Maria Callas (Nueva York, 2 de diciembre de 1923-París, 16 de septiembre de 1977) ha llegado a convertirse en una figura mítica del siglo XX. Las modernas técnicas de holografía han permitido reconstruir su figura actuando en un escenario, e interpretando arias tomadas de sus muy numerosas grabaciones, en una serie de conciertos por todo el mundo que se vienen desarrollando desde 2018 y que nos crean la ilusión de que aún sigue viva.
Por Diego Manuel García
La voz de Maria Callas no destacaba por un atractivo timbre, si la comparamos con la de su gran rival, Renata Tebaldi, que era de gran belleza, pero a quien como intérprete le faltaban dosis de expresividad, siendo su capacidad teatral limitada. Expresividad y una inmensa teatralidad fueron las grandes características de Callas, junto a su capacidad para sombrear y colorear las notas, matizando al máximo sus interpretaciones para mostrar los más cambiantes estados anímicos: odio, ternura o desesperación.
En los mejores momentos de su carrera la voz era voluminosa y con un poderoso fiato que le permitía realizar increíbles regulaciones del sonido. También era capaz de ejecutar bellos filados, incluso de notas agudas. La extensión era muy considerable, moviéndose entre el grave Fa2 y el agudísimo Mi5. Mostraba un intenso y contrastado fraseo para dar relevancia a cada frase, a cada palabra cantada. Su magnífica técnica le permitía ofrecer una brillante ejecución de las coloraturas, no solo para lucir un canto meramente decorativo, sino para dotarlo de una intencionalidad dramática. Callas recuperó un tipo de vocalidad: soprano dramática de agilidad, que poseyeron cantantes del siglo XIX, como Giuditta Pasta, María Malibrán y su hermana Pauline Viardot.
Una temprana vocación musical
Maria Callas, cuyo verdadero nombre era Maria Kalogeropoulos, nació en Nueva York el 2 de diciembre de 1923 y era hija de inmigrantes griegos. Muy pronto manifiesta una gran vocación por la música, recibiendo a los 8 años sus primeras clases de piano y a los 10, de canto. Después de la separación de sus padres regresa junto a su madre a Grecia, en 1937, ingresando en el Conservatorio de Atenas para proseguir sus estudios. En 1939, se convierte en alumna de la famosa soprano española Elvira de Hidalgo, quien descubrió auténticas posibilidades en la voz oscura y dramática de la joven Callas, enseñándole las técnicas belcantistas, y llegando a ejercer sobre ella una gran influencia, no solo en el plano vocal, sino también en el humano.
Su debut se produjo en el Teatro Real de Atenas el 4 de julio de 1942, interpretando con solo 18 años Tosca de Puccini. En 1945, regresó a Estados Unidos para proseguir su incipiente carrera. Después de fallidos intentos de ser contratada por algún teatro, consigue una audición con Giovanni Zenatello, antiguo tenor y en esos momentos máximo responsable del Festival de la Arena de Verona, quien estaba buscando una soprano para cantar La Gioconda de Ponchielli, en la reapertura de ese Festival en 1947. La voz de Callas impresiona a Zenatello, quien la contrata, produciéndose su debut el 2 de agosto de 1947, con dirección musical de Tullio Serafin. Este famoso y veterano director operístico debió ver en Callas grandes posibilidades, convirtiéndose desde entonces en su mentor musical. Durante ese debut en Verona conocerá a otra persona muy importante en su vida: el empresario Giovanni Battista Meneghini, gran aficionado a la ópera, con quien Callas se casaría en 1949.
Primeros años de carrera
Después de las tres funciones de La Gioconda en Verona, el 30 de diciembre de 1947 se produjo su debut en el Teatro La Fenice de Venecia cantando en italiano la Isolda de Tristán e Isolda, y un mes después, en ese mismo teatro, interpretará su primer Turandot. A finales de 1948 se producirá su debut en el Teatro Comunale de Florencia, interpretando con mucho éxito su primera Norma, con dirección de Tullio Serafin; este rol se convierte en un papel esencial durante toda su carrera.
