El pasado mes de mayo se presentó el proyecto ‘María Luisa Sepúlveda, mujer música de principios del siglo XX’, que pone en valor el legado artístico de una de las representantes más destacadas de la música en Chile.
La musicóloga Fernanda Vera Malhue y la antropóloga Isidora Mora Salas han desarrollado este trabajo bajo una perspectiva interdisciplinar y colaborativa que nos acerca no solo a Sepúlveda, sino a la realidad musical, social y política con la que tuvo que vivir la compositora.
Por Fabiana Sans Arcílagos & Lucía Martín-Maestro Verbo
Es indiscutible el impulso que están teniendo los estudios dedicados a las mujeres en la música. Poco a poco empieza a moldearse un nuevo enfoque, dejando atrás ese sesgo que nos ha estado silenciando a lo largo de los siglos. Los libros, las aulas y las programaciones comienzan a incluir nombres de destacadas mujeres y, a pesar de que aún queda un largo camino por recorrer, es innegable que estamos ante las puertas de una reconstrucción de la historiografía musical.
Pero para llevar a cabo ese gran trabajo de relectura hacen falta muchas manos, apoyo y colaboración entre instituciones y profesionales de distintos ámbitos. Un buen ejemplo de este tipo de simbiosis es la que encontramos entre la musicóloga Fernanda Vera Malhue, la antropóloga Isidora Mora Salas y la historiadora Dania Sánchez Hernández en su proyecto en torno a la figura de la compositora, pedagoga e intérprete María Luisa Sepúlveda.
Natural de Chillán, Región de Ñuble, María Luisa Sepúlveda nace el 14 de agosto de 1883. Sus padres fueron la poetisa María Mercedes Maira Gaete y el profesor de filosofía e idiomas Bernardo Sepúlveda, quienes la inscribieron en el Liceo de Niñas de la ciudad donde se formó. Tras finalizar sus estudios, la joven se traslada a Santiago de Chile e ingresa en el Conservatorio Nacional de Música para estudiar piano, graduándose de este instrumento en 1905 en la cátedra del maestro italiano Bindo Paoli, quien la consideró ‘entre sus discípulas más destacadas, con talento técnico y la recomendó para la enseñanza de piano’. No obstante, Sepúlveda continuó en esta misma institución cursando estudios de canto, violín y finalmente composición, título que obtiene en 1919 con una Romanza sobre versos de un lied de Schumann, convirtiéndose en ‘la primera mujer del país en titularse en esta disciplina’.
A pesar de que María Luisa fue laureada con numerosos galardones como el ‘Primer Premio del concurso de composición musical Zig-Zag’ o el ‘Premio del Concurso del Ateneo de Valparaíso’, a lo largo de toda su vida tuvo que enfrentarse con grupos de poder que intentaron mermar su valor, logros y su aporte a la música chilena. No obstante, consiguió anteponerse ante estas circunstancias, resistiéndose y readaptándose constantemente, llevando ‘su quehacer musical al límite de lo posible’ y distinguiéndose entre los muchos que quisieron eclipsar su estatus de pionera, especialmente en el área de la composición.
Pero el trabajo de esta mujer va más allá de la creación musical, y es que se encargaría de formar y dirigir la White Orchestra, agrupación integrada por alumnas y profesoras del conservatorio que tenía como objetivo interpretar música de compositores nacionales. De esta manera, según distintas biografías, se erige como la primera directora chilena en ‘liderar una agrupación conformada exclusivamente por mujeres’. Encontramos aún un tercer mérito en la que también ha intentado relegarla a un segundo plano y es que Sepúlveda fue una de las primeras recopiladoras de la música de tradición oral en su país, aunque esta afirmación sea habitualmente omitida.
Cabe aclarar que María Luisa Sepúlveda no es una total descocida dentro de la historiografía de la música en Chile, y que su memoria pervive en algunos músicos que interpretan y analizan sus obras e investigan su vida. El inconveniente es que en muchas ocasiones quienes han trabajado sobre ella no han sido conscientes de hasta qué punto ha sido determinante. Tal y como comenta Fernanda Vera Malhue, ‘quienes han tenido el poder o derecho de la palabra’ han construido un discurso que se aleja de la realidad y que minimiza su figura. Por ello, completa Mora Salas, el proyecto ‘consistía en articular y evidenciar el acercamiento que ya tenía la gente’, en el que se demuestra que su legado es importante a pesar de las opiniones o juicios que buscaron desprestigiarla.
