La divulgación es una especialidad cada vez más grande en el mundo musical: conciertos comentados, canales de YouTube, radio y podcasts, libros… El interés del público es creciente, así como la voluntad de los artistas por compartir su trabajo. En las siguientes páginas, hablaremos sobre divulgar la música y cómo lo hacen los profesionales de referencia en nuestro país
Por Marina E. Junquera
Hacia una definición de la divulgación musical
El Diccionario de la Real Academia Española define la palabra ‘divulgar’ como ‘Publicar, extender, poner al alcance del público algo’. Por su parte, el Diccionario de uso del español de María Moliner ofrece un acercamiento más completo: ‘Hacer llegar cierto conocimiento al vulgo o a las personas ajenas al campo al que corresponde específicamente ese conocimiento. Llegar cierto conocimiento a personas ajenas al campo al que pertenece. Poner al alcance de la generalidad de la gente algo que antes estaba reservado a una minoría’. Tras leer estas definiciones y compararlas con las de otros diccionarios y enciclopedias, podemos esclarecer que el término ‘divulgar’ define el proceso de acercar el conocimiento a un gran público.
A pesar de que la divulgación de la música está presente cada vez en más canales —a los más tradicionales como la radio o la prensa especializada, se están uniendo nuevos medios como las redes sociales o los podcasts—, más allá de estas definiciones, en nuestro ámbito no existe ninguna guía centrada en la especialidad de la divulgación. Aun así, los recursos y las herramientas utilizadas por los divulgadores de referencia en nuestro país no difieren mucho de unos a otros, independientemente del canal en el que trabajen. Por ello, la finalidad de este artículo es precisamente reunir las claves básicas y las herramientas de la divulgación musical, basándose en las entrevistas realizadas a cinco profesionales de la especialidad en España: Jaime Altozano, divulgador musical a través de YouTube, con más de 3 millones de suscriptores en su canal; Juan Carlos Asensio, guionista y presentador del programa ‘Sicut luna perfecta‘ de Radio Nacional de España (RNE); Susana Castro, directora de la revista Melómano; Sofía Martínez Villar, divulgadora en las áreas socioeducativas de la Orquesta y Coro Nacionales de España (OCNE), la Orquesta Sinfónica de Castilla y León (OSCyL) y el Palau de la Música Catalana; y Mario Mora, fundador y presentador de Clásica FM Radio, la plataforma más visitada de música clásica en formato podcast.
Las dos claves básicas de la divulgación
El proceso de comunicar la música se puede basar en dos premisas: el rigor académico y la importancia del lenguaje.
En primer lugar, el rigor académico es el punto de partida fundamental para divulgar. Incluso, algunos entrevistados como Asensio, mencionan la imposibilidad de realizar una divulgación de calidad sin partir de unos conocimientos fundamentados. Aunque no es necesario que estos partan de una titulación académica, Mora y Castro no pasan por alto que deben nacer ‘desde dentro’, es decir, el divulgador debe provenir o tener una estrecha relación con el ámbito musical. Cumplido esto, cada comunicador llevará a cabo su labor ‘dependiendo de diversos factores: su formación, sus vivencias o los objetivos que quiera alcanzar’ (Martínez). Llevando esta teoría a la supuesta creación de un proyecto de divulgación musical, esta premisa de la rigurosidad se traduciría en emplear fuentes de información diversas y hacer un buen trabajo de contraste entre ellas, así como en aplicar diferentes perspectivas al desarrollar el discurso, como la de género, la histórica, la interpretativa, etcétera.
Seguidamente, entramos en la segunda de las premisas —a favor de la que encontramos unanimidad de opiniones—: la importancia del lenguaje y las capacidades comunicativas del divulgador. Si bien todas las personas entrevistadas coinciden en esta afirmación, las herramientas que cada uno explica poner en práctica son dispares. Por un lado, Martínez tiene una clara posición de rechazo a la invención de términos nuevos y a la rebaja y caricaturización del lenguaje musical, defendiendo que ‘la música tiene su propia jerga y el público la debe conocer tal y como es’.
Por el contrario, Mora considera fundamental transformar el discurso técnico musical a un estilo fácil de seguir para el receptor. En esta afirmación, Castro y Asensio subrayan la obligación de mantener el rigor académico. Se debe ‘encontrar el punto entre la rigurosidad y el comunicar, hallar el equilibrio entre adaptarse al público que tienes delante y, en cierto modo, desafiarlo a asumir nuevos conocimientos’. El no adaptar la jerga lo suficiente o no hacerlo de la forma correcta resultará en un discurso demasiado técnico, alejado del lenguaje divulgativo. Por el contrario, si queriendo simplificar, el discurso se ve demasiado transformado, correrá el peligro de perder la rigurosidad y, por lo tanto, la primera premisa.
