Don Pasquale se representará en el Gran Teatre del Liceu entre los días 21 de septiembre y 9 de octubre. Se trata de una producción del Liceu, Covent Garden, Teatro Massimo de Palermo y Opéra nationale de París. La dirección escénica correrá a cargo de Damiano Michieletto, con dirección musical de Josep Pons. Sus intérpretes serán: Sara Blanch (Norina), Carlos Chausson (Don Pasquale), Andrzej Filonczyk (Malatesta) y el joven tenor vasco Xabier Anduaga (Ernesto), papel que debutó con gran éxito el pasado mes de mayo, en el Covent Garden, con esta misma producción
Por Diego Manuel García
La última gran ópera bufa
Gaetano Donizetti (Bérgamo, 28 de noviembre de 1797-Bergamo, 10 de abril de 1848) formó, junto a Gioacchino Rossini y Vincenzo Bellini, el trío principal de compositores asociados al llamado belcantismo. Su carrera operística comienza en 1818 con Enrico di Borgogna y se extiende durante casi treinta años con la composición de sesenta y seis óperas, siendo su último título Caterina Cornaro de 1844, cuando ya se estaba desarrollando la carrera del joven Giuseppe Verdi.
La mayor parte de sus óperas son intensos dramas, como Lucia di Lammermoor (1835); la tetralogía dedicada a Isabel I de Inglaterra: Elisabetta al castello di Kenilworth (1829), Anna Bolena (1830), Maria Stuarda (1834) y Roberto Devereux (1837); junto a Lucrecia Borgia (1833). Donizetti también cultivó con singular fortuna la ópera bufa con títulos como Le convenienze ed inconvenienze teatrali (1831), Il campanello di notte (1836), Betly, ossia la capanna svizzera (1836); y, sobre todo, tres grandes creaciones: L’elixir d’amore (1832), La Fille du régiment (1840) y la genial Don Pasquale (1843), que puede considerarse la última gran ópera bufa, y que constituye la obra cumbre del período parisino del compositor.
En 1838, Donizetti se marchó de Nápoles ante la carencia de contratos, debido a las múltiples epidemias que asolaban la ciudad y a los problemas con la censura que le impidieron estrenar su ópera Poliuto. Acepta firmar un contrato con la Ópera de París para componer tres títulos: Les Martyrs (adaptación al francés de Poliuto), La favorite y Don Sebastiano. Aunque fija su residencia en París, también establece una intensa relación con el Teatro de la Corte de Viena, donde es contratado para organizar las temporadas de ópera italiana y obtiene un importante triunfo con su ópera semi-seria Linda de Chamounix, estrenada en 1842. En septiembre de ese mismo año firma un contrato con la Opéra-Comique de París para componer Don Pasquale.
La creación de Don Pasquale
En un tiempo en que no existían los derechos de autor, Donizetti compuso Don Pasquale basándose en el libreto escrito por Angelo Anelli para la ópera Ser Marc’Antonio de Stefano Pavesi, que había sido estrenada en el Teatro alla Scala de Milán en 1810, y que desde entonces se reponía con frecuencia en ese teatro. Esta ópera fue representada con gran éxito en Viena en 1842. Donizetti encargó al reputado literato y poeta Giovanni Ruffini retomar el libreto de Angelo Anelli para elaborar uno nuevo, manteniendo el núcleo original de la historia: un solterón ya bastante mayor que se casa con una chica joven.
Ruffini estableció una serie de diferencias: redujo los siete personajes del libreto de Angelo Anelli a cuatro: Don Pasquale, el doctor Malatesta y la pareja de enamorados formada por Norina y Ernesto, sobrino de Don Pasquale, eliminando a otra pareja secundaria, y asignando a Norina también interpretar el falso personaje de Sofronia, que en la historia original eran distintas. Otra innovación importante era la adaptación de la obra al propio momento de su composición, de manera que los cantantes fueran vestidos como el público asistente a la representación.
La ópera quedó estructurada en tres actos. Donizetti se jactaba de haber compuesto la música de Don Pasquale en once días, aunque no es cierto, ya que le ocupó un mayor período de tiempo. Posiblemente, en esos once días estableciese las líneas melódicas principales. El material musical utilizado procedía de su ópera Gianni di Calais, de otro trabajo inacabado (L’ange de Nisida), que también había utilizado para La Favorite, junto a música de salón que había compuesto por aquellos años en París y de danzas muy de moda como el vals y la mazurca. A pesar de la heterogeneidad del material utilizado, Donizetti consiguió una absoluta unidad de estilo en toda la obra.
