Kaija Saariaho recoge el testigo de Sibelius, creador de la identidad musical finlandesa y precursor de la escuela moderna de composición musical de su país. Pura emoción en un viaje sin riesgo por los cinco sentidos que no dejará indiferente al melómano.
Por Tania Herraiz
La belleza de la sensibilidad
Una de las compositoras más prolíficas de la actualidad, Kaija Saariaho, nacida en Helsinki en 1952, podría ser descrita como belleza, sensibilidad e inteligencia a partes iguales. Estudió composición en su ciudad natal, en Friburgo y en París, donde reside desde el año 1982. Allí influyó en su música la formación que obtuvo en el Institut de Recherche et Coordination Acoustique/Musique (IRCAM), fundado por Pierre Boulez, donde comenzaría a explotar las posibilidades de la electrónica.
En sus primeros años también recoge conocimientos en el campo de la composición musical en la Universidad de Arte y Diseño de Helsinki, donde cursa los estudios de artes visuales, y de la Academia Jean Sibelius entre 1976 y 1981, donde emprende su camino por el sendero compositivo. Más adelante se matricula en la Escuela Superior de Música de Friburgo con Brian Ferneyhough y Klaus Huber, graduándose en el año 1983. Aunque sin duda la repercusión más importante para Saariaho sería la incorporación del ordenador a sus creaciones musicales como una parte esencial de su técnica compositiva que absorbería desde su afincamiento en el IRCAM francés.
Saariaho analiza de manera peculiar los colores tonales de su música, transformándolos en un elemento nuevo e introduciéndolos en paisajes nórdicos llenos de densas masas y texturas sonoras que desprenden belleza y sensibilidad. Mediante la electrónica en vivo, el trabajo con la cinta magnetofónica, la asistencia computarizada y el espectro sonoro llegó a un lenguaje armónico propio donde destaca la expresión a través de los armónicos y detalles microtonales.
En los años 80 se dedica principalmente al uso de la música electrónica, combinando timbres de instrumentos tradicionales nórdicos y orientales, y será desde la década de los 90 cuando la música vocal ganará protagonismo en su obra, llegando a componer hasta tres óperas: L’amour de loin, estrenada en el año 2000 en el Festival de Salzburgo con gran éxito de crítica y público; Adriana Mater, encargada por la Ópera Nacional de París en 2006; y Émille, basada en la vida de la matemática Émille du Châtelet y estrenada en Lyon en el 2010. Todas ellas contaron con Amin Maalouf para dar forma al libreto.
Diversas instituciones de todo el mundo han encargado a Saariaho composiciones de todo tipo. En su amplio catálogo de obras encontramos música vocal y coral, música electrónica, piezas orquestales, música incidental, música de película, solista, de cámara, ópera… Su versatilidad le lleva a realizar varias grabaciones, colaboraciones en producciones multimedia donde se entrelazan distintos géneros artísticos e incluso a conseguir diferentes menciones y premios. Entre estos destacan el Premio Kranichsteiner en Darmstadt en el año 1986, el Premio Ars Electrónica por Stilleben and Io en 1989, el Premio del Ballet Nacional de Finlandia en 1991 (para el que compuso la música del ballet Maa), el Premio Schock otorgado por la Real Academia Sueca de Música en 2001, el Premio Grawemever de Composición en el año 2003, Premio Musial Léonie Sonning en el 2011, Premio Polar de Música en 2013 y Premio Fundación BBVA Fronteras de Conocimiento en 2017.
La propia Saariaho afirma que ‘todos los medios son lícitos para componer, siempre que se utilicen adecuadamente’. Quizá por esta apertura de mente hacia el uso de nuevas técnicas compositivas pronto perdería el interés por las influencias de la tradición post-serial y sus limitaciones en cuanto al ritmo, armonía y tonalidad. Este camino le ha llevado en sus últimos trabajos a una búsqueda de nuevas sonoridades a través de los instrumentos acústicos en detrimento de los electrónicos, cultivando en sus composiciones un lenguaje más dramático y abierto y caminando hacia la técnica orquestal, tal y como nos mostrará D’Om le Vrai Sens, donde Saariaho derrocha emoción contenida, sencillez, rigor y sensibilidad a flor de piel.
En el olimpo del virtuosismo contemporáneo
Y qué mejor que otro personaje finlandés para terminar de dar forma a este encuentro, esta vez en el terreno interpretativo. Kari Kriikku estrenó D’Om le Vrai Sens en el año 2010 junto con la Orquesta Sinfónica de la Radio Finlandesa y Sakari Oramo.
