Una estatua de Pilar Bayona en el Auditorio de Zaragoza y el deseo de cambiar las cosas trajo consigo la formación del Ensemble Bayona. Estos músicos buscan atraer a todo tipo de público a las salas de conciertos a través de una apuesta arriesgada y una programación diferente. El grupo, que se nutre de la distancia que les separa físicamente, lucha para que el proyecto siga adelante porque lo que sienten sus componentes en el escenario en una hora hace que valgan la pena todos los viajes, los ensayos y las reuniones en la lejanía. Un ensemble sin etiquetas, con programas únicos y conciertos que atrapan por sus sorpresas y su propuesta original: performance, un repertorio muy atrevido y un excelente sonido. El 22 diciembre ofrecerán un concierto en el Auditorio de Zaragoza.
Por Ana R. Colmenarejo
¿De dónde surge la idea de hacer el Ensemble Bayona?
Daniel Bondía: La mayoría de nosotros estudiamos en el Conservatorio de Zaragoza, y continuamos con nuestra formación superior por otro lado, pero nos juntamos en alguna ocasión. Eros y yo nos encontramos en Suiza, en Berna, y hablamos de volver y hacer algún concierto juntos; queríamos hacer un conjunto diferente a lo que en Zaragoza solía ofrecer el Auditorio, que contaba con grandes orquestas sinfónicas o grandes pianistas en sus programas. Decidimos montar un grupo de música actual que pudiera ser flexible, con miembros fijos y otros que colaborasen dependiendo de la programación. En 2017 presentamos una propuesta al Auditorio de Zaragoza como grupo residente, nos la aceptaron y nos estrenamos en diciembre en un concierto con una música muy diferente a la habitual en la ciudad.
Sois flexibles, pero hay algunos miembros fijos, ¿quiénes sois?
Eros Jaca: Depende de la programación. Daniel Bondía, Alma Olite, María Moros, Camille Sublet, Azra Ramic y yo somos el núcleo fijo del ensemble. Es un reencuentro, porque estudiamos en el Conservatorio Profesional de Zaragoza y solíamos coincidir en el Auditorio. En medio de la sala había una estatua de Pilar Bayona que a mí me persigue a veces todavía en sueños. Somos todos de la misma generación, salimos fuera pero nos reencontramos. Siempre digo que no me gusta etiquetar a esta agrupación, es como una cápsula espacial, los conciertos del Bayona son una experiencia sensorial, un espectáculo donde cogemos recursos de otras artes.
¿Qué hacéis para relacionar la música y otras disciplinas?
Alma Olite: Lo que me parece más atractivo es presentar propuestas diferentes. El hecho de crear algo donde intervengan la danza, ideas de performance muy originales o la mezcla de diferentes estilos es muy atrayente, al público le ofrece una experiencia totalmente distinta.
María Moros: Algo que el Bayona tiene muy en mente es romper los esquemas del espectador. Los que vienen se sorprenden y disfrutan igual que con un Beethoven o un Brahms a los que están más acostumbrados.
Camille Sublet: Siempre intentamos juntar obras que sean más difíciles con otras obras en conexión para que sea más fácil escuchar. Un ejemplo es cuando hemos juntado el cuarteto de Mahler con un cuarteto de Schnittke, así es más fácil poder poner en contexto esta música atonal. Otro ejemplo es Blacks Angels de Crumb, había ruidos especiales y algunas personas se reían un poco pero cuando fue avanzando la música se quedaron todos en silencio y nadie se movía.
Eros: Estamos intentando crear un nuevo ritual de concierto, intentamos sacar la música contemporánea del circuito tradicional y ponerla en comunicación con obras más convencionales de repertorio. No hay límites estilísticos ni temporales, la música en sí es capaz de dialogar con otros tipos de música.
¿Qué tipo de público suele acudir a vuestros conciertos? ¿A quién os gustaría dirigir vuestra música?
Daniel: Queremos que venga todo el mundo, que personas que no suelen ir a salas de conciertos, o que ven un programa que no les suena, se vayan con una sonrisa. El público más joven y el público infantil son los que menos prejuicios tienen y los que más contentos se van. Queremos romper moldes con el público, nosotros también nos los rompemos a nosotros mismos, para mí también fue un reto interpretar a John Cage, salir al escenario sin mi instrumento. El reto es para todos.
Eros: Los datos no engañan, la estadística de la población joven que va a conciertos está descendiendo, nosotros somos una pequeña resistencia, creando un nuevo formato.
Daniel: Hay un hueco que hay que rellenar en cuanto a la edad del público.
Alma: Se nota que en las universidades los estudiantes de música cada vez se plantean más romper los moldes. Si servimos de inspiración sería muy bueno, porque atraerían a más público todavía.
¿Cómo habéis vivido vuestros conciertos hasta ahora?
