ¿Cómo valoras esta iniciativa que en su momento pudo parecer arriesgada?
A día de hoy uno no monta un sello discográfico para ganar dinero. En mi caso, lo hice porque necesitaba exportar todo el trabajo que hacemos en los conciertos a otras plataformas. El directo está muy bien, pero necesito que José de Torres, Antonio Literes u otros autores que nosotros trabajamos estén a disposición de cualquiera en cualquier parte del mundo. En aquel momento, tras tantear cómo estaba el sector y ver que no era propicio, decidí invertir mi propio capital y arriesgarme. Por ahora está saliendo bien, los discos funcionan y a la gente le gustan. Nos está ayudando a seguir acercando la música a otros públicos.
¿Qué crees que atrapa al melómano de hoy para volcarse en proyectos de recuperación patrimonial?
La música antigua conecta con el público actual porque se fundamenta en cosas que la gente siente como propias y que comprende. Es más fácil entender el Barroco porque tiene muchos elementos de músicas populares, danzas que trascienden lo académico. Sin tener una gran formación musical (que no es necesaria), el público es capaz de entender qué es lo que está pasando y comprender las diferentes capas. Evidentemente esto ayuda a atraer a nuevos públicos, un propósito por el que tendríamos que estar trabajando todos los días.
A lo largo de vuestra trayectoria habéis ido ampliando la formación y abordando proyectos más ambiciosos. ¿Este crecimiento estaba en tu cabeza al crear Concerto 1700 o el proyecto ha ido creciendo gracias a los éxitos conseguidos?
El proyecto ha ido creciendo después de empezar de una manera muy humilde. Soy ambicioso, en el buen sentido, e imagino cosas mucho más grandes para nosotros, tengo muchos sueños, sobre todo de hacer música escénica y que el grupo sea nutrido, lo estoy deseando. Pero no me importa volver a hacer tríos al día siguiente, somos una formación variable en todos los sentidos. Me encanta la música de cámara, la escena, la música religiosa, no veo por qué hay que coartarse.
¿Pero os veías aquí en 2015?
Yo no pensaba en ello, lo soñaba. Pero para que los sueños se cumplan hay que trabajar mucho y también tienen que confiar en ti, los programadores tienen que ser valientes. Aunque suene poco modesto, contar con mi empuje es importante, soy incansable, por ahora, tengo mucha fuerza, muchas ganas, no me rindo. Esa es la vida de los músicos.
Ejemplo de estos grandes proyectos es una cita que tenéis el 21 de abril en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional de Música, que ya adelantabas antes: Las amazonas de España de Giacomo Facco. Háblanos sobre las claves de esta recuperación en tiempos modernos.
Es importante recalcar que es la primera vez que se hace completo el manuscrito, pero en el año 2004 en Música Antigua Aranjuez, con el impulso de Javier Estrella, se interpretó una selección de arias, a cargo de Los Músicos del Buen Retiro, con dirección de Isabel Serrano y Antoine Ladrette.
Se trata de una ópera de un compositor que estuvo trabajando en España mucho tiempo y que, por encargo de Isabel de Farnesio, pone en música este libreto de José de Cañizares. Es una historia muy exótica e interesante y, aunque se llama Las amazonas de España, transcurre en los Pirineos, cuando Aníbal va camino de Roma. Al tratar de cruzarlos se encuentra con una tribu de bravas guerreras que le impiden el paso y comienzan a sucederse triángulos amorosos violentos. Una sabia reina, que nos recuerda a Isabel de Farnesio, consigue arreglar todo el entuerto. Ella es el eje sobre el que bascula toda la trama, ya que se debate entre el amor o salvar a su pueblo, aunque al final consigue ambas cosas gracias a su sabiduría, sin derramar sangre.
Tenemos un reparto vocal espectacular, cinco sopranos y una mezzosoprano. La reina, sabia, valerosa y potente, es María Espada; la italiana Giulia Semenzato es Celauro; Lucía Martín-Cartón da vida a la prima de la reina, Clorilene; Manon Chauvin interpreta a dos personajes; Natalie Pérez hace de Aníbal; y Belén Vaquero asume el rol de Brinco. Es un reparto que abarca varias generaciones, desde Espada, plenamente consagrada, a voces como la de Vaquero, que está irrumpiendo con mucha fuerza. La música suena a veces a Haendel, Vivaldi…
¿Cómo es el proceso de trabajo de un proyecto de estas características?
