El 27 de septiembre de 2023 se cumplen 75 años del fallecimiento de Alessio Boileau Bernasconi, fundador de la Editorial de Música Boileau. Se trata de la editorial musical en activo más antigua de España. Su catálogo de casi 5000 títulos ha acompañado la vida de numerosos estudiantes que han crecido con sus libros y partituras.
Por Luis Meseguer Mira
Pasearse por los pasillos del almacén de la Editorial de Música Boileau es un placer y una experiencia de trascendencia: poder abrir los cajones y desvelar los misterios que guardan, encontrando todo tipo de partituras, ya sean con un diseño art noveau o una estética más actual. Y es una experiencia trascendental porque sientes que te hablan los armarios y las paredes. Estos han visto pasar, generación tras generación, vidas dedicadas al amor por el trabajo bien hecho, la pasión por el arte y la voluntad de darlo a conocer.
Este artículo cuenta los hitos más relevantes de la editorial, pero quizá lo más importante es lo que no se cuenta: el levantar la persiana de la tienda, el apuntar un nuevo número de registro, el añadir otra pista a la lista de Spotify… Sabiendo que el protagonismo será del compositor o del intérprete, pero siempre con una sonrisa por crear un legado siempre en construcción.
Los inicios
Alessio Boileau Bernasconi (Verona, 1875-Barcelona, 1948) aprendió el oficio de grabador en la Editorial Ricordi de Milán. Allí se le ofreció la posibilidad de trasladarse a Grecia o a España. En estos países, esta profesión escaseaba, a pesar de la gran demanda de enseñanza musical de las clases burguesas crecientes.
Finalmente se decidió por Barcelona, donde en 1904 fundó los Talleres de grabado y estampación de música Alessio Boileau y Bernasconi. Dos años después se instaló en la calle Provenza 285, donde el taller continúa su actividad a día de hoy.
El trabajo, inicialmente, se centraba en la impresión de obras por encargo, que fue compaginando progresivamente con la producción de ediciones propias. Se hacían cargo de todos los costes de edición y promoción, que recuperaban con la parte proporcional que les correspondía. Así fue como Boileau pudo empezar a trabajar con los autores del momento, la mayoría profesores de conservatorio. El prestigio que alcanzó el taller le supuso encargos para otras editoriales de toda España, como Dotesio o Erviti, e incluso para alguna editorial francesa como Salabert o Durand.
Dado el volumen creciente de demanda, Boileau se asoció con tres socios más, Plantada, Alegret y Ros, para crear la Editorial Iberia Musical, especializada en operetas y zarzuelas. En 1913 absorbía la parte de estos otros editores y le cambiaba el nombre por el definitivo Editorial de Música Boileau.
En el taller de la nueva editorial llegaron a trabajar entre quince y veinte grabadores, unos a tiempo parcial y otros a jornada completa. Cada uno de ellos grababa un promedio de una a una plancha y media diarias. Algunos de estos grabadores alternaban este oficio con el de músico en activo. Además, alrededor de quince trabajadores más participaban en las tareas de la imprenta, del almacén y venta.
Las primeras obras
La producción propia de Boileau durante su primera etapa (1913-1939) se componía de obras de compositores españoles y extranjeros. Entre los diferentes géneros se publicaban obras líricas, religiosas, música de salón en todas sus formas, fragmentos de óperas italianas y alemanas, obras de concierto para formaciones máximo hasta seis instrumentos, así como fantasías y arreglos.
En esta época nacieron algunas de sus colecciones más celebradas: Lauda Sion, con repertorio religioso; Biblioteca del pianista; o Edición Ibérica, que ha entrado en los estantes de tantos hogares.
Edición Ibérica ha marcado un hito en la pedagogía musical española y ha hecho accesible el repertorio de estudio a generaciones de aprendices de todas las edades. Muchos recordarán sus primeros acercamientos al teclado con La escuela preliminar, opus 101de Ferdinand Beyer, o con los ejercicios de Carl Czerny; el estudio del violín con la Pequeña gimnasia del joven violinista de Hubert Leonard, el Método práctico para violonchelo de Sebastian Lee o el método graduado de guitarra de Graciano Tarragó.
