Siempre me pareció difícil resumir las historias, más si estas tienen más de 450 años de vida y experimentan un cambio constante. No podría referirme a otra historia que no fuera la de mi instrumento favorito, el violonchelo. Aún recuerdo cómo fue el día en que nos conocimos, como si fuera ayer… Un día mi profesor de solfeo y piano, Miguel, trajo el instrumento a clase y tocó un poco para enseñármelo. Solo recuerdo quedar totalmente embobado con sus bajos profundos, su sonido grande y lleno de armónicos. Desde entonces no he podido separarme de él, he intentado conocer su historia y por qué ha llegado a nuestros días tal y como lo conocemos.
La palabra violonchelo curiosamente significa ‘violincito’ o pequeño violín en italiano, lo que es un poco irónico, ya que es mucho más grande que un violín. Otros expertos lo denominan ‘la guitarra grande’ y ya veremos que esto podría no estar tan equivocado…
Bromas aparte, me gustaría poder contaros todo lo que considero más importante de la vida del violonchelo, pero sin alargarme demasiado. Por eso al ponerme un límite de tiempo para explicar la historia del violonchelo en un concierto nació El violonchelo en 60 minutos.
Por Javier López Escalona
Introducción
Hay algo que me gustaría aclarar antes de empezar, y es que definitivamente el violonchelo no tiene relación con la viola da gamba. A lo largo de la historia autores como Wilhelm Joseph von Wasielewski y Edmond van der Straeten escribieron los libros The Violoncello and Its History y The History of the Violoncello, the Viol da Gamba, their Precursors and Collateral Instruments, pero ambos libros presentan el mismo defecto, y no es otro que dar mucho espacio a la viola da gamba. Este énfasis, sin duda, señala una relación entre ambos instrumentos cuando realmente no la hay. Incluso cuando se editó el libro de Wasielewski se añadió una imagen de una viola da gamba a la portada.
Para lograr entender lo esencial de un instrumento debemos pensar que el instrumento existe por y para su literatura. Esta es la que lo hace evolucionar y la que lo mantiene con vida. No solo me refiero a la literatura para violonchelo solo, sino también al violonchelo en la música de cámara y en la orquesta.
Los violonchelistas han sido compositores, directores, escritores e incluso parte de la realeza. Fue el instrumento del compositor de ópera barroca veneciano Antonio Caldara, quien escribió dieciséis sonatas para violonchelo y bajo continuo. También lo fue de Christoph Willibald Gluck, el gran compositor de ópera; de Johann Rudolf Zumsteeg, el creador de la balada pre-romántica alemana, que compuso un concierto y una sonata para violonchelo; Jean-Jacques Offenbach, fundador de la ópera bufa romántica, quien también escribió unas cuantas piezas; o Heitor Villa-Lobos, el compositor brasileño que escribió extensamente para violonchelo.
A pesar de que el violonchelo no fue el instrumento principal de Gioacchino Rossini o Arnold Schoenberg, ambos estudiaron violonchelo y Schoenberg fue chelista en la Zemlinsky’s Orchestra en Viena. Esto explica el interés de Schoenberg en el Concierto en Sol menor de Matthias Georg Monn y la transcripción para violonchelo y orquesta que hizo de su Concierto de clave en Re mayor. A pesar de que Schubert no fue chelista, su padre influyó en su afecto hacia el instrumento, algo que culminó con el Quinteto de cuerdas opus 163, con dos violonchelos.
El número de violonchelistas que se volvieron directores es algo impresionante: Pau Casals, Mstislav Rostropóvich, Arturo Toscanini, Hans Kindler, Sir John Barbirolli, etcétera.
También fue el instrumento de escritores como Ernst Ludwig Gerber, Louis-Antoine Vidal, Laurent Grillet y, por supuesto, de miembros de la realeza como José II de Austria o Federico Guillermo II de Prusia, sucesor de Federico el Grande.
¿Quiénes son los padres del violonchelo?
Los grandes instrumentos de la familia del violín son obras de arte al mismo tiempo que instrumentos musicales, para apreciarlos tienen que ser vistos. Para un experto los aspectos importantes a la hora de analizar un instrumento son: la calidad y grosor de las maderas, el barniz, la curvatura, el clavijero, las ‘f’, el alma, etcétera. Para un intérprete lo más importante debería ser el sonido, el color y calidad sonora del instrumento.
Según los conocimientos actuales, Andrea Amati (ca. 1505-1577) de Cremona (Italia) fue el padre del violonchelo, siendo el primer lutier que los construyó. No se conocen cuántos violonchelos creó exactamente, pero se cree que en torno a seis. El más famoso de estos violonchelos es el que está decorado en sus laterales y parte trasera, se cree que este instrumento fue uno de los 38 instrumentos que Carlos IX de Francia pidió construir a Amati.
