Es alentador apreciar que en los últimos tiempos se van sumando a la historia de la música nombres de mujeres que, poco a poco, se van abriendo camino.
También es curioso ver que aparecen detractores profiriendo frases subjetivas ante el trabajo de dichas mujeres, quienes, en su mayoría, no han tenido la ocasión de ser escuchadas o son remotamente conocidas. Además, si a esto le sumamos el desconocimiento que se tiene de lo que ocurre en países menos populares, el olvido es casi absoluto.
Por Fabiana Sans Arcílagos & Lucía Martín-Maestro Verbo
Tomando como punto de partida esas omisiones históricas, vamos a adentrarnos en Costa Rica, país centroamericano con un alto índice de desarrollo y uno de los más progresistas de América Latina, en el que se está creando uno de los primeros diccionarios dedicados exclusivamente a las mujeres en la música, centrado principalmente en las figuras activas de ese país. Zamira Barquero Trejos (1953), cantante y educadora formada en su país natal, además de en España y Alemania, galardonada tres veces con el Premio Nacional de Música, y Tania Vicente León (1966), musicóloga, vihuelista y laudista, coautora del libro Música académica costarricense: Del presente al pasado cercano, son las responsables de este proyecto y, junto a la Asociación de Mujeres Costarricenses en la Música (AMCM), están reconstruyendo la memoria musical femenina de las creadoras, intérpretes, musicólogas, directoras y gestoras de Costa Rica, y que ha visto la luz en un primer libro titulado Mujeres costarricenses en la música.
Estimuladas por estas dos autoras, hemos querido indagar en la música del país centroamericano, encontrando una amplia lista de nombres que, a pesar de la imposibilidad de reflejarlos todos en este espacio, abre una veda para ampliar nuestra particular compilación.
Comenzamos con María Dolores Castegnaro Castellani (1900-1979), compositora, pedagoga, pianista y cantante. Inició su formación con su padre Alvise Castegnaro, pero muy joven se trasladó a Italia, país en el que desarrolló su carrera musical. A pesar de que su primera composición data de 1926 en Milán, fue en París donde realmente desarrolló parte de su carrera y donde fueron editadas algunas de sus obras. Volvería a Costa Rica en 1941, permaneciendo en el país durante cuatro años, convirtiéndose en este período en la primera mujer en dirigir una orquesta en el país. Posteriormente emigra a Ciudad de México, ciudad en la que vivió hasta su fallecimiento. Parte de su legado se encuentra en el Archivo Histórico Musical de la Escuela de Artes Musicales de la Universidad de Costa Rica, centro creado y dirigido por Zamira Barquero Trejos, cuyo impulso para su creación fue la donación de los manuscritos de Rocío Sanz.
Sanz (1933-1993) es la única mujer a la que se le dedica un espacio en el apartado de compositores de este país del diccionario Grove Music Online y en el libro Música académica costarricense, en el que se le cita como ‘la primera mujer compositora profesional de Costa Rica’ (Vargas Cullell, María Clara; Chatski, Ekaterina; Vicente León, Tania. (2012). Música académica costarricense: Del presente al pasado cercano. Universidad de Costa Rica, p. 89.). Ella fue una autora y pedagoga dedicada, por un lado, a la música para teatro, cine y televisión y, por otro, a la música de cámara y orquesta. Realiza sus estudios en el Conservatorio Nacional de Música de Costa Rica y posteriormente en el de Ciudad de México y en el Chaikovski de Moscú. Tras su paso por Rusia, regresaría a México, donde establecería su residencia y desarrollaría su carrera. Entre sus obras destacan Lances de amor y fortuna, para teatro, Hilos, suite para orquesta de cuerda y Canciones de la muerte, para soprano y cuerda.