Las proezas vocales de Callas comienzan a manifestarse: durante el mes de enero de 1949, en el Teatro la Fenice de Venecia, Callas alternó el personaje de Brunilda de La Walkiria (cantada en italiano) con la Elvira de I Puritani, consiguiendo un gran éxito en ambos papeles, dirigida por Tullio Serafin. Resultaba verdaderamente increíble que una soprano pudiera cantar en pocos días la dramática Brunilda y la ligera Elvira. En abril de ese mismo año, pocos días después de su boda con Meneghini, realizó su debut en el Teatro Colón de Buenos Aires, con las interpretaciones de Turandot, Norma y Aida. Ese año concluirá con su debut en el Teatro San Carlo de Nápoles, ofreciendo una excelente interpretación de Abigaille (papel de gran exigencia vocal), del verdiano Nabucco, que puede escucharse en YouTube.
En 1950, Callas debutó en el Teatro alla Scala, cantando Aida (en un segundo reparto, ya que en el primero intervenía Renata Tebaldi) con discretos resultados. Ese mismo año 1950 acudirá por primera vez al Teatro Bellas Artes de Ciudad de México, donde conseguirá grandes éxitos interpretando Norma y Aida, debutará en la Leonora de Il trovatore y retomará la Tosca, que no había interpretado desde su juveniles años en Atenas.
El año 1951 va a ser de tremenda importancia en la carrera de Callas, ya que en el Teatro Comunale de Florencia se producirá su debut como Violetta Valéry en La traviata, otro de los papeles fundamentales de su carrera. En ese mismo teatro, durante el mes de mayo interpretará el muy difícil personaje de la Duquesa Elena, perteneciente a una olvidada ópera verdiana I vespri siciliani, dirigida por el gran Erich Kleiber (se puede escuchar completa en YouTube), donde Callas obtiene un gran triunfo, que le supone ser contratada para interpretar esa misma ópera en la apertura de la temporada del Teatro alla Scala, el 7 de diciembre de 1951. El éxito fue extraordinario y ese día logró su sueño de conquistar el teatro milanés.
Los años dorados
A partir de entonces actuará asiduamente en el Teatro alla Scala durante las seis temporadas siguientes en lo que puede considerarse el período más brillante de su carrera. En 1952 interpretará Norma, debutará en su único papel mozartiano, Constanza de El rapto en el serrallo, e inaugurará la temporada 1952-53 con Macbeth, otra olvidada ópera de Verdi. Su creación de Lady Macbeth resulta antológica, ya que conjuga su impresionante vocalidad y su gran talento dramático. Ese mismo año 1952, Callas había conseguido otro gran triunfo en el Teatro Comunale de Florencia, interpretando el complejísimo personaje de Armida de Rossini (se puede escuchar en YouTube), donde brillaban al máximo todas sus características vocales de soprano dramática de agilidad. También se había producido su debut en el londinense Covent Garden, en una de sus mejores interpretaciones de Norma (puede escucharse una toma en directo en YouTube). En tierras mexicanas abordará por primera vez otra de sus grandes creaciones: Lucia di Lammermoor, donde, finalizada la famosa y extensa ‘Escena de la locura’, de tremenda exigencia en los pasajes de coloratura y con la emisión de dos estratosféricos Mi5, el público aplaudió con tal fuerza, que la cantante volvió a interpretarla íntegramente.
