El rapto en el serrallo pertenece a un subgénero de ópera interpretada en alemán llamado Singspiel, que se caracteriza por la fusión de números musicales cantados y diálogos meramente teatrales. Mozart ya se había adentrado en el Singspiel con una de sus primeras creaciones, Bastián y Bastiana de 1768. En 1779 volvería a hacerlo con la inacabada Zaide, claro antecedente de El rapto en el serrallo, cuyo estreno tuvo lugar en el Burgtheater de Viena el 16 de julio de 1782, y que puede considerase el primer triunfo rotundo de un Singspiel.
Por Diego Manuel García
La génesis de El rapto en el serrallo
En 1781 se había estrenado en Berlín la ópera Belmonte y Constanza o El rapto en el serrallo de Johann André, con libreto de Christoph Friedrich Bretzner, que Gottlieb Stephanie (llamado el joven), intendente del teatro National Singspiel de Viena, le hizo llegar a Mozart. Este lo encontró sumamente interesante como base para crear una nueva partitura, encomendándole a Stephanie la revisión del texto, introduciendo algunos modificaciones en las que también intervino el propio Mozart, quien, paralelamente, estuvo trabajando en la creación de la partitura, de manera intermitente, a partir de julio de 1781, hasta su conclusión en mayo de 1782. El rapto en el serrallo fue el título definitivo, y quedó estructurado en tres actos, con idéntico número de personajes que la obra de Johann André: Constanza (una dama española), Belmonte (un noble español, prometido de Constanza), Blonde (doncella inglesa de Constanza), Pedrillo (sirviente español de Belmonte), junto al Bajá Selim (noble turco) y su lugarteniente, el terrible y cómicamente grotesco Osmin.
Argumento
La acción se desarrolla en Turquía, hacia a mediados del siglo XVII, en el palacio-serrallo del Bajá Selim. Belmonte está angustiado porque su prometida Constanza ha sido raptada por piratas berberiscos y vendida como esclava junto a su doncella Blonde y su sirviente Pedrillo. Belmonte busca a Constanza por todas partes y cree que está en Turquía, en el palacio junto al mar del Bajá Selim. Allí se encuentra con el guardián del palacio: un violento y desdeñoso personaje llamado Osmin, quien prácticamente lo ignora e increpa para que abandone el lugar, y monta en cólera cuando Belmonte le pregunta si allí trabaja como jardinero Pedrillo. En un descuido de Osmin se produce el encuentro de Belmonte y Pedrillo, quien le comenta que Constanza se ha convertido en la favorita de Selim, pero que le sigue siendo fiel, y que Blonde, su prometida, ha sido ofrecida a Osmin como esclava.
El astuto Pedrillo presenta a Belmonte al Bajá Selim como un famoso arquitecto. Selim acepta los servicios de Belmonte, quien, ya introducido en el palacio, logra encontrarse con Constanza. Junto a Pedrillo, van a preparar un plan para escapar, en compañía de Constanza y Blonde. Cuando se va a producir la huida, son detenidos por Osmin, quien los lleva a presencia de Selim. Entonces, Belmonte muestra su verdadera identidad, y el Bajá le reconoce como el hijo de su peor enemigo. Los cuatro enamorados son condenados a muerte para regocijo de Osmin. Finalmente, Selim se muestra magnánimo y les perdona, liberándolos para que puedan regresar a su país, mostrando su gran nivel de nobleza, en oposición al trato que había recibido en el pasado del padre de Belmonte.
Extraordinaria música
Cuando Mozart estrenó en julio de 1782 El rapto en el serrallo ya había realizado una ingente cantidad de composiciones, entre ellas, treinta y cuatro sinfonías. Precisamente, en el mes de agosto de aquel mismo año, estrenó su Sinfonía núm. 35 ‘Haffner‘, una espléndida partitura impregnada del espíritu musical de El rapto, donde la orquesta tiene un gran protagonismo. Una orquesta de ciertas dimensiones, compuesta por dos flautas, y el mismo número de oboes, clarinetes, fagotes, trompas y trompetas, a los que se unen timbales y un amplio conjunto de cuerda. También encontramos instrumentos como bombo, platillos, triángulo y flautín, que dotan al sonido orquestal, por momentos, de ese exotismo que demanda esta obra de ambiente turco.
Señalar en primer lugar la obertura, que puede considerarse una mini sinfonía en tres movimientos. El primero, Presto, con introducción de la cuerda en piano, respondida en forte por un pleno orquestal, donde también se incluyen los instrumentos adicionales antes mencionados, que añaden rotundas y coloristas sonoridades. Un lento y meditativo movimiento central, Andante, con el predominante sonido de las maderas, en especial de oboes y flautas, con momentos en que se producen diálogos de cuerda y maderas. Finalmente reaparece el trepidante Presto inicial, con ligeras variaciones. Destaca también, en el Acto I, la brillante marcha unida al coro de jenízaros, que marca la entrada en escena de Selim, donde la orquesta en pleno, incluidos bombo, platillos, triángulo y flautín, ejecuta una música vibrante y colorista, que volverá a escucharse al final de la ópera.