Por ello, estas investigadoras han tomado como punto de partida la época, la sociedad y el contexto, además de la significación del trabajo que envolvió la vida de Sepúlveda, haciendo una relectura de los artículos de prensa, revistas, libros, cartas y partituras. Asimismo, fueron clave las entrevistas a alumnos y docentes del conservatorio y a intérpretes (especialmente cantantes, arpistas y pianistas) para comprender cómo se ve y cómo llega a las aulas la figura de Sepúlveda y de otras mujeres compositoras de la época.
Mora Salas acota que parte de uno de los desafíos del estudio ‘fue generar un equipo en el que dialogaran todas las disciplinas’, en el que cada una debería intervenir no desde su área particular, sino todo lo contrario, desde la unificación y comprensión de cada materia a través de un diálogo abierto que las condujera a mostrar a María Luisa en todo su esplendor, como agente social, musical y cultural.
El resultado de esta labor se consolida con la creación de una página web dedicada exclusivamente a la compositora en la que se pueden ver los artículos de prensa y libros, actividades y trabajos en torno a su figura, además de vídeos, imágenes y, aún más importante: un catálogo con el inventario de sus composiciones. Este proyecto, financiado por el Fondo de Fomento de la Música Nacional, Línea de Investigación, enmarca una serie de actividades pedagógicas y concertísticas que pueden encontrarse online. Se suma a esto la campaña que se realizó a través de las redes sociales en la que se alcanzaron cifras sorprendentes para un trabajo de esta naturaleza y que, sin duda, impacta positivamente en las nuevas generaciones de estudiantes de música, ya que, como nos dice Vera Malhue ‘se generan nuevos referentes y se promueven cambios en los planes y programas que incluyen a estas representantes’.
Sin embargo, el propósito de la investigación radica, principalmente, en darle voz a la propia María Luisa. Los detalles que se extraen de una carta o de sus obras, permiten ‘comprenderla mejor como mujer, compositora, intérprete y profesional capaz, devolviéndole, más allá de lo que dijeran los demás de ella, una posición en la construcción de género respecto a las mujeres de finales del siglo XIX y del XX, especialmente en Latinoamérica’.
María Luisa Sepúlveda fue profesora de piano del Conservatorio Nacional desde 1916 hasta 1931, fecha en la que es ‘exonerada’ (o, más bien, despedida) definitivamente de sus funciones como maestra de piano. Su formación, tal como relata Vera, se enmarca dentro de un estilo romántico e italianizante. Sepúlveda empieza a trabajar sobre una tendencia más modernista, involucrándose en la atonalidad, la politonalidad y utilizando colores armónicos cercanos a su tierra a través de variaciones modernas sobre sonoridades tradicionales. Lamentablemente surge en esta época un grupo oligarca denominado Sociedad Bach y que, gracias a su influencia, logran doblegar a aquellos que regían las enseñanzas musicales, con nuevas ideas que finalmente llevaron a una reforma total del conservatorio con su incorporación a la universidad. Parte de estos cambios consistían en una ‘depuración’ de la enseñanza y en la supresión de los maestros que estaba fuera de los cánones establecidos. Queda, entonces, una institución sesgada, en la que María Luisa no tenía cabida. Tras su destitución, la compositora inicia su trabajo como ‘folclorista’, dedicándose a recopilar el repertorio tradicional chileno, que le serviría de base para la composición de una nueva colección de obras de inspiración popular.
Tanto para Fernanda Vera como para Catalina Sentis Acuña y Raquel Bustos, su obra puede dividirse en tres grupos: uno de corte más académico con intereses en la música de raíz más tradicional, otro vinculado con su faceta pedagógica y un tercero compuesto por música vocal, para piano o conjuntos pequeños. Lamentablemente, parte de las obras orquestales que no fueron editadas y se conservaron de forma manuscrita, no han podido ser ubicadas o son inaccesibles.
María Luisa Sepúlveda se mantuvo hasta el final de sus días reivindicando un reconocimiento igual al de sus pares. Su huella ha quedado impresa en el acervo musical chileno y ahora es cuando nos corresponde a nosotros, los de las nuevas generaciones, hacer que su legado perdure en el tiempo y darle el lugar que corresponde.
Agradecemos a Fernanda Vera Malhue e Isidora Mora Salas su disposición y buen hacer para la realización de este artículo. Está disponible para su consulta el artículo María Luisa Sepúlveda Maira (1883-1957). Desde el ‘desvanecimiento historiográfico’ hasta la presencia actual de una compositora y música chilena y la tesis de Catalina Sentis Acuña dedicada a la compositora, ambos textos realizados en 2020 y claves para documentarnos.
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