Un fenómeno modélico como Albéniz no es fácilmente abarcable si no viene contextualizado por una pléyade de compositores que lo ubican en antecedentes, contemporaneidad, e influjo futuro. Hablamos de la ‘retaguardia musical’, de los compositores andaluces que estuvieron haciendo lo mismo, como Eduardo Ocón, Cipriano Martínez Rücker, los hermanos Guervós y Mira, Olallo Morales, Luis Mariani, Manuel Infante y Ramón Montilla.
Para entender este fenómeno pianístico español en tiempos de la Restauración debemos obviamente relacionarlo con las composiciones de Albéniz, un fenómeno extraordinario que fue capaz de describir y dibujar musicalmente las diferentes regiones de España, de forma magistral, única. Pero este fenómeno albeniciano se entenderá mejor si lo ubicamos en antecedentes y de forma panorámica en el contexto andaluz, no solo como fuente de inspiración melódica, sino también como cúspide de toda una generación de compositores que, como exponentes de diversas provincias andaluzas, coadyuvan con sus contribuciones a la consolidación del estilo pianístico nacional.
Eduardo Ocón y Rivas
Para encontrar al decano del pianismo andaluz y, de la misma forma, al pionero de lo que se ha venido llamando nacionalismo musical español, debemos irnos a Málaga y rememorar a Eduardo Ocón y Rivas (1833-1901). Ocón fue el abanderado de lo que sería la futura estética nacionalista, cristalizada a la postre al máximo nivel en Albéniz, Falla y Turina. Fue el primero en comenzar a trabajar de forma sistemática en la búsqueda de nuestras raíces musicales para transitar el camino de lo popular a lo académico. Una cuestión que venía ya convirtiéndose en moda algunos años antes, con compositores extranjeros que nos mostraron la senda como Liszt, Gottschalk o Glinka, fenómeno que hemos tratado en artículos anteriores. Y es así porque Ocón ya está recopilando cantos populares en 1854, situándose en la vanguardia, y máxime si hablamos del piano, pues podríamos decir que Ocón fue al piano lo que Monasterio al violín, pioneros en esto. De hecho, su trabajo denominado Cantos españoles: colección de aires nacionales y populares establece los preceptos básicos que serán promulgados posteriormente por Pedrell, considerado por la historiografía musical como el padre del nacionalismo musical español. Un cancionero que fue inspirador para compositores como Sarasate, Bretón, Falla o incluso García Lorca en sus sevillanas, expuesto por el propio Ocón en estos términos: ‘Nuestro propósito es reproducir con la posible exactitud y verdad en los detalles esas armonizaciones, rudas y toscas a veces, y esas melodías siempre raras y por extremo originales, que son sin embargo la verdadera expresión del sentido musical del pueblo andaluz’.
Respecto a su repertorio para piano, inspirado por sus visitas a Alemania, y tras un viaje fluvial por el Rin, compone Rheinfahrt, probablemente su pieza más importante. Pero será París la ciudad que más le marque. Allí compone Recuerdos de Andalucía, En la playa, Barcarola y Vals Brillante. También destacan el bolero En el mundo no hay ojos o Rapsodia de Andalucía. Fue profesor de Amadeo Vives y entabló amistad con Granados, Saint-Saëns, Malats, Chapí, Pedrell, Arrieta o Albéniz, al que invitó a dar clases en muchas ocasiones en el Conservatorio de Málaga, que fundó y del que fue su director.
Cipriano Martínez Rücker
Situándonos en Córdoba, fue sin duda su máximo exponente Cipriano Martínez Rücker (1861-1924). Estudió con su padre, empresario y propietario de varios teatros, y en los conservatorios de Lisboa, Madrid y París, así como en Italia. Hombre muy culto, políglota, con profundos conocimientos en historia del arte, con dotes para la pintura o la literatura. En su haber cuenta el conseguir la oficialidad de los estudios de música para Córdoba.
