Por Antonio Pardo Larrosa
Título: Troya
Director: Wolfgang Petersen
Música: James Horner
The symphony of the hero… Nunca antes una banda sonora había suscitado tanta controversia. Dirigida por el cineasta alemán Wolfgang Petersen (Das Boot, Air forcé one, The perfect Storm, etc.), Troy (2004) es un “Péplum” de grandes proporciones y presupuesto millonario que arrasó en las taquillas de medio mundo. Troya cuenta la historia de Aquiles (Brad Pitt) durante la terrible guerra que embarcó a los griegos contra los troyanos. Según Homero, se trata de una empresa dirigida por Menelao y los aqueos, y cuya causa habría sido el rapto de Helena de Esparta por parte del príncipe Paris de Troya. Para hilvanar todos los elementos de la historia homérica se contrató al guionista David Benioff (La última noche) un buen escritor que no supo estar a la altura de las circunstancias. Con demasiados errores de bulto y un guión muy descafeinado el peso de la narración recayó sobre el departamento musical, lo que a la postre resultó ser el mayor desafío de la producción. Wolfgang contrató al músico libanés Gabriel Yared (The English Patient) un compositor de segunda que tampoco supo estar a la altura de lo esperado. Trabajó durante todo un año en el “score” de Troya y su resultado fue decepcionante, una partitura desfasada y muy anticuada que, como el propio Petersen comentó, “el score estaba hecho a la antigua y fuera de lugar para el film”. Houston, we have a problem…
Con poco margen de maniobra ante el inminente estreno de la película la productora y el propio Wolfgang decidieron que la mejor manera de salir del embrollo era contratar a otro músico que pudiera escribir, orquestar y dirigir más de ochenta minutos de música en solo dos semanas. ¡Albricias!, debió pensar Petersen… ¡Conozco a ese tipo!
En una noche lluviosa… Wolfgang descolgó el teléfono… Ring, Ring… Ring, Ring… “Sí” –respondió Jimmy- “¿Está James?” –preguntó Petersen-, “claro, soy yo”. “Hola James, ¿cómo estás”, -espetó Wolfgang- “Muy bien”, –respondió Horner- “dime, qué ocurre”… “Escucha, estoy metido en un buen lío y necesito que me ayudes”… -le suplicó el director- (Silencio) “Tú dirás” –le objeto Horner- “Necesito que escribas ochenta minutos de música en 9 días para un Péplum que acabo de dirigir sobre la guerra de Troya” –le imploró Wolfgang-, “¡No hay problema¡” –contestó con osadía Horner- “¡Sólo 9 días! Mañana voy al estudio y lo cerramos”…
Más o menos esta pudo ser la conversación que Wolfgang y Horner mantuvieron los días previos a la realización del score de Troya. El director debió pensar que Horner, curtido en estas lides, igual valía para un roto que para un descosido.
Troya es la sinfonía de Aquiles, una música inteligente y efectista donde todos los pentagramas están más que justificados. Horner teje una telaraña musical de sedosos leitmotivs que definen cada uno de los elementos narrativos de la historia. Pero vayamos por partes. Para empezar, el tema de Aquiles, una fanfarria made in Horner –Achilles Leads the Myrmidons-, define la heroica personalidad del protagonista, un motivo retentivo y contundente donde los metales, la percusión y la cuerda dibujan el valor y la fuerza del héroe griego por antonomasia. Es un potente leitmotiv que identifica al héroe con la música anticipándose a las imágenes… “Suena y no hace falta la presencia de Aquiles para saber que es el héroe el que va a aparecer”. Esta es la idea fundamental que define el leitmotiv de cualquier superhéroe. Por otro lado, James Horner escribe un tema para el ejército griego cuya fuerza reside en su flota, y otro muy distinto para los troyanos y sus inexpugnables murallas –Troy-. Son dos melodías contrapuestas que definen la fuerza de ambos elementos. Para la griega, Horner utiliza el crescendo de la cuerda y los vientos para ir descubriendo paso a paso la inmensidad de su flota, mientras que para la fuerza de la muralla troyana se emplea sin solución de continuidad una espectacular fanfarria que describe el esplendor de la ciudad de Ilion. Otro aspecto fundamental del score es la música compuesta para el caballo de madera –The woodem Horse and the sackimg of Troy-, una oscura melodía que esconde en los metales y los chelos la tetra urdida por el rey Ulises. El último leitmotiv de la obra es el tema de amor –Briseis and Achiles– entre el héroe y la sacerdotisa de Apolo, el verdadero talón de Achiles de la partitura, una sencilla melodía interpretada por la flauta que no aporta credibilidad alguna a los protagonistas quedando en agua de borrajas.
Troya se articula en derredor de Aquiles como elemento integrador de la banda sonora propiciando que su espectacular leitmotiv sea la sinfonía de la historia, la sinfonía de Troya…