Por Elies Hernandis Oltra
Un poco de historia
Michael Praetorius describió en el siglo XVII al trombón como «el instrumento de viento por excelencia en música concertada de cualquier clase». Esto en parte era debido a la naturaleza del sacabuche, así llamado en España, dotado de una doble vara que le permitía tocar con perfecta afinación en prácticamente cualquier tono, mientras que los instrumentos con agujeros para los dedos estaban usualmente construidos para tocar óptimamente en una sola tonalidad. Esta facultad debió de ser muy valiosa cuando el diapasón variaba enormemente de una ciudad a otra, o incluso entre sus diferentes capillas. La versatilidad del trombón también provenía del hecho de poder ser tocado lo bastante piano como para acompañar voces solas, violines e incluso flautas, mientras el mismo instrumento podía acompañar a las chirimías y las cornetas en las torres y los desfiles.
¿Cómo se inventó este instrumento?
Sacquer et bouter, sacar y meter; sacabuche, gancho usado como arma guerrera; sacra busa, bocina sagrada; posaune, bocina; trombone, tromba grande… son palabras que, por toda Europa, nos dan una idea difusa del origen de su nombre en el siglo XV.
El grupo conocido como alta capella, compuesto por una chirimía, una bombarda y una trompeta de corredera (trompeta bastarda) formaba un conjunto destinado a tocar en las celebraciones públicas como danzas, entradas y grandes celebraciones religiosas. Hacia finales de este siglo XV, el estilo compositivo cambió notablemente. Ahora se añadía otra voz por debajo del tenor, era el contratenor bajo, o bajo. El sacabuche con su doble vara era capaz de tocar el bajo de la alta capella en estas piezas. Además, mientras la trompeta de corredera solo era capaz de alargar en un tono y medio la longitud del tubo, el trombón podía, con menos movimiento de la vara, cambiar su longitud hasta en tres tonos. Así se conseguía un registro cromático completo, incluso en el registro grave preferido ahora en el nuevo estilo.
El trombón en la orquesta
El trombón esta integrado en la orquesta en el grupo de los metales y forma generalmente un trío que antiguamente estaba compuesto de un trombón alto, otro tenor y otro bajo. Hoy en día suelen ser dos tenores y un bajo moderno, en el mismo tono que los tenores pero provisto de dos válvulas que le permiten tocar una octava por debajo de éstos y suele estar acompañados por la tuba.
Decimos generalmente que Beethoven lo introdujo en la orquesta con su Quinta Sinfonía, y de esta manera pasamos por alto más de trescientos años de una intensa participación del trombón en todo tipo de agrupaciones camerísticas y orquestales, bien como solista, o bien como acompañante de voces.
Aunque ya estaba bien arraigado en las catedrales europeas, donde acompañaba a las voces, Josquin des Prez, Palestrina, Morales, Guerrero, Victoria…, encontraremos la primera anotación de su uso en la «Sonata Pian’e forte» de Giovanni Gabrielli, publicada en 1597. Ésta, que es la primera partitura donde se especifica el uso de cualquier instrumento, es una pieza antifonal escrita para dos coros en los que el violín y la corneta (renacentista, barroca, de madera y con agujeros) tocan la parte soprano de cada conjunto. Otras muchas piezas de Gabrielli estarían escritas para el trombón incluida una de sus publicaciones póstumas en 1615 en las que requiere la participación de 17 trombones repartidos en 5 coros (Canzon XX). Otros músicos venecianos, como Marini, Guami, Massaino… escribían para trombones.
En Alemania, un gran alumno de Gabrielli, Heinrich Schütz (1585-1672) utilizó los trombones en combinación con las voces en sus Sinfonías Sacras. También en Alemania, en la segunda mitad del siglo XVII aparecieron los Stadpfeifers (músicos de viento del municipio) que marcaban las horas desde lo alto de las torres de la ciudad y de las iglesias tocando pequeñas piezas musicales (Turmusik). La literatura de este periodo incluye las sonatas de Daniel Speer (1636-1707) para tres y cuatro trombones.
Sus inicios «en grupo»
En Italia, Frescobaldi, Castello, Riccio, Picchi, Cesare y muchos mas, contribuían al afianzamiento del trombón en la música de cámara al margen de sus funciones cotidianas en los oficios religiosos en la iglesia. Así encontramos en la música de Castello páginas de gran virtuosismo incluso vistas desde la técnica actual.
Las primeras apariciones italianas en la música camerística condujeron a un desarrollo de éstas en la Austria del siglo XVIII con Bertali, Fux, Tuma, Reutter, Zianni, Albrechtsberger, Leopoldo Mozart e incluso el emperador, Jose I. Aquí, en esta situación, se escribieron los primeros conciertos para trombón, Michel Haydn, 1763, Wagenseil, 1762, Leopold Mozart 176? y Albrechtsberger, 1769.
Ludwig van Beethoven, que «introduciría» el trombón en la orquesta sinfónica, en 1812 escribió los tres cuartetos para trombones que luego fueron tocados en sus pompas fúnebres en Viena en 1827 siguiendo la tradición de la iglesia alemana en la utilización de los conjuntos de trombones. Este uso primitivo de doblar las voces desde el barroco, pervivió con Mozart y Haydn, incluso llegó hasta Mendelsohn y lo seguimos recordando cuando escuchamos cualquier sinfonía romántica: siempre aparece un coral de trombones característico de los orígenes del instrumento.
Al mismo tiempo, y como consecuencia de su especialización en el seno de la orquesta sinfónica, el trombón caía en desuso como solista y acompañante de voces en favor de la trompa y el serpentón.