La demanda de los conservatorios y centros de enseñanza generó un mercado editorial sólido, con predominio de métodos y piezas para piano, seguidos a gran distancia por obras para violín y guitarra. Por otra parte, la producción de partituras de música de cámara para más de seis instrumentos fue casi nula. Su manufactura era excesivamente costosa por el hecho de ir dirigida a un público muy minoritario.
En cambio, sí se publicaba mucha música para las orquestinas que actuaban en salas de baile, restaurantes y otros eventos con música en vivo. Estas publicaciones no se vendían, sino que se enviaban a los músicos mensualmente de forma gratuita para que las incorporaran a su repertorio.
Durante la Guerra Civil española, la actividad editorial se redujo a la publicación de música militar y de canciones que exaltaban los diferentes sentimientos sociales y políticos del momento. Durante estos años Alessio Boileau se vio obligado a relegar sus funciones de director y propietario de la empresa para pasar a trabajar como un operario más.
La tienda
El 22 de noviembre de 1939, día de Santa Cecilia, Alessio inauguró la tienda en el inmueble colindante al taller: Provenza 287. La apertura estaba prevista en 1936, pero el inicio de la guerra retrasó su inauguración. El local se diseñó por arquitectos del movimiento GATCPAC (Grupo de Arquitectos y Técnicos Catalanes para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea) y actualmente es el único de este estilo que sigue abierto y catalogado como establecimiento emblemático de la ciudad. Hoy son varios quienes se acercan para descubrir, aparte de sus partituras, métodos, libros y materiales musicales, sus muebles hechos a medida, con tiradores en forma de corchea, las sillas de diseño, o el relieve alegórico de la musa de la música en la pared.
En la parte de la trastienda se destinó un espacio como sala de conciertos, con capacidad para un piano de media cola y más de cien sillas. Allí se celebraron los conciertos inaugurales de las obras que se publicaban. También fue lugar de tertulias musicales, protagonizadas por personalidades como Enric Morera, Frederic Mompou, Felip Pedrell (del cual se publicaron los cuatro volúmenes del Cancionero popular español que fue y sigue siendo la referencia del repertorio patrimonial popular de nuestro país), Ricard Lamote de Grignon, Enric y Pau Casals, Joan Baptista Lambert, Manuel Blancafort o Apel·les Mestres. También acudían críticos musicales que reseñaban los conciertos.
Las últimas sesiones de la sala fueron en 1949, un año después de la muerte de Alessio Boileau, ya que el espacio de almacén tuvo que ser ampliado. Según se lee en los programas de mano, el ciclo tuvo una gran actividad durante sus diez años de vida, ya que se llegaron a programar hasta dos conciertos por semana.
Desde los años 40 a la actualidad
Durante los años 40 la editorial había entablado una estrecha relación comercial y de amistad con Higini Anglès, director y fundador del Instituto Español de Musicología del CSIC. A instancias de este musicólogo, durante muchos años se grafió la colección Monumentos de la Música Española, que recoge la música antigua nacional con un amplio aparato crítico. También por encargo de la Biblioteca de la Diputación de Barcelona, y con el impulso de Higini Anglès, se produjeron las obras de los maestros de la Escolanía de Montserrat.
Con la muerte de su fundador, Editorial de Música Boileau pasó a manos de sus hijas Elvira, Mercedes y Rosario, que se ocuparon de continuar la labor editorial con el mismo espíritu divulgador de su padre. Pasados casi cuarenta años, en 1986, entraba también a formar parte la tercera generación familiar. Con la incorporación de Antonio y Yolanda Guasch, nietos de Alessio Boileau, la empresa se transformó en sociedad anónima, actualmente limitada.
Yolanda Guasch ahora lleva la dirección junto a la cuarta generación, además de otros trabajadores, muchos de ellos parientes de la plantilla original.
La tradición se construye
Las ediciones críticas, biografías, epistolarios o integrales de autores españoles han significado un impulso a la música de origen nacional. Así ha sido el caso de compositores como Granados, Albéniz o Malats. También han sacado a la luz colecciones inéditas de Alicia de Larrocha, Pau Casals, Frederic Mompou o Manuel Oltra. En el caso de Alicia de Larrocha, este año 2023 tiene un papel muy especial por ser el centenario de su nacimiento. La publicación de sus Pecados de juventud ha descubierto su faceta compositiva, cuyas obras de estilos eclécticos pasaron desapercibidas en su juventud, a pesar de su innegable calidad artística.