Los hijos de Andrea, Antonio y Girolamo Amati, continuaron con la tradición y el modelo que creó su padre. Estos, a su vez, enseñaron a lutieres como Antonio Stradivari, Andrea Guarneri, Francesco Ruggeri, Giovanni Battista Rogeri, Gioffredo Cappa y Paolo Grancino.
Antonio Stradivari, sin duda, es el más famoso lutier de toda la historia, y seguramente el mejor lutier de violonchelos y también de violines. Existen 63 violonchelos de él por todo el mundo. Sus primeros violonchelos hasta 1701 eran de un tamaño mayor al que conocemos hoy en día. Luego adoptó un modelo más pequeño debido a la demanda de violonchelistas virtuosos, ya que esto ayuda a poder tocar en posiciones agudas aunque se sacrifique el poder de las cuerdas graves típico de los instrumentos más grandes.
Por supuesto no podemos olvidarnos de la escuela de Venecia, con Matteo Goffriller, Domenico Montagnana y Santo Seraphin.
¿Tiene hermanos el violonchelo?
El nacimiento de la familia del violín es, sin duda, resultado de una compleja mezcla de variadas influencias, o como Richard Winternitz dice: ‘the final product of a long and variegated process of development, a combination or fusion of many patterns and elements contributed by a number of different bowed instruments‘ (‘el producto final de un proceso de desarrollo largo y variado, una combinación o fusión de muchos patrones y elementos contribuidos por una serie de diferentes instrumentos de arco’). Pero, sin duda, una de esas influencias se impone a las demás: la lira da braccio. Alexander Hajdecki fue uno de los primeros en apuntar a este instrumento como ancestro inmediato del violín.
Violín y viola emergieron primero (quizá en el orden contrario), un poco antes que el violonchelo, pero por bastante tiempo no se le llamó violonchelo, pues encontramos términos que se refieren a él tales como: violone (Corelli, 1681); basso y basse da brazzo (Vitali, 1666); violoncino (Fontana, 1641); violonchelo (Degli Antonii, 1677).
En el fresco de la cúpula de la Iglesia de Santa Maria dei Miracoli en Saronno (Italia) encontramos una imagen de un ángel vestido de azul tocando lo que sería un violonchelo en su estado primitivo. Este fresco que fue pintado por Gaudenzio Ferrari en 1535 nos regala la evidencia de que el violonchelo nació antes de 1535.
Los hermanos del violonchelo comprenden, según Van der Straeten, violonchelos de seis, cinco y tres cuerdas. El hermano pequeño del violonchelo es el violonchelo piccolo, que es un violonchelo en tamaño pequeño con 4 o 5 cuerdas. Este violonchelo se cogía o bien entre las piernas (da gamba) o apoyado en el hombro (da spalla).
El termino violonchelo da spalla no se refiere a una variedad de violonchelo, sino más bien solo a la manera de coger el instrumento, en este caso cuando tenía que ser usado en procesiones en la calle, eventos, etcétera.
El primo del violonchelo es, sin duda, el arpeggione, a pesar de que se parezca mucho a una guitarra y, de hecho, fuera llamado guitarra violonchelo. Aquellos que en el autobús me preguntaban si mi violonchelo era una guitarra quizá no estaban tan equivocados…
Van der Straeten también menciona otras tres variantes del violonchelo: el violoncello portatile, el harmonicello y el cellone.
¿Cómo fue su evolución?
Casi todos los violonchelos antiguos estaban hechos en un modelo mucho más grande, pero la mayoría han sido cortados por conveniencia de los intérpretes. Estos instrumentos estaban hechos para ser tocados con menor tensión en las cuerdas (de tripa) ya que la afinación del La durante los inicios del violonchelo era de 415 Hz y ahora (cuerdas metálicas) de 440 Hz e incluso 442-445 Hz (un fenómeno llamado calentamiento global de la afinación). Esto demandaba un mástil más largo, un diapasón más largo y un puente más alto. Otro aspecto interesante de la evolución del violonchelo es la pica, esa barra metálica o de fibra de carbono que usamos para apoyar el instrumento.
Antiguamente el violonchelo se sostenía entre las piernas, como la viola da gamba. Esto, por desgracia, estaba mal visto entre las mujeres, por lo que ellas utilizaban un taburete en el suelo para apoyarlo. Esto fue el antecedente de la pica, hasta que François Servais, el famoso violonchelista belga, la empezó a usar cuando estaba mayor, ya que le resultaba más cómodo tocar con ella.
Según Robert Crome, la pica solo debía ser usada por principiantes. Cuando el violonchelista hubiera crecido, madurado y tuviera que salir al escenario ante un público, ya no debía utilizarla.