El estreno, con gran éxito de público, tuvo lugar en el Théâtre des Italiens de París, el 3 de enero de 1843. El reparto era verdaderamente extraordinario, ya que contaba con grandes cantantes de la época: la soprano Giulia Grisi (Norina), el tenor Giovanni Mario de Candia (pareja sentimental de Grisi) como Ernesto, el bajo Luigi Lablache (Don Pasquale) y el barítono Antonio Tamburini (Malatesta). La ópera tuvo una rápida difusión, ya que aquel mismo año 1843 fue estrenada en el Teatro alla Scala, en Viena, en Bruselas y en Londres. En 1845 pudo verse en el continente americano, concretamente en Nueva Orleans, y ese mismo año se estrenó en Madrid, en el Teatro de la Cruz, y tres años después en el Liceu de Barcelona.
Don Pasquale, junto a L’elixir d’amore y Lucia di Lammermoor, han sido las únicas óperas de Donizetti que se han mantenido en repertorio desde su mismo estreno hasta la actualidad.
Argumento
Acto I. Don Pasquale es un rico y viejo solterón que espera impacientemente la llegada de su amigo, el doctor Malatesta, quien le ha prometido buscarle una adecuada esposa. Don Pasquale tiene un sobrino llamado Ernesto (un tanto indolente y holgazán), a quien su tío pretende casar con una chica guapa y rica. Ernesto está muy enamorado de Norina, joven viuda sin bienes de fortuna. Ante la negativa de Ernesto a los planes de Don Pasquale, este le comenta sus intenciones de tomar esposa, le expulsa de su casa y le deshereda. Malatesta es amigo de Ernesto y quiere ayudarle ideando un plan junto a Norina, para que esta se convierta en su hermana Sofronia, y presentársela a Don Pasquale.
Acto II. Malatesta presenta a la falsa Sofronia a Don Pasquale, que se enamora rápidamente de ella por su belleza y recatados modales. La boda se realiza inmediatamente, actuando de falso notario un pariente de Malatesta. Ernesto, totalmente ajeno a la farsa que se está montando, aparece en esos momentos para despedirse de su tío y se sorprende al ver a Malatesta y Norina, quienes con gestos le indican que siga el juego y se preste como testigo de la boda. Concluida esta, se produce un cambio radical en las actitudes de Sofronia-Norina, quien se comporta como una mujer caprichosa y enloquecida, con unos modales autoritarios y peticiones desaforadas.
Acto III. Don Pasquale está perplejo y asustado por los despilfarros de su esposa, llegando al límite de su paciencia cuando ella le pide ir sola al teatro y él se niega, recibiendo una bofetada de la iracunda Sofronia, quien finalmente se escapa, dejando caer en el suelo una nota, de manera intencionada, para que la lea Don Pasquale, en la que se especifica que va a tener una cita con su amante, esa misma noche, en el jardín de la casa. Don Pasquale, totalmente desbordado por los acontecimientos, quiere anular su matrimonio y reclama la ayuda de Malatesta, quien le aconseja que acepte la unión de Ernesto y Norina. Finalmente, Don Pasquale descubre que Sofronia y Norina son la misma persona y que todo ha sido una cruel farsa, aunque consiente de buen grado la boda de su sobrino con Norina.
Extraordinaria partitura
Donizetti crea una extraordinaria partitura donde la orquesta tiene un gran protagonismo. Los recitativos son acompañados por la cuerda y no por el típico bajo continuo, y se convierten, por momentos, en ariosos; ello confiere una continuidad musical en casi toda la ópera. Destacar la magnífica obertura que se inicia con unos poderosos y muy breves acordes de la orquesta en pleno, que dan entrada a un tema musical identificado con el personaje de Ernesto, ejecutado primeramente por un solo de violonchelo al que se une el sonido del fagot y, a continuación, retomado por la trompa, después por la flauta, en ambos casos con acompañamiento de la cuerda en pizzicato.