Se sigue con la publicación de las obras de compositores actuales consolidados como Jordi Cervellló, Xavier Benguerel, Xavier Montsalvatge, Jaume Torrent, Samuel Máynez etc. Y de autores redescubiertos: Narcisa Freixas, compositora de principios de siglo XX, cuyo repertorio pedagógico ha sido editado de la mano de Ester Vela. También está Enrique Escudé-Cofiner, cuya actividad internacional con su banda Cofiner y sus chicos, ocultó su faceta de compositor con un sello muy personal. Su obra pianística Escenas gitanas ha sido revisada por Carles Marigó y arreglada para dos guitarras por Maria Camahort y para piano flamenco por Diego Amador.
La editorial también ha demostrado su compromiso con el patrimonio musical nacional con la publicación de la tesis sobre El piano en Barcelona entre 1880 y 1936 de Mutsumi Fukushima y la de Enrique Granados. Maestro del uso del pedal de Óliver Curbelo. También con la publicación de El mundo de Soler, de Hayk Arsenyan. Se trata de una guía de interpretación de tres sonatas de Antonio Soler (1729-1783). También ha publicado 12 Sonatas para viola de la Real Capilla, revisadas por Ashan Pillai y Tony Millán. Son obras compuestas ex profeso para viola y acompañamiento a fin de ser interpretadas en el concurso-oposición de la Real Capilla de Madrid, la mayoría del siglo XVIII.
Los retos del siglo XXI
Desde sus inicios, la editorial ha sido un testigo privilegiado de todas las transformaciones sociales, estéticas, musicales y tecnológicas que han configurado su propia evolución. Los cambios tecnológicos han sido los más evidentes: 1993 fue el último año en que se usaron planchas grabadas para la impresión de partituras. Según testimoniaba Joaquín Guerin, antiguo grabador de la editorial, el taller de Alessio Boileau fue el último que sobrevivió con esta técnica ancestral. La tecnología digital ha multiplicado el número de ejemplares, ya sean nuevos títulos o reimpresiones; frente al trabajo artesano y más lento que se hacía sobre las planchas de estaño, régulo de antimonio y plomo.
Pero la transformación social no ha sido menos importante. Ha surgido un nuevo perfil de cliente, que se puede dibujar escuchando a algunas personas implicadas en la editorial: el responsable del almacén, Héctor, gestiona el catálogo propio y el de otras editoriales que Boileau distribuye y que suma más de 10.000 títulos, entre partituras, libros y discos. Después de veinte años, reconoce los cambios en los hábitos de compra de los clientes, cada vez más individual: ‘Ahora hay muchos más pedidos de particulares, a través de canales digitales, que encargan libros y partituras de consumo propio’. También ha visto el auge de los CD en los libros pedagógicos, que poco a poco se van sustituyendo por los audios online.
El encargado del taller, Xavier, durante sus cuarenta años de vida laboral, ha visto cómo se ha diversificado la impresión de libros: desde el protagonismo del método LAZ y la Edición Ibérica, hasta una oferta mucho más amplia, con nuevas colecciones como Pentagrama (libros de lenguaje musical elaborados por Carmen Amat y Anna Casanova), Stradivari (métodos para cuerda, de Joan Alfaras) o Scherzando (métodos de piano, también de Joan Alfaras), El estudio del ritmo musical a través de las castañuelas de Emma Maleras o El ritmo en tus pies del zapateado de Rosa de las Heras.
La apuesta por la publicación de jóvenes compositores y escritores actuales como Hèctor Parra es una labor constante en sus publicaciones. Efectivamente, se refleja el interés de los compradores en disponer de variedad de recursos para aprender y disfrutar del instrumento. Por ese mismo motivo, la editorial también distribuye partituras de otras editoriales, nacionales e internacionales y de géneros muy diversos. La instauración de la cultura digital supone además la mayor demanda de partituras digitales para tableta, ordenador o móvil.
Después de más de cien años al servicio de la música, Boileau es un referente en el campo de la edición de partituras y libros musicales. Su historia está intricada con la historia musical de nuestro país y afronta con ilusión los nuevos cambios en los usos musicales que están por llegar.
Más información sobre su historia y catálogo: www.boileau-music.com.
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