Por Simeón Galduf Correa
La música, como el resto del arte, está sometida a un proceso evolutivo constante desde sus orígenes. Esta evolución no solo afecta a obras y compositores, sino también a los propios instrumentos, como es el caso del trombón.
El trombón pertenecía a la familia de los tubae de los romanos, recibiendo el nombre latino de buccina. En aquella época, consistía en un tuvo recto o semicircular (de ahí el nombre genérico de tubae) y las únicas semejanzas con el actual eran su tesitura y timbre.
El progreso de la fabricación de instrumentos hizo que los tubos fueran enroscados de diferentes formas, probablemente con el objetivo de facilitar la postura del músico al tocar.
A lo largo de la historia, existen indicios de la existencia y progresiva pero lenta evolución de este instrumento. Sin embargo, no es hasta finales del siglo XIV cuando aparece la vara, que hizo del trombón el primer instrumento de viento-metal en construir una tablatura completa. El movimiento de ir y venir de la vara determinó el nombre de sacabuche, derivado de los verbos saquer y bouter (sacar y meter en francés).
El sacabuche tenía el papel de tenor en la música medieval. Podemos encontrar referencias de su protagonismo en diversos manuscritos de la época, así como en algunas pinturas.
En su Orfeo, Monteverdi utilizó un quinteto de trombones para emular el descenso de Orfeo al infierno. Es aproximadamente en esa época cuando el sacabuche adquiere el nombre moderno de trombón, que en italiano quiere decir trompeta grande.
Sin embargo, pasado el medievo, los compositores de los siglos XVI, XVII y principios del XVIII, apenas lo utilizan como instrumento de orquesta, para recobrar protagonismo a partir del final del siglo XVIII.
Tanto Mozart como Beethoven utilizan el trombón para enriquecer sus orquestas, destacando su papel en La flauta mágica y el Réquiem del primero o en los Three equales del segundo.
Berlioz y Wagner también comprenden todos los recursos extraíbles del trombón, componiendo motivos de fuerza y potencia junto a acompañamientos pianísimo como el de la famosa ‘Arias de las rosas’ de Berlioz.
Al contrario de lo que piensan los menos entendidos, un trombón puede sonar tan piano como el resto de los instrumentos, y a este recurso se le saca partido especialmente en el repertorio moderno (Rimski-Kórsakov, Gounod, Debussy, Dukas, Ravel, etc.).
A partir de la época clásica, la fabricación de instrumentos de metal se diversificó, dando lugar a los trombones alto, tenor y bajo.
El trombón alto es el más corto de todos y se encarga del registro agudo, dándole un timbre especial. En segundo lugar, el trombón tenor se ocupa del registro central, con un sonido más homogéneo. Es el más conocido y utilizado, debido a su gran versatilidad. Por último, la parte grave de la sección se reserva al trombón bajo.
Para hacernos una idea de sus respectivas funciones dentro de la orquesta, pondremos un ejemplo: el trombón alto dobla a los tenores al principio del cuarto tiempo de la Sinfonía núm. 9 de Beethoven, el tenor acompaña al barítono en el Réquiem de Mozart y el trombón bajo dobla a los bajos y contrabajos en el tercer tiempo de la Novena.
Una vez claros estos preceptos teóricos, cabe destacar que en la música actual, no siempre son llevados a la práctica. Es decir, debido al probable desconocimiento del trombón por parte de los compositores, se ha acabado exigiendo al trombón tenor que adquiera los registros de los otros dos trombones.
Consecuentemente, el trombón se convierte en un híbrido que reúne las posibilidades de la familia entera. Pero desafortunadamente, se pierden otras virtudes como el timbre en los agudos del trombón alto y la solidez de los graves del trombón bajo.
Este dilema es impensable, por ejemplo, en el caso de los cantantes. A ningún compositor se le ocurriría exigir a una soprano que cante en el registro de un bajo, entre otras razones porque la cantante nace como es, mientras que el trombón se construye.
Por todas estas razones, los fabricantes se han visto obligados a construir dicho trombón híbrido (el trombón tenor actual), además de los trombones alto y bajo, con las consecuencias negativas descritas anteriormente.
Así pues, podemos concluir que el trombón es uno de los instrumentos que más ha variado en cuanto a su función dentro de lo que a la música se refiere, puesto que ha sido desde ignorado hasta exaltado, para llegar a su peculiar situación actual.