En 1953, en el Teatro Comunale de Florencia, añadirá a su repertorio otro de sus papeles esenciales, la Medea de Luigi Cherubini, donde se enfrentaba a una partitura de extrema dificultad vocal, con grandes exigencias en el registro grave y agudo, que resuelve con suma brillantez, y donde muestra, de nuevo, su imponente capacidad teatral. En enero de 1954, en el Teatro alla Scala, se producirá el encuentro entre Maria Callas y Herbert von Karajan, ejerciendo la doble función de director musical y escénico, en una serie de triunfales funciones de Lucia di Lammermoor, que se repetirían en 1955 y 1956, también con dirección de Karajan, respectivamente en Berlín, donde Callas realizó una antológica creación de Lucia, con insólitos matices (disponible en YouTube), y en la Staasoper de Viena. Su debut en tierras norteamericanas se produjo en 1954, en la Ópera de Chicago con Norma, y en 1956, con esa misma ópera, en el Metropolitan neoyorkino.
El año 1955 es el más brillante en la carrera de Callas. En el Teatro alla Scala consigue extraordinarios éxitos con sus interpretaciones de La sonnambula, con dirección musical de Leonard Bernstein, y de unas históricas representaciones de La traviata, con dirección musical de Carlo Maria Giulini, ambas óperas dirigidas escénicamente por el cineasta Luchino Visconti (otro personaje esencial en la carrera de Callas), donde podía contemplarse a la cantante tremendamente estilizada (había perdido 40 kilos). Inaugura la temporada del Teatro Alla Scala 1955-56, con una extraordinaria Norma considerada como la gran referencia discográfica de esta ópera, ya que fue tomada en directo (puede escucharse en YouTube), donde Callas brilla sobremanera en su gran escena del Acto I: el famosísimo recitativo-aria-cabaletta ‘Sediziose voci… Casta Diva… Ah! bello a me ritorna‘ y también en los extensos dúos con Adalgisa, interpretada por una magnífica Giulietta Simionato. Y, en el vibrante trío (Norma, Aldalgisa y Pollione) conclusivo del Acto I, donde emite un imponente Re5, mantenido varios compases.
En 1957, y de nuevo, con dirección escénica de Luchino Visconti, conseguirá otro de sus grandes triunfos, interpretando Anna Bolena de Donizetti. También ese mismo año se producirá la última colaboración de Callas y Visconti, esta vez en una ópera clásica Iphigénie en Tauride de Gluck, donde la cantante volvía a mostrar su absoluta versatilidad para afrontar diferentes repertorios.
Decadencia y final de carrera
En el año 1958 empiezan a aparecer los primeros síntomas de decadencia vocal. No obstante, consigue un gran triunfo en el Teatro San Carlos de Lisboa, interpretando otra histórica Traviata, junto al magnífico Alfredo Germont interpretado por un joven Alfredo Kraus. Precisamente, en el transcurso de su viaje a Lisboa, hace una escala en Madrid, para ofrecer un recital en el Cinema Monumental, que supone su debut en España. También, finalizando ese año, se produjo su debut en la Ópera de París, retransmitido por Eurovisión, que constaba de un recital y del Acto II de Tosca escenificado, donde junto a Callas estaba el extraordinario Scarpia de Tito Gobbi.
En el fatídico año 1959, se producen acontecimientos extra artísticos: su divorcio de Meneghini y el inicio de su intenso idilio con el naviero Aristóteles Onassis, que la hacen abandonar prácticamente su carrera. Desde entonces solo se la escuchará con una voz deteriorada, aunque aun manteniendo su gran capacidad teatral, interpretando en el Teatro alla Scala, en 1960, la ópera Poliuto de Donizetti. También, unas pocas funciones de Medea, en 1961 y 1962, que suponen su despedida del teatro milanés. En 1965 su carrera concluye con unas representaciones de Norma en París y una función de Tosca en Londres, que cerraba un ciclo artístico iniciado en Atenas, en 1942, con esta misma ópera. Entre ambas fechas encontramos su antológica grabación en estudio de Tosca, en 1953 (disponible en YouTube), también junto a Tito Gobbi y un magnífico Giuseppe Di Stefano.
Los últimos años de su vida son muy tristes: aislada y sensiblemente envejecida, muere en su apartamento parisino el 16 de septiembre de 1977, con solo 53 años. Se había producido la muerte de la diva y comenzaba una leyenda que no cesa de acrecentarse.
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