No sé las horas que le he echado a esta ópera. Quien va a un concierto de estas características debe ser consciente de todo ese trabajo. Primero empezamos con la parte de edición musical, que en este caso ha estado a cargo de Ars Hispana, que han elaborado las partituras. También hemos tenido que crear la dramaturgia, metiendo ese personaje del que hablaba antes, que estará interpretado por la actriz Carmen de Valle. Ignacio García, con quien ya trabajamos el año pasado para Acis y Galatea, ha sido el encargado de crear estas intervenciones en el mismo tipo de estrofa de la época, la silva. Una vez listo este trabajo inicial, hay que enviar las partes a cada una de las cantantes para ir trabajando los tempi, las articulaciones, etc. Voy recibiendo comentarios de cada persona y aglutinando toda esa información para darle forma. También trabajo mucho con los músicos que realizan el continuo, ya que los cifrados me ayudan a ver la globalidad de la obra. Es un proceso muy largo, que está expuesto a cambios continuos. Hacer música que no se ha hecho antes te pide que pongas mucho de tu parte. Por supuesto, además de toda la tarea musical está la cuestión de producción, que realizo junto a Ester Domingo. Lo más fácil de todo el proceso es tocar el día del concierto.
No será la única cita del mes de abril, ya que los días 10 y 11 ofreceréis un concierto en el Salón de Columnas del Palacio Real. Se trata de un programa con obras de Brunetti y Boccherini que interpretaréis con el cuarteto palatino de Antonio Stradivari y el violonchelo Stradivarius de 1700 en manos de Marco Testori. ¿Es la primera vez que os vais a ver las caras con estos instrumentos? ¿Cuáles son vuestras expectativas?
Sí, es la primera vez, me hace mucha ilusión porque nunca he tocado un Stradivarius y haremos música que posiblemente se tocó con esos instrumentos. No sé cómo sonarán y tampoco tendremos mucho tiempo de estudio con ellos, pero tengo mucha curiosidad. Como experiencia seguro que será genial. Los instrumentos cuando no se tocan regularmente también se vuelven sordos, aunque despiertan rápidamente. Lo ideal sería que se tocasen más y que incluso se pudiesen grabar discos con ellos.
Siguiendo ese tono distendido con el que queréis que os identifiquen, también en abril estaréis en el Festival de Música Antigua de Torrelodones con un programa que explora la vida del compositor Nicola Matteis. ¿Qué músicas sonarán?
Es un programa muy divertido. Matteis es un misterio, solo se sabe que era napolitano y que llegó a Inglaterra para conseguir una plaza de violín, que no logra, y empieza a componer piezas a las que llama ‘aires’, con las que gana mucho dinero. Nosotros recreamos el viaje que se supone que realiza desde que llega al puerto de Dover, pasa por Londres y va recorriendo distintos condados de Inglaterra hasta situarse en su última ubicación conocida. Su música tiene mucho de danza, de broma, de imitación de la naturaleza, y la vamos intercalando con música folklórica inglesa, que suponemos que Matteis escucharía al irse a tomar una pinta a la taberna.
Recientemente habéis formado parte de la programación del Festival Internacional de Arte Sacro de la Comunidad de Madrid (FIAS) junto a Ana Vieira Leite, con la que ya habíais formado equipo en el disco ‘Domenico Scarlatti – Amorosi Accenti‘. ¿Qué nos deparará esta colaboración?
Ana tiene una voz carnosa que me encanta y con ella trabajamos muy bien, ya que es súper maleable. Está en un momento maravilloso de su carrera, trabajando con los mejores directores, pero sigue teniendo ojitos para nosotros. El programa del FIAS, con las arias alemanas de Haendel, fue un sueño cumplido porque es mi ciclo de arias favorito. Se puede ver la grabación completa en ARTE Concert. Mientras Ana quiera y pueda (su agenda está a tope), seguiremos trabajando con ella, lo importante será cerrar los programas con tiempo.
¿Qué otros sueños hay en el horizonte?
A bote pronto tengo tres: hacer con el grupo un montaje escénico, y si puede ser con música española, mejor que mejor; montar L’estro armonico de Vivaldi, que supondría programar dos conciertos seguidos; y algo que me obsesiona son las sinfonías de Haydn, hasta las llevo en el móvil, me estructuran la mente mientras trabajo, se hacen poco y me gustaría poder embarcarme en ellas.
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