María: Es una experiencia que nos llena como intérpretes y humanamente también; los conciertos son una explosión de energía y un subidón tremendo. Yo quisiera dar un concierto de tal magnitud en mi tierra, no me puedo desarrollar allí como músico pero volver y ofrecérselo a mi público y a mi gente es una experiencia única que me llena.
Eros: Somos músicos clásicos, tenemos una formación muy fuerte y estos conciertos nos obligan a salir de nuestra zona de confort. Ser músico en Bayona conlleva un gran riesgo porque significa que hay sorpresas. También para el público. Es un espectáculo acústico y visual, porque siempre hay un elemento performance muy importante y pasar de un estilo a otro requiere otra mentalidad, otra técnica, otra sensibilidad en el escenario, realmente es complejo.
Alma: Escuché hace tiempo a unos actores decir que ellos vivían para el momento ‘silencio, se empieza a rodar’. Eso es comparable a todo lo que sentimos en una hora y pico de concierto, vivimos para disfrutar ese momento en el escenario. El esfuerzo que hay detrás se ve compensado por la vivencia única de crear arte con tanta libertad. Son conciertos irrepetibles, como dice Eros, un concierto así no es algo que se programe habitualmente.
Además de los cambios de repertorio, también acompañáis vuestros conciertos de decorados, de explicaciones…
Daniel: En el primer concierto hicimos una performance de Yoko Ono. El público empezó a bajar y a ponernos vendas por el cuerpo hasta que se fue distorsionando la música porque cada vez era más difícil seguir tocando. Terminamos todos vendados y en silencio absoluto. La obra, Sky Piece to Jesus Christ, es una especie de reivindicación de la artista. Era para explicar que muchas veces estamos atados de pies y manos y tenemos que expresar el arte.
Eros: La venda simbolizaba cómo con el tiempo el músico clásico se ha ido encorsetando en música de cámara, orquesta. Hay que preguntarse si el sistema educativo está actualizado. Nosotros intentamos luchar en contra de esa momificación y hacer propuestas en forma de música. También contamos la obra en un audio de 45 segundos antes de interpretarla, es preferible a entregar un programa con mucho texto.
¿Cómo son vuestras interpretaciones, hacéis búsqueda de nuevos sonidos, conserváis los sonidos de los compositores?
Daniel: La formación musical no acaba cuando sales por la puerta del conservatorio. Nosotros somos un ejemplo de eso, hemos estado en escuelas muy buenas, con muy buenos maestros. Pero después de aprender hay que abrirse un poco.
Eros: Si siguiésemos los caminos que los conservatorios indican, el Ensemble Bayona no existiría. Cuando uno sale del conservatorio es cuando se empieza a formar como músico y artista y a tomar decisiones propias.
Camille: Puede ser que una semana toques el cuarteto de Mahler de una manera y a la siguiente diferente. Y no hablemos de cómo será en diez o treinta años. Es algo natural que pasa con el tiempo, cada uno va cambiando el punto de vista y va buscando.
Cada uno estáis en una parte del mundo, ¿cómo conseguís coordinaros?
Camille: Es difícil, por eso creo que el Bayona es una experiencia tan fuerte. Lo montamos todo pocos días antes del concierto, y esos días están llenos de estrés, de cansancio y de mucha motivación. Somos todos bastante flexibles y siempre encontramos soluciones.
María: Creo que la clave es que haya compenetración, hemos visto que funciona y seguimos adelante. El estar lejos hace que tengamos más ganas de tocar juntos y que cuando sale la ocasión de un nuevo concierto lo aceptemos. Todo ese entusiasmo luego se transmite.
También dais visibilidad a las mujeres compositoras.
Alma: Es cierto que vivimos en una sociedad donde no se apoya todo lo que se debería a la mujer y en la música clásica a lo largo de la historia también se ha visto cómo un montón de compositoras han pasado desapercibidas por el momento histórico que han vivido y han dejado un gran legado musical detrás. Hicimos un concierto con obras de Lili Boulanger. Es una manera de demostrar que hay muchas obras desconocidas por explorar que se pueden presentar al público.
Camille: Es interesante para nosotros porque cuando hablamos con amigos músicos y preguntamos por mujeres compositoras te proponen muchas obras de autoras que no conocías. Vas a YouTube y puedes encontrar sus obras y escucharlas. Es fantástico la cantidad de artistas femeninas que van saliendo.
Alma: También interpretamos una obra actual de Helga Arias de denuncia contra el machismo. Se expuso un vídeo de las diferencias que hay desde que nacemos y la música lo acompañaba de forma incluso agresiva, denunciando esta situación. Un concierto puede ser también un vehículo de denuncia social o de exposición de estos valores.
¿Cómo ha afectado la pandemia al ensemble?