Entre sus piezas destacan Cantos de mis tierras, Mazurcas, Mi Córdoba, Capricho andaluz o Bocetos líricos, trabajos influenciados por las corrientes centroeuropeas como la de Chopin, y de los españoles Ocón y Albéniz. Se sitúa en el apogeo del Romanticismo y en la línea estética nacionalista, con ciertos aspectos enmarcables en el modernismo, aunque con rasgos muy hundidos en las raíces arabigoandaluzas impregnados a su vez en una profunda espiritualidad. Sus composiciones se convirtieron en repertorio de figuras con las que mantuvo gran amistad como Bretón, Granados, Albéniz o Sarasate.
Los hermanos Guervós y Mira
Viajando a Granada, destacamos a Manuel Guervós y Mira (1866-1902) y a su hermano José María (1870-1944). Nacieron en el seno de una familia y saga musical de gran estirpe establecidos en diferentes puntos de la provincia de Granada. De hecho, su tío, Eduardo Guervós del Castillo, fue el fundador de la Sociedad de Cuartetos Clásicos de Granada en 1871.
Manuel fue durante años pianista de Sarasate, al que acompañó en multitud de giras. Su vida la dedicó prácticamente a dar conciertos por Europa, a menudo en compañía del virtuoso de Pamplona, del cantante del Roncal, Gayarre, y también a cuatro manos con el propio Albéniz. Centrado en el piano, sus obras destacan por ser de un estilo romántico, a menudo salpicado de aire andaluz. Obras breves por lo general, pero de indudable gusto como Dos Mazurcas, Bolero, Nocturno, Sevillanas y una deliciosa Malagueña, con guiño al Fandango de Soler incluido.
En el caso de José María, sabemos que a los 13 años ya era organista de la iglesia granadina de San Matías. A lo largo de su vida, compaginó su faceta de intérprete de piano con la de compositor, y con su labor docente, pues con 22 años ya figura como profesor del Conservatorio de Madrid. En 1895 fundó, junto a Pau Casals, Francés y Gálvez, un conjunto de cámara, el Cuarteto Francés. Escribió diferentes obras, diversas piezas para piano, canciones y un poema sinfónico, colaborando en trabajos junto a Amadeo Vives. Su obra cumbre fue un conjunto de lieder de gran maestría sobre las Rimas de Bécquer. Fue autor de varios métodos de transposición y de repentización e ideó un sistema en el que agrupaba los dos pentagramas en uno solo, en clave de Fa en sexta línea, el endecagrama.
Olallo Morales Wilskman
En Almería, destaca Olallo Morales Wilskman (1874-1957), un intelectual polifacético, compositor, pianista, historiador de la música, director de orquesta, gestor y literato musical. Pronto marchó a Suecia, a casa de sus abuelos maternos, puesto que su padre era diplomático, aunque durante toda su vida retornaba con asiduidad a su Almería natal, incluso visita a Falla en Granada. Su abuela, pianista, y su madre, cantante, lo ponen en el camino de la música, siendo posteriormente discípulo del compositor Stenhammar y de la pianista Teresa Carreño en Berlín. En su catálogo para piano nos encontramos con Balada andaluza, Seis pequeñas piezas para piano o Marina, que nos recuerda a Evocaciones de la Suite Iberia. Son sus modelos Chopin y Albéniz, en un estilo virtuosístico y de carácter grandilocuente con motivos y decoración arabistas.
En Suecia es recordado sobre todo como gestor de la música, pues pasó mucho tiempo de su vida como secretario de la Real Academia de la Música Sueca, encargada de todas las áreas relacionadas con la música del país. Desde la Academia luchó por instaurar una reforma musical en la escuela primaria, por la refundación de la escuela de ópera, la construcción de un nuevo teatro y por mejorar las condiciones de los músicos de orquesta. Fue un baluarte de la introducción de la música de Falla en los países nórdicos además de ser un gran amigo de artistas españoles que pasaban por allí como Joan Manén, Andrés Segovia o José Iturbi, y de los literatos Menéndez Pidal, Palacio Valdés o del diplomático y musicólogo malagueño Rafael Mitjana, con el que pergeñó el Premio Nobel de Benavente.