Alrededor de la primera mitad del siglo XVII el violonchelo se convirtió en el instrumento más importante para tocar bajo continuo. Comenzó a formar parte de la popular combinación de dos voces agudas y bajo continuo, que luego se acabó adaptando a instrumentos como el violín, que finalmente se llamaría sonata, término usado para referirse a piezas tocadas con instrumentos y no cantadas.
También en la orquesta barroca acabó determinándose como instrumento para realizar el bajo continuo y, con Corelli, parte del concertino (dos violines y violonchelo). Además, se ha de mencionar el papel del violonchelo en la ópera, las salas de concierto donde se interpretaban las óperas eran más grandes que las usadas para música de cámara, y es por eso que el violonchelo fue el instrumento preferido para el continuo, ya que tenía más sonido.
¿Quién escribió para violonchelo?
La primera literatura expresamente para violonchelo nace de la mano de los primeros virtuosos, que no son otros que los violonchelistas que se relacionan con la Catedral de San Petronio en Bolonia (Italia) a finales del siglo XVII. Según Vatielli fueron: Angelo Bovi, Dominico Maria Marcheselli, Benedetto Zavatteri, Giovanni Battista Vitali, Petronio Franceschini, Domenico Gabrielli y Giuseppe Jacchini. Aunque estos violonchelistas aún no fueron virtuosos que viajaron por el mundo, eran conocidos y muy valorados localmente.
Pero, sin duda, el primer gran virtuoso del violonchelo fue Francesco Alborea, más conocido como ‘Franciscello’. Fue una leyenda, y era admirado por Scarlatti, Geminiani, Quantz, etc. Fue tal su leyenda que hasta se dijo que había enseñado a músicos que ni siquiera habría podido conocer, como el caso de Duport, que nació cuando ‘Franciscello’ ya había muerto.
Son Giovanni Battista Degli Antonii, Domenico Gabrielli y Domenico Galli los primeros en escribir para violonchelo. A pesar de que Degli Antonii escribió Ricercate sopra il violoncello o’ clavicembalo en 1687, se suele considerar que fue Domenico Gabrielli el primero en escribir para violonchelo expresamente. Degli Antonii era organista y probablemente con ‘o’ clavicembalo‘ se refería a que, con la partitura, un clavecinista podría improvisar con el bajo.
Gabrielli nos dejó un manuscrito con fecha de 1689 que contiene siete ricercari para violonchelo solo, un canon para dos violonchelos y cuatro ricercari con bajo continuo. El violonchelo para el que estaban compuestos estos ricercari era para uno con scordatura (Do-Sol-Re-Sol).
Las Suites para violonchelo solo de Bach ocupan un lugar único en la literatura del violonchelo. Las obras para violonchelo solo de los italianos Antonii, Gabrielli y Galli son muy diferentes al lenguaje de las suites de Bach. No se conoce para quién fueron escritas, pero la tradición dice que las compuso para Christian Ferdinand Abel, un violagambista y violonchelista de Cöthen. La primera edición no apareció hasta 1825, y a partir de estas muchas ediciones fueron saliendo, incluso con acompañamiento para piano (Grützmacher, Piatti, Robert Schumann).
Existen tres copias del manuscrito de estas suites. La primera y más entendible es la elaborada por Anna Magdalena, la que fuera segunda esposa de Bach. Otra copia fue la de Johann Peter Kellner, alumno de Bach, que en el título de la copia se refiere a ‘le viola de basso‘ como instrumento para el que se compusieron las suites. Esta información podría ser clave para entender por que muchos expertos como Wasielewski dudan de que fueran escritas para violonchelo. Una última copia del manuscrito es de Westphal. Desgraciadamente ninguna de estas es precisa en las anotaciones de arcos.
Una teoría, que podría ser cierta, es que el método alemán de empuñar el arco en ese momento era el de la viola da gamba (la palma de la mano hacia arriba). Esta posición de la mano convierte los pulsos fuertes de un compás en arcos arriba, que es justo lo contrario del estilo del violonchelo, en el que los compases fuertes se dan en arcos abajo. Quizá el método alemán de empuñar el arco explica la dificultad de interpretar las articulaciones cuando se usa un arco de manera moderna.
¿Violonchelistas y compositores?
Después de hablar sobre el violonchelo e interpretar a Bach y Gabrielli, que comprenden para mí el repertorio más importante en el Barroco para violonchelo solo, es complicado mantener el nivel de unas obras tan sublimes. Pero pienso que es en los propios violonchelistas compositores donde encontramos música que hace evolucionar al instrumento, y también que intenta mostrar que es un instrumento con muy pocos límites. Por supuesto me refiero a violonchelistas como Luigi Boccherini, Jean-Louis Duport, Auguste Franchomme, Alfredo Piatti, François Servais, Friedrich Dotzauer, Karl Davidoff, David Popper… ¡y muchos más que me encantaría mencionar!
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