Camille: Recibimos el Dwight and Ursula Mamlok Prize 2020 y teníamos un concierto en el Konzerthaus de Berlín que se ha aplazado a febrero. Creo que les gustó mucho nuestro proyecto porque intentamos llevar la música contemporánea a las salas grandes
Eros: Ya habíamos obtenido el premio CREAR 2018 del Instituto de la Juventud de Aragón y ahora nos ha premiado en Alemania, que es la cuna de la contemporánea. Algo estaremos haciendo bien para que lo poquito que hemos hecho tenga esta repercusión.
En cuanto al repertorio, ¿como lo consensuáis?
Eros: Yo hago la programación pensando para qué y para dónde se hace y a partir de ahí lo comunico. Tengo la gran suerte de que siempre les parece bien.
Camille: A veces es difícil. Ahora en el Konzerthaus de Berlín queremos contar con la clarinetista Azra Ramic, pero también hay que tocar alguna obra de Ursula Mamlok, es complicado juntarlo todo. En diciembre queremos preparar el concierto de febrero.
Eros: Alma, Dani y yo nos vamos a juntar para preparar la obra de Ursula Mamlok.
Daniel: Tiene una duración de 9 minutos. Fue dedicada al gran oboísta, director y compositor Heinz Holliger; las obras que componen para él son bastante difíciles.
Alma: También hay un punto de valentía en todo esto. Como intérprete, uno decide si va a las obras más acertadas o convencionales o se arriesga a tocar lo que le gusta. Nosotros somos responsables y presentamos diferentes propuestas.
Camille: En Suiza y Alemania está más normalizada la música contemporánea. Hay público de clásica y de contemporánea, y les gusta mucho la idea porque ven que son programas originales para todo tipo de público y que es una forma de unir.
¿En qué sala os gustaría tocar en el futuro?
Eros, Camille: ¡En el Konzerthaus!
María: Yo no tengo muchos sueños sobre dónde tocar; en el salón de mi casa, dando un concierto para mi abuela y la vecina soy igual de feliz. Lo importante es tener público y da igual quién sea y dónde sea. Simplemente el hecho de poder tocar con el Bayona y ofrecer lo que ofrecemos para mí es una alegría.
Eros: Siempre que haya un público que venga a vernos me da igual el lugar, ese es el público para el que yo quiero tocar.
María: En Asturias tengo un grupo de seguidores que van a venir a Zaragoza en diciembre a vernos. Eso me llena, me alegra el día. Son las pequeñas cosas que hacen que merezca la pena. Me hace más ilusión esto que un público que no conozco en Helsinki.
Alma: A mí me gustaría ir a Japón (risas de todos), conocer culturas y viajar es maravilloso. Y juntar música con viajar, más.
Eros: A mí también me gustaría, queda anotado para el futuro.
¿Habéis pensado grabar un disco?
Eros: Eso son palabras mayores, pero pensando en voz alta, creo que en un futuro a medio plazo sí. A nivel personal he tardado mucho en hacer mi disco porque tenía muchas ideas pero luego he tenido esa experiencia maravillosa y quiero que la tengamos todos.
¿Qué programa vais a abordar en el concierto del 22 de diciembre en el Auditorio de Zaragoza?
Eros: El programa se va a llamar Éxodo. Aunque se pueda confundir con el Antiguo Testamento, me refiero al éxodo rural de la industrialización, que lo que provocó es el surgimiento de las ciudades, donde se mezclaban las herencias rurales, por ejemplo de la música de Bartók y Stravinski, junto al auge y el surgimiento de nuevas músicas como el jazz y el cine. El programa va en la misma línea, siempre al límite de lo clásico junto con otras músicas.
¿Habrá sorpresas?
Eros: Es un secreto, habrá que esperar a que pase todo, luego ya podremos contar que rompimos un arco.
Alma: Ya rompimos un arco en un concierto, lo rompió Alfredo. Respecto a lo que comentabais antes de explorar nuevos sonidos, creo que la diferencia está en si actúas como instrumentista o como músico. En una etapa más adulta viene el momento de golpear el instrumento para una obra, de ‘pues tengo que hacer ruido infernal’, y estos son los límites de las nuevas sonoridades.
Daniel: Parte de esos prejuicios que tiene el público se nos contagian a nosotros también. Por ejemplo, cuando salimos con un delantal, yo sin mi instrumento y con un salero y había hasta carne cruda, fue un reto personal duro, pero después del concierto, ves que el público se lo pasó muy bien y que se rió mucho; les pareció muy curioso y nadie salió de ahí pensando cosas raras, estoy totalmente convencido.
Eros: Escuchamos música contemporánea continuamente en el cine y en las series. Parece que estamos hablando de un alien, pero la música actual se basa en música contemporánea con unos efectos sonoros increíbles. Los escuchamos continuamente sin saberlo. Me gustaría acabar con una reflexión de John Cage en la que se pregunta dónde está la música y donde está el ruido. Yo creo que cada uno tiene su propia valoración.
Deja una respuesta