Una de las conmemoraciones más importantes que hemos tenido durante este año 2021 ha sido la que corresponde al VIII Centenario de la Catedral de Burgos.
Una serie de conciertos, conferencias y hasta polémicas han envuelto esta celebración que nos recuerda el importantísimo patrimonio que tenemos en España. Pero cerca de esta vestigio arquitectónico se encuentra otro de gran importancia: el Monasterio de Santa María la Real de las Huelgas en Burgos, considerado Bien de Interés Cultural y declarado Monumento Histórico-Artístico hace 90 años. En este espacio, perteneciente a Patrimonio Nacional, se alberga el Códice de las Huelgas.
Por Fabiana Sans Arcílagos
El Camino de Santiago, las rutas comerciales y el impulso del Reino de Castilla hicieron de Burgos una ciudad con un poder económico y político importantes, tanto que llegó a ser uno de los epicentros más significativos para la corona. Gracias a este crecimiento de la ciudad se fueron asentando nuevas órdenes religiosas, siendo la cistercense más relevante.
Esta orden religiosa tiene su origen en la Abadía de Citeaux (Francia), de donde procedieron para establecerse en España en el siglo XII con la fundación en 1157 del Real Monasterio de Santa María de la Caridad de Tulebras en Navarra, primer monasterio en la Península Ibérica adscrito a esta advocación. Dado el crecimiento económico de Burgos, el rey Alfonso VIII y su esposa Leonor Plantagenet (o Leonor de Inglaterra) sugieren traer esta orden a la ciudad, estableciendo el principal monasterio femenino del Reino de Castilla. Finalmente esta idea se materializa con la construcción del Monasterio de Santa María la Real de las Huelgas, fundado en 1187 siendo su primera abadesa doña Misol.
Las Huelgas, como popularmente es conocido, se convirtió desde su fundación en la base de los monasterios femeninos de la Península, además de uno de los recintos más importantes para la realeza, donde se llegaron a celebrar matrimonios, coronaciones, nombramiento de caballeros y actos solemnes; asimismo se creó un panteón real en el que se encuentran —entre otros— los restos de sus fundadores, los reyes Alfonso VIII y su esposa Leonor. El Monasterio también ha servido para prestar asilo a las infantas o reinas viudas, otorgando al convento desde su fundación grandes dotes, que servirían, entre otras cosas, para llenar los espacios con música. Y es en este contexto en el que encontramos uno de los documentos más representativos de la Península: el Códice de las Huelgas.
Situado entre los más importantes manuscritos europeos, a la altura de códices como el de Montpellier o Bamberg, el Códice de las Huelgas es un documento de inigualable valor para conocer la práctica de la polifonía medieval, más concretamente en la Península Ibérica. Confeccionado y conservado hasta hoy en el monasterio burgalés para el que fue concebido, se ha convertido, desde su hallazgo, en una de las fuentes más ricas para el estudio del Ars Antiqua y la transición al Ars Nova.
El descubrimiento del códice se lo debemos a los monjes benedictinos de Santo Domingo de Silos Luciano Serrano y Casiano Rojo en 1904, teniendo una primera referencia del códice en la publicación de un pequeño libro informativo, escrito por el primero de los monjes denominado ¿Qué es el canto gregoriano?.
Un año más tarde del hallazgo, los monjes realizaron una reproducción fotográfica del códice, que fue enviada para consulta y estudio al musicólogo francés Pierre Aubry. Lamentablemente, Aubry fallece antes de poder evaluar el contenido del manuscrito, y es en 1926 cuando los musicólogos e investigadores Higinio Anglés y Peter Wagner son informados del descubrimiento. Un año después, en el Congreso Internacional de Musicología de Viena, y posteriormente, en la Revista Musical Catalana, ambos especialistas hicieron partícipes a la comunidad científica del descubrimiento. Pero, sin entrar en pormenores y tras años de trabajo, es en 1931 cuando el musicólogo catalán Higinio Anglés estudia, transcribe y edita, por primera vez, el manuscrito en su totalidad.
Centrándonos en el manuscrito, este contiene un total de 186 piezas repartidas en 170 folios que se agrupan en 18 cuadernillos y un folio suelto que, según acota Juan Carlos Asensio Palacios, transcriptor y editor crítico del códice, ‘forman unidades musicales más o menos homogéneas’.
Es interesante leer y cotejar los estudios que se han realizado sobre este códice, en los que se pueden percibir algunos datos que, a día de hoy, siguen siendo objeto de debate, como, por ejemplo, el que respecta a la datación del mismo. Por nuestra parte, no nos guiaremos por una referencia en concreto, sino que nos acogeremos al dato en el que coinciden todos ellos, y es que el códice burgalés data de principios del siglo XIV.
Con respecto a su contenido musical, el códice muestra una gran variedad y enmarca diversos géneros en los que se encuentran cuatro planctus, tropos monódicos de Benedicamus Domino, motetes, conductus, motetes-conductus, organa, secuencias, prosas y un supuesto ejercicio de solfeo que hasta hace unos años se consideraba unicum. Contiene tanto piezas comunes a otros códices, como otras muchas que son piezas únicas y que, según algunas teorías, puede que se ajusten a una forma hispana o castellana de composición.
La notación, dispuesta sobre pentagramas rojos, no es totalmente unitaria; algunas piezas se rigen por los principios mensurales de la notación franconiana, y otros varían según la pieza, llegando a observarse cierta diferencia notacional que sale de los preceptos de Francón de Colonia y que son destacables, especialmente en el ámbito rítmico. Relata Asensio en su edición del códice que el uso de un sistema modal y otro de notación más moderna (las semibreves con cauda), la alteración en las plicas, algunas ligaduras, ritmos ‘libres’, la distribución de las voces y la presencia de piezas litúrgicas tratadas como organum pero compuestas como conductus, hacen de Huelgas un vestigio importante ‘para el estudio de la grafía musical y su evolución’.
El estudio de este documento burgalés es de gran valor, y podríamos hablar de una gran cantidad de detalles que hacen del Códice de las Huelgas un manuscrito de referencia musical. Pero no queremos dejar de lado la música y es que el manuscrito guarda una gran cantidad de piezas únicas como el conductus-motete a cuatro voces Belial vocatur en el que destaca el gran uso de disonancias, el Casta Catholica/Da, dulcis domina, única referencia que se conoce hasta ahora de un conductus politextual o el motete Ex illustri, que nos ‘engaña’ en las primera línea con la utilización del mismo texto, pero cambiando inmediatamente en ambas voces, desvelando su naturaleza politextual. Este manuscrito también nos arroja una curiosidad, y son las piezas comunes entre Huelgas y el Códice de Madrid, otra joya medieval resguardada en la Biblioteca Nacional de España, del que ya hablaremos.
El contenido y la historia del códice han sido de gran interés para muchos estudiosos e intérpretes. Muestra de ello podemos verlo en el número de grabaciones de grupos nacionales e internacionales que centran su trabajo en el manuscrito, en el que podemos destacar el monográfico realizado por el conjunto Mulier misterio de Ars Combinatoria, Femmes Mystiques interpretado por el ensemble Discantus o el elaborado por el grupo Sequentia Music from the Royal Convent of Las Huelgas de Burgos.
Este artículo ha sido extraído de los datos referenciales de una investigación en curso realizada por la autora.
Deja una respuesta