Si Hildegarda de Bingen es el referente innegable en el contexto sacro de que las mujeres ya componían en la Edad Media, Beatriz ‘la comtessa de Dia’ cumple la misma función en el ámbito profano. Sin embargo, el volumen de trabajo que nos ha llegado de las mismas es incomparable pues, mientras de la primera conservamos un corpus de cierta extensión, de la última, lamentablemente, tan solo sobreviven cuatro poemas, y tan solo uno de ellos con música. Es más, este poema musicado, firmado por la trobairitz, es la única composición poético-musical de autoría femenina que ha llegado hasta nuestros días.
Por Fabiana Sans Arcílagos & Lucía Martín-Maestro Verbo
Los datos biográficos que se conservan de esta trovadora son muy escasos, al igual que su identidad certera. Hija del conde Isoardo II de Dia, sabemos que pudo haber nacido en torno a 1175 y, aunque su nombre se ha popularizado como Beatriz, lo cierto es que también pudo haberse llamado Isoarda. Una vida de la época reza lo siguiente:
‘La comtessa de Dia si fo moiller d’En Guillem de Peitieus, bella domna e bona. Et enamoret se d’En Rambaut d’Aurenga, e fez de lui mantas bonas cansos‘. (‘La condesa de Dia fue mujer de Guillermo de Poitiers, una mujer bella y buena. Y se enamoró de Rambaut de Orange, e hizo sobre él muy bellas canciones’).
Atendiendo a estos datos, parece que podemos afirmar que contrajo matrimonio con Guillermo de Poitiers, pero sus versos no estuvieron dedicados a este personaje, sino a Raimbaut de Orange. Siguiendo una de las líneas más comunes de la lírica trovadoresca, Beatriz canta al amor prohibido. Sin embargo, de ser cierto este matrimonio, no hubiera sido condesa de Dia y esta identidad pertenecería a otra persona. Sea como fuere, la tradición historiográfica ha mantenido siempre estos datos ligados, que además ha significado un estandarte político en la reivindicación política de la autonomía lingüística y política del sur de Francia, que vio en ella un magnífico representante de la cultura de Oc para contraponerse a la producción literaria del norte del país.
A pesar de que los datos biográficos de esta autora son, como hemos podido ver, muy escasos, no cabe duda de que se movió en las más altas esferas sociales del momento. Sin embargo, y en contra de todo pronóstico, su obra fue apenas divulgada. Su única pieza musicada aparece en un solo manuscrito, el llamado ‘W’ de la Biblioteca Nacional de Francia, copiado hacia 1270 por Carlos de Anjou, nieto de Leonor de Aquitania y, por si fuera poco, ni siquiera se le atribuye a ella la autoría. Esto es por una práctica tristemente común que consistía en alterar el género de los personajes de la composición para que no ‘pareciera’ haber sido escrita por una mujer. En el caso de A chantar el escriba invierte el género de los protagonistas en los dos primeros versos, atribuyendo su autoría a Bernart de Ventadorn. Esto pudo ser ‘descubierto’ ya que al cambiar el femenino ‘amie‘ por el masculino ‘amigs‘ se rompía el patrón rítmico.
El poema es una canción que habla del pecado, la falta y la traición. Una cansó que se compone de cinco estrofas de siete versos cada una y un dístico final de despedida o, lo que es lo mismo, una finida. El contenido del poema nos da cuenta de una mujer que se sale de los esquemas establecidos de sumisión y silencio para dar voz a un personaje fuerte y valiente que habla a este amor censurado.
A pesar de la escasa difusión del mismo, en palabras del especialista Josemi Lorenzo, ‘se trata de una de las mejores muestras del arte trovadoresco por la sutil conexión entre los diferentes elementos que constituyen esta composición, música, versificación, gramática, vocabulario y sentido’.
No obstante, aunque A chantar fue la única composición poética de ‘la comtessa’ de la que conservamos la música, se conocen hasta tres piezas más de esta autora que, si bien solo han llegado hasta nosotros de manera textual, no por eso son merecedoras de menos atención.
De hecho, Estat ai greu cossirier ha llegado a formar parte de las más emblemáticas composiciones poéticas femeninas de la historia. Se trata de una cansó en la que la sensualidad y pasión emanan de cada una de las palabras. Es una declaración de amor y de intenciones en toda regla, en la que una mujer casada, que es la troibairitz hablando en primera persona, confiesa sus sentimientos más profundos a su amante, haciendo gala de la más profunda angustia pero también con gran carga erótica. Podríamos decir que estamos ante una chanson de mal mariée o canción de mal casada, aunque en un registro un poco más refinado de lo que acostumbran este tipo de composiciones.
Ab joi et ab joven m’apais es todo un canto a la alegría, a la libertad y a la juventud, en el que la trovadora se muestra dichosa y despreocupada hablando de su amado, del que dice que es el más valiente, significando en realidad que es el más ‘valioso’. Estamos de nuevo ante una mujer adúltera que canta a su ‘amigo’ y a su amor censurado, pero esta vez de una manera que huye del dramatismo para centrarse en sus virtudes. En esta línea de las buenas cansós encontraremos también Fin ioi me don’ alegranssa, en la que Beatriz defiende su amor y pasión de una manera desenfadada. Llama la atención cómo se desentiende de las críticas de los ‘celosos’, quienes son sus verdaderos enemigos, y cuyos ataques toma con total indiferencia, pues no son capaces de ‘enturbiar’ su felicidad.
A pesar de lo reducido de la producción de ‘la comtessa de Dia’ que ha llegado hasta nuestras manos, es suficiente para aseverar que se trata de una brillante, virtuosa y transgresora autora, que se atreve a hablar en primera persona, sin censura, convirtiéndose en una de las mejores voces del medievo.
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