Enrico Pieranunzi, piano
CAM JAZZ CAMJ 7812-2
Como si de un juego soñado y visionario se tratara, Enrico Pieranunzi se atreve a desafiar las leyes estrictas del respeto al texto musical y compone improvisando sobre las sonatas de Doménico Scarlatti, uno de los improvisadores más originales del teclado barroco. Pieranunzi acata esta misión, que cumple con creces, en su duodécimo trabajo para el sello Cam Jazz, centrados todos los anteriores en grabaciones a dúo o trío de jazz. El presente álbum hace observar al oyente la maravillosa fusión de dos mundos tan dispares como la sensibilidad creativa de, probablemente, uno de los mejores pianistas de jazz europeos y la más brillante y original música para teclado del barroco italiano. En las notas al disco, Pieranunzi confiesa que siempre ha cultivado el piano clásico a la par que el jazz, dos caminos que han caracterizado su vida musical desde sus comienzos, separados siempre en público pero que ahora aúna gracias a Scarlatti. El protagonista interpretativo de este disco es un activo compositor y músico de jazz nacido en Roma en 1949 y que ha colaborado, a lo largo de su infatigable y en los más prestigiosos festivales internacionales con artistas de la talla de Chet Baker, Jim Hall, Art Farmer, Marc Johnson, Joel Baron o Paul Motian, entre otros. El italianismo, con el cielo y el sol mediterráneos enfrascados dentro de una vitalidad y pasión en cada tecla de las sonatas, es el verdadero lazo de unión del pianista romano con el compositor. La manera de abordar la música scarlattiana y las improvisaciones propias de Pieranunzi se efectúa a modo de preludio y postludio, pues tanto una sonata de Scarlatti como una improvisación del pianista italiano, extraída de núcleos temáticos que luego va desarrollando rítmica y tonalmente para acercarla al mundo del jazz, sirven de marco la una a la otra indistintamente, según la pieza escogida. Tampoco desdeña Pieranunzi la oportunidad de ejercitar sus dedos en algunas sonatas presentadas en solitario, sin aderezo creativo, para probar su inmersión en la música clásica. El resultado da fe de forma proverbial del buen gusto del intérprete así como de la calidad onerosa que desprenden sus versiones tanto de las sonatas como de sus improvisaciones de notable excelencia.