Seguidamente puede escucharse un tema musical relacionado con el personaje de Norina, a ritmo de mazurca, donde se conjugan los sonidos de maderas y cuerda, siendo el más importante de toda la obertura y que volverá a ser escuchado reiteradamente con una serie de variaciones. Junto a los temas de Ernesto y Norina, puede escucharse otro con esos crescendo y acelerendo orquestales típicamente rossinianos, y que será retomado casi al final del Acto II. Y, una breve página de fuerte impulso sinfónico donde Donizetti rinde homenaje a su admirado Beethoven. Resaltar ese impresionante solo de trompeta con tenue acompañamiento orquestal, que sirve de obertura del Acto II, y que introduce la gran escena de Ernesto. La orquesta tiene un gran protagonismo junto a las voces en todo el gran final del Acto II, balanceándose entre sonidos claramente rossinianos con otros típicamente mozartianos. Brilla sobremanera en conjunción con el coro, emitiendo una música, alegre, fresca y burbujeante, al comienzo y en el transcurso del Acto III.
Brillante vocalidad
Don Pasquale precisa de cuatro magníficos cantantes con gran dominio del estilo belcantista y que también sean excelentes actores. El personaje de Don Pasquale es interpretado por un bajo o bajo-barítono de voz potente y fácil articulación, pero sobre todo debe ser un gran actor. El Doctor Malatesta requiere un barítono de timbre brillante y magnífica articulación, con gran dominio como Don Pasquale del canto silabato (frases cantadas a una frenética velocidad, casi a modo de trabalenguas), que ambos lucen en su gran dúo del Acto III. Malatesta, después de un dueto en recitativo con Don Pasquale al comienzo de la ópera, realiza su única intervención solista: el aria ‘Bella siccome un angelo‘. Rompiendo las convenciones, el aria deriva en un dueto con Don Pasquale, quien interpreta la correspondiente cabaletta: ‘Ah! Un foco insolito‘.
En esa larga escena también interviene Ernesto, que precisa de un tenor lírico-ligero de exquisita línea de canto, con gran dominio de las regulaciones de sonido. Su primera intervención es un dueto con Don Pasquale, al que sigue el aria-cabaletta ‘Sogno soave e casto… Ah! Mi fa il destin mendico‘, también poco convencional, ya que, mientras alaba las cualidades de su novia Norina, en el aria, y canta con fuertes acentos la cabaletta, su interpretación es interferida continuamente por los comentarios irónicos y despectivos de Don Pasquale.
A continuación, se produce la entrada en escena de Norina, que precisa de una soprano lírica-ligera, de contrastado fraseo, con gran dominio del canto legato, y sobre todo capaz de afrontar complejas coloraturas y estar en posesión de una poderosa franja aguda para emitir notas como el Re5. En la cavatina ‘Quel guardo il cavaliere‘ debe ofrecer una ondulante línea de canto con un elegante legato, para pasar a la cabaletta ‘So anch’io la virtù mágica‘, cuya música ya ha podido ser escuchada reiteradamente en la obertura, y donde la soprano tiene que mostrar su gran dominio de la coloratura, sobre todo en escalas, agilidades y largos trinos, junto a una gran actuación teatral, donde muestre, con grandes dosis de picardía y desenfado, todas sus características personales. Después de la cabaletta interviene en un largo dúo con Malatesta, en el que fijan la estrategia para engañar a Don Pasquale, finalizado con una imponente y repetida stretta, donde ambos cantantes funden sus voces.
Ernesto tiene una gran intervención solista al comienzo del Acto II, donde interpreta el recitativo-aria-cabaletta ‘Povero Ernesto… Cerchero lontana terra… E se fia ad altro oggetto…‘, recitativo y aria plagados de nostálgicos acentos y la cabaletta de una gran dificultad, donde el cantante tiene que moverse muy bien en la franja aguda, con una serie de variaciones en la repetición de la cabaletta, y con la optativa emisión final de un agudísimo Re4. A Ernesto aún le que queda por cantar en el Acto III la famosa serenata ‘Com’è gentil‘ (el tema musical ya se escuchó en la obertura), con acompañamiento de dos guitarras y pandereta junto a intervenciones del coro, a la que sigue su precioso y romántico dúo con Norina ‘Tornami a dir che m’ami‘.
Destacar todo el gran final del Acto II con los tríos de Don Pasquale, Sofronia (cuyas intervenciones recuerdan a las de Despina en el mozartiano Così fan tutte) y Malatesta, que se convierten en cuartetos con la presencia de Ernesto. De magnífica factura es el dúo del Acto III, que enfrenta a un patético Don Pasquale y a una Sofronia (con grandes dosis de desfachatez), quien finaliza el dúo cantando al ritmo de un precioso vals. La ópera concluye con un brillante rondó interpretado por Norina, con tres repeticiones; y, en la última, la cantante debe ofrecer de modo optativo, una serie de variaciones en el más puro estilo belcantista.
Deja una respuesta