Entre otros nombres encontramos el de las hermanas María Martina y Mercedes O’Leary Ramírez. La primera, mejor conocida como Marita (1887-1955), fue una reconocida pianista y docente que, además de formar parte de la Sociedad Musical de Costa Rica y de la Asociación de Cultura Musical, fue fundadora de la Liga Feminista Costarricense. Mercedes, pianista y compositora, fue miembro del Ateneo de Costa Rica, importante institución dedicada a la difusión de las artes y letras de este país. Como compositora, sus obras, según Susan Campos Fonseca, se enmarcan dentro de la música de salón, y fueron publicadas en la revista Notas y Letras entre 1893 y 1895, mientras que como pianista destaca su participación en el primer Young People’s Concert celebrado en el Carnegie Hall en 1891. Ambas hermanas son reconocidas, además, por las tertulias musicales que convocaban en su casa, importantes encuentros en los que se daban a conocer obras e interpretaciones de mujeres de la época.
Ya que traemos a colación a Campos Fonseca, aprovechamos para acercarnos a la actualidad musical en Costa Rica recabando información sobre esta musicóloga, directora, compositora y docente. Susan Campos Fonseca es doctora en Música por la Universidad Autónoma de Madrid. Centra sus investigaciones en ‘la filosofía de la cultura y la tecnología, el feminismo, los estudios des-coloniales, el arte electrónico y los estudios sonoros’. Fue galardonada en 2012 con el Premio de Musicología Casa de las Américas por su libro Poiésis de un imaginario cultural. Cuenta con una amplia lista de artículos y trabajos, entre lo que cabe destacar el inventario que realizó en el año 2008 titulado Las mujeres en la práctica musical de Costa Rica entre 1790 y 1949, como aporte y continuidad a la investigación de Clara Vargas Cullelle, autora del libro De las fanfarrias a las salas de conciertos, uno de los primeros textos que nos acerca a la música en el país centroamericano y al diccionario anteriormente nombrado.
En su descripción, Campos Fonseca propone una serie de nombres y biografías con las que se puede reconstruir la memoria musical femenina de Costa Rica. Una de las entradas más curiosas es, sin duda, la de la organista Eulasia del Valle que, a pesar de haber realizado sus estudios en Guatemala, podría ser una de las mujeres en dedicarse exclusivamente a la música durante el período colonial español, ya que su actividad, según la musicóloga, data de 1790.
Otra de las figuras actuales de gran peso es Ana Isabel Vargas Dengo (1949), compositora, educadora y fundadora de la Asociación de Mujeres Costarricenses en la Música, entidad afiliada a la Fundación Internacional Adkins Chiti-Donne in Musica, con sede en Roma, Italia, que tiene como objetivo principal ‘dar a conocer la labor que realizan y han realizado en el pasado las mujeres costarricenses en todos los campos de la música’. Vargas Dengo, quien ocupó el cargo de presidenta de la AMCM durante siete años desde su constitución, desarrolla una amplia carrera como pedagoga, a través de la preparación de material didáctico, talleres de formación y capacitación musical, entre otros. Cuenta con un catálogo de más de trescientas composiciones, que van desde canciones infantiles hasta obras para piano, música de cámara y música coral. La Suite Fauna Tropical fue premiada en Italia, mientras que en 1989 fue reconocida con el Primer Premio de Música en Democracia por su composición de cantos para niños otorgado por la Asamblea Legislativa de Costa Rica.
Por su parte, la pianista, compositora y educadora Pilar Aguilar Muñoz (1956), fue galardonada con el Premio Nacional de Música en 2001 en la categoría música de cámara. Su larga trayectoria como pianista y creadora la ha llevado grabar con músicos como la pianista Nancy Paddleford o la flautista María Luisa Meneses, con quien plasmó la obra Remembranzas para piano solo, y Géminis para flauta y piano, con la casa Ars Harmonica de Barcelona en España.
Este es solo un pequeño esbozo sobre las mujeres que han sido y son base de la representación femenina de la música en Costa Rica y que, sin duda, contribuyeron a la creación de los parámetros estéticos que definiría la música en el país. Nombres como el de la compositora y educadora Virginia Mata Alfaro (1915-¿?), autora de Tardes de estero, obra ganadora del Concurso de Música Nacional o como Luisa Montero Muñoz, famosa por sus tertulias, todavía deben ser estudiados en profundidad.
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