Brillante conjunción de voces y orquesta
En este Singpiel se producen muy brillantes intervenciones orquestales sosteniendo y estableciendo diálogos con las voces: una soprano lírica-spinta (lo suelen interpretar voces más ligeras), en el papel de Constanza, con gran dominio del estilo de canto mozartiano, capaz de ofrecer suaves acentos cantando en piano y pianísimo, en conjunción con momentos de verdadero canto de bravura emitiendo en forte. Debe mostrar un gran dominio de la coloratura. Tiene que afrontar tres difíciles arias: en el Acto I ‘Ach ich liebte, war so glücklich‘, con un canto de carácter suave y melancólico, alternado con secciones de fuertes acentos, que derivan en pasajes de compleja coloratura. En el Acto II interviene en dos extensas páginas solistas casi seguidas: el recitativo-aria ‘Welcher Wechsel herrscht… Traurigkeit Ward mir zum lose‘, que requiere una exquisita línea de canto, para plasmar cambiantes emociones. Y, sobre todo, ‘Martern aller Arten‘, aria de bravura, de dificilísima ejecución con una muy compleja coloratura, subidas al Re5 y bajadas al muy grave Si2, junto a grandes saltos interválicos. También requiere de un amplio fiato para mantener notas altas como el Sol4 y el Do5 durante varios compases. Esta aria tiene una extensa introducción, donde se van alternando rotundos sonidos orquestales, con el producido por un conjunto formado por violín, violonchelo, flauta y oboe, que irá reapareciendo durante la ejecución del aria, estableciendo diálogos con la voz.
En el Acto III, Constanza también interpreta un extenso y dramático dúo con su prometido Belmonte, que requiere un tenor lírico moviéndose en una tesitura entre el Do3 y el Si3, con una depuradísima línea de canto plena de musicalidad, donde debe alternar las emisiones en forte y piano-pianísimo, con gran dominio de los reguladores, y capacidad para ligar extensas frases en sus cuatro arias: en el Acto I ‘Hier soll ich dich‘, con la música del Andante de la Obertura y ‘Konstanze! Konstanze! Dich wieder zu‘, donde el palpitar de su corazón al evocar a su amada Constanza es reproducido por el sonido de la cuerda. En el Acto II, cuando interpreta ‘Wenn der Freude Tränen fliessen‘, que marca su emotivo reencuentro con Constanza. Y, finalmente, el aria del Acto III, ‘Ich baue ganz auf deine Stärke‘, donde debe mostrar gran capacidad para las agilidades en largos pasajes de coloratura.
En contraposición con los serios y melancólicos Belmonte y Constanza, están los personajes de Blonde y Pedrillo: alegres, astutos y resolutivos. Blonde requiere de una soprano lírica-ligera, con un canto pleno de gracia y expresividad, con subidas al agudísimo Mi5 y bajadas al muy grave La2, junto a un buen dominio de la coloratura. Brilla sobremanera en su gran escena con Osmin a comienzos del Acto II, donde interpreta un aria plena de encanto, ‘Durch Zärtlichkeit und Schmeicheln‘, a la que sigue un extenso y cómico dúo con Osmin, ‘Zärtlichkeit? Schmeicheln?‘, donde muestra un fuerte carácter y su capacidad para manipular y desesperar a este violento y estrafalario personaje. Blonde derrocha una contagiosa alegría con un canto a ritmo vertiginoso en su segunda aria, también del Acto II, ‘Welche Wonne, welche lust‘. Su enamorado Pedrillo requiere un tenor lírico-ligero, moviéndose en una extensión entre Do3 y Si3, que debe ofrecer anchura vocal en su aria del Acto II, ‘Frisch zum Kampfe!‘, con un canto pleno de vigorosos acentos, e interpretar la encantadora serenata del Acto III, ‘Im Morgenland gegangen war‘, donde el sonido de la guitarra es reproducido por la cuerda en pizzicato.
Constanza, Belmonte, Blonde y Pedrillo juntan sus voces en el extenso y extraordinario cuarteto conclusivo del Acto II, ‘Ach Belmonte! Ach, mein Leben‘, apoyado por un brillantísimo sonido orquestal, donde se producen todo tipo de conjunciones vocales, incluso con efectos contrapuntísticos y la ejecución de una gran fuga final.
Mención especial merece el personaje de Osmin: un bajo bufo al que se le exigen bajadas a un cavernoso Re1 (la nota más grave de un cantante), buen dominio de las agilidades y un fuerte grado de expresividad. Tiene tres importantes intervenciones solistas: en el Acto I, el lieder de cadencioso ritmo ‘Hier soll ich dich‘ y el aria de gran lucimiento ‘Solche hergelaufne Laffen‘; en el Acto III el aria ‘O, wie will ich triumphieren‘, donde muestra su faceta malévola y sádica con profusión de agilidades. Participa en dúos: el ya citado con Blonde, también con Belmonte, y sobre todo el que interpreta con Pedrillo, ‘Vivat Bacchus, Bacchus lebe!‘, del Acto II. Resalta su interpretación junto a Belmonte y Pedrillo del cómico terceto ‘Marsch, marsch, marsch!‘, que cierra el Acto I.
El personaje de Selim no canta, y suele ser asignado a un actor de reconocido prestigio. Los cantantes, también deben ser buenos actores en los numerosos diálogos teatrales contenidos en este Singspiel.
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