Por Eva M.ª Álvarez González
El piccolo, llamado flautín en castellano, es una flauta pequeña, un instrumento idéntico a la flauta, pero de dimensiones más reducidas. Su nombre viene del italiano, flauto piccolo (flauta pequeña). Como tal, solo hay un tipo de flautín, con llave de Do o sin ella, pero con la misma afinación. En lo que sí varía es en el material de fabricación. Puede ser fabricado de tres maneras: todo de madera, generalmente de madera de granadilla, palosanto o ébano con llaves de plata, plateadas o de oro; cuerpo de madera, con cabeza y llaves de metal (este fue mi primer flautín); y todo de metal (plateados, plata, oro). Yo toco un maravilloso Anton Braun, sin llave de Do, de madera de granadilla con llaves de plata.
El piccolo, en un inicio, estaba asociado a las formaciones militares. En algunas ocasiones aparece bajo la denominación de pito de campaña o pito suizo. En el siglo XVIII, el tratadista Michael Praetorius se refirió al instrumento como pífano de campaña. Este flautín de madera, provisto de entre seis y ocho agujeros, y más tarde dotado de una llave, se utilizaba junto a los tambores en las marchas al aire libre, y de forma habitual en los desfiles militares, con anterioridad a su incorporación a la orquesta a finales del siglo XVIII. Durante el siglo XVIII formaba parte de las numerosas bandas militares de origen turco que estaban muy de moda en Europa. Su particular sonoridad, aguda y penetrante, y su tamaño pequeño eran muy cómodos para este tipo de formaciones. Su utilización en el terreno de las bandas militares se mantuvo después de que se incorporara a la orquesta sinfónica. De hecho, aún hoy goza de una destacada presencia en las bandas de la mayoría de regimientos.
Al piccolo se le suele nombrar así en la mayoría de los idiomas. Sin embargo, en italiano (idioma de origen del término) se prefiere el uso de ottavino, más correcto.
Los instrumentos auxiliares, como es el caso del flautín, corno inglés, clarinete bajo, requinto, contrafagot, etc., tienen como misión extender el ámbito sonoro de la familia a la que pertenecen. Al ser su tamaño (32 centímetros aproximadamente) la mitad que el de una flauta, las notas suenan una octava más arriba. Del mismo modo, el sonido que oímos es una octava por encima al escrito en la partitura. La técnica del flautín es prácticamente igual que la de la flauta ya que tienen la misma mecánica. Y digo prácticamente porque la digitación, en general, es más rápida con el flautín que con la flauta, dada la menor altura y distancia de las llaves. Ahora bien, existe una mayor dificultad en la afinación del piccolo, por lo que se hacen imprescindibles el uso de determinadas digitaciones especiales para algunas notas como el si, do, do sostenido, re, mi, fa sostenido y sol sostenido agudos, particularmente cuando se quieren tocar en piano y/o con notas largas. Digitaciones imprescindibles para sobrevivir de solista en una orquesta.
El flautín tiene el timbre más agudo de todos los instrumentos de la orquesta. Su sonido sobresale por encima del mayor tutti de la orquesta.
A pesar de esta presencia constante del flautín, producida por su agudo sonido, el flautín también puede utilizarse para interpretar piezas delicadas. Antiguamente su registro grave, débil y vacilante, casi siempre se sustituía por el de la flauta, pero con los piccolo modernos esto cambió, ya que se consigue un sonido amplio y poderoso en ese registro más grave. A partir del registro medio, se hace cada vez más brillante siendo su última octava incisiva y penetrante.
Respecto a su colocación dentro de la orquesta, se sitúa en la parte central, a continuación de las flautas. Por lo general, al lado de las arpas.
El cuidado básico del flautín se basa en mantener hidratada la madera para evitar posibles grietas.
También en este instrumento hay músculos que se cargan más, dependiendo de los puntos débiles de cada cuerpo porque conozco lesiones varias y a veces, en lados opuestos de la espalda. A mí se me carga el cuadrado lumbar derecho.
Yo comencé a tocar el piccolo desde muy pequeña. En la banda de música de mi pueblo, Pola de Siero (Asturias), se compró un piccolo de madera con cabeza de metal y cuando llegó me lancé a estudiarlo, y así empezó mi gran historia de amor con él, ¡hasta hoy! Siempre paralelamente a la flauta, ¡claro! Porque aprender a tocar el piccolo de una manera autodidacta es como la mayoría de los flautinistas españoles, de mi generación y anteriores, al menos, lo aprendimos. Nunca ha habido una estructura de estudios en los conservatorios que integrase el aprendizaje completo y total del flautín, como se hace con la flauta, más allá de incluir alguna obra de repertorio sin más. Los conservatorios no suelen tener profesor especialista en flautín, una pena.
Para mí, el solo de flautín más emocionante dentro de una sinfonía puede ser cualquiera de Shostakóvich, no podría quedarme con uno solo.
Los conciertos para flautín y orquesta son escasísimos, muy a nuestro pesar. Son muy famosos los conciertos de Vivaldi, dos en Do mayor y uno en La menor. Y especial para mí es el Concerto for Piccolo and Orchestra Op. 50 (1996) de Lowell Liebermann.
En cuanto a la música de cámara, el flautín ha sido usado esporádicamente en algunos quintetos de viento, alternándose con la flauta en determinados pasajes que requieren ese timbre especial. Hindemith y Ligeti utilizan este recurso. En cambio, otros compositores le dedican al instrumento páginas más importantes: Janacek escribe la Marcha de los pájaros azules para piccolo y piano; Shostakóvich es autor de unos valses para clarinete, flautín y piano; y también Honegger ha compuesto Tres contrapuntos para piccolo, oboe, violín y cello. Compositores como Persichetti, Ferneyhough y Donatoni han escrito en los últimos tiempos obras para flautín solo.
El flautín es muy versátil, lo hemos comprobado con su historia. Quizá un grupo de rock no tendría cabida, porque podría y quitaría el protagonismo a toda guitarra eléctrica (risas).
Para mí ser solista de flautín en la Orquesta Sinfónica RTVE es mi sueño desde niña. Un sueño hecho realidad. Mis compañeras de flauta son María Antonia Rodríguez, Mónica Raga y Arantxa Lavín. Mejores compañeras imposible, ya que aprendo cada dí junto a ellas.
Como anécdota, puedo contar que me robaron mi piccolo Anton Braun en la puerta del colegio de mi hija y lo encontré en una tienda Cash Converters de Madrid, donde lo vendían por ¡¡¡75 euros!!!
Otra curiosidad, más que anécdota, es que empecé muy jovencita a tocar en la Orquesta RTVE y en la escaleta de los cámaras de televisión española, cuando me tenían que enfocar por un solo, aparecía como la niña del flautín para saber que les tocaba enfocarme.
Hablando de piccolistas que suponen un referente para mí no puedo dejar de nombrar a Jean-Louis Beaumadier, flautín de la Orquesta Nacional de Francia.
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