Ecos de Breogán
Iria Folgado, oboe y corno inglés
Raquel Areal y Sara Areal, violines
Héctor Cámara, viola
Iago Domínguez, violonchelo
Poliédrica 008-2023
★★★★★
Este primer disco de la oboísta gallega Iria Folgado, solista de corno inglés de la Konzerthausorchester de Berlín, destaca en primer lugar por su concepción. Según la leyenda, el rey galaico Breogán mandó construir en Brigantium, actual A Coruña, una torre desde la que su hijo Ith divisó las costas de las Islas Británicas y decidió embarcarse para allá. Probablemente no sea una casualidad que la presentación del disco se realizara en la propia Torre de Hércules.
Con esta premisa inicial de dos culturas separadas, pero a la vez comunicadas por el mar, se nos propone un variado repertorio de obras británicas más o menos relacionadas con la tradición celta y el folklore popular británico. Completa el disco una obra original para corno inglés y cuarteto de cuerda del compositor compostelano Fernando Buide. Un repertorio exigente para el oboe, tanto en el plano técnico como en el expresivo, que se aleja en cierta medida del más habitual escrito para este instrumento, lo que siempre resulta de agradecer.
En todas las obras del disco Iria Folgado nos ofrece el sonido cálido y expresivo de su oboe, muy acorde con el carácter de las mismas, con unos graves impresionantes y unos finales de frase extraordinariamente sostenidos y expresivos. Cabe destacar su ajustada utilización del vibrato, siempre adecuada a cada uno de los ambientes que pretende recrear y sin resultar nunca excesivo. De la misma manera, nos ofrece con el corno inglés un sonido pleno en todos los registros y matices, aunque en algunos momentos quizá se habría agradecido un poco más de brillo en él. La oboísta cuenta en todo momento con el excelente trabajo del cuarteto de cuerda, con el que se integra a la perfección.
En definitiva, nos encontramos ante un disco que nos ofrece una música evocadora, ideal para quien desee encontrar unos momentos de introspección y ensoñación, interpretada con rigor y riqueza expresiva.
Por Juan Mari Ruiz
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