Consagrado como uno de los más grandes clarinetistas de la actualidad, Kriikku es avalado por numerosos premios y estrenos de obras en el terreno de la música contemporánea. Entre estas composiciones destaca el Concierto para clarinete de Unsuk Chin en el año 2014, interpretado con la Orquesta Sinfónica de Gotemburgo y Kent Nagano, con la Filarmónica de Nueva York y Alan Gilbert, con la WDR Sinfonieorchester, Orquesta Sinfónica de Barcelona, Orquesta Filarmónica de Londres, la Finnish Radio Symphony y con la Orquesta Filarmónica de la Radio de los Países Bajos, entre otras.
También relevantes entre crítica y público contemporáneo fueron sus interpretaciones en el Concierto para clarinete de Kimmo Hakola (estrenado en el 2001), el Concierto para clarinete de Magnus Lindberg (estrenado con la BBC Proms de Londres en 2007 y más recientemente con la Filarmónica de Hong Kong y Osmo Vänskä) y el programa Bizarre Bazaar de Kriikku, que lo coloca en el pódium del repertorio más exótico escrito para clarinete, repercutiendo técnicamente e indagando en todas las posibilidades tímbricas y sonoras del instrumento (influencias klezmer, tango, fado, melodías tradicionales rumanas y bailes húngaros).
La mayoría de estas obras han sido grabadas para Ondine con la Orquesta Filarmónica de Helsinki y John Storgards, y varias de ellas han recibido nominaciones y premios, como la grabación del Concierto para clarinete de Lindberg, nominada en los Premios Gramophone de 2006. Además, en septiembre del año 2009 Kari Kriikku fue reconocido y galardonado con el Premio de Música del Consejo Nórdico, y en 2019 formó parte del prestigioso jurado del 68.º Concurso Internacional de Música ARD (en la categoría de clarinete) en Múnich.
Su frescura en las hazañas acrobáticas de más alto nivel escritas para este instrumento no tiene parangón, y es que Kriikku mantiene en todas sus interpretaciones una agilidad, un don para el fraseo musical y una sensualidad e inventiva propias de un músico cinco estrellas. La vitalidad, la naturalidad, la explosión de colores… todos los elementos se convierten en un homenaje al virtuosismo.
D’Om le Vrai Sens
La pieza en cuestión se estrenó el 8 de septiembre de 2010 en el palacio de congresos y eventos Finlandia Hall de Helsinki con la Orquesta Sinfónica de la Radio Finlandesa y bajo la dirección de Sakari Oramo. En el verano de 2011 Ondine lanzó la grabación del concierto y en la temporada 2010-11 Kari Kriikku, a quien Saariaho había dedicado la obra, interpretó la pieza con diversas orquestas de todo el mundo: Orquesta Filarmónica de la Radio de Francia y Filarmónica de Nueva York con Esa-Pekka Salonen, Gewandhausorchester Leipzig con Vladimir Jurowski, BBC Orquesta Sinfónica con David Robertson, Orquesta Sinfónica de la Radio Sueca y Orquesta Nacional do Porto con John Storgards, Orquesta Sinfónica Nacional RTE en Dublín con Ilan Volkov y Filarmónica de la Radio de Holanda con Olari Elts.
Desde entonces y hasta el día de hoy las actuaciones de D’Om le Vrai Sens han continuado sin descanso dando a conocer el concierto para clarinete: Orquesta de la Radio Sinfónica de Viena, Orquesta de Radio Flamenca, Filarmónica de Bergen, Essen Philharmoniker, etc. Gracias en parte a esta difusión el trabajo de Saariaho ganó el Premio del Jurado en los Premios BBC Music Magazine de 2013.
Saariaho concibió escribir el concierto para clarinete mientras componía su segunda ópera, Adriana Mater, en el año 2006. El instrumento comenzó poco a poco a tener un papel más protagonista, aunque no sería hasta el otoño 2009 cuando la pieza presentara sus primeros esbozos. La obra está compuesta para un clarinete solista y una orquesta con dos flautas (con flautín y flauta alta dobladas), dos oboes (con corno inglés), dos clarinetes (con requinto), clarinete bajo, fagot (con contrafagot), cuatro trompas, trompeta, timbales y cuatro percusionistas, arpa, celesta y cuerdas.
D’Om le Vrai Sens se inspira en los famosos tapices medievales de ‘La Dama y el unicornio’, un ciclo de tapices flamencos de finales del siglo XV considerado como una de las grandes obras de arte del Renacimiento francés. Se encuentran en el Museo Nacional de la Edad Media de París y la iconografía de cada uno de ellos representa cada uno de los cinco sentidos respectivamente.
