El pasado septiembre la Joven Orquesta Sinfónica de la FSMCV culminó una nueva gira por auditorios de diferentes puntos de España. Su director, Cristóbal Soler, reflexiona sobre el secreto de una formación reconocida por su calidad y por su sello propio, a pesar de su continua regeneración.
En colaboración con la Federación de Sociedades Musicales de la Comunitat Valenciana
‘Cuando escucho una grabación nuestra de hace varios años la reconozco. Esa es la dualidad de la formación: se renueva constantemente, pero hay una sonoridad que permanece’. Cristóbal Soler conoce a la perfección al grupo humano y artístico del que habla. Él estuvo en su nacimiento y él sigue hoy al frente, cuando ya encara su primera madurez.
El director habla con entusiasmo de la Joven Orquesta Sinfónica de la Federación de Sociedades Musicales de la Comunitat Valenciana. Al frente de ella se puso por décimo segunda vez el pasado mes de septiembre para encarar una gira por cuatro auditorios, dos en la provincia de Valencia (Rafelbunyol y Moixent) y dos en otros puntos de la geografía española: Mota del Cuervo y Puertollano.
Su objetivo sigue siendo llevar a la formación por los escenarios más diversos, una vez se puso el primer pie —hace tres temporadas— fuera de los confines de las comarcas valencianas. Y hacerlo con un repertorio exigente, que ponga a prueba el talento de la cantera musical de las sociedades musicales valencianas y, al mismo tiempo, muestre su excelencia. En este caso, las obras elegidas fueron la Sinfonía núm. 5 de Shostakóvich y las Cuatro últimas canciones de Strauss.
‘Es un repertorio realmente exigente que perfectamente podría haber estado programado por la Filarmónica de Berlín. Es un programa internacional de referencia con piezas como la Sinfonía núm. 5, una de las más escuchadas de Shostakóvich. Planteamos también a Strauss con sus cuatro últimos lieder, en los que participa la voz’, describe el maestro Soler.
Esa voz fue la de la mezzosoprano solista Lorena Valero, cantante profesional que conjugó su talento con una orquesta en perpetua formación. ‘Siempre he planteado que es importante que exista una relación de trabajo pedagógico con profesionales: ese intercambio entre la orquesta y la solista invitada o a través de mí como director’, apunta Soler.
En este sentido, además de la consagrada batuta de Soler, la gira también contó con un director invitado en su primera cita, en el Auditorio de Rafelbunyol. Se trata de Jerónimo Castelló, formado por maestros como el propio Soler y junto a quien ha participado como asistente al frente de la Orquesta de València, la Orquesta y Coro RTVE o la Joven Orquesta Nacional de España; además de ser el titular de la Orquesta Vivaldi de la Vall d’Uixó y el director artístico de la Unió Artística Musical de Montroy.
De tocar en la orquesta a componer para ella
Para esta última gira, Soler buscaba un paso más para mostrar el potencial de quienes integran la Joven Orquesta Sinfónica de la FSMCV, en este caso desde la composición. ‘Me gusta también que en el repertorio actual estén presentes los jóvenes creadores, y qué mejor ocasión que esta para hacer un encargo a un músico de nuestra formación, que es también compositor’, comenta el director sobre la obra Kathédra Obertura, compuesta por el integrante de la orquesta Miguel Domingo e interpretada en los cuatro recitales de la gira.
‘El año pasado le comenté a Cristóbal que estaba terminando mis estudios de composición y antes de que acabara la frase me dijo: “haz algo para nosotros”. Antes del estreno tenía muchas sensaciones: alegría, ansiedad… Pero la alegría de haber trabajado en la obra, de expresarte creativamente con tu orquesta, lo supera todo’, comenta el propio compositor de la obra.
La exploración de nuevos límites es uno de los pilares de esta unidad que, como comentaba su responsable artístico, se renueva constantemente. ‘Cada año es diferente en todos los sentidos: los músicos van terminando, a esas plazas se van incorporando nuevos intérpretes y la calidad se mantiene. La orquesta va a cumplir doce años y muchos de quienes han pasado por aquí ya están trabajando en el mundo profesional’, reflexiona Soler.
Para mantener la esencia en esa continua regeneración, hay un hito esencial previo a cada gira de esta joven orquesta, que cuenta con el patrocinio del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM), así como con la colaboración de Mapfre y de la Fundación Vicky Foods. Se trata del encuentro pedagógico previo al tour, en el que los noventa músicos de la formación se concentran en jornadas intensivas para preparar el repertorio. Durante esos días se estrechan lazos, se comparten energías y se suman talentos. En este caso, la estadía se produjo en el espacio de la Societat Instructiva del Obrer Agrícola Musical de Benimamet, reforzando el lazo de la orquesta con el movimiento de donde surge: las sociedades musicales.
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