Volviendo a la práctica, aplicaremos estos dos puntos de vista. A la hora de divulgar, Martínez utiliza el lenguaje musical, con sus parámetros, tecnicismos y elementos musicales. Trata incluso sus cuestiones más técnicas a través de la escucha, y las traduce al público por medio de símiles, comparaciones y metáforas. En esta línea, realiza una bonita comparación con el lenguaje verbal: ‘Divulgar es como poner la poesía —lo más exquisito de la lengua, lo que parece más inalcanzable— al alcance de todos los lectores, sin que pierda un ápice de su nivel literario, pero sin convertirlo en un cómic’. Por el contrario, Mora considera prioritario ‘hacer accesible el lenguaje. Es muy importante transformar el lenguaje técnico de la música a un lenguaje sencillo de escuchar y fácil de seguir. No pasa nada si en lugar de “crescendo”, en un principio hay que decir “aumento de volumen”’.
Primeros pasos: la preparación del discurso
A la hora de preparar un discurso divulgativo, en primer lugar, es indispensable realizar un trabajo anticipado de estudio y análisis del público, para poder adaptar a él todos los recursos y las herramientas, ya que, como afirma Asensio, ‘no es lo mismo dirigirse a un grupo de asiduos a una sala de conciertos, que a un público familiar o a los miles de posibles receptores de un recurso web’. Asimismo, Martínez y Mora subrayan la necesidad de tomar en cuenta ‘los conocimientos previos del público, así como considerar su escucha activa y su capacidad de comprensión’. De esta forma, se podrá crear un discurso a su medida y equilibrado en cuanto a tecnicismos.
Después, llega el momento real de crear el discurso, ordenarlo y hacerlo asequible a las personas a las que va dirigido. En esta fase se debe tener muy en cuenta la premisa de la rigurosidad y aplicar los recursos anteriores a la comunicación directa con el público. Algunos ejemplos son establecer comparaciones ‘con el lenguaje verbal —más conocido y utilizado a diario por el público— a través de símiles o metonimias’ (Martínez), utilizar metáforas y relaciones con ‘temas de moda o incluso tendencias de redes sociales’ (Altozano), incluir ‘narraciones o leyendas que despierten el interés de públicos diversos’ (Asensio) y un largo etcétera.
El momento de la verdad: la comunicación
Teniendo el discurso preestablecido, entran en juego los recursos del lenguaje y la comunicación, como ‘el buen humor, la calidad musical y el trabajo artístico’ (recursos utilizados por el director y divulgador Edgar Martín en sus conciertos junto a Camerata Musicalis). En la comunicación oral, Mora destaca la eficacia de ‘transmitir con carisma (…) pero sin caer en la monotonía y el tedio que supone simplemente enunciar lo que se ha concebido de forma escrita’. Siguiendo esta línea, Altozano habla de transmitir el mensaje desde la pasión, ‘para no tener que forzar un [necesario] entusiasmo’.
Por otro lado, siguiendo las palabras de Castro, el público ‘debe intervenir y conformar una parte activa del proceso, creando una sensación de comunidad’. Asimismo, asegura necesario ‘llevar un control de los formatos más consultados. Estar muy al día de las plataformas que se usan y de cómo se informa a la gente. El divulgador tiene que buscar a su público, y nunca al revés’.
Los cuatro públicos de la divulgación
La relación del divulgador con el público es de gran relevancia, incluso puede considerarse la base de una divulgación satisfactoria y de calidad, ya que constituye el punto de partida y el de llegada, es decir, la base de creación del discurso y el receptor del mismo.
El divulgador de la música debe ser consciente de que, en todo momento, entre sus espectadores, va a tener por lo menos un individuo de cada uno de los tipos de público que John Sloboda, investigador y profesor de la Guildhall School of Music and Drama de Londres, expuso en 2012. En primer lugar, están los profesionales de la música y los pertenecientes al llamado ‘fenómeno fan’. Estos dos colectivos se agrupan, principalmente, en eventos centrados en un elemento aislado que les interesa o les agrada: un intérprete o instrumento en concreto, una época de la historia, un género musical, etcétera. El siguiente grupo es el denominado ‘público forzoso’, que engloba acompañantes o personas que se encuentran en la sala por compromiso. Finalmente, se encuentra el público aficionado a la música, el público ideal, que escucha y atiende al discurso porque le nace de su propio interés. Precisamente, la finalidad última de la divulgación es convertir a todos los asistentes, independientemente del tipo al que pertenezcan, en aficionados. En esta línea, Altozano añade: ‘Las ramas del conocimiento necesitan divulgación para que la gente que no las ha estudiado (…) las ponga en valor y en última instancia, en algunos pocos casos, llegue a generarles un interés tan grande que decidan estudiarlas’.