La partitura requiere que el solista se mueva por el escenario y por el público pues, en palabras de la propia Saariaho, ‘fue una sorpresa incluso para mí que la obra comenzara a cobrar vida en su espacio, y que el clarinete —en sí mismo un unicornio— tocara solo parte de su música en el solista; esta aprobación del espacio se convirtió en un elemento inherente a la obra en la etapa de composición’.
El subtítulo del concierto para clarinete es traducido como ‘El verdadero sentido del hombre’ y explora los cinco sentidos a través de seis movimientos interrelacionados. Una cadena de emociones y movimientos que se resuelven en la última sección, À mon seul désir (A mi solo deseo), en una síntesis del contenido de todo el concierto.
L’ouïe, el primer movimiento del concierto, representa el sentido del oído. Cuerda y viento madera mantienen un diálogo a través de acordes disonantes hasta que irrumpen los multifónicos del registro grave del clarinete trepando hasta los glissandi del agudo. El clarinete está confrontado con la orquesta en cuanto a su disposición sobre el escenario, situado en el fondo de la sala, en la parte más alta. Contrasta la masa sonora orquestal con el silencio creado para dar lugar los solos del clarinete, que inquieta mediante movimientos corporales acompañados de trinos, mordentes y frullati. Los diálogos están centrados en todo momento sobre la nota Do4 a través de un auténtico manjar para nuestros oídos.
La Vue, la vista. El clarinete camina entre el público, haciendo gala de un sinfín de virtuosismo y efectos sonoros con movimientos bruscos del intérprete durante todo el movimiento. Sitúa a la orquesta en un papel secundario, pues resulta casi imposible apartar la vista de las formas y colores construidos con las diferentes auras sonoras que proyecta el solista hasta enlazar con la siguiente sección.
L’Odorat, el olfato. Sobre una armonía atonal creada por las cuerdas los instrumentos de viento junto con el clarinete solista realizan pequeñas intervenciones de manera intermitente. Destacan los instrumentos de percusión, creando un ritmo que se diluye entre la densa masa orquestal. Hacia mitad de la sección las virguerías del clarinete sobresalen de entre el resto de los instrumentos de la orquesta. El sonido nunca cesa, si bien mantiene altibajos en dinámicas extremas como si de un olor a canela que viene y va se tratase. Una unidad de aire creada con pequeñas partículas orquestales que cobra movimiento por sí misma en toda la sala.
Le Toucher, el tacto. Por si quedaba duda de la versatilidad de este crepuscular instrumento, una vez más Saariaho hace gala de las múltiples posibilidades y efectos sonoros. Mucho más enérgico que los anteriores movimientos, este requiere una destreza técnica por parte del intérprete del más alto nivel. En escasos tres minutos el clarinete despliega toda una serie de texturas mediante saltos interválicos, articulaciones y dinámicas extremas, ecos… explorando todas y cada una de sus posibilidades tímbricas y de su amplio registro.
Le Goût, el gusto. De vuelta a las grandes masas sonoras en movimiento, en esta sección el instrumento solista requiere de una respiración circular por parte del intérprete por las grandes distancias que recorre. La orquesta presenta todo un elenco de microtonalismos para todos los gustos donde uno no puede más que quedarse con el estómago lleno y desear buen provecho para digerir todos los buenos alimentos… aunque siempre queda sitio para el postre.
À mon seul désir, la última sección del concierto. El solista se sitúa en el lugar del concertino de la orquesta. Los multifónicos protagonizan la primera parte del movimiento, con trinos, frullatis y bisbigliando que recuerdan y confirman todo el diálogo previo del instrumento a lo largo del concierto. En la segunda parte el clarinete baja del escenario y por momentos aúlla y ulula, mientras parte de la cuerda sigue sus pasos e imita los sonidos de la naturaleza que la sala recoge, caminando entre el público y proyectándolos en todas direcciones. Fluctuaciones y oscilaciones de la afinación predominan tanto en el solista como en el acompañamiento orquestal, rememorando los pasos del hombre en la soledad de la noche. El simbolismo, la oscuridad y el misterio que envuelve todos los movimientos anteriores cobra sentido en el sexto sentido del entendimiento.
D’Om le Vrai Sens te deja sin aliento literalmente tras el silencio absoluto del final de la obra, mudo, los pelos de punta y con el corazón en un pulso. Una obra maestra que te engancha de principio a fin, donde queda probada la versatilidad de un instrumento que Saariaho sabe sobreestimular como nadie… Cuando pensábamos que nada nuevo podríamos descubrir, llega ella y da alas a todos los sentidos en un solo concierto.
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