La soprano Cristina Domínguez acaba de lanzar un álbum con el sello discográfico Sony Classical. Bajo el título Canciones singulares, la madrileña realizó un encargo al compositor mallorquín Joan Valent con la intención de reflejar una situación vital límite en la que tuvo que enfrentarse a una enfermedad terrible
Por Susana Castro
El sello discográfico Sony Classical acaba de publicar su álbum Canciones singulares, que surge de un encargo que usted le realiza al compositor Joan Valent. ¿Cuál es el motor que impulsa este proyecto?
Después de un periodo de mi vida donde paso por una enfermedad bastante devastadora y que pretende restarte fuerzas y energía para seguir adelante, decidí hacer de la propia experiencia vital un proyecto artístico que reflejara exactamente todas las sensaciones por las que discurre la frágil existencia humana cuando te toca enfrentarte a un ‘monstruo’ de semejante tamaño.
Siempre quise cantar y grabar las Cuatro últimos canciones de Strauss. Esta obra, último capítulo de la literatura lirica postromántica, versa sobre la muerte cercana y la serena aceptación del destino. El único pequeño problema técnico era que yo en ningún momento me había dejado caer en el abismo y vencer por la muerte.
¿Qué características de esta música cree que se ajustan mejor a sus cualidades como soprano?
Comencé a trabajar sobre la idea de hacer cuatro canciones, pero que no fueran las Vier letzte Lieder, sino una composición nueva, con una sonoridad actual, potente e incisiva y empecé a hablar con el compositor mallorquín Joan Valent, amigo mío desde hace mucho tiempo. Conocía la música de Joan Valent, sus sonoridades, sus armonías, su capacidad de crear momentos sublimes; posee un lenguaje que en ese momento me permitía expresarme mejor.
¿Qué elementos musicales y poéticos de esta obra cree que pueden ser más atrayentes para el oyente?
Poéticamente tenía claro que las Canciones singulares no serían mis últimas canciones. La letra debía de estar basada en una auténtica realidad (mi vida) y aspirar a expresar de una forma poética, pero sin reservas, lo que supone la aparición de una afección que para mí personalmente es un ‘desajuste entre el cuerpo y el alma’.
La primera canción se llama ‘El Primer Sueño’ y comienza a través de la percusión (timpani) y harpa con los latidos de mi corazón después de salir del vientre de mi madre. El contacto con su piel y con su pecho. Es el nacimiento y el origen de todos los sentidos.
La segunda canción se llama ‘Si te Alejas’, una reflexión sobre los amores o desamores de juventud, las ilusiones del corazón en años tempranos y luego la profunda desolación cuando hay un fracaso o un abandono. Para mí esta es una de las piezas más bellas y conmovedoras, rodeada de un escenario que hace constantes referencias a imágenes tan potentes y simbólicas como el mar, las olas, el viento, etc.
En la tercera canción de nuestro recorrido, ‘La Geografía de mi Piel’, emerge la etapa de madurez donde te miras al espejo y tratas de reconocerte tras el paso de los años, después de haber vivido muchas y variadas experiencias. Pieza de gran exigencia vocal y que a su vez requiere una gran madurez tanto física como emocional para poder afrontarla.
Es en la última, ‘Por Los Ríos de mi Cuerpo’, donde se encuentra el auténtico peso de este ciclo de canciones, tanto desde el punto de vista técnico como emocional. Son auténticos gritos de dolor y escalas vertiginosas que se suceden para reflejar la fractura de un cuerpo que cae en el abismo. Y habla del propio desvanecimiento en el vacío.
El pasado mes de noviembre el Auditorio Nacional de Música acogió el estreno absoluto de estas canciones. Se llevó a cabo junto a la Orquesta Filarmonía de Madrid, bajo la batuta de Christian Frattima. ¿Cómo describiría la reacción del público ante la escucha de esta obra?
Fue absolutamente conmovedor ver a todo un Auditorio Nacional casi lleno, de pie, aplaudiendo en profundo reconocimiento a todo el equipo que hizo posible esa noche mágica. Primero agradecer el esfuerzo de Babies Uganda e Intra-Venus como patrocinadores del concierto, al magnífico trabajo de Christian Frattima al frente de la orquesta, al equipo de producción y a Miotta & Molière. Salir a cantar una obra de momentos realmente virtuosos para la voz, añadida la carga emocional que representaba, y ver una reacción unánime en el público tan maravillosa, será algo que nunca olvidaré.
¿Cree que el contenido emocional de esta obra se trasladó a quienes estaban escuchando?
Desde el primer compás de la obra se siente cómo el público camina junto a la orquesta en todo momento. La música los atrapa, haciéndoles partícipes de una historia que ven que se ha vivido en primera persona. Sientes en todo momento su abrazo desde el escenario porque, al final de la obra, vence la vida, porque estoy ¡viva!
El próximo 19 de marzo cantará el Réquiem de Mozart que la Orquesta Filarmonía de Madrid, con dirección de Pascual Osa, ofrecerá en el Auditorio Nacional de Música. Por definición, esta obra es un canto a la muerte, lo opuesto a las Canciones Singulares. ¿Qué diferencias encuentra en la preparación vocal de obras tan contrastantes?
Siempre me ha fascinado el misterio y la leyenda que va asociada a la composición de esta última obra magistral de Mozart. Me impresiona que, a pesar de sus adversas circunstancias de salud y su deterioro físico, pudo componer una obra tan sublime. Lo que me lleva a pensar en que el ser humano al final no es tan frágil y cuando tiene un poderoso motivo para sobrevivir, lo hace y cumple con esa ‘razón’ que le lleva a alargar su existencia.
¿Por qué cree que una obra como esta es tan programada y disfrutada por el público?
Está claro que esta obra hoy en día sigue siendo tan programada porque representa el trabajo de uno los compositores más importantes de todos los tiempos. La voz humana (obviamente para mí como cantante) es desde luego el instrumento más perfecto que existe y el dominio que Mozart tenía de la misma hace que sea algo absolutamente orgánico y, de alguna manera, muy natural. Está maravillosamente bien escrita y muy equilibrada. Su conocimiento de la voz humana es impresionante y como su música confluye de forma natural con el aspecto físico de la voz. Pienso que la música de Mozart es capaz de curar el alma. Para mí es terapéutica, como un bálsamo para mi instrumento.
En 2024 se espera el lanzamiento de un nuevo proyecto discográfico con Sony Classical. ¿Qué puede adelantarnos sobre ello?
Estoy trabajando con la increíble y pasional pianista Edith Peña en un proyecto sobre los contrastes de la vida, los polos opuestos y los extremos de la existencia humana; la vida y la muerte, el amor y el odio, día y noche. Esperamos iniciar las grabaciones en verano para que podamos salir al mercado en el 2024 y realizar una gira por diferentes países con el repertorio de este nuevo trabajo.
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