Nuestros referentes
La música está en constante búsqueda de nuevos públicos. Por su parte, el público cada vez necesita más información y conocimiento por lo que, tanto en la música grabada como en directo, busca más allá de la escucha aislada. Por ello, la divulgación musical se encuentra en una atractiva etapa de crecimiento y mejora, presente en cada vez más canales. Además de los ya citados entrevistados, en España hay numerosas iniciativas, de músicos e instituciones, que buscan darle al público este conocimiento que busca.
Comenzando por los canales más tradicionales, encontramos los programas de mano, la prensa especializada o la radio. Radio Clásica de Radio Nacional de España (RNE) ofrece una gran variedad de programas de diferentes temáticas, como ‘Sicut luna perfecta‘ de Juan Carlos Asensio, centrado en el canto gregoriano, o ‘Capriccio‘ de Irene de Juan, dedicado al análisis musical de obras inspiradas o acompañadas por texto. A pesar de su larga historia, RNE se ha sabido adaptar a la modernidad y, ahora, sus programas están disponibles para los oyentes en diferido vía web (www.rtve.es/radio/radioclasica), en formato podcast.
En el ámbito de la música en directo, la Orquesta y Coro Nacionales de España (OCNE) es una gran referente, gracias a ‘Bienvenida 2.0’, una iniciativa que apuesta por la divulgación virtual (www.ocne.mcu.es/bienvenida-2.0). Son vídeos cortos —menos de 10 minutos—, en los que un divulgador pone en manifiesto algunos aspectos de las obras programadas en los diferentes conciertos. En esta temporada 2022-23, han hablado la profesora de musicología Irene de Juan, y los musicólogos Clara Sánchez y Rafael Fernández de Larrinoa. La propia Sofía Martínez también colabora habitualmente en esta iniciativa. En la música en directo, ha cultivado un gran éxito en Madrid, desde hace unos años, el ciclo ‘¿Por qué es especial?’ de Edgar Martín y la Orquesta Sinfónica Camerata Musicalis. Hasta el año pasado, estaba dirigido principalmente a acercar el repertorio al público familiar en un espacio poco habitual para la música clásica: el teatro. Sin embargo, a partir de la temporada 2022-23, estos conciertos comentados y teatralizados se celebrarán en el Auditorio Nacional de Música, llenándolo de público nuevo y joven.
Con el paso del tiempo, la divulgación musical se ha ido adaptando a los canales más actuales, con el fin de llegar cómodamente a la mayor cantidad de público posible. En esta línea, en julio de 2020, la musicóloga Sakira Ventura lanzó su ‘Mapa de Creadoras de Historia de la Música’. Se trata de un mapamundi interactivo en el que están etiquetadas más de seiscientas compositoras de toda la historia de la música. Esta página web (www.svmusicology.com) se ha convertido en uno de los recursos más populares en la revalorización de la figura de la mujer en la historia de la música. Además, se encuentra en constante crecimiento.
Sin duda, el público más amplio se encuentra en redes sociales, especialmente en las plataformas de Instagram y TikTok, con 24 y 15 millones de usuarios activos en cada una de ellas, respectivamente (datos de 2021). En Instagram, además de las cuentas de las diferentes instituciones y artistas, donde comparten información y noticias sobre sus propias iniciativas, podemos encontrar la cuenta del músico y artista Kike Labián (©kikelabian), en la que divulga y expresa su opinión sobre la actualidad cultural y musical. En la misma red social, la revista Melómano (@melomanodig) cuenta con una sección llamada ‘Píldoras Musicales’ de la mano de Amparo Molero, en la que se comparten curiosidades sobre la música. Por su parte, con casi 2.000 seguidores a fecha de octubre de 2022, en TikTok es especialmente popular el perfil de la plataforma Clásica FM de Mario Mora (©clasicafm), en el que sube fragmentos destacados de podcast, pero en formato vídeo y, muchos de ellos, subtitulados, haciéndolos más atractivos y accesibles.
Finalmente, volviendo a las palabras de Castro, la divulgación es ‘como un servicio público, un enlace para conectar los proyectos artísticos con su posible público, ayudando a las entidades, agrupaciones y artistas en general a dar a conocer sus propuestas para que estas puedan tener éxito’.
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