Evolución
Su uso, aunque con otras funciones, fue recuperado con la aparición de las bandas militares de mediados del siglo XIX. Además, la invención de las válvulas en la primera mitad de dicho siglo y su adopción por todos los instrumentos de metal trajo otro instrumento que ganaba popularidad entre los compositores franceses e italianos, como Berlioz, Verdi, Puccini… y en algunos países como España llegó a desplazar al original de varas por su «mayor versatilidad», se trataba del trombón de pistones. Basaban su «versatilidad» en la mayor agilidad y en la mejor ejecución de los pasajes ligados incluso por parte de ejecutantes no tan buenos, descuidando el sonido y las soluciones para la afinación que destacaron al instrumento en la antigüedad y también en nuestros días.
En el siglo XIX y más en la primera mitad del XX, volvería a aparecer el trombón como solista dando como resultado muchos conciertos (Ferdinand David, 1837, Weber, Saint-Saëns, Rimsky-Korsakov, Elgar, Guilmant, Stojowsky, Ropartz, Gröndahl, Martin, 1940; Bozza, Hindemith, 1941) y obras camerísticas (Strawinsky: Octeto y La historia del soldado) Después vendrían Creston, Tomasi, 1956, Berio, 1966, Nelhybel, Bloch, Nino Rota, 1970, Krol, Gotowski, Bernstein, Xenakis, 1986, Arutiunian, 1990, Sandstrom, 1992, entre otros.
Aunque lo encontraremos en un sinfín de formaciones diversas como el septeto de la «Historia del soldado» (cl, fg, tp, tb, vi, cb, pc). Desde mediados del siglo XX, uno de los principales conjuntos en los que participa el trombón es el quinteto de metales, integrado por dos trompetas, una trompa, un trombón y una tuba.
Hoy en día, los infinitos recursos y posibilidades técnicas que ofrece el instrumento, lo hacen acreedor de un gran futuro tanto en la música de cámara como en el papel de solista.
Algunos solos y pasajes orquestales
El uso camerístico del trombón en la Viena del siglo XVIII influiría en algunas de sus apariciones orquestales. Así, Mozart, además de dedicarle arias como solista en algún oratorio («Jener Donnerworte Kraft» KV35), escribía para el trombón un bello solo evocador de la «trompeta» (Tuba Mirum) del juicio final. Haydn, lo utilizó además de acompañante de voces, en varios bajos continuos de «La Creación» y en pasajes obligados de alto y tenor de «Las siete palabras…»
Los compositores románticos consideraban el trombón capaz de expresar un amplio rango de la emoción; Berlioz, autor de la «Sinfonía Fantástica» y la «Gran Sinfonía Fúnebre y Triunfal», dijo que el instrumento poseía «la nobleza y la grandiosidad» y tenía «todos los aspectos profundos y de gran alcance de la alta poesía musical, desde la apariencia religiosa, tranquila e imponente… hasta los salvajes clamores de la orgía.»
Los italianos han encargado, muchas veces a los trombones de pistones, pasajes de gran dificultad, como en las oberturas de «Guillermo Tell» de Rossini, y «La forza del destino» de Verdi. ¡Hoy en día estos pasajes se tocan con la vara!
Los compositores del siglo XIX se limitaron a menudo a un uso estereotipado del trombón para reforzar la orquesta y para las armonías de fondo en pasajes suaves. Sin embargo, Wagner fue un innovador al usarlos en numerosos efectos dramáticos, particularmente en el «Anillo». Mahler le dedica un gran solo en su tercera sinfonía, además de casi todas sus sinfonías con tres o cuatro trombones. También, Richard Strauss le confía muchos pasajes y solos de gran dificultad como en «Vida de héroe», «Así hablaba Zarathustra», y «Till Eulenspiegel».
Schönberg escribió paginas de enorme dificultad, casi imposibles de ejecutar. Berg, demostrando un mejor conocimiento del instrumento, extiende la tesitura y el virtuosismo del trombón como nunca hasta entonces., en óperas como «Wozzeck» y «Lulu». En los años 20, bajo la influencia del jazz, Ravel escribe para el trombón uno de los solos más conocidos: el «Bolero».
La enseñanza del trombón en España
Aunque el trombón de varas sobrevivió dentro de algunas orquestas, fue en los años setenta cuando en España empezó a recuperarse el uso general de la vara, en lugar de los pistones. Este proceso pudo darse por terminado prácticamente a mediados de los 80. Actualmente, lo estudian cientos de alumnos en mas de treinta conservatorios donde se imparte su asignatura, además de las escuelas de música municipales y de las sociedades musicales existentes cada vez en mas poblaciones. Existen además, escuelas donde se aprende a tocar el trombón en otro estilo que constituye en sí mismo un mundo aparte: el jazz y las músicas modernas que de este estilo se nutren.
Se puede acceder al trombón después de haber empezado con el bombardino (una tuba tenor de la misma tesitura que el trombón tenor que facilita los inicios a los mas niños) como es mi caso. Pero se suele empezar directamente sobre el trombón con unos modelos apropiados a los niños tanto en tamaño como en precio.
Cabe remarcar que el sitio ideal para que el alumno- niño empiece a estudiar en un ambiente óptimo el trombón o cualquier otro instrumento de viento es una orquesta infantil, un gran conjunto de metales, una brass band (banda de metales muy popular en los países anglosajones), o…, lo mas extendido en nuestro país, una banda de viento con una escuela asociada a ésta. Es muy difícil tocar el trombón solamente en casa del alumno o en clase y esto ocurre sobre todo en las grandes ciudades donde no existen estos grupos de base. Sería interesante que asociaciones como las APAS de los Conservatorios dedicaran sus esfuerzos a crear sociedades paralelas e independientes a estos centros en donde el alumno- músico, con sus compañeros, se sintiera como tal y no como el niño que molesta al vecino cuando estudia después del colegio.