Por Susana Castro
El pasado jueves 4 de noviembre el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid (RCSMM) acogió la celebración de un importante evento: el homenaje a la catedrática emérita de la institución Encarnación López de Arenosa.
Gracias a la iniciativa de Teresa Catalán y Michéle Dufor, fantásticamente acogida por el centro y por su directiva —encabezada por Consuelo de la Vega Sestelo (directora) y Víctor Pliego de Andrés (vicedirector)—, el reconocimiento llega en el momento perfecto, ya que dejarlo para más tarde, cosa bastante habitual en este país, hubiese sido un error.
Acompañaron a Encarna, además de una audiencia entregada, sus hermanos, sobrinos y sobrinos nietos, que pudieron comprobar en primera persona el enorme afecto que colegas, alumnos y compañeros de batallas, le profesamos a la homenajeada.
Además de poner su nombre a un aula del RCSMM, el acto contó con las intervenciones de Consuelo de la Vega, Elena Díaz Martín, Teresa Catalán, María Rosa Calvo-Manzano, Raquel Chiaro, Begoña Casín, Amaya de la Peña y una servidora, ejerciendo Víctor Pliego de maestro de ceremonias. Las palabras dedicadas a Encarna fueron emotivas, destacando por encima de ellas dos: humildad y generosidad.
Tanto sus antiguas alumnas como sus compañeras en sus distintas facetas hablamos de Encarna con una afecto contagioso, que arrancó más de una lágrima al numeroso público asistente, a pesar de la situación social en la que todavía nos encontramos. Se recordaron anécdotas, frases célebres de la homenajeada y sus enseñanzas. Pero, por encima de todo, se destacó la faceta humana de Encarna, una mujer entregada a su vocación, la pedagogía, con espíritu crítico y combativo, al tiempo que resolutivo y conciliador.
Podríamos decir que los momentos álgidos fueron dos: cuando la propia Encarna dirigió unas palabras a la sala, con una lucidez admirable y con su siempre exquisita educación, y la sección musical del homenaje. Los pianistas Elisabeth del Barco y Luis Ponce de León acompañaron a la preciosa voz de María Herrero en la interpretación de una selección de obras con música y letra de Encarna incluidas en su libro Solfeo en canciones.
Bajo la mirada atenta de la homenajeada, que en todo momento estuvo en el escenario, sus canciones tomaron forma y, a pesar de que fueron escritas con una finalidad didáctica, bien podrían haber formado parte de un hermoso recital de canto y piano. Los allí presentes también quisimos participar y todos juntos interpretamos ‘El espantapájaros‘ y ‘Súbete a la rama‘.
Cuando días antes del homenaje Encarna me llamó para invitarme a asistir, no dudé ni un momento de que Melómano debía estar presente y tomar parte en la iniciativa, ya que durante más de quince años Encarna nos brindó sus artículos sobre enseñanzas musicales con rigor, enorme capacidad analítica y entrega absoluta. Es una de nuestras colaboradoras más queridas y así lo quisimos plasmar en la entrevista que le hicimos en el número 241 (mayo de 2018), cuando decidió que su etapa en Melómano había finalizado. Me enorgullece pensar que es su entrevista más personal, y a día de hoy todavía recibo felicitaciones por ella —que son suyas, no mías—. Está disponible para su lectura aquí: entrevista a Encarna López de Arenosa.
A la finalización del acto, una fila improvisada esperaba paciente para saludar a la que fue la primera mujer en dirigir un conservatorio en España, ahí es nada. Nuestra ilusión era felicitarla por tantos y tan buenos años de trabajo, por tanta entrega y dedicación. Resistió heroica todos los achuchones y fotos, todo el afecto que le entregamos.
Solo me queda agradecer de nuevo al RCSMM, a su directiva, y a Teresa Catalán y Michèle Dufor por tan hermoso acontecimiento. Encarna le ha dado mucho a la pedagogía musical y a ese centro; era de justicia que ahora se le devolviese toda esa entrega. ¡Viva la música!
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