Luis Leandro Mariani
Trasladándonos a Sevilla, tenemos a Luis Leandro Mariani (1868-1925), una de las figuras más respetadas del ambiente musical de la ciudad. Tras quedar huérfano, fue criado por su tío, Emigdio Mariani, sacristán de la Catedral de Sevilla, con quien inició su formación musical. Posteriormente estudió armonía y composición con García Torres, maestro de capilla de la Catedral, y con Eslava. Sus primeras obras fueron de carácter religioso, evolucionando a obras escénicas, música de cámara, zarzuela y muchísimas piezas para piano. Entre estas destacan Al pie de la reja, Romanzas sin palabras, Alma andaluza o Noches andaluzas. En cuanto a su obra teórica sobresale su ensayo Un nuevo acordepor medio del cual se puede modular a cualquier tono, de 1881.
La música de Mariani es muy albeniciana, pues la cercanía que existe entre su pieza Alma andaluza y Sevilla de Albéniz es notoria, incluso se asemeja también a la obra del cordobés Martínez Rücker y en ciertos giros a Falla o Sarasate. Como logro, significar que en 1882 contribuyó como socio al resurgimiento de la Sociedad Filarmónica de Sevilla y de la Academia Filarmónica.
Manuel Infante
Otro compositor sevillano para rememorar fue sin duda Manuel Infante (1883-1958), de padres actores con ascendencia de Cádiz, Granada y Jerez de la Frontera. En Barcelona recibió enseñanzas del célebre compositor Morera, compartiendo maestro con músicos de la talla de Vicente Asencio y Montsalvatge. Estudia en París, a donde llega en 1900 y allí pasa el resto de su vida, pues se casa con la chelista Yvonne Casadesus.
Sus obras más importantes las escribió para piano: Dos suites para dos pianos, Tres danzas andaluzas para dos pianos, Sevillana, Gitanerías o Guadalquivir. Piezas muy elaboradas y de una dificultad aproximada al Albéniz de El Albaicín o Triana. Su lenguaje es albeniciano, aunque con un acusado impresionismo de tintes andaluces al que estamos acostumbrados por las composiciones de Turina.
Ramón M.ª Montilla Romero
Y, por último, Jaén, con la figura de Ramón M.ª Montilla Romero (1871-1921). Su padre fue diputado por el Partido Liberal y su tío Juan Montilla llegó a ser ministro. Estudia en Málaga con Ocón entre los años 1890-189. Recibe lecciones de Massenet en París evolucionando hacia las técnicas francesas y alemanas del momento que le acercan a Wagner o Strauss. Además, terminó de formarse al influjo de la música italiana, donde se empapó del verismo, vanguardia del momento para la escena lírica. Cultivó una amplia variedad de géneros musicales. Su catálogo incluye no solo música para piano, como Hojas de álbum, sino poemas sinfónicos, música religiosa y ópera —su gran éxito es Vendetta Zingaresca—. Su estilo pianístico destaca por ser capaz de expresar lo andaluz, pero de una forma sobria y sin demasiadas citas directas. Como emprendedor fundó una agencia artística junto a Jacinto Benavente en Madrid, al objeto de facilitar la representación de teatro lírico español.
A modo conclusivo…
Cabría preguntarse de forma retórica: ¿por qué estos compositores han sido olvidados por nuestra historiografía musical?, ¿por qué no han sido transferidos de una manera clara y fidedigna a nuestra historia del arte? Es evidente el deficiente trato dado a nuestro patrimonio musical. Quizá no sean unos first class, pero a cuántos no first class de otros países les dedicamos atención y se programan. Ahí lo dejo. Olvidar así nuestro